Génesis 42

Los hermanos de José llegan a Egipto

1 Cuando Jacob vio que en Egipto había alimentos, les dijo a sus hijos:

«¿Qué hacen ahí, mirándose unos a otros?»

2 Dijo además:

«Ha llegado a mis oídos que hay víveres en Egipto. Vayan allá, y compren alimentos para nosotros, para que no muramos sino que sigamos con vida.»

3 Los diez hermanos de José se dirigieron a Egipto para comprar trigo;

4 pero Jacob no envió con ellos a Benjamín, hermano de José, porque dijo: «No vaya a pasarle algo malo.»

5 Como había hambre en la tierra de Canaán, entre los que iban a comprar llegaron los hijos de Israel.

6 José era el que mandaba en el país, y quien le vendía a toda la gente de esa región, así que cuando llegaron los hermanos de José, se inclinaron ante él de cara al suelo.

7 Cuando José vio a sus hermanos, los reconoció; pero hizo como que no los conocía, y en tono áspero les dijo:

«Y ustedes, ¿de dónde vienen?»

Ellos respondieron:

«Venimos de la tierra de Canaán, para comprar alimentos.»

8 Y José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron.

9 Entonces recordó José los sueños que había tenido acerca de ellos,y les dijo:

«Ustedes son espías. Han venido a ver los puntos vulnerables del país.»

10 Ellos le respondieron:

«De ninguna manera, señor nuestro. Estos siervos tuyos han venido a comprar alimentos.

11 Todos nosotros somos hijos de un buen hombre. Somos gente honrada, y nunca hemos sido espías.»

12 Pero José les dijo:

«No, sino que han venido a ver los puntos vulnerables del país.»

13 Ellos respondieron:

«Nosotros, tus siervos, somos doce hermanos, hijos de un buen hombre de la tierra de Canaán. Nuestro hermano menor está hoy con nuestro padre, y el otro ya no vive.»

14 Pero José les dijo:

«¡Tal como les dije! ¡Ustedes son espías!

15 Y con esto van a ser puestos a prueba. Les juro por la vida del faraón, que no van a salir de aquí hasta que su hermano menor venga acá.

16 Envíen a uno de ustedes, a que traiga a su hermano; pero ustedes se quedarán presos. Vamos a ver si ustedes dicen la verdad; y si no, ¡por la vida del faraón, que ustedes son espías!»

17 Y José los puso a todos en la cárcel durante tres días.

18 Al tercer día, les dijo:

«Yo temo a Dios. Hagan esto y vivirán:

19 Si son gente honrada, dejen preso a uno de sus hermanos en la cárcel donde ahora están, y ustedes vayan y lleven alimento a su casa para mitigar el hambre.

20 Pero tráiganme a su hermano menor para probar sus palabras, y no morirán.»

Y ellos lo hicieron así,

21 pero se decían el uno al otro:

«Realmente hemos pecado contra nuestro hermano, pues lo vimos angustiarse y rogarnos, y no le hicimos caso. Por eso nos ha sobrevenido esta angustia.»

22 Rubén les respondió, y dijo:

«¿Acaso no les decía yo, que no pecaran contra el niño?¡Pero ustedes no me hicieron caso! ¡Y ahora también se nos demanda su sangre!»

23 Pero ellos no sabían que José los entendía, porque entre ellos había un intérprete.

24 Y José se apartó de ellos, y lloró. Después volvió para hablar con ellos, y de entre ellos tomó a Simeón y ante sus ojos lo aprisionó.

25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, que se les devolviera a cada uno su dinero, poniéndolo en su saco, y que les dieran comida para el camino. Y así se hizo con ellos.

26 Ellos echaron el trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí;

27 pero cuando uno de ellos abrió su saco en el mesón, para dar de comer a su asno, vio que su dinero estaba en la boca de su saco.

28 Entonces les dijo a sus hermanos:

«¡Me devolvieron mi dinero! ¡Miren, está aquí, en mi saco!»

El corazón se les salía, y espantados se decían el uno al otro:

«¿Qué es lo que nos ha hecho Dios?»

29 Cuando llegaron a la tierra de Canaán, le contaron a Jacob, su padre, todo lo que les había sucedido. Le dijeron:

30 «Ese hombre, el señor del país, nos habló en tono muy áspero y nos trató como a espías del país.

31 Nosotros le dijimos: “Somos gente honrada, nunca hemos sido espías.

32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ya no vive, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.”

33 Entonces ese hombre, el señor del país, nos dijo: “Con esto voy a saber si ustedes son gente honrada: Dejen conmigo a uno de sus hermanos, tomen alimento para el hambre de sus casas, y vayan

34 a traerme a su hermano menor. Así sabré que ustedes no son espías, sino gente honrada. Entonces les devolveré a su hermano, y ustedes podrán hacer negocios en el país.”»

35 Al momento de vaciar sus sacos, resultó que en el saco de cada uno de ellos estaba la bolsa con su dinero. Cuando ellos y su padre vieron las bolsas con su dinero, sintieron mucho miedo.

36 Pero su padre Jacob les dijo:

«Ustedes me están dejando sin hijos. José ya no está con nosotros, ni Simeón tampoco, y ahora van a llevarse a Benjamín. ¡Todo esto va en contra de mí!»

37 Entonces Rubén habló con su padre, y le dijo:

«Si no te devuelvo a Benjamín, puedes matar a mis dos hijos. Pon a Benjamín en mis manos, y yo te lo devolveré.»

38 Y Jacob dijo:

«Mi hijo no irá con ustedes. Su hermano ha muerto, y sólo él ha quedado. Si le pasara algo malo en el camino que van a tomar, harán que mis canas bajen al sepulcro con gran pesar.»

Génesis 43

Los hermanos de José regresan con Benjamín

1 El hambre dominaba en la tierra,

2 así que al consumirse todo el trigo que habían llevado de Egipto, su padre les dijo:

«Regresen a Egipto, y compren algo de alimento para nosotros.»

3 Pero Judá respondió y dijo:

«Ese hombre claramente nos hizo esta advertencia: “Si no traen a su hermano con ustedes, no volverán a verme.”

4 Nosotros iremos a comprar alimentos, sólo si tú envías a nuestro hermano con nosotros.

5 Si no lo envías, nosotros no iremos. Ese hombre claramente nos dijo: “Si no traen a su hermano con ustedes, no volverán a verme.”»

6 Entonces dijo Israel:

«¿Por qué me hicieron ese daño, de hacerle saber a ese hombre que tenían otro hermano?»

7 Ellos respondieron:

«Ese hombre nos hacía muchas preguntas acerca de nosotros y de nuestra familia. Nos preguntaba: “¿Vive todavía su padre? ¿Tienen algún otro hermano?” Y nosotros respondimos a sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que él nos diría: “Traigan aquí a su hermano”?»

8 Entonces Judá le dijo a Israel, su padre:

«Envía al niño conmigo, y nos prepararemos para partir. Así no moriremos, sino que seguiremos con vida tú y nosotros y nuestros hijos.

9 Yo te respondo por él. Será a mí a quien le pidas cuentas. Si no te lo devuelvo, ni lo pongo delante de ti, para siempre seré ante ti el responsable.

10 Si no nos hubiéramos tardado tanto, ¡ya hubiéramos ido y venido dos veces!»

11 Entonces Israel su padre les respondió:

«Si así tiene que ser, ¡adelante! Pongan en sus sacos de lo mejor que tenemos, y llévenle a ese hombre un regalo: un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas, mirra, nueces y almendras.

12 Lleven también una doble cantidad de dinero, junto con el dinero que encontraron en la boca de sus sacos. Tal vez fue una equivocación.

13 Tomen también a su hermano, y prepárense para volver con ese hombre.

14 Que el Dios omnipotente haga que ese hombre se compadezca de ustedes y les devuelva a su otro hermano, y también a Benjamín. Y si he de quedarme sin hijos, ¡pues sin hijos me quedaré!»

15 Los hermanos tomaron consigo el regalo, una doble cantidad de dinero, y a Benjamín, y se dispusieron a partir hacia Egipto. Al llegar, se presentaron ante José.

16 Cuando José vio que Benjamín estaba con ellos, le ordenó al mayordomo de su casa:

«Lleva a estos hombres a mi casa, y mata una res y prepárala, porque hoy al mediodía estos hombres comerán conmigo.»

17 El mayordomo cumplió las órdenes de José, y llevó a los hermanos a su casa.

18 Al ver los hermanos que eran llevados a la casa de José, les dio miedo y dijeron:

«Nos han traído aquí por el dinero que antes fue devuelto en nuestros sacos. Nos han tendido una trampa. Nos atacarán y nos harán sus esclavos, junto con nuestros asnos.»

19 Se acercaron entonces al mayordomo de la casa de José, y a la entrada de la casa hablaron con él.

20 Le dijeron:

«¡Ay, señor nuestro! En realidad, al principio nosotros vinimos a comprar alimentos.

21 Pero sucedió que, cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, ¡ahí estaba el dinero de cada uno de nosotros, en la boca de su costal! ¡Todo nuestro dinero, completo! Pero lo hemos vuelto a traer con nosotros.

22 También hemos traído más dinero para comprar alimentos. ¡No sabemos quién pudo haber puesto nuestro dinero en nuestros costales!»

23 El mayordomo les respondió:

«Tranquilos. No tengan miedo. Yo recibí el dinero de ustedes. El Dios de ustedes y del padre de ustedes habrá puesto ese tesoro en sus costales.»

Y les entregó a Simeón.

24 Y el mayordomo llevó a los hermanos a la casa de José. Allí les dio agua, y ellos se lavaron los pies, y él dio de comer a los asnos de ellos.

25 Mientras esperaban que José llegara al mediodía, pues habían oído que allí habrían de comer, ellos prepararon el regalo.

26 Cuando José llegó a la casa, ellos le presentaron el regalo que habían llevado a la casa, y se inclinaron hasta el suelo delante de él.

27 José les preguntó cómo estaban, y dijo:

«¿Cómo está el padre de ustedes, el anciano de quien me hablaron? ¿Vive todavía?»

28 Ellos respondieron:

«Nuestro padre está bien, y todavía vive.»

Y se inclinaron ante él con reverencia.

29 José levantó los ojos y vio a Benjamín, su hermano por parte de madre, y dijo:

«¿Éste es su hermano menor, de quien ustedes me hablaron?»

Y añadió:

«Que Dios tenga misericordia de ti, hijo mío.»

30 Pero por causa de su hermano, José se sintió muy conmovido; así que apresuradamente buscó dónde llorar. Entró entonces en su aposento, y ahí lloró.

31 Pero se contuvo y, luego de lavarse la cara, salió y dijo:

«Sirvan la comida.»

32 A José le sirvieron aparte, lo mismo que a sus hermanos. También les sirvieron aparte a los egipcios que comían con él, porque los egipcios no pueden comer con los hebreos, pues para ellos es algo repugnante.

33 Los hermanos de José se sentaron delante de él, según su primogenitura, de mayor a menor y en el orden de sus edades. Y unos a otros se miraban, totalmente atónitos.

34 José tomó de las viandas que tenía delante de él, y se las dio, pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de cualquiera de ellos. Y ellos bebieron y se alegraron con él.

Génesis 44

La copa de José

1 José le dio esta orden al mayordomo de su casa:

«Llena de alimento los costales de estos hombres con todo lo que puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal.

2 Pon también mi copa de plata en la boca del costal de su hermano menor, junto con el dinero de su trigo.»

Y el mayordomo hizo lo que le ordenó José.

3 Con la luz de la mañana los hermanos partieron con sus asnos.

4 Habían salido ya de la ciudad, pero aún no se habían alejado de ella, cuando José le dijo a su mayordomo:

«Levántate y sigue a esos hombres, y cuando los alcances les dirás: “¿Por qué han pagado mal por bien? ¿Por qué se robaron mi copa de plata?

5 ¿Qué, no es ésta la copa en la que bebe mi señor, y con la que suele adivinar? ¡Está muy mal lo que han hecho!”»

6 Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió estas palabras.

7 Y ellos le respondieron:

«Señor, ¿por qué nos habla usted así? ¡Jamás estos siervos suyos harían tal cosa!

8 Aquí tiene usted el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, y que le trajimos desde la tierra de Canaán. ¿Cómo habríamos de robar plata y oro de casa de su señor?

9 Si alguno de estos siervos suyos tiene en su poder la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos suyos.»

10 Y el mayordomo dijo:

«Que sea como ustedes dicen. El que tenga la copa será mi siervo, y ustedes quedarán libres de culpa.»

11 De prisa ellos bajaron el costal de cada uno a tierra, y cada uno abrió su costal

12 y buscó la copa, desde el mayor hasta el menor; ¡y la copa se encontró en el costal de Benjamín!

13 Ellos se desgarraron sus vestidos, y cada uno puso la carga en su asno y juntos volvieron a la ciudad.

14 Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, éste aún estaba allí. Entonces se arrodillaron hasta el suelo delante de él,

15 y José les dijo:

«¿Qué es lo que han hecho? ¿No saben que un hombre como yo sabe adivinar?»

16 Judá respondió:

«¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Con qué palabras podremos justificarnos? Dios ha puesto al descubierto la maldad de estos siervos de mi señor, y ahora nosotros y el que tenía la copa en su poder seremos sus siervos.»

17 José respondió:

«Jamás haría yo algo así. Sólo el que tenía la copa en su poder será mi siervo. Ustedes pueden volver en paz a su padre.»

Judá intercede por Benjamín

18 Entonces Judá se acercó a José, y le dijo:

«¡Ay, señor mío! Ruego a mi señor permitir que este siervo suyo le diga unas palabras al oído. No se enoje mi señor con este siervo suyo. ¡Es como si yo hablara con el faraón!

19 Mi señor preguntó a estos sus siervos: “¿Tienen ustedes padre, o algún hermano?”,

20 y nosotros respondimos a mi señor: “Tenemos un padre, ya anciano, y un hermano joven y todavía pequeño, que él tuvo en su vejez. Un hermano suyo murió, y de los hijos de su madre sólo él quedó. Su padre lo ama.”

21 Mi señor dijo a sus siervos: “Tráiganmelo, y yo pondré mis ojos en él.”

22 Y nosotros dijimos a mi señor: “El niño no puede dejar a su padre. Si llegara a dejarlo, su padre morirá.”

23 Mi señor nos dijo: “Pues si su hermano menor no viene, ustedes no volverán a verme.”

24 Cuando llegamos a casa de mi padre, siervo de mi señor, le dijimos esto mismo;

25 y cuando nuestro padre nos dijo: “Vuelvan para comprar un poco de alimento para nosotros”,

26 le respondimos: “No podemos ir. Sólo iremos si nuestro hermano menor va con nosotros. Porque si él no está con nosotros, no podremos presentarnos ante ese hombre.”

27 Entonces mi padre, siervo de mi señor, nos dijo: “Ustedes saben que mi mujer me dio dos hijos.

28 Uno de ellos salió de mi presencia, y hasta ahora no he vuelto a verlo. Estoy seguro de que alguna fiera lo hizo pedazos.

29 Si ahora se llevan también de mi presencia a éste, y le sucede algo malo, harán que mis canas bajen al sepulcro por causa de ese mal.”

30 Así que, si yo vuelvo ahora a mi padre, siervo de mi señor, y el niño no va con nosotros, tan apegado está mi padre al niño

31 que, cuando no lo vea, morirá. Entonces nosotros, siervos de mi señor, haremos que las canas de nuestro padre bajen al sepulcro por causa de la tristeza.

32 Este siervo de mi señor se hizo responsable del niño ante mi padre. Yo le dije: “Padre mío, si no te lo traigo de vuelta, yo seré para siempre culpable ante ti.”

33 Por eso, ruego a mi señor permitir que yo me quede en lugar del niño. Yo seré siervo de mi señor, y que el niño se vaya con sus hermanos.

34 Porque ¿cómo podré volver sin el niño a casa de mi padre? ¡Jamás podría ver el mal que le sobrevendría a mi padre!»

Génesis 45

José se da a conocer a sus hermanos

1 José ya no podía contenerse delante de todos los que estaban a su lado, así que exclamó:

«¡Que salgan todos de mi presencia!»

Así que nadie estaba con él cuando se dio a conocer a sus hermanos.

2 Y dio rienda suelta a su llanto. Y lo supieron los egipcios, y también se supo en la casa del faraón.

3 Y les dijo José a sus hermanos:

«¡Yo soy José! ¿Vive todavía mi padre?»

Pero sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban confundidos en su presencia.

4 Entonces José les dijo:

«Acérquense a mí.»

Ellos se acercaron, y él les dijo:

«Yo soy José, su hermano, el que ustedes vendieron a Egipto.

5 Pero no se pongan tristes, ni lamenten el haberme vendido, porque Dios me envío aquí, delante de ustedes, para preservarles la vida.

6 Ya ha habido dos años de hambre en todo el país, y aún faltan cinco más, en los que no habrá quien are la tierra ni quien coseche nada.

7 Pero Dios me envió delante de ustedes, para preservar su descendencia en la tierra y para darles vida mediante una gran liberación.

8 Así que no son ustedes quienes me mandaron acá, sino Dios, que me ha puesto como padre del faraón y señor de toda su casa, y como gobernador de toda la tierra de Egipto.

9 ¡Pero dense prisa! Vayan con mi padre y díganle esto de mi parte: “Dios me ha hecho señor de todo Egipto. Ven a mí; no te detengas.

10 Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, junto con tus hijos y tus nietos, tus ovejas y tus vacas, y todo lo que tienes.

11 Yo te alimentaré allí, para que no te falta nada a ti ni a tu familia, ni a nada de lo que tienes, pues aún están por venir cinco años de hambre.”

12 Ustedes y mi hermano Benjamín lo están viendo, que soy yo mismo quien les habla.

13 Así que cuéntenle a mi padre de toda mi riqueza en Egipto, y de todo lo que han visto. ¡Pero dense prisa, y traigan aquí a mi padre!»

14 Y llorando, José se echó sobre el cuello de Benjamín, su hermano; y también Benjamín lloró sobre su cuello.

15 Llorando también, José besó luego a todos sus hermanos, y después sus hermanos hablaron con él.

16 La noticia llegó a la casa del faraón. Le dijeron: «Han llegado los hermanos de José», lo cual agradó al faraón y a sus siervos.

17 Entonces el faraón le dijo a José:

«Diles a tus hermanos que carguen sus bestias, y que regresen a la tierra de Canaán;

18 que tomen al padre de ustedes y a sus familias, y que vengan a mí. Yo les daré a ustedes lo mejor de la tierra de Egipto, y ustedes comerán de la abundancia de la tierra.

19 Y tú, ordénales que hagan lo siguiente: que tomen de la tierra de Egipto carros para sus niños y mujeres, y que vengan y traigan al padre de ustedes.

20 Y no se preocupen por sus enseres, porque de ustedes será lo mejor de la tierra de Egipto.»

21 Los hijos de Israel lo hicieron así, y siguiendo la orden del faraón, José les dio carros y les proveyó víveres para el camino.

22 A cada uno de ellos le dio mudas de ropa, y a Benjamín le dio trescientas piezas de plata y cinco mudas de ropa.

23 A su padre le envió diez asnos cargados con lo mejor de Egipto, diez asnas cargadas de trigo, y pan y comida para el viaje de su padre.

24 Luego despidió a sus hermanos, y ellos partieron. Y él les recomendó: «No vayan peleando por el camino.»

25 Ellos salieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, a donde estaba Jacob su padre.

26 Y le dieron la noticia. Le dijeron: «¡José vive todavía! ¡Es el señor de toda la tierra de Egipto!» Pero en el fondo Jacob se afligió, porque no les creía.

27 Entonces ellos le contaron todo lo que José había dicho, palabra por palabra. Y cuando Jacob vio los carros que José había enviado para llevarlo, su espíritu revivió.

28 Entonces Israel dijo: «¡Me basta con que mi hijo José viva todavía! ¡Iré a verlo, antes de que me muera!»

Génesis 46

Jacob y su familia en Egipto

1 Israel se puso en marcha con todo lo que tenía. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de Isaac, su padre.

2 Una noche, Dios le habló a Israel en una visión. Lo llamó por su nombre Jacob, y él respondió:

«Aquí estoy.»

3 Dios le dijo:

«Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación.

4 Yo iré contigo a Egipto, y también te haré volver. Y la mano de José te cerrará los ojos.»

5 Jacob partió de Berseba, y los hijos de Israel pusieron a su padre Jacob, y a sus niños y sus mujeres, en los carros que el faraón había enviado para llevarlo.

6 Tomaron sus ganados y los bienes que habían adquirido en la tierra de Canaán, y Jacob y toda su descendencia se fueron a Egipto.

7 Jacob llevo a Egipto a sus hijos y a sus nietos, a sus hijas y a las hijas de sus hijos, y a toda su descendencia. A todos ellos los llevo consigo a Egipto.

8 Éstos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto: Jacob y sus hijos. Rubén, primogénito de Jacob.

9 Los hijos de Rubén: Janoc, Falú, Jesrón y Carmi.

10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Sojar y Saúl, hijo de la cananea.

11 Los hijos de Leví: Guersón, Coat y Merari.

12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Fares y Seraj. Pero Er y Onán murieron en la tierra de Canaán. Los hijos de Fares fueron Jesrón y Jamul.

13 Los hijos de Isacar: Tola, Fuvá, Job y Simerón.

14 Los hijos de Zabulón: Sered, Elón y Yajelel.

15 Éstos fueron los hijos que Lea le dio a Jacob en Padán Aram, además de su hija Dina. Sus hijos e hijas fueron un total de treinta y tres personas.

16 Los hijos de Gad: Sefón, Jaguí, Ezbón, Suni, Eri, Arodi y Areli.

17 Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isví, Beria, y Seraj, la hermana de ellos. Los hijos de Beria: Jéber y Malquiel.

18 Éstos fueron los hijos que Zilpa, la sierva que Labán dio a su hija Lea, le dio a Jacob: en total, dieciséis personas.

19 Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín.

20 En la tierra de Egipto le nacieron a José dos hijos, Manasés y Efraín, que tuvo con Asenat, la hija de Potifera, el sacerdote de On.

21 Los hijos de Benjamín fueron Bela, Bequer, Asbel, Gera, Namán, Ehí, Ros, Mupín, Jupín y Ard.

22 Éstos fueron los hijos que de Raquel le nacieron a Jacob. En total, catorce personas.

23 Los hijos de Dan: Jusín.

24 Los hijos de Neftalí: Yajesel, Guni, Yéser y Silén.

25 Éstos fueron los hijos que Bilá, la sierva que Labán dio a su hija Raquel, le dio a Jacob. En total, siete personas.

26 Todos los descendientes de Jacob que llegaron a Egipto fueron un total de sesenta y seis personas, sin contar a las mujeres de los hijos de Jacob.

27 Los hijos que le nacieron a José en Egipto fueron dos. En total, los miembros de la casa de Jacob, que llegaron a Egipto, fueron setenta.

28 Cuando llegaron a la tierra de Gosén, Jacob mandó a Judá que se adelantara para pedirle a José que viniera a verlo allí.

29 José unció su carro y fue a recibir a Israel, su padre, en Gosén. Cuando lo vio, se echó sobre su cuello y lloró largamente.

30 Entonces Israel le dijo a José:

«Ahora que ya he visto tu rostro, y sé que aún vives, ya puedo morirme.»

31 José les dijo a sus hermanos y a todos los de la casa de su padre:

«Voy a darle la noticia al faraón. Le diré que mis hermanos y la familia de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí.

32 Le diré que son pastores de ovejas y ganaderos, y que han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían.

33 Cuando el faraón los llame y les pregunte a qué se dedican,

34 díganle: “Desde nuestra juventud y hasta ahora, estos siervos tuyos nos dedicamos a criar ganado, lo mismo que nuestros padres.” Esto, a fin de que ustedes se queden a vivir en la tierra de Gosén, porque a los egipcios les repugnan los pastores de ovejas.»

Génesis 47

1 José fue y le dio la noticia al faraón. Le dijo:

«Mi padre y mis hermanos han venido de la tierra de Canaán. Ya están en la tierra de Gosén, con sus ovejas y sus vacas y con todas sus pertenencias.»

2 Tomó a cinco de sus hermanos, los más jóvenes, y se los presentó al faraón.

3 Éste les dijo a sus hermanos:

«¿Ustedes a qué se dedican?»

Y ellos le respondieron:

«Estos siervos tuyos son pastores de ovejas, lo mismo que nuestros antepasados.»

4 También le dijeron al faraón:

«Hemos venido a vivir en esta tierra, porque no hay pastos para las ovejas de tus siervos. En la tierra de Canaán el hambre se ha agravado. Te rogamos que permitas a tus siervos habitar en la tierra de Gosén.»

5 Entonces el faraón habló con José y le dijo:

«Tu padre y tus hermanos han venido a ti.

6 Ahí tienes la tierra de Egipto. Haz que tu padre y tus hermanos habiten en lo mejor de la tierra de Gosén. Y si sabes que entre ellos hay hombres capaces, ponlos a cargo de mis ganados.»

7 José llevó también a Jacob, su padre, a la presencia del faraón, para presentárselo, y Jacob bendijo al faraón.

8 El faraón le preguntó a Jacob:

«¿Cuántos años de vida tienes ya?»

9 Y Jacob le respondió:

«Tengo ya ciento treinta años de andar peregrinando. Pocos y malos han sido los años que he vivido, pero aún no han llegado a ser como los años de vida de mis padres, en los días de su peregrinaje.»

10 Y Jacob bendijo al faraón, y salió de su presencia.

11 Así fue como José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en lo mejor de la tierra de Egipto, que es la tierra de Ramesés, tal y como lo ordenó el faraón.

12 Y José alimentó con pan a su padre y a sus hermanos, y a toda la familia de su padre, conforme al número de sus hijos.

13 En ninguna parte del país había pan, y el hambre era muy grave. Por causa del hambre decayeron la tierra de Egipto y la tierra de Canaán.

14 José recaudó todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, a cambio del grano que de él compraban. Ese dinero José lo depositó en la casa del faraón.

15 Cuando se acabó el dinero en Egipto y en Canaán, todos los egipcios fueron a ver a José y le dijeron:

«Danos pan. ¿Por qué hemos de morir en tu presencia, sólo por haberse acabado el dinero?»

16 Y José les dijo:

«Si se ha acabado el dinero, denme sus ganados y a cambio de ellos les daré pan.»

17 Ellos llevaron sus ganados a José, y a cambio de caballos, ovejas, vacas y asnos, es decir, a cambio de todos sus ganados, José los alimentó con pan todo aquel año.

18 Aquel año llegó a su fin, y el segundo año fueron otra vez a verlo y le dijeron:

«No es un secreto para nuestro señor que el dinero ya se ha acabado, y que hasta el ganado es ya de nuestro señor. No tenemos nada que ofrecer a nuestro señor, sino nuestra tierra y nosotros mismos.

19 ¿Por qué hemos de morir ante ti, nosotros y nuestra tierra? ¡Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra, a cambio de pan! Nosotros y nuestra tierra seremos siervos del faraón. ¡Pero danos semilla, para que sigamos con vida y no muramos, ni sea asolada la tierra!»

20 Así fue como José compró toda la tierra de Egipto, y la tierra llegó a ser propiedad del faraón, pues todos los egipcios vendieron sus tierras porque el hambre se agravó sobre ellos.

21 Al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, de un extremo al otro del territorio de Egipto.

22 La única tierra que no compró fue la de los sacerdotes, pues ellos no vendieron su tierra porque recibían del faraón una ración, y comían la ración que el faraón les daba.

23 Y José le dijo al pueblo:

«Hoy los he comprado, a ustedes y a su tierra, para que sean del faraón. Aquí tienen semilla, para que siembren la tierra.

24 Una quinta parte de la cosecha será para el faraón. Las otras cuatro partes serán para ustedes, para que siembren las tierras, y para el sustento de los que están en sus casas y la alimentación de sus niños.»

25 Ellos respondieron:

«¡Nos has devuelto la vida! ¡Esperamos que nuestro señor nos halle dignos de ser siervos del faraón!»

26 Esto de dar al faraón la quinta parte de las cosechas lo estableció José por ley hasta el día de hoy en toda la tierra de Egipto. Sólo las tierras de los sacerdotes no daban esa quinta parte, porque no eran del faraón.

27 Así fue como Israel se quedó a vivir en la tierra de Egipto, en la región de Gosén. Tomaron posesión de esa tierra, y se reprodujeron y se multiplicaron en gran manera.

28 Jacob vivió diecisiete años en la tierra de Egipto; y los años de vida de Jacob fueron ciento cuarenta y siete.

29 Cuando llegó el momento de su muerte, Israel llamó a su hijo José, y le dijo:

«Si puedo pedirte un favor, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y me jures que me tratarás con misericordia y verdad. ¡Por favor, no me entierres en Egipto!

30 Cuando yo duerma con mis padres, llévame de aquí y sepúltame en el sepulcro de ellos.»

Y José respondió:

«Haré lo que tú me pides.»

31 Israel le dijo:

«Júramelo.»

Y José se lo juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama.

Génesis 48

Jacob bendice a Efraín y a Manasés

1 Después de estos acontecimientos, se dio aviso a José de que su padre estaba enfermo. Entonces él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.

2 Y cuando se le hizo saber a Jacob que su hijo José venía a visitarlo, Israel hizo un esfuerzo y se sentó sobre la cama.

3 Y le dijo a José:

«El Dios omnipotente se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo

4 con estas palabras: “Yo haré que te reproduzcas y te multipliques. Yo haré de ti un conjunto de naciones, y esta tierra se la daré como su herencia perpetua a tu futura descendencia.”

5 En cuanto a tus dos hijos, Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto antes de que yo viniera a ti a la tierra de Egipto, son míos; son como mis hijos Rubén y Simeón.

6 Los que engendres después de ellos serán tuyos, pero se les conocerá en sus herencias por el nombre de sus hermanos.

7 Cuando yo venía de Padán, en el camino se me murió Raquel en la tierra de Canaán, como a media legua de distancia en dirección a Efrata;y allí, en el camino de Efrata, que es Belén, la sepulté.»

8 En ese momento vio Israel a los hijos de José, y dijo:

«Y éstos, ¿quiénes son?»

9 Y José le respondió a su padre:

«Son los hijos que Dios me ha dado aquí.»

Entonces Israel le dijo:

«Por favor, acércalos a mí, para que los bendiga.»

10 Tan pesados tenía Israel los ojos por la vejez, que ya no podía ver. Así que Israel los hizo acercarse a él, y entonces los besó y los abrazó.

11 Y le dijo a José:

«Ya no esperaba volver a verte, y sin embargo Dios me ha permitido ver también a tu descendencia.»

12 José sacó a sus hijos de entre sus rodillas, y se inclinó hasta el suelo;

13 luego tomó a los dos y los acercó a su padre. Puso a Efraín a su derecha, que era la izquierda de Israel, y a Manasés a su izquierda, que era la derecha de Israel.

14 Entonces Israel extendió su mano derecha y, aunque Manasés era el primogénito, la puso adrede sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés.

15 Bendijo entonces a José con estas palabras:

«Que el Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abrahán e Isaac, el Dios que me ha guiado toda mi vida y hasta el día de hoy,

16 el Ángel que me libra de todo mal, bendiga a estos jóvenes. Que mi nombre sea recordado por medio de ellos, junto con el nombre de mis padres Abrahán e Isaac. Y que se multipliquen grandemente en medio de la tierra.»

17 Al ver José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, se disgustó y bruscamente tomó la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés,

18 mientras le decía a su padre:

«¡Así no, padre mío! ¡Éste es el primogénito! ¡Pon tu mano derecha sobre su cabeza!»

19 Pero su padre no quiso hacerlo así, sino que dijo:

«Ya lo sé, hijo mío; ya lo sé. También él llegará a ser un pueblo, y también será engrandecido. Sin embargo, su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará una multitud de naciones.»

20 Ese día Israel los bendijocon estas palabras:

«Cuando Israel bendiga, dirá en tu nombre: “Que Dios haga contigo como hizo con Efraín y Manasés.”»

Y puso a Efraín antes de Manasés.

21 Luego, Israel le dijo a José:

«Como puedes ver, me estoy muriendo. Pero Dios estará con ustedes, y los hará volver a la tierra de sus antepasados.

22 A ti te he dado una porción mayor que a tus hermanos, porción que con mi espada y con mi arco les arrebaté a los amorreos.»

Génesis 49

Profecía de Jacob acerca de sus hijos

1 Jacob llamó a sus hijos, y les dijo:

«Júntense, que voy a hacerles saber lo que va a sucederles en los días finales.

2 »Júntense y escuchen, hijos de Jacob;

escuchen a Israel, su padre.

3 »Tú, Rubén, eres mi primogénito,

mi fortaleza, el principio de mi vigor;

eres excelente en dignidad y en poder,

4 e impetuoso como las aguas.

Pero ya no serás el principal,

porque usurpaste el lecho de tu padre;

¡te envileciste al usurpar mi estrado!

5 »Simeón y Leví son chacales;

sus espadas son armas de violencia.

6 Que no entre mi alma en sus reuniones,

ni mi honra se mezcle en su compañía,

porque en su enojo mataron hombres,

y por capricho desjarretaron toros.

7 Maldito sea su furor, tan tenaz,

y su enojo, tan implacable.

Yo los dividiré en Jacob,

y los dispersaré en Israel.

8 »A ti, Judá, te alabarán tus hermanos;

sujetarás a tus enemigos por el cuello,

y los hijos de tu padre se inclinarán ante ti.

9 Tú, Judá, eres un cachorro de león;

tú, hijo mío, te apartaste de tu presa.

Te encorvas, te echas como león;

te asemejas a un león viejo.

¿Quién se atreverá a despertarte?

10 No se te quitará el cetro, Judá;

ni el símbolo de poder de entre tus pies,

hasta que venga Siloh

y en torno a él se congreguen los pueblos.

11 Con tu pollino atado a una vid,

con tu borrico atado a una cepa,

lavarás tus vestidos en vino,

y en la sangre de las uvas tu manto,

12 con los ojos rojos por el vino

y los dientes blancos por la leche.

13 »Zabulón habitará en puertos de mar;

será un puerto para las naves,

y sus límites llegarán hasta Sidón.

14 »Isacar es un asno arisco

que se recuesta entre los campamentos.

15 Cuando probó lo bueno del descanso

y las delicias de la tierra,

doblegó sus hombros ante la carga

y se entregó al trabajo de esclavos.

16 »Dan juzgará a su pueblo,

como una de las tribus de Israel.

17 Dan será como una serpiente,

como una víbora junto al camino,

que muerde los talones del caballo,

y hace caer de bruces al jinete.

18 »¡Tu salvación espero, oh Señor!

19 »A Gad lo atacarán unos bandoleros,

pero él les devolverá el ataque.

20 »El pan de Aser será sustancioso;

él brindará deleites dignos de un rey.

21 »Neftalí es una cierva desatada,

madre de hermosos cervatos.

22 »José es una rama con frutos,

rama con frutos junto a una fuente,

cuyos vástagos cubren todo el muro.

23 Los arqueros lo hostilizan,

y en su odio le lanzan flechas;

24 pero su arco se queda tenso,

y los brazos se les entumecen

ante el poder del Fuerte de Jacob

(ante el nombre del Pastor, la Roca de Israel),

25 ante el Dios de tu padre, que te ayudará,

ante el Dios omnipotente, que te bendecirá

con bendiciones de los altos cielos,

con bendiciones del abismo profundo,

con bendiciones de los pechos y del vientre.

26 Fueron más las bendiciones de tu padre

que las bendiciones de mis progenitores.

Aun lo deseable de los montes eternos

bajará sobre la cabeza de José,

sobre la frente del príncipe de sus hermanos.

27 »Benjamín es un lobo rapaz

que por la mañana se come la presa

y por la tarde reparte los despojos.»

Muerte y sepelio de Jacob

28 Éstas son todas las doce tribus de Israel, y esto es lo que su padre les dijo al bendecirlos. A cada tribu le dio su bendición.

29 Luego les dio esta orden:

«Yo estoy por reunirme con mi pueblo. Sepúltenme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita.

30 Es la cueva que está en el campo de Macpela, frente a Mamre, en la tierra de Canaán. Abrahán la compró, junto con el campo mismo de Efrón el hitita, para sepultura hereditaria.

31 Allí sepultaron a Abrahány a Sara, su mujer; allí sepultaron a Isaacy a Rebeca, su mujer; allí también sepulté yo a Lea.

32 El campo y la cueva que está en él, era de los hititas, pero fue comprada de ellos.»

33 Y cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, encogió sus pies en la cama y expiró.Así fue a reunirse con sus antepasados.

Génesis 50

1 Entonces José se echó sobre el rostro de su padre, y lloró sobre su cuerpo y lo besó.

2 Luego mandó a sus siervos los médicos que embalsamaran a su padre, y ellos embalsamaron a Israel.

3 Y le guardaron luto cuarenta días, porque ése era el término de luto para los embalsamados, pero los egipcios lo lloraron setenta días.

4 Al término de los días de su luto, José habló con los de la casa del faraón, y les dijo:

«Si soy digno de pedirles un favor, les ruego que hablen con el faraón en mi favor. Díganle de mi parte:

5 “Mi padre me hizo hacerle este juramento: ‘Como ves, ya estoy por morirme. Quiero que me sepultes en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán.’Así que, permíteme ir a sepultar a mi padre. Luego volveré.”»

6 Y el faraón dijo:

«Ve y sepulta a tu padre, conforme al juramento que le hiciste.»

7 José fue a sepultar a su padre, y lo acompañaron todos los siervos del faraón y los ancianos de su casa, todos los ancianos de la tierra de Egipto,

8 toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre. En la tierra de Gosén se quedaron solamente sus niños, y sus ovejas y sus vacas.

9 También lo acompañaron carros y gente de caballería. La comitiva era muy grande.

10 Cuando llegaron al campo de Atad, que está al otro lado del Jordán, sus lamentos y expresiones de tristeza fueron muy grandes. José, por su parte, hizo duelo por su padre durante siete días.

11 Al ver los cananeos, que habitaban esa región, el llanto que había en el campo de Atad, dijeron: «Grande es el llanto de los egipcios.» Por eso aquel lugar recibió el nombre de «Abel Mizrayin».Este lugar está al otro lado del Jordán.

12 Los hijos de Israel hicieron con él todo lo que él les había ordenado:

13 lo llevaron a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, al oriente de Mamre,la cual Abrahán le compró a Efrón el hitita, junto con el campo mismo, para que fuera sepultura hereditaria.

14 Después de sepultar a su padre, José volvió a Egipto, junto con sus hermanos y con todos los que lo acompañaron.

Muerte de José

15 Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: «Tal vez José nos odia, y ahora se vengará de todo el mal que le hicimos.»

16 Entonces mandaron a decirle:

«José, antes de que tu padre muriera, nos pidió

17 que te dijéramos de su parte: “Te ruego que perdones la maldad y el pecado de tus hermanos, pues te trataron muy mal.” Por lo tanto, te rogamos que perdones ahora la maldad de estos siervos del Dios de tu padre.»

Y mientras ellos hablaban, José comenzó a llorar.

18 Además, sus hermanos fueron y se arrodillaron delante de él, y le dijeron:

«Aquí nos tienes. Somos tus siervos.»

19 Pero José les respondió:

«No tengan miedo. ¿Acaso estoy en lugar de Dios?

20 Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente.

21 Así que no tengan miedo. Yo les daré de comer a ustedes y a sus hijos.»

Y los consoló, pues les habló con mucho cariño.

22 Y José vivió en Egipto, junto con la familia de su padre, y llegó a la edad de ciento diez años.

23 Llegó a ver a los hijos de Efraín hasta la tercera generación. También los hijos de Maquir, hijo de Manasés, fueron criados sobre las rodillas de José.

24 Un día, José les dijo a sus hermanos:

«Ya estoy por morir. Pero Dios vendrá a visitarlos, y los sacará de esta tierra para llevarlos a la tierra que prometió dar a Abrahán, Isaac y Jacob.»

25 Y José hizo que los hijos de Israel le juraran, al decirles: «Dios vendrá a visitarlos. Cuando eso sea, ustedes se llevarán de aquí mis huesos.»

26 José murió a la edad de ciento diez años, y fue embalsamado y puesto en un ataúd en Egipto.