Hechos 28

Pablo en la isla de Malta

1 Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta.

2 Allí los habitantes nos trataron con mucha amabilidad. Como estaba lloviendo y hacía mucho frío, nos recibieron a todos con una fogata que hicieron.

3 Pablo fue entonces a recoger algunas ramas secas para echarlas al fuego, pero una víbora que huía del calor se le prendió de la mano.

4 Cuando los lugareños vieron que la víbora pendía de su mano, se dijeron unos a otros: «Con toda seguridad este hombre es un homicida, pues logró escapar del mar, pero la justicia lo ha alcanzado y no lo dejará vivir.»

5 Pero Pablo se sacudió la víbora y ésta cayó en el fuego, sin que Pablo sufriera ningún daño.

6 La gente esperaba que Pablo se hinchara o cayera muerto; pero como después de mucho esperar vieron que no le pasaba nada, cambiaron de parecer y lo consideraban un dios.

7 En aquella isla las propiedades eran de un hombre importante llamado Publio, quien nos recibió y amablemente nos hospedó durante tres días.

8 Y resultó que el padre de Publio estaba enfermo. Tenía fiebre y disentería, y estaba en cama. Pero Pablo fue a verlo y, luego de orar por él, le impuso las manos y lo sanó.

9 Cuando se supo lo que Pablo había hecho, otros de la isla con distintas enfermedades vinieron a él, y también fueron sanados.

10 En agradecimiento, nos trataron con mucha amabilidad, y cuando zarpamos nos llenaron de todas las provisiones necesarias.

Pablo llega a Roma

11 Después de haber estado tres meses en la isla, nos hicimos a la mar en una nave alejandrina que había pasado el invierno allí, y que tenía por insignia a los dioses Cástor y Pólux.

12 Llegamos a Siracusa, y allí nos quedamos tres días.

13 Luego seguimos la costa y llegamos a Regio; un día después tuvimos viento del sur, y al segundo día llegamos a Puteoli,

14 donde hallamos algunos hermanos, los cuales nos pidieron quedarnos con ellos siete días; luego fuimos a Roma.

15 Cuando los hermanos supieron de nosotros, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y recuperó el ánimo.

16 Al llegar a Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, bajo la vigilancia de un soldado.

Pablo predica en Roma

17 Tres días después, Pablo convocó a los judíos más importantes, y cuando todos estuvieron reunidos, les dijo: «Hermanos míos, yo no he cometido ningún mal contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros padres; sin embargo, me aprehendieron en Jerusalén y me entregaron al poder de los romanos.

18 Éstos examinaron mi caso y quisieron ponerme en libertad, pues no hallaron ninguna razón para condenarme a muerte.

19 Pero como los judíos se opusieron, me vi obligado a apelar al emperador,aun cuando no tengo nada en contra de mi pueblo.

20 Por esta razón los he llamado, pues quería verlos y hablar con ustedes. ¡Me encuentro encadenado por creer en la esperanza de Israel!

21 Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos recibido de Judea ninguna carta en relación contigo, ni ha venido ninguno de los hermanos a denunciarte o a decir algo malo acerca de ti.

22 Pero nos gustaría que nos dijeras lo que piensas, pues sabemos que por todas partes se habla en contra de esta secta.»

23 Pablo les señaló un día para reunirse, y muchos acudieron al lugar donde se hospedaba, y desde la mañana hasta la tarde les habló del reino de Dios, citando tanto la ley de Moisés como a los profetas para convencerlos acerca de Jesús.

24 Algunos concordaban con lo que Pablo decía, pero otros no creían.

25 Y como no se pusieron de acuerdo, al retirarse Pablo les dijo: «Bien habló el Espíritu Santo a nuestros padres por medio del profeta Isaías, cuando dijo:

26 »“Ve a este pueblo, y dile:

Ustedes oirán, pero no entenderán;

Verán, pero no percibirán.

27 Porque su corazón se ha endurecido,

Y sus oídos son incapaces de oír.

Han cerrado sus ojos, para no ver

ni oír, ni entender bien;

para que no se conviertan

y yo los sane.”

28 »Por lo tanto, deben saber que a los no judíos se les envía esta salvación de Dios, y ellos sí oirán.»

29 Al oír esto los judíos, se fueron luego de discutir largamente entre ellos.

30 Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y allí recibía a todos los que iban a verlo;

31 y sin ningún temor ni impedimento les predicaba acerca del reino de Dios y les enseñaba acerca del Señor Jesucristo.

San Juan 1

La Palabra hecha carne

1 En el principio ya existía la Palabra.

La Palabra estaba con Dios,

y Dios mismo era la Palabra.

2 En el principio, la Palabra estaba con Dios.

3 Por ella fueron hechas todas las cosas.

Sin ella nada fue hecho

de lo que ha sido hecho.

4 En ella estaba la vida,

y la vida era la luz de la humanidad.

5 La luz resplandece en las tinieblas,

y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

7 Éste vino por testimonio, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él.

8 Él no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.

9 La Palabra, la luz verdadera,

la que alumbra a toda la humanidad,

venía a este mundo.

10 En el mundo estaba,

y el mundo fue hecho por ella,

pero el mundo no la conoció.

11 La Palabra vino a lo suyo,

pero los suyos no la recibieron.

12 Pero a todos los que la recibieron,

a los que creen en su nombre,

les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios;

13 los cuales no son engendrados de sangre,

ni de voluntad de carne,

ni de voluntad de varón,

sino de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne,

y habitó entre nosotros, y vimos su gloria

(la gloria que corresponde al unigénito del Padre),

llena de gracia y de verdad.

15 Juan dio testimonio de ella, y clamó diciendo: «De ella es de quien yo decía: “Viene después de mí, pero es anterior a mí; porque ya existía antes que yo.”»

16 Ciertamente de su plenitud tomamos todos,

y gracia sobre gracia.

17 La ley fue dada por medio de Moisés,

pero la gracia y la verdad vinieron

por medio de Jesucristo.

18 A Dios nadie lo vio jamás;

quien lo ha dado a conocer es el Hijo unigénito,

que está en el seno del Padre.

Testimonio de Juan el Bautista

19 Éste es el testimonio de Juan. Cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntaran: «Tú, ¿quién eres?»,

20 Juan confesó, y no negó, sino que confesó: «Yo no soy el Cristo.»

21 Y le preguntaron: «Entonces, ¿qué? ¿Eres Elías?»Dijo: «No lo soy.» «¿Entonces eres el profeta?»Y él respondió: «No.»

22 Le dijeron: «¿Quién eres, entonces? Para que demos respuesta a los que nos enviaron, ¿qué dices de ti mismo?»

23 Juan dijo: «Yo soy la voz que clama en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.»

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos,

25 y le preguntaron: «Entonces, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta, ¿por qué bautizas?»

26 Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; pero en medio de ustedes está uno, a quien ustedes no conocen.

27 Éste viene después de mí, del cual no soy digno de desatar la correa de su calzado.»

28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

El Cordero de Dios

29 El siguiente día Juan vio que Jesús venía hacia él, y dijo: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

30 Él es de quien yo dije: “Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.”

31 Yo no lo conocía; pero vine bautizando con agua para esto: para que él fuera manifestado a Israel.»

32 Juan también dio testimonio y dijo: «Vi al Espíritu descender del cielo como paloma, y permanecer sobre él.

33 Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende, y que permanece sobre él, es el que bautiza con el Espíritu Santo.”

34 Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

Los primeros discípulos

35 Al día siguiente, Juan estaba de nuevo allí con dos de sus discípulos.

36 Al ver a Jesús, que andaba por allí, dijo: «Éste es el Cordero de Dios.»

37 Los dos discípulos lo oyeron hablar, y siguieron a Jesús.

38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les dijo: «¿Qué buscan?» Ellos le dijeron: «Rabí (que traducido significa “Maestro”), ¿dónde vives?»

39 Les dijo: «Vengan y vean.» Ellos fueron, y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día, porque ya eran como las cuatro de la tarde.

40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.

41 Éste halló primero a Simón, su hermano, y le dijo: «Hemos hallado al Mesías (que traducido significa “el Cristo”).»

42 Entonces lo llevó a Jesús, quien al verlo dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas(que quiere decir, Pedro).»

Jesús llama a Felipe y a Natanael

43 Al día siguiente, Jesús quiso ir a Galilea, y halló a Felipe y le dijo: «Sígueme.»

44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.

45 Y Felipe halló a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.»

46 Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.»

47 Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, dijo de él: «Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay engaño.»

48 Natanael le dijo: «¿Y de dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Te vi antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.»

49 Natanael le dijo: «Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios!; ¡tú eres el Rey de Israel!»

50 Jesús le respondió: «¿Crees sólo porque te dije que te vi debajo de la higuera? ¡Pues cosas mayores que éstas verás!»

51 También le dijo: «De cierto, de cierto les digo, que de aquí en adelante verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajarsobre el Hijo del Hombre.»

San Juan 2

Las bodas de Caná

1 Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea; y allí estaba la madre de Jesús.

2 También Jesús y sus discípulos fueron invitados a la boda.

3 Cuando se terminó el vino, la madre de Jesús le dijo: «Ya no tienen vino.»

4 Jesús le dijo: «¿Qué tienes conmigo, mujer? Mi hora aún no ha llegado.»

5 Su madre dijo a los que servían: «Hagan todo lo que él les diga.»

6 En ese lugar había seis tinajas de piedra para agua, como las que usan los judíos para el rito de la purificación, cada una con capacidad de más de cincuenta litros.

7 Jesús les dijo: «Llenen de agua estas tinajas.» Y las llenaron hasta arriba.

8 Entonces les dijo: «Ahora saquen lo que está allí, y llévenselo al catador.» Y se lo llevaron.

9 El catador probó el agua hecha vino, sin que él supiera de dónde era, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó al esposo,

10 y le dijo: «Todo el mundo sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces sirve el menos bueno; ¡pero tú has reservado el buen vino hasta ahora!»

11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.

12 Después de esto él, su madre, sus hermanos y sus discípulos descendieron a Cafarnaún,pero no estuvieron allí por muchos días.

Jesús purifica el templo

13 Estaba cerca la pascuade los judíos; y Jesús subió a Jerusalén,

14 y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.

15 Entonces hizo un azote de cuerdas y expulsó del templo a todos, y a las ovejas y bueyes; esparció las monedas de los cambistas y volcó las mesas,

16 y dijo a los que vendían palomas: «Saquen esto de aquí, y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado.»

17 Entonces sus discípulos se acordaron de que está escrito: «El celo de tu casa me consume.»

18 Y los judíos preguntaron: «Ya que haces esto, ¿qué señal nos das?»

19 Jesús les respondió: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.»

20 Entonces los judíos le dijeron: «Este templo fue edificado en cuarenta y seis años, ¿y tú en tres días lo levantarás?»

21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo.

22 Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho.

Jesús conoce a todos los hombres

23 Mientras Jesús estaba en Jerusalén durante la fiesta de la pascua, muchos, al ver las señales que hacía, creyeron en su nombre.

24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos

25 y no tenía necesidad de que nadie le dijera nada acerca del hombre, pues él sabía lo que en el hombre había.

San Juan 3

Jesús y Nicodemo

1 Entre los fariseos había un hombre que, entre los judíos, era muy importante. Se llamaba Nicodemo.

2 Éste vino de noche a ver a Jesús, y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie podría hacer estas señales que tú haces si Dios no estuviera con él.»

3 Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.»

4 Nicodemo le dijo: «¿Y cómo puede un hombre nacer, siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar en el vientre de su madre, y volver a nacer?»

5 Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

6 Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu,espíritu es.

7 No te maravilles de que te dije que es necesario que ustedes nazcan de nuevo.

8 El vientosopla de donde quiere, y lo puedes oír; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.»

9 Nicodemo le preguntó: «¿Y cómo es posible que esto suceda?»

10 Jesús le respondió: «¿Y tú eres maestro de Israel, y no lo sabes?

11 De cierto, de cierto te digo, que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto; pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.

12 Si les he hablado de cosas terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les hablo de las cosas celestiales?

13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, que es el Hijo del Hombre.

14 Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto,así también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

15 para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.

De tal manera amó Dios al mundo

16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.

17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

19 Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no se acerca a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.

21 Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sea evidente que sus obras son hechas en Dios.»

El amigo del esposo

22 Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba.

23 También Juan bautizaba en Enón, junto a Salín, porque allí había muchas aguas; y la gente acudía y era bautizada,

24 porque Juan aún no había sido encarcelado.

25 Hubo entonces una discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.

26 Fueron entonces adonde estaba Juan, y le dijeron: «Rabí, resulta que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, y de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos acuden a él.»

27 Juan les respondió: «Nadie puede recibir nada, si no le es dado del cielo.

28 Ustedes mismos son mis testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo,sino que he sido enviado delante de él.”

29 El que tiene la esposa, es el esposo; pero el amigo del esposo, que está a su lado y lo oye, se alegra mucho al oír la voz del esposo. Así que esta alegría mía ya se ha cumplido.

30 Es necesario que él crezca, y que yo decrezca.»

El que viene de arriba

31 El que viene de arriba, está por encima de todos; el que es de la tierra, es terrenal, y habla cosas terrenales; el que viene del cielo, está por encima de todos

32 y da testimonio de lo que vio y oyó, pero nadie recibe su testimonio.

33 El que acepta su testimonio, confirma que Dios es veraz.

34 Porque el enviado de Dios habla las palabras de Dios; pues Dios no da el Espíritu por medida.

35 El Padre ama al Hijo, y ha puesto en sus manos todas las cosas.

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios recae sobre él.

San Juan 4

Jesús y la mujer samaritana

1 Cuando el Señor supo que los fariseos habían oído decir: «Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan»

2 (aunque en realidad Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),

3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.

4 Le era necesario pasar por Samaria,

5 así que fue a una ciudad llamada Sicar, la cual está junto a la heredad que Jacob le dio a su hijo José.

6 Allí estaba el pozo de Jacob, y como Jesús estaba cansado del camino, se sentó allí, junto al pozo. Eran casi las doce del día.

7 Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.»

8 Y es que sus discípulos habían ido a la ciudad para comprar de comer.

9 La samaritana le dijo: «¿Y cómo es que tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Y es que los judíos y los samaritanos no se tratan entre sí.

10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”; tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.»

11 La mujer le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua, y el pozo es hondo. Así que, ¿de dónde tienes el agua viva?

12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?»

13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed;

14 pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna.»

15 La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, para que yo no tenga sed ni venga aquí a sacarla.»

16 Jesús le dijo: «Ve a llamar a tu marido, y luego vuelve acá.»

17 La mujer le dijo: «No tengo marido.» Jesús le dijo: «Haces bien en decir que no tienes marido,

18 porque ya has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Esto que has dicho es verdad.»

19 La mujer le dijo: «Señor, me parece que tú eres profeta.

20 Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que el lugar donde se debe adorar es Jerusalén.»

21 Jesús le dijo: «Créeme, mujer, que viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre.

22 Ustedes adoran lo que no saben; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.

23 Pero viene la hora, y ya llegó, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca que lo adoren tales adoradores.

24 Dios es Espíritu; y es necesario que los que lo adoran, lo adoren en espíritu y en verdad.»

25 Le dijo la mujer: «Yo sé que el Mesías, llamado el Cristo, ha de venir; y que cuando él venga nos explicará todas las cosas.»

26 Jesús le dijo: «Yo soy, el que habla contigo.»

27 En esto vinieron sus discípulos, y se asombraron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: «¿Qué pretendes? ¿O de qué hablas con ella?»

28 La mujer dejó entonces su cántaro y fue a la ciudad, y les dijo a los hombres:

29 «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?»

30 Entonces ellos salieron de la ciudad, y fueron a donde estaba Jesús.

31 Mientras tanto, con ruegos los discípulos le decían: «Rabí, come.»

32 Pero él les dijo: «Para comer, yo tengo una comida que ustedes no conocen.»

33 Los discípulos se decían unos a otros: «¿Alguien le habrá traído algo para comer?»

34 Jesús les dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió, y llevar a cabo su obra.

35 ¿Acaso no dicen ustedes: “Aún faltan cuatro meses para el tiempo de la siega”? Pues yo les digo: Alcen los ojos, y miren los campos, porque ya están blancos para la siega.

36 Y el que siega recibe su salario y recoge fruto para vida eterna, para que se alegren por igual el que siembra y el que siega.

37 Porque en este caso es verdad lo que dice el dicho: “Uno es el que siembra, y otro es el que siega.”

38 Yo los he enviado a segar lo que ustedes no cultivaron; otros cultivaron, y ustedes se han beneficiado de sus trabajos.»

39 Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que en su testimonio decía: «Él me dijo todo lo que he hecho.»

40 Entonces los samaritanos fueron adonde él estaba, y le rogaron que se quedara con ellos; y él se quedó allí dos días.

41 Y muchos más creyeron por la palabra de él,

42 y decían a la mujer: «Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído, y sabemos, que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»

Jesús sana al hijo de un noble

43 Dos días después, Jesús salió de allí y fue a Galilea;

44 y es que Jesús mismo hizo constar que el profeta no tiene honra en su propia tierra.

45 Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron, pues habían visto todo lo que él había hecho durante la fiesta en Jerusalén;pues también ellos habían ido a la fiesta.

46 Jesús fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.En Cafarnaún había un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.

47 Cuando éste supo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que bajara y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir.

48 Jesús le dijo: «Si ustedes no ven señales y prodigios, no creen.»

49 El oficial del rey le dijo: «Señor, ven a mi casa antes de que mi hijo muera.»

50 Jesús le dijo: «Vuelve a tu casa, que tu hijo vive.» Y ese hombre creyó en lo que Jesús le dijo, y se fue.

51 Cuando volvía a su casa, sus siervos salieron a recibirlo y le dieron la noticia: «¡Tu hijo vive!»

52 Él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: «Ayer, a la una de la tarde, lo dejó la fiebre.»

53 El padre entendió entonces que aquélla era la hora en que Jesús le había dicho «Tu hijo vive», y creyó, lo mismo que toda su familia.

54 Esta segunda señal la hizo Jesús cuando fue de Judea a Galilea.

San Juan 5

El paralítico de Betesda

1 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

2 En Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas, hay un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.

3 En ellos yacían muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos [que esperaban el movimiento del agua,

4 porque un ángel descendía al estanque de vez en cuando, y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.]

5 Allí había un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.

6 Cuando Jesús lo vio acostado, y se enteró de que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: «¿Quieres ser sano?»

7 El enfermo le respondió: «Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua se agita; y en lo que llego, otro baja antes que yo.»

8 Jesús le dijo: «Levántate, toma tu lecho, y vete.»

9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho y se fue. Pero aquel día era día de reposo,

10 así que los judíos le dijeron a aquel que había sido sanado: «Hoy es día de reposo; no te está permitido llevar tu lecho.»

11 Pero él les respondió: «El mismo que me sanó fue el que me dijo: “Toma tu lecho y anda”.»

12 Entonces le preguntaron: «¿Y quién fue el que te dijo: “Toma tu lecho y anda”?»

13 Pero el que había sido sanado no sabía quién lo había sanado, pues Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.

14 Después Jesús lo encontró en el templo, y le dijo: «Como puedes ver, has sido sanado; así que no peques más, para que no te sobrevenga algo peor.»

15 Aquel hombre se fue, y les hizo saber a los judíos que el que lo había sanado era Jesús,

16 y por eso los judíos lo perseguían y procuraban matarlo, porque hacía esto en el día de reposo.

17 Pero Jesús les respondió: «Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo.»

18 Por esto los judíos con más ganas procuraban matarlo, porque no sólo quebrantaba el día de reposo sino que, además, decía que Dios mismo era su Padre, con lo cual se hacía igual a Dios.

La autoridad del Hijo

19 Entonces Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve que el Padre hace; porque todo lo que el Padre hace, eso mismo lo hace el Hijo.

20 Y es que el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, para el asombro de ustedes.

21 Porque así como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo da vida a los que él quiere.

22 Pues el Padre no juzga a nadie, sino que todo el juicio se lo ha dado al Hijo,

23 para que todos honren al Hijo tal y como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

24 De cierto, de cierto les digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no será condenado, sino que ha pasado de muerte a vida.

25 De cierto, de cierto les digo: La hora viene, y ya llegó, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán.

26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;

27 y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.

28 No se asombren de esto: Vendrá el tiempo cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;

29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

Testigos de Cristo

30 »Yo no puedo hacer nada por mí mismo. Yo juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco hacer mi voluntad, sino hacer la voluntad del que me envió.

31 Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero;

32 pero el que da testimonio acerca de mí es otro, y yo sé que el testimonio que de mí da es verdadero.

33 Ustedes enviaron mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.

34 Yo no recibo el testimonio de ningún hombre, sino que digo esto para que ustedes sean salvos.

35 Juan era una antorcha que ardía y alumbraba, y por algún tiempo ustedes quisieron regocijarse en su luz.

36 Pero yo cuento con un testimonio mayor que el de Juan, y son las obras que el Padre me dio para que las llevara a cabo. Las obras mismas que yo hago son las que dan testimonio de mí, y de que el Padre me ha enviado.

37 También el Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí.Ustedes nunca han oído su voz, ni han visto su aspecto,

38 ni tienen su palabra permanentemente en ustedes, porque a quien él envió ustedes no le creen.

39 Ustedes escudriñan las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen la vida eterna; ¡y son ellas las que dan testimonio de mí!

40 Pero ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida.

41 Yo no recibo gloria de parte de los hombres.

42 Pero yo los conozco a ustedes, y sé que el amor de Dios no habita en ustedes.

43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me reciben; pero si otro viniera en su propio nombre, a ése sí lo recibirían.

44 ¿Y cómo pueden ustedes creer, si se honran los unos a los otros, pero no buscan la honra que viene del Dios único?

45 No piensen que yo voy a acusarlos delante del Padre. Hay alguien que sí los acusa, y es Moisés, en quien ustedes tienen puesta su esperanza.

46 Si ustedes le creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí.

47 Pero si no creen a sus escritos, ¿cómo van a creer a mis palabras?»

San Juan 6

Alimentación de los cinco mil

1 Después de esto, Jesús se dirigió al otro lado del lago de Galilea, el lago de Tiberias.

2 Y una gran multitud lo seguía, porque veía las señales que hacía en los enfermos.

3 Entonces Jesús subió a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.

4 Ya estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.

5 Cuando Jesús alzó la vista y vio que una gran multitud se acercaba a él, le dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan, para que éstos coman?»

6 Pero decía esto para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que estaba por hacer.

7 Felipe le respondió: «Ni doscientos días de sueldo bastarían para que cada uno de ellos recibiera un poco de pan.»

8 Andrés, que era hermano de Simón Pedro y uno de sus discípulos, le dijo:

9 «Aquí está un niño, que tiene cinco panes de cebada y dos pescados pequeños; pero ¿qué es esto para tanta gente?»

10 Entonces Jesús dijo: «Hagan que la gente se recueste.» Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como cinco mil hombres.

11 Jesús tomó aquellos panes, y luego de dar gracias los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados. Esto mismo hizo con los pescados, y les dio cuanto querían.

12 Cuando quedaron saciados, les dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.»

13 Entonces ellos recogieron los pedazos que de los cinco panes de cebada les sobraron a los que habían comido, y con ellos llenaron doce cestas.

14 Al ver aquellos hombres la señal que Jesús había hecho, dijeron: «Verdaderamente, éste es el profeta que había de venir al mundo.»

15 Cuando Jesús se dio cuenta de que iban a venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo.

Jesús camina sobre el agua

16 Al anochecer sus discípulos bajaron al lago,

17 y en una barca comenzaron a cruzar el lago hacia Cafarnaún. Ya estaba oscuro, y Jesús no había venido a reunirse con ellos.

18 Y el lago se agitaba con un gran viento que soplaba.

19 Habrían remado unos cinco kilómetros cuando vieron a Jesús caminar sobre el lago y acercarse a la barca. Y tuvieron miedo.

20 Pero él les dijo: «Yo soy; no teman.»

21 Entonces ellos gustosamente lo recibieron en la barca, y ésta llegó enseguida a la tierra adonde iban.

La gente busca a Jesús

22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del lago vio que allí no había habido más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.

23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias, cerca del lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias al Señor.

24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, entraron en las barcas y fueron a Cafarnaún, para buscar a Jesús.

Jesús, el pan de vida

25 Cuando lo hallaron al otro lado del lago, le dijeron: «Rabí, ¿cuándo llegaste acá?»

26 Jesús les respondió: «De cierto, de cierto les digo que ustedes no me buscan por haber visto señales, sino porque comieron el pan y quedaron satisfechos.

27 Trabajen, pero no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual el Hijo del Hombre les dará; porque a éste señaló Dios el Padre.»

28 Entonces le dijeron: «¿Y qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?»

29 Jesús les respondió: «Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado.»

30 Le dijeron entonces: «Pero ¿qué señal haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué es lo que haces?

31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto,tal y como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer.”»

32 Y Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo, que no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, sino que es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo.

33 Y el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.»

34 Le dijeron: «Señor, danos siempre este pan.»

35 Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

36 Pero yo les he dicho que, aunque me han visto, no creen.

37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no lo echo fuera.

38 Porque no he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

39 Y ésta es la voluntad del que me envió: Que de todo lo que él me dio, yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final.

40 Y ésta es la voluntad de mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.»

41 Los judíos murmuraban acerca de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo.»

42 Y decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? Entonces ¿cómo puede decir: “Del cielo he descendido”?»

43 Jesús les respondió: «No estén murmurando entre ustedes.

44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trae. Y yo lo resucitaré en el día final.

45 En los profetas está escrito: “Y todos serán enseñados por Dios.”Así que, todo aquel que ha oído al Padre, y ha aprendido de él, viene a mí.

46 No es que alguno haya visto al Padre, sino el que vino de Dios; éste sí ha visto al Padre.

47 De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de vida.

49 Los padres de ustedes comieron el maná en el desierto, y murieron.

50 Éste es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera.

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo.»

52 Los judíos discutían entre sí, y decían: «¿Y cómo puede éste darnos a comer su carne?»

53 Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Si no comen la carne del Hijo del Hombre, y beben su sangre, no tienen vida en ustedes.

54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.

55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.

57 Así como el Padre viviente me envió, y yo vivo por el Padre, así también el que me come vivirá por mí.

58 Éste es el pan que descendió del cielo. No es como el pan que comieron los padres de ustedes, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.»

59 Jesús dijo estas cosas en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Palabras de vida eterna

60 Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede escucharla?»

61 Jesús, al darse cuenta de que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les dijo: «¿Esto les resulta escandaloso?

62 ¿Pues qué pasaría si vieran al Hijo del Hombre ascender adonde antes estaba?

63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida.

64 Pero hay algunos de ustedes que no creen.» Y es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién lo entregaría,

65 así que dijo: «Por eso les he dicho que ninguno puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.»

66 A partir de entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él.

67 Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También ustedes quieren irse?»

68 Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

69 Y nosotros hemos creído, y sabemos, que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.»

70 Jesús les respondió: «¿Y acaso no los he escogido yo a ustedes doce, y uno de ustedes es un diablo?»

71 Y se refería Jesús a Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era uno de los doce, y era el que lo iba a entregar.

San Juan 7

Incredulidad de los hermanos de Jesús

1 Después de estas cosas, Jesús andaba en Galilea; no quería andar en Judea porque los judíos procuraban matarlo.

2 Como ya estaba cerca la fiesta de los judíos, la de las enramadas,

3 sus hermanos le dijeron: «Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.

4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Ya que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.»

5 Y es que ni siquiera sus hermanos creían en él.

6 Entonces Jesús les dijo: «Para mí, el momento aún no ha llegado; para ustedes, cualquier momento es siempre bueno.

7 El mundo no puede odiarlos a ustedes; pero a mí me odia, porque yo hago constar que sus obras son malas.

8 Vayan ustedes a la fiesta; yo no iré todavía a esa fiesta, porque el momento para mí aún no ha llegado.»

9 Después de decirles esto, se quedó en Galilea.

Jesús en la fiesta de las enramadas

10 Pero después de que sus hermanos se fueron, también él fue a la fiesta, aunque no abiertamente, sino como en secreto.

11 Los judíos lo buscaban en la fiesta, y decían: «¿Y dónde está ése?»

12 También la multitud murmuraba mucho acerca de él. Algunos decían: «Él es una buena persona», pero otros decían: «No lo es, sino que engaña a la gente»,

13 aunque por miedo a los judíos ninguno hablaba abiertamente de él.

14 A la mitad de la fiesta, Jesús fue al templo y comenzó a enseñar.

15 Y los judíos se asombraban, y decían: «¿Cómo es que éste sabe de letras, sin haber estudiado?»

16 Jesús les respondió: «Esta enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió.

17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, sabrá si la enseñanza es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.

18 El que habla por su propia cuenta, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, éste es verdadero, y en él no hay injusticia.

19 ¿Acaso no les dio Moisés la ley, y ninguno de ustedes la cumple? ¿Por qué procuran matarme?»

20 La multitud le respondió: «Tienes un demonio. ¿Quién procura matarte?»

21 Jesús les respondió: «Hice una obra, ¡y todos se quedan asombrados!

22 Por cierto, Moisés les dio la circuncisión(no porque sea de Moisés, sino de los padres), ¡y en el día de reposo ustedes circuncidan al hombre!

23 Si para no quebrantar la ley de Moisés, el hombre es circuncidado en el día de reposo, ¿por qué ustedes se enojan conmigo por sanar completamente a un hombre en el día de reposo?

24 Sean justos en sus juicios, y no juzguen según las apariencias.»

¿Es éste el Cristo?

25 Algunos de Jerusalén decían: «¿Qué, no es éste al que buscan para matarlo?

26 Pero véanlo hablar tranquilamente, y nadie le dice nada. ¿Será que en verdad las autoridades han reconocido que éste es el Cristo?

27 Bien sabemos de dónde viene éste, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde viene.»

28 Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «A mí me conocen, y saben de dónde soy, y que no he venido por mi cuenta; pero el que me envió, a quien ustedes no conocen, es verdadero.

29 Yo sí lo conozco, porque de él procedo, y él fue quien me envió.»

30 Y aunque procuraban aprehenderlo, ninguno le puso la mano encima, porque su hora aún no había llegado.

31 Pero muchos de la multitud creyeron en él, y decían: «El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?»

Los fariseos envían alguaciles para arrestar a Jesús

32 Los fariseos oyeron que la gente murmuraba estas cosas acerca de él; entonces los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para que lo arrestaran.

33 Pero Jesús dijo: «Voy a estar con ustedes un poco más de tiempo, y luego volveré al que me envió.

34 Ustedes me buscarán, pero no me hallarán; a donde yo voy a estar, ustedes no podrán venir.»

35 Los judíos dijeron entre sí: «¿Y a dónde se irá éste, que no podremos hallarlo? ¿Acaso se irá a los que andan dispersos entre los griegos, para enseñar a los griegos?

36 ¿Qué significa esto de que: “Me buscarán, pero no me hallarán”; y de que: “A donde yo voy a estar, ustedes no podrán venir”?»

Ríos de agua viva

37 En el último y gran día de la fiesta,Jesús se puso en pie y en voz alta dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

38 Del interior del que cree en mí, correrán ríos de agua viva, como dice la Escritura.»

39 Jesús se refería al Espíritu que recibirían los que creyeran en él. El Espíritu aún no había venido, porque Jesús aún no había sido glorificado.

División entre la gente

40 Algunos de la multitud, al oír estas palabras, decían: «En verdad, éste es el profeta.»

41 Otros decían: «Éste es el Cristo.» Pero algunos otros decían: «¿Y de Galilea habría de venir el Cristo?

42 ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo será descendiente de David, y que vendrá de la aldea de Belén,de donde era David?»

43 Y por causa de él hubo disensión entre la gente.

44 Algunos de ellos querían aprehenderlo; pero ninguno le puso la mano encima.

¡Nunca nadie ha hablado así!

45 Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?»

46 Los guardias respondieron: «¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!»

47 Pero los fariseos les respondieron: «¿También ustedes han sido engañados?

48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?

49 Pero esta gente, que no conoce la ley, está bajo maldición.»

50 Nicodemo, que había ido a hablar con Jesús de nochey era uno de ellos, les dijo:

51 «¿Acaso nuestra ley juzga a un hombre sin antes oírlo y sin saber lo que ha hecho?»

52 Los fariseos le respondieron: «¿Qué, también tú eres galileo? Escudriña y verás que de Galilea nunca ha surgido un profeta.»

La mujer adúltera

[

53 Cada uno se fue a su casa,

San Juan 8

1 y Jesús se fue al monte de los Olivos.

2 Por la mañana Jesús volvió al templo, y todo el pueblo se le acercó; y él se sentó y les enseñaba.

3 Entonces los escribas y los fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida cometiendo adulterio. La pusieron en medio,

4 y le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.

5 En la ley, Moisés nos ordenó apedrear a mujeres como ésta.¿Y tú, qué dices?»

6 Ellos decían esto para ponerle una trampa, y así poder acusarlo. Pero Jesús se inclinó y, con el dedo, escribía en el suelo.

7 Como ellos insistían en sus preguntas, él se enderezó y les dijo: «Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»

8 Y Jesús volvió a inclinarse, y siguió escribiendo en el suelo.

9 Ellos, al oír esto, se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos y siguiendo por los más jóvenes. Sólo se quedó Jesús, y la mujer permanecía en medio.

10 Entonces Jesús se enderezó y le dijo: «Y, mujer, ¿dónde están todos? ¿Ya nadie te condena?»

11 Ella dijo: «Nadie, Señor.» Entonces Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más.»]

Jesús, la luz del mundo

12 En otra ocasión, Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo;el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»

13 Entonces los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.»

14 Jesús les respondió: «Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy.

15 Ustedes juzgan según criterios humanos; yo no juzgo a nadie.

16 Y si acaso juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy sólo yo, sino el Padre, que me envió, y yo.

17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.

18 Yo soy quien da testimonio de mí mismo, y el Padre, que me envió, da testimonio de mí.»

19 Ellos le dijeron: «¿Y dónde está tu Padre?» Jesús respondió: «Ustedes no me conocen a mí, ni tampoco conocen a mi Padre. Si me conocieran a mí, también conocerían a mi Padre.»

20 Jesús pronunció estas palabras en el lugar de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo; y nadie lo aprehendió, porque aún no había llegado su hora.

A donde yo voy, ustedes no pueden venir

21 Una vez más, Jesús les dijo: «Yo me voy, y ustedes me buscarán; pero en su pecado morirán. A donde yo voy, ustedes no pueden venir.»

22 Los judíos decían: «¿Acaso se matará a sí mismo? Pues dice: “A donde yo voy, ustedes no pueden venir.”»

23 Él les dijo: «Ustedes son de aquí abajo; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.

24 Por eso les dije que morirán en sus pecados; porque si ustedes no creen que yo soy, en sus pecados morirán.»

25 Ellos le dijeron: «¿Y quién eres tú?» Jesús les respondió: «Lo que desde el principio les he dicho.

26 Mucho es lo que tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es verdadero; y yo le digo al mundo lo que de él sé.»

27 Pero ellos no entendieron que les hablaba del Padre.

28 Entonces Jesús les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado al Hijo del Hombre, sabrán entonces que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que hablo según lo que el Padre me enseñó.

29 Porque el que me envió está conmigo, y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada.»

30 Luego de que él dijo estas cosas, muchos creyeron en él.

La verdad los hará libres

31 Entonces Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos;

32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.»

33 Le respondieron: «Nosotros somos descendientes de Abrahán,y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir: “Ustedes serán libres”?»

34 Jesús les respondió: «De cierto, de cierto les digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado.

35 Y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre.

36 Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres.

37 Yo sé que ustedes son descendientes de Abrahán; pero intentan matarme porque mi palabra no halla cabida en ustedes.

38 Yo hablo de lo que he visto con el Padre, pero ustedes hacen lo que han oído de parte de su padre.»

39 Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abrahán.» Jesús les dijo: «Si fueran hijos de Abrahán, harían las obras de Abrahán.

40 Pero ahora intentan matarme; a mí, que les he dicho la verdad, la cual he escuchado de Dios. Esto no lo hizo Abrahán.

41 Ustedes hacen las obras de su padre.» Entonces le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de un acto de inmoralidad. Tenemos un padre, que es Dios.»

42 Y Jesús les dijo: «Si su padre fuera Dios, ciertamente me amarían; porque yo he salido y he venido de Dios. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió.

43 ¿Por qué no entienden mi lenguaje? Pues porque no pueden escuchar mi palabra.

44 Ustedes son de su padre el diablo, y quieren cumplir con los deseos de su padre, quien desde el principio ha sido un homicida. No se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de lo que le es propio; porque es mentiroso y padre de la mentira.

45 Pero a mí, que digo la verdad, no me creen.

46 ¿Quién de ustedes puede acusarme de haber pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creen?

47 El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; pero ustedes no las escuchan, porque no son de Dios.»

La preexistencia de Cristo

48 Los judíos le respondieron: «¿Acaso no tenemos razón al decir que tú eres samaritano, y que tienes un demonio?»

49 Respondió Jesús: «Demonio no tengo. Yo lo que hago es honrar a mi Padre, pero ustedes me deshonran.

50 Y yo no busco mi gloria. Pero hay uno que la busca, y que juzga.

51 De cierto, de cierto les digo que, el que obedece mi palabra, nunca verá la muerte.»

52 Entonces los judíos le dijeron: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abrahán murió, lo mismo que los profetas; ¿y tú dices: “El que guarda mi palabra, nunca verá la muerte”?

53 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abrahán, el cual murió? ¡Y también los profetas murieron! ¿Quién te crees tú?»

54 Jesús respondió: «Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; pero el que me glorifica es mi Padre, el que ustedes dicen que es su Dios.

55 Ustedes no lo conocen, pero yo sí lo conozco. Y si yo dijera que no lo conozco, sería un mentiroso como ustedes. Pero lo conozco, y obedezco su palabra.

56 Abrahán, el padre de ustedes, se alegró al saber que vería mi día. Y lo vio, y se alegró.»

57 Los judíos le dijeron: «Ni siquiera tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?»

58 Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Antes de que Abrahán fuera, yo soy.»

59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo.

San Juan 9

Jesús sana a un ciego de nacimiento

1 Al pasar, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.

2 Sus discípulos le preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó, para que éste haya nacido ciego? ¿Él, o sus padres?»

3 Jesús respondió: «No pecó él, ni tampoco sus padres. Más bien, fue para que las obras de Dios se manifiesten en él.

4 Mientras sea de día, nos es necesario hacer las obras del que me envió; viene la noche, cuando nadie puede trabajar.

5 Mientras que estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»

6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva, y untó el lodo en los ojos del ciego;

7 entonces le dijo: «Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que significa “Enviado”).» El ciego fue, se lavó, y al volver ya veía.

8 Entonces los vecinos, y los que antes habían visto que era ciego, decían: «¿No es éste el que se sentaba a mendigar?»

9 Unos decían: «Sí, es él»; otros decían: «Se le parece»; pero él decía: «Yo soy».

10 Y le dijeron: «¿Y cómo es que se te han abierto los ojos?»

11 Él les respondió: «Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: “Ve a Siloé, y lávate.” Y yo fui, me lavé, y recibí la vista.»

12 Ellos le dijeron: «¿Y dónde está él?» Él dijo: «No lo sé.»

Los fariseos interrogan al ciego sanado

13 El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos.

14 Cuando Jesús hizo lodo y le abrió los ojos al ciego era día de reposo.

15 También los fariseos volvieron a preguntarle cómo había recibido la vista. Y él les dijo: «Me puso lodo en los ojos, y yo me lavé, y ahora veo.»

16 Algunos de los fariseos decían: «Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo.» Y otros decían: «¿Cómo puede un pecador hacer estas señales?» Y había disensión entre ellos.

17 Entonces volvieron a preguntarle al ciego: «¿Tú qué opinas del que te abrió los ojos?» Y él respondió: «Creo que es un profeta.»

18 Pero los judíos no creían que aquel hombre había sido ciego y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista

19 y les preguntaron: «¿Es éste el hijo de ustedes, de quien ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?»

20 Sus padres les respondieron: «Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;

21 lo que no sabemos es cómo es que ahora ve, y tampoco sabemos quién le abrió los ojos. Pero pregúntenle a él, que ya es mayor de edad y puede hablar por sí mismo.»

22 Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, pues éstos ya habían acordado expulsar de la sinagoga a quien confesara que Jesús era el Mesías.

23 Por eso dijeron sus padres: «Ya es mayor de edad; pregúntenle a él.»

24 Entonces volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador.»

25 Pero él respondió: «Si es pecador, no lo sé; lo que sí sé, es que yo era ciego y ahora veo.»

26 Volvieron a decirle: «¿Pero qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?»

27 Él les respondió: «Ya se lo he dicho, y ustedes no escuchan. ¿Por qué quieren oírlo otra vez? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?»

28 Ellos lo insultaron, y le dijeron: «¡Discípulo suyo lo serás tú! ¡Nosotros somos discípulos de Moisés!

29 Nosotros sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ése, no sabemos ni de dónde es.»

30 El hombre les dijo: «Pues esto es lo asombroso, que ustedes no sepan de dónde es, pero a mí me abrió los ojos.

31 Y sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero que si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése sí lo escucha.

32 Nunca se ha oído decir que alguien le abriera los ojos a un ciego de nacimiento.

33 Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.»

34 Ellos le dijeron: «Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos vas a enseñar?» Y lo expulsaron de allí.

Ceguera espiritual

35 Jesús supo que lo habían expulsado, así que cuando lo halló le dijo: «¿Crees tú en el Hijo de Dios?»

36 Él le respondió: «Señor, ¿y quién es, para que crea en él?»

37 Jesús le dijo: «Pues ya lo has visto, y es el que habla contigo.»

38 Y él dijo: «Creo, Señor.» Y lo adoró.

39 Jesús dijo: «Yo he venido a este mundo para juicio; para que vean los que no ven, y para que los que ven se queden ciegos.»

40 Al oír esto, algunos de los fariseos que estaban con él le preguntaron: «¿Acaso también nosotros somos ciegos?»

41 Jesús les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado; pero ahora, como dicen que ven, su pecado permanece.»