Apocalipsis 1

La revelación de Jesucristo

1 Esta revelación Dios se la dio a Jesucristo para que mostrara a sus siervos lo que pronto tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel y se la dio a conocer a su siervo Juan,

2 y éste da fe de todo lo que ha visto, y de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo.

3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y observan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.

Saludos a las siete iglesias

4 Yo, Juan, me dirijo a las siete iglesias que están en Asia. Que la gracia y la paz estén con ustedes, de parte del que es, el que era, y el que ha de venir,y de los siete espíritus que están ante su trono,

5 y de Jesucristo, el testigo fiel, primogénito de entre los muertos y soberano de los reyes de la tierra.Él nos amó; con su sangre nos lavó de nuestros pecados,

6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre.Por eso, a él sea dada la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

7 ¡Miren! ¡Ya viene en las nubes!Y todos lo verán, aun los que lo traspasaron;y todas las naciones de la tierra harán lamentación por él.Sí, amén.

8 Dios el Señor dice: «Yo soy el Alfa y la Omega,[el principio y el fin,]el que es, el que era, y el que ha de venir.Soy el Todopoderoso.»

Una visión del Hijo del Hombre

9 Yo, Juan, soy hermano de ustedes y participo con ustedes en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo. Por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo estaba yo en la isla de Patmos.

10 En el día del Señor quedé bajo el poder del Espíritu, y detrás de mí oí una fuerte voz, parecida al sonido de una trompeta,

11 que decía: «Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a estas siete iglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.»

12 Yo volví la mirada para ver de quién era la voz que hablaba conmigo, y al volverme vi siete candeleros de oro;

13 en medio de los siete candeleros vi a alguien, semejante al Hijo del Hombre,que vestía un ropaje que le llegaba hasta los pies, y que llevaba un cinto de oro a la altura del pecho.

14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como lana. Parecían de nieve.Sus ojos chispeaban como una llama de fuego.

15 Sus pies eran semejantes al bronce pulido,y brillaban como en un horno; su voz resonaba como el estruendo de un poderoso caudal de agua;

16 en su mano derecha llevaba siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de doble filo; su rostro era radiante, como el sol en todo su esplendor.

17 Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, y me dijo: «No temas. Yo soy el primero y el último,

18 y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre. Amén. Yo tengo las llaves de la muerte y del infierno.

19 Escribe esto que has visto, y lo que ahora sucede, y lo que va a suceder después de esto.

20 Éste es el significado de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

Apocalipsis 2

Mensaje a la iglesia de Éfeso

1 »Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso. Así dice el que lleva siete estrellas en su mano derecha y anda en medio de los siete candeleros de oro:

2 “Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu paciencia. Sé que no soportas a los malvados, que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y que has descubierto que son unos mentirosos.

3 Por causa de mi nombre has resistido, sufrido y trabajado arduamente, sin rendirte.

4 Pero tengo contra ti que has abandonado tu primer amor.

5 Así que ponte a pensar en qué has fallado, y arrepiéntete, y vuelve a actuar como al principio. De lo contrario, vendré a ti y, si no te arrepientes, quitaré tu candelero de su lugar.

6 Pero tienes algo a tu favor: que no soportas las obras de los nicolaítas, las cuales tampoco yo soporto.

7 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor, le permitiré comer del árbol de la vida,el cual está en medio del paraíso de Dios.”

Mensaje a la iglesia de Esmirna

8 »Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna. Así dice el primero y el último,el que estuvo muerto y ha vuelto a vivir:

9 “Yo conozco tus obras, tus sufrimientos, y tu pobreza (aunque en realidad eres rico). Sé cómo te calumnian los que dicen ser judíos, pero que en realidad no son sino una sinagoga de Satanás.

10 No tengas miedo de lo que vas a sufrir, pues el diablo pondrá a prueba a algunos de ustedes y los echará en la cárcel, y allí tendrán que sufrir durante diez días. Tú sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

11 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: El que salga vencedor, no sufrirá el daño de la segunda muerte.”

Mensaje a la iglesia de Pérgamo

12 »Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo. Así dice el que tiene la espada aguda de doble filo:

13 “Yo sé dónde vives, y dónde está el trono de Satanás. Sin embargo, te mantienes fiel a mi nombre, y no has negado mi fe, ni siquiera cuando a Antipas, mi testigo fiel, lo mataron en esa ciudad, donde vive Satanás.

14 Pero tengo algunas cosas contra ti. Tienes contigo a los que se aferran a la doctrina de Balaam, el que enseñó a Balac a poner tropiezos a los hijos de Israel, a hacerlos comer de lo sacrificado a los ídolos, y a caer en inmoralidades sexuales.

15 También tienes contigo a los que se aferran a la doctrina de los nicolaítas.

16 Así que, ¡arrepiéntete! De lo contrario, pronto vendré a ti, y con la espada de mi boca pelearé contra ellos.

17 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al que salga vencedor, le daré a comer del maná escondido,y le daré también una piedrecita blanca; en ella está escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe.”

Mensaje a la iglesia de Tiatira

18 »Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira. Así dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como una llama de fuego, y cuyos pies se asemejan al bronce pulido:

19 “Yo conozco tus obras, tu amor, y tu fe; tu servicio y tu paciencia. También sé que tus últimas obras son mejores que las primeras.

20 Pero tengo algunas cosas contra ti: Tú toleras a Jezabel,esa mujer que se llama profetisa, pero que seduce a mis siervos y los lleva a incurrir en inmoralidad sexual y a comer lo sacrificado a los ídolos.

21 Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere renunciar a su inmoralidad sexual.

22 Por tanto, a ella y a los que con ella adulteran los haré caer en cama; y si no se arrepienten de sus malas obras, los haré sufrir en gran manera.

23 Y heriré de muerte a sus hijos, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón;y a cada uno de ustedes le daré según lo que haya hecho.

24 Pero a ustedes y a los demás que están en Tiatira, y que no siguen esa doctrina ni han conocido lo que ellos llaman ‘las profundidades de Satanás’, yo les digo que no les impondré ninguna carga más;

25 pero deben conservar lo que tienen hasta que yo venga.

26 Al que salga vencedor y cumpla hasta el final con lo que yo mando, le daré autoridad sobre las naciones,

27 la misma que he recibido de mi Padre. Y gobernará a las naciones con cetro de hierro, y las despedazará como a un vaso de alfarero.

28 Además, le daré la estrella de la mañana.

29 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Apocalipsis 3

Mensaje a la iglesia de Sardis

1 »Escribe al ángel de la iglesia en Sardis. Así dice el que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas:

“Yo sé todo lo que haces, y sé que estás muerto, aunque parezcas estar vivo.

2 Manténte vigilante y afirma todo aquello que está a punto de morir, pues he encontrado que tus obras no son perfectas ante mi Dios.

3 Haz memoria de lo que has recibido y oído, y ponlo en práctica y arrepiéntete. Si no te mantienes vigilante, cuando menos lo esperes vendré sobre ti como un ladrón.

4 Pero cuentas en Sardis con unos cuantos que no han manchado sus vestiduras; ellos son dignos de andar conmigo vestidos de blanco.

5 El que salga vencedor será vestido de blanco, y jamás borraré su nombre del libro de la vida,sino que lo reconoceré delante de mi Padre y de sus ángeles.

6 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Mensaje a la iglesia de Filadelfia

7 »Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia. Así dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, y cierra y nadie puede abrir:

8 “Yo sé todo lo que haces. Delante de ti he puesto una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. Aunque son pocas tus fuerzas, has obedecido mi palabra y no has negado mi nombre.

9 Yo haré que esos que en la sinagoga de Satanás dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, vayan y se arrodillen ante ti,y reconozcan que yo te he amado.

10 Por cuanto has obedecido mi mandamiento de ser perseverante, yo también te protegeré a la hora de la prueba, la cual vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a cuantos habitan en la tierra.

11 Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo sueltes, y nadie te quitará tu corona.

12 Al que salga vencedor lo convertiré en columna del templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el de su ciudad, es decir, de la nueva Jerusalén que desciende del cielode mi Dios, y también mi nuevo nombre.

13 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Mensaje a la iglesia de Laodicea

14 »Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea. Así dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios:

15 “Yo sé todo lo que haces, y sé que no eres frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras frío o caliente!

16 Pero como eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

17 Tú dices: ‘Yo soy rico; he llegado a tener muchas riquezas. No carezco de nada.’ Pero no sabes que eres un desventurado, un miserable, y que estás pobre, ciego y desnudo.

18 Para que seas realmente rico, yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego, y vestiduras blancas, para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez. Unge tus ojos con colirio, y podrás ver.

19 A todos los que amo, yo los reprendo y los castigo;así que muestra tu fervor y arrepiéntete.

20 ¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo.

21 Al que salga vencedor, le concederé el derecho de sentarse a mi lado en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado al lado de mi Padre en su trono.

22 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”»

Apocalipsis 4

La adoración celestial

1 Después de esto, miré y vi que en el cielo había una puerta abierta. Entonces la voz que antes había escuchado, y que era como el sonido de una trompeta, me dijo: «Sube acá y te mostraré lo que va a suceder después de esto.»

2 Al instante quedé bajo el poder del Espíritu y vi que en el cielo había un trono, y que alguien estaba sentado en él.

3 El que estaba sentado en el trono tenía el aspecto de una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arco iris, semejante a la esmeralda.

4 Alrededor del trono había veinticuatro tronos, y en ellos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas y con sendas coronas de oro en la cabeza.

5 Del trono salían voces, relámpagos y truenos;y delante del trono ardían siete antorchas de fuego,que son los siete espíritus de Dios.

6 Delante del trono había algo que parecía un mar de vidrio semejante al cristal,y en el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes que tenían ojos por delante y por detrás.

7 El primer ser viviente parecía un león, el segundo parecía un becerro, el rostro del tercero era semejante al de un hombre, y el cuarto parecía un águila en vuelo.

8 Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas, y estaba lleno de ojos por fuera y por dentro.Día y noche no cesaban de decir: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso,el que era, el que es, y el que ha de venir.»

9 Cada vez que aquellos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono y que vive por los siglos de los siglos,

10 los veinticuatro ancianos se postraban delante de él y lo adoraban, y mientras ponían sus coronas delante del trono del que vive por los siglos de los siglos, decían:

11 «Digno eres, Señor, de recibir la gloria, la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.»

Apocalipsis 5

El rollo y el Cordero

1 Vi entonces que el que estaba sentado en el trono tenía en la mano derecha un libro, el cual estaba escrito por dentro y por fuera.El libro estaba sellado con siete sellos.

2 Vi también a un ángel poderoso, que a gran voz proclamaba: «¿Quién es digno de abrir el libro y de quitarle los sellos?»

3 Pero no había nadie en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra, que pudiera abrir el libro, y ni siquiera mirarlo.

4 Yo lloraba mucho al ver que no había nadie digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

5 Y uno de los ancianos me dijo: «No llores, pues el León de la tribu de Judá,la raíz de David,ha vencido y puede abrir el libro y quitarle sus siete sellos.»

6 En ese momento vi un Cordero en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos. Estaba de pie, y parecía haber sido inmolado.Tenía siete cuernos, y siete ojos,que son los siete espíritus que Dios ha enviado por toda la tierra.

7 El Cordero se acercó al que estaba sentado en el trono, y de su mano derecha tomó el libro.

8 Tan pronto como lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Todos llevaban arpas, y también copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos,

9 y entonaban un cántico nuevo, que decía:

«Digno eres de tomar el libro

y de abrir sus sellos,

porque fuiste inmolado.

Con tu sangre redimiste para Dios

gente de toda raza, lengua, pueblo y nación,

10 y para nuestro Dios los hiciste

reyes y sacerdotes,y reinarán sobre la tierra.»

11 Miré entonces, y alrededor del trono oí la voz de muchos ángeles, y de los seres vivientes y de los ancianos. Eran una multitud incontable; ¡miríadas y miríadas de ellos!

12 A grandes voces decían:

«Digno es el Cordero inmolado

de recibir el poder y las riquezas,

la sabiduría y la fortaleza,

la honra, la gloria y la alabanza.»

13 Entonces oí que todo lo creado en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían:

«Al que está sentado en el trono,

y al Cordero,

sean dadas la alabanza, la honra,

la gloria y el poder,

por los siglos de los siglos.»

14 Los cuatro seres vivientes decían: «Amén.» Y los veinticuatro ancianos se inclinaron y adoraron.

Apocalipsis 6

Los sellos

1 Entonces vi que el Cordero rompió uno de los sellos, y oí que uno de los cuatro seres vivientes me decía con voz de trueno: «¡Ven!»

2 Yo miré, y vi un caballo blanco.El que lo montaba tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió para vencer y seguir venciendo.

3 Abrió entonces el segundo sello, y oí al segundo ser viviente decirme: «¡Ven!»

4 Salió entonces otro caballo, éste de color rojo,y al que lo montaba se le dio una gran espada, junto con el poder de adueñarse de la paz de la tierra y de hacer que los hombres se mataran unos a otros.

5 El Cordero rompió el tercer sello, y entonces oí que el tercer ser viviente me decía: «¡Ven!» Vi entonces aparecer un caballo negro,y el que lo montaba llevaba en la mano una balanza.

6 En medio de los cuatro seres vivientes, oí una voz que decía: «¡Un kilo de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un día! ¡Pero no seas injusto con el aceite ni con el vino!»

7 Al abrir el Cordero el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que me decía: «¡Ven!»

8 Yo miré, y vi aparecer un caballo descolorido, y el que lo montaba se llamaba Muerte. Tras él venía el Infierno. Recibió poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con guerras, hambre y mortandad, y con las fieras de la tierra.

9 Al abrir el Cordero el quinto sello, debajo del altar vi a las almas de los que habían muerto por causa de la palabra de Dios y de su testimonio.

10 A gran voz decían: «Señor santo y verdadero, ¿hasta cuándo seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra sangre?

11 Entonces se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansaran todavía un poco más de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos, que también sufrirían la muerte como ellos.

12 Yo vi cuando el Cordero abrió el sexto sello, y entonces se produjo un gran terremoto.El sol se cubrió de oscuridad, como con un vestido de luto, y la luna entera se puso roja como la sangre;

13 las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,como caen los higos cuando un fuerte viento sacude la higuera.

14 El cielo se esfumó, como si fuera un pergamino que se enrolla,y todos los montes y las islas fueron removidos de su lugar.

15 Todos se escondieron en las cuevas y entre las grietas de los montes:lo mismo los reyes de la tierra que los príncipes, los ricos, los capitanes y los poderosos; lo mismo los esclavos que los libres;

16 y decían a los montes y a las peñas: «¡Caigan sobre nosotros! ¡No dejen que nos mireel que está sentado sobre el trono! ¡Escóndannos de la ira del Cordero!

17 El gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá mantenerse en pie?»

Apocalipsis 7

Los 144 mil sellados

1 Después de esto vi a cuatro ángeles que estaban de pie sobre los cuatro extremos de la tierra. Estos ángeles impedían que los cuatro vientosde la tierra soplaran sobre la tierra o sobre el mar, o sobre todo árbol.

2 También vi que otro ángel venía por donde sale el sol. Tenía el sello del Dios vivo, y con grandes voces llamaba a los cuatro ángeles, los cuales habían recibido el poder de dañar la tierra y el mar.

3 Les dijo: «No dañen la tierra, ni el mar ni los árboles, hasta que a los siervos de nuestro Dios les hayamos puesto un sello en la frente.»

4 Pude oír que el número de los que fueron sellados era de ciento cuarenta y cuatro mil, tomados de entre todas las tribus de los hijos de Israel:

5 Doce mil de la tribu de Judá,

doce mil de la tribu de Rubén,

doce mil de la tribu de Gad,

6 doce mil de la tribu de Aser,

doce mil de la tribu de Neftalí,

doce mil de la tribu de Manasés,

7 doce mil de la tribu de Simeón,

doce mil de la tribu de Leví,

doce mil de la tribu de Isacar,

8 doce mil de la tribu de Zabulón,

doce mil de la tribu de José,

doce mil de la tribu de Benjamín.

La multitud vestida de ropas blancas

9 Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma,

10 y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»

11 Todos los ángeles estaban de pie, alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y delante del trono inclinaron el rostro y adoraron a Dios.

12 Decían: «¡Amén! A nuestro Dios sean dadas la bendición y la gloria, la sabiduría y la acción de gracias, y la honra, el poder y la fortaleza, por los siglos de los siglos. ¡Amén!»

13 Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?»

14 Yo le respondí: «Señor, tú lo sabes.» Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación.Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero.

15 Por eso están delante del trono de Dios, y le rinden culto en su templo de día y de noche; y el que está sentado en el trono los protege con su presencia.

16 No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará,

17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastorearáy los llevará a fuentes de agua de vida,y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima.»

Apocalipsis 8

El séptimo sello

1 Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo durante una media hora.

2 Vi entonces que a los siete ángeles que estaban de pie ante Dios se les dieron siete trompetas,

3 y otro ángel vino con un incensario de oro, y se detuvo ante el altar.A ese ángel se le dio mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos, y lo ofreciera sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

4 De la mano del ángel subió el humo del incienso a la presencia de Dios, junto con las oraciones de los santos.

5 El ángel tomó el incensario, lo llenó con fuego del altar,y ese fuego lo arrojó a la tierra.Hubo entonces truenos, voces, relámpagos y un terremoto.

Las trompetas

6 Los siete ángeles se dispusieron a tocar las siete trompetas que tenían.

7 Cuando el primer ángel tocó su trompeta, cayeron sobre la tierra granizo y fuegomezclados con sangre, con lo que se quemó la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.

8 Cuando el segundo ángel tocó su trompeta, cayó sobre el mar algo parecido a una gran montaña en llamas, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre,

9 con lo que murió la tercera parte de todo lo que vivía en el mar y fue destruida la tercera parte de las embarcaciones.

10 Cuando el tercer ángel tocó su trompeta, del cielo cayó una gran estrella,la cual ardía como una antorcha. Cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre los manantiales de agua.

11 El nombre de esa estrella es Amargura, así que la tercera parte de las aguas se volvió amarga, y mucha gente murió por causa de esas aguas amargas.

12 Cuando el cuarto ángel tocó su trompeta, fue tal el daño que sufrieron el sol, la luna y las estrellas, que perdieron una tercera parte de su brillo,y también se oscureció una tercera parte del día, lo mismo que una tercera parte de la noche.

13 Miré entonces, y oí que un águila revoloteaba en medio del cielo y a grandes voces gritaba: «¡Ay, ay, ay! ¡Pobres de los habitantes de la tierra cuando suenen las trompetas que están a punto de tocar los otros tres ángeles!»

Apocalipsis 9

1 Cuando el quinto ángel tocó su trompeta, vi que una estrella cayó del cielo a la tierra, y que se le dio la llave del profundo abismo.

2 El ángel abrió las profundidades del abismo, y de allí salió humo, como de un horno enorme, y ese humo hizo que el sol y el aire se oscurecieran.

3 Del humo salieron también langostas, que infestaron la tierra;y se les dio el mismo poder que tienen los escorpiones de la tierra,

4 pero con la orden de no dañar la hierba ni los árboles, ni nada que tuviera verdor, sino sólo a quienes no tuvieran en la frente el sello de Dios.

5 No se les permitió matar a nadie, sino sólo hacer sufrir a la gente durante cinco meses con el mismo dolor de una picadura de escorpión.

6 Durante ese tiempo la gente intentará morir, pero no lo conseguirá; deseará la muerte, pero ésta huirá de ellos.

7 Las langostas tenían el aspecto de caballos preparados para la guerra;en la cabeza llevaban algo parecido a una corona de oro, y sus caras eran semejantes a los rostros humanos.

8 Sus crines parecían cabelleras de mujer, y sus dientes eran como los colmillos de los leones.

9 Su caparazón parecía una coraza de hierro, y con sus alas producían un estruendo semejante al de muchos carrosy caballos que corren a la batalla.

10 Sus colas y aguijones eran como de escorpiones, y con su cola podían dañar a la gente durante cinco meses.

11 El rey que las gobierna es el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.

12 El primer ay pasó, pero aún faltan dos ayes más.

13 Cuando el sexto ángel tocó su trompeta, oí una voz que salía de entre los cuatro cuernos del altar de oroque estaba delante de Dios.

14 Esa voz le decía al sexto ángel que tenía la trompeta: «Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates.»

15 Y fueron desatados los cuatro ángeles, los cuales estaban preparados para matar en esa hora y ese día, de ese mes y año, a la tercera parte de la gente.

16 Y oí que el número de las tropas de a caballo era de doscientos millones.

17 Ésta es la visión que tuve de los caballos y sus jinetes: Sus corazas eran rojas como el fuego, azules como el zafiro y amarillas como el azufre. Las cabezas de los caballos parecían cabezas de león, y por el hocico lanzaban fuego, humo y azufre.

18 La tercera parte de la gente murió por causa de estas tres plagas, es decir, por el fuego, por el humo y por el azufre que lanzaban por el hocico.

19 Y es que los caballos tenían poder en el hocico y en la cola, pues su cola parecía serpiente, y el daño lo causaban con la cabeza.

20 El resto de la gente, los que no murieron por estas plagas, ni aun así se arrepintieron de su maldad, ni dejaron de adorar a los demonios ni a las imágenes de oro, plata, bronce, piedra y madera, las cuales no pueden ver ni oír ni caminar.

21 Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus hechicerías, ni de su inmoralidad sexual ni de sus robos.

Apocalipsis 10

El ángel con el librito

1 Entonces vi descender del cielo a otro ángel poderoso. Venía envuelto en una nube y con el arco iris sobre su cabeza. Su rostro era semejante al sol, y sus piernas parecían dos columnas de fuego.

2 En su mano tenía un librito abierto, y se quedó con el pie derecho sobre el mar y con el izquierdo sobre la tierra;

3 en ese momento lanzó un grito tan fuerte como el rugido de un león, y se oyó la estruendosa voz de siete truenos.

4 Después de que hablaron los siete truenos, me dispuse a escribir, pero desde el cielo oí una voz que me decía: «No reveles lo que han dicho los siete truenos. No lo escribas.»

5 Entonces el ángel que vi que estaba sobre el mar y sobre la tierra levantó su mano derecha al cielo

6 y jurando por el que vive por los siglos de los siglos, por el mismo que creó el cielo, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, dijo: «¡Se acabó el tiempo!

7 Cuando llegue el momento de que el séptimo ángel comience a tocar la trompeta, se cumplirá el misterio de Dios, que él ya había anunciado a sus siervos los profetas.»

8 La voz que oí del cielo volvió a hablarme, y me dijo: «Ve y toma el librito abierto que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y la tierra.»

9 Yo me dirigí al ángel y le pedí que me diera el librito. Y él me dijo: «Aquí lo tienes. Cómetelo. Te amargará el estómago, pero en tus labios será dulce como la miel.»

10 Yo tomé el librito de la mano del ángel, y me lo comí. En mis labios era dulce como la miel, pero una vez que lo comí, me amargó el estómago.

11 Y se me dijo: «Debes profetizar otra vez acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»