San Marcos 5

El endemoniado geraseno

1 Llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos,

2 y en cuanto Jesús salió de la barca, se le acercó un hombre que tenía un espíritu impuro.

3 Este hombre vivía entre los sepulcros, y nadie lo podía sujetar, ni siquiera con cadenas.

4 Muchas veces había sido sujetado con grilletes y cadenas, pero él rompía las cadenas y despedazaba los grilletes, de manera que nadie podía dominarlo.

5 Este hombre andaba de día y de noche por los montes y los sepulcros, gritando y lastimándose con las piedras,

6 pero al ver a Jesús de lejos, corrió para arrodillarse delante de él,

7 y a voz en cuello le dijo: «Jesús, Hijo del Dios altísimo, ¿qué tienes que ver conmigo? ¡Yo te ruego por Dios que no me atormentes!»

8 Y es que Jesús le había dicho: «Espíritu impuro, ¡deja a este hombre!»

9 Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?», y él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.»

10 Y el hombre le rogaba e insistía que no los mandara lejos de aquella región.

11 Cerca del monte pacía un gran hato de cerdos,

12 y todos los demonios le rogaron: «¡Envíanos a los cerdos! ¡Déjanos entrar en ellos!»

13 Jesús se lo permitió. Y en cuanto los espíritus impuros salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran como dos mil, y el hato se lanzó al lago por un despeñadero, y allí se ahogaron.

14 Los que cuidaban de los cerdos huyeron, y fueron a contar todo esto a la ciudad y por los campos. La gente salió a ver qué era lo que había sucedido,

15 y cuando llegaron a donde estaba Jesús, y vieron que el que había estado atormentado por la legión de demonios estaba sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.

16 Luego, los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás,

17 y comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera de sus contornos.

18 Cuando Jesús abordó la barca, el que había estado endemoniado le rogó que lo dejara estar con él;

19 pero Jesús, en vez de permitírselo, le dijo: «Vete a tu casa, con tu familia, y cuéntales las grandes cosas que el Señor ha hecho contigo. Cuéntales cómo ha tenido misericordia de ti.»

20 El hombre se fue, y en Decápolis comenzó a contar las grandes cosas que Jesús había hecho con él. Y todos se quedaban asombrados.

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

21 Jesús regresó en una barca a la otra orilla, y como una gran multitud se reunió alrededor de él, decidió quedarse en la orilla del lago.

22 Entonces vino Jairo, que era uno de los jefes de la sinagoga, y cuando lo vio, se arrojó a sus pies

23 y le rogó con mucha insistencia: «¡Ven que mi hija está agonizando! Pon tus manos sobre ella, para que sane y siga con vida.»

24 Jesús se fue con él, y una gran multitud lo seguía y lo apretujaba.

25 Allí estaba una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias

26 y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, pero que lejos de mejorar había gastado todo lo que tenía, sin ningún resultado.

27 Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó el manto.

28 Y es que decía: «Si alcanzo a tocar aunque sea su manto, me sanaré.»

29 Y tan pronto como tocó el manto de Jesús, su hemorragia se detuvo, por lo que sintió en su cuerpo que había quedado sana de esa enfermedad.

30 Jesús se dio cuenta enseguida de que de él había salido poder. Pero se volvió a la multitud y preguntó: «¿Quién ha tocado mis vestidos?»

31 Sus discípulos le dijeron: «Estás viendo que la multitud te apretuja, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”»

32 Pero Jesús seguía mirando a su alrededor, para ver quién había hecho eso.

33 Entonces la mujer, que sabía lo que en ella había ocurrido, con temor y temblor se acercó y, arrodillándose delante de él, le dijo toda la verdad.

34 Jesús le dijo: «Hija, por tu fe has sido sanada. Ve en paz, y queda sana de tu enfermedad.»

35 Todavía estaba él hablando cuando de la casa del jefe de la sinagoga vinieron a decirle: «Ya no molestes al Maestro. Tu hija ha muerto.»

36 Pero Jesús, que oyó lo que decían, le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas. Sólo debes creer.»

37 Y con la excepción de Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo, no permitió que nadie más lo acompañara.

38 Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio mucho alboroto, y gente que lloraba y lamentaba.

39 Al entrar, les dijo: «¿A qué viene tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, sino dormida.»

40 La gente se burlaba de él, pero él ordenó que todos salieran. Tomó luego al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró adonde estaba la niña.

41 Jesús la tomó de la mano, y le dijo: «¡Talita cumi!», es decir, «A ti, niña, te digo: ¡levántate!»

42 Enseguida la niña, que tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Y la gente se quedó llena de asombro.

43 Pero Jesús les insistió mucho que no dijeran a nadie lo que había ocurrido, y les mandó que dieran de comer a la niña.

San Marcos 6

Jesús en Nazaret

1 De allí, Jesús se fue a su tierra, y sus discípulos lo siguieron.

2 Cuando llegó el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga. Al escuchar a Jesús, muchos se preguntaban admirados: «¿De dónde sabe éste todo esto? ¿Qué clase de sabiduría ha recibido? ¿Cómo es que con sus manos puede hacer estos milagros?

3 ¿Acaso no es éste el carpintero, hijo de María y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿Acaso no están sus hermanas aquí, entre nosotros?» Y les resultaba muy difícil entenderlo.

4 Pero Jesús les dijo: «No hay profeta sin honra, excepto en su propia tierra,entre sus parientes, y en su familia.»

5 Y Jesús no pudo realizar allí ningún milagro, a no ser sanar a unos pocos enfermos y poner sobre ellos las manos;

6 y aunque se quedó asombrado de la incredulidad de ellos, siguió recorriendo las aldeas de alrededor para seguir enseñando.

Misión de los doce discípulos

7 Jesús llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos. Les dio autoridad sobre los espíritus impuros,

8 y les mandóque no llevaran nada para el camino. Aparte de un bastón, no debían llevar mochila, ni pan, ni dinero en el cinto.

9 También podían llevar sandalias, pero no dos mudas de ropa.

10 Les dijo: «Cuando ustedes lleguen a una casa, quédense allí hasta que salgan de ese lugar.

11 Si en algún lugar no los reciben ni los escuchan, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos.»[De cierto les digo que, en el día del juicio, el castigo para los de Sodoma y Gomorra será más tolerable que para aquella ciudad.]

12 Los doce salieron e iban predicando a la gente que se arrepintiera.

13 También expulsaban muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.

Muerte de Juan el Bautista

14 Como la fama de Jesús había llegado a ser muy notoria, el rey Herodes supo acerca de él y dijo: «¡Juan el Bautista ha resucitado de los muertos! ¡Por eso operan en él estos poderes!»

15 Algunos decían: «Es Elías.» Pero otros más afirmaban: «Es un profeta, o alguno de ellos.»

16 Cuando Herodes oyó esto, dijo: «Éste es Juan, al que yo mandé que le cortaran la cabeza. ¡Ahora ha resucitado de los muertos!»

17 Y es que por causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, que Herodes había tomado por mujer, Herodes mismo había mandado que aprehendieran a Juan y lo encadenaran en la cárcel.

18 Juan le había dicho a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano.»

19 Por eso Herodías le guardaba rencor, y deseaba matarlo; pero no podía

20 porque Herodes temía a Juan, pues sabía que era un hombre justo y santo. Y aunque lo que Juan le decía lo dejaba confundido, lo escuchaba de buena gana y lo protegía.

21 Pero llegó la oportunidad. En la fiesta de su cumpleaños, Herodes ofreció una cena a sus príncipes y tribunos, y a la gente importante de Galilea.

22 Entonces la hija de Herodías se presentó en la fiesta y bailó, y tanto agradó esto a Herodes y a los que estaban con él a la mesa, que el rey le dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.»

23 Y bajo juramento le dijo: «Yo te daré todo lo que me pidas, ¡aun si me pides la mitad de mi reino!»

24 Ella salió y le preguntó a su madre: «¿Qué debo pedirle?» Y su madre le respondió: «¡Pídele la cabeza de Juan el Bautista!»

25 Enseguida ella entró corriendo y le dijo al rey: «Quiero que me des ahora mismo, en un plato, la cabeza de Juan el Bautista.»

26 Esto entristeció mucho al rey, pero por causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desairarla.

27 Enseguida, el rey ordenó a un soldado de la guardia que le trajeran la cabeza de Juan.

28 El soldado fue a la cárcel y lo decapitó, y llevó su cabeza en un plato, se la entregó a la muchacha, y ésta se la entregó a su madre.

29 Cuando los discípulos de Juan supieron esto, fueron a reclamar el cuerpo para darle sepultura.

Alimentación de los cinco mil

30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

31 Jesús les dijo: «Vengan conmigo ustedes solos, a un lugar apartado, y descansen un poco.» Y es que tanta gente iba y venía, que ellos no tenían tiempo ni para comer.

32 Así que se fueron solos en una barca a un lugar apartado.

33 Pero muchos que los vieron partir los reconocieron y los siguieron a pie desde las ciudades. Llegaron antes que ellos, y se reunieron con él.

34 Cuando Jesús salió de la barca y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque parecían ovejas sin pastor,y comenzó entonces a enseñarles muchas cosas.

35 El tiempo pasó y se hizo tarde, así que sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: «Ya es muy tarde, y en este lugar no hay nada.

36 Despide a esta gente, para que vayan a los campos y aldeas cercanas, y compren algo de comer.»

37 Jesús les respondió: «Denles ustedes de comer.» Pero ellos le dijeron: «¿Quieres que vayamos a comprar pan y les demos de comer? ¡Eso costaría como doscientos días de sueldo!»

38 Jesús les dijo: «Vayan a ver cuántos panes tienen ustedes.» Cuando lo averiguaron, le dijeron: «Tenemos cinco panes y dos pescados.»

39 Jesús les mandó entonces que hicieran que la gente se recostara por grupos sobre la hierba verde,

40 y ellos así lo hicieron, formando grupos de cien y de cincuenta personas.

41 Jesús tomó entonces los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente, y también repartió entre todos los dos pescados.

42 Todos comieron y quedaron satisfechos,

43 y con lo que sobró del pan y los pescados llenaron doce cestas.

44 Los que comieron fueron como cinco mil hombres.

Jesús camina sobre las aguas

45 Enseguida, hizo que sus discípulos subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, a Betsaida, mientras que él despedía a la multitud,

46 pero después de despedirlos se fue al monte a orar.

47 Cuando llegó la noche, la barca ya estaba a la mitad del lago, y Jesús estaba en tierra solo;

48 pero cerca del amanecer fue hacia ellos caminando sobre las aguas, pues los vio remar con mucha dificultad porque tenían el viento en contra. Hizo el intento de pasar de largo,

49 pero ellos, al verlo caminar sobre las aguas, pensaron que era un fantasma y comenzaron a gritar,

50 pues todos lo vieron y se asustaron. Pero él enseguida habló con ellos y les dijo: «¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!»

51 Al subir a la barca con ellos, el viento se calmó. Y ellos estaban muy asombrados.

52 Más bien, su corazón estaba endurecido, y aún no habían entendido lo de los panes.

Jesús sana a los enfermos en Genesaret

53 Terminada la travesía, llegaron a la orilla y tocaron tierra en Genesaret.

54 Tan pronto como bajaron de la barca, la gente reconoció a Jesús,

55 y a medida que recorrían todos los alrededores, en cuanto sabían dónde estaba Jesús comenzaban a llevar de todas partes enfermos en sus lechos.

56 Dondequiera que él entraba, ya fueran aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto. ¡Y todos los que lo tocaban quedaban sanos!

San Marcos 7

Lo que contamina al hombre

1 Los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén, se acercaron a Jesús

2 y vieron que algunos de sus discípulos comían pan con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado.

3 (Los fariseos, y todos los judíos, viven aferrados a la tradición de los ancianos, de modo que, si no se lavan las manos muchas veces, no comen.

4 Cuando vuelven del mercado, no comen si antes no se lavan. Y conservan también muchas otras tradiciones, como el lavar los vasos en que beben, los jarros, los utensilios de metal, y las camas.)

5 Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?»

6 Jesús les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, cuando escribió:

»“Este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

7 No tiene sentido que me honren,

si sus enseñanzas son mandamientos humanos.”

8 Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, y se aferran a la tradición de los hombres.» [Es decir, al lavamiento de jarros y de vasos para beber, y a muchas otras cosas semejantes.]

9 También les dijo: «¡Qué bien invalidan ustedes el mandamiento de Dios, para mantener su propia tradición!

10 Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”,y también: “El que maldiga al padre o a la madre, morirá irremisiblemente.”

11 Pero ustedes dicen: “Basta que alguien diga al padre o a la madre: ‘Todo aquello con que podría ayudarte es Corbán’ (es decir, mi ofrenda a Dios)”,

12 y con eso ustedes ya no permiten que nadie ayude más a su padre o a su madre.

13 Es así como ustedes invalidan la palabra de Dios con la tradición que se han transmitido, además de que hacen muchas otras cosas parecidas.»

14 Jesús volvió a llamar a toda la gente, y les dijo: «Escúchenme todos, y entiendan:

15 Nada que venga de afuera puede contaminar a nadie. Lo que contamina a la persona es lo que sale de ella.»

16 [Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.]

17 Cuando entró en la casa, luego de alejarse de la multitud, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.

18 Jesús les dijo: «¿Tampoco ustedes pueden entender esto? ¿Acaso no entienden que nada que venga de afuera y entre en alguien puede contaminarlo?

19 Porque eso no entra en su corazón, sino en su vientre, y al final va a parar en la letrina.» Con esto Jesús estaba diciendo que todos los alimentos son limpios,

20 aunque también decía que lo que contamina es lo que sale de la persona.

21 Porque de adentro del corazón humano salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios,

22 los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, la soberbia y la insensatez.

23 Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.

La fe de la mujer sirofenicia

24 De allí Jesús se fue a la región de Tiro y de Sidón. Llegó a una casa y trató de que nadie lo supiera, pero no pudo esconderse

25 porque, tan pronto como una mujer, cuya hija tenía un espíritu impuro, supo que él había llegado, fue a su encuentro y se arrojó a sus pies.

26 Esa mujer era griega, de nacionalidad sirofenicia, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio;

27 pero Jesús le dijo: «Primero deja que los hijos queden satisfechos, porque no está bien quitarles a los hijos su pan y echárselo a los perritos.»

28 La mujer le respondió: «Es verdad, Señor. Pero hasta los perritos comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos.»

29 Entonces Jesús le dijo: «Por esto que has dicho, puedes irte tranquila; el demonio ya ha salido de tu hija.»

30 Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a su hija acostada en la cama, y el demonio ya había salido de ella.

Jesús sana a un sordo

31 Jesús volvió a salir de la región de Tiro, y fue por Sidón al lago de Galilea, pasando por la región de Decápolis.

32 Le llevaron allí a un sordo y tartamudo, y le rogaban que pusiera la mano sobre él.

33 Jesús lo apartó de la gente, le metió los dedos en las orejas y, con su saliva, le tocó la lengua;

34 luego levantó los ojos al cielo, y lanzando un suspiro le dijo: «¡Efata!», es decir, «¡Ábrete!»

35 Al instante se le abrieron los oídos y se le destrabó la lengua, de modo que comenzó a hablar bien.

36 Jesús les mandó que no contaran esto a nadie, pero mientras más se lo prohibía, ellos más y más lo divulgaban.

37 La gente estaba muy asombrada, y decía: «Todo lo hace bien. Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen.»

San Marcos 8

Alimentación de los cuatro mil

1 Por esos días volvió a reunirse una gran multitud. Como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

2 «Esta gente me parte el corazón. Hace ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer.

3 Si los mando a sus casas en ayunas, podrían desmayarse en el camino, pues algunos de ellos han venido de muy lejos.»

4 Sus discípulos le respondieron: «¿Y dónde vamos a conseguirles pan suficiente en un lugar tan apartado como éste?»

5 Jesús les preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Y ellos respondieron: «Siete.»

6 Entonces Jesús mandó a la multitud que se recostara en el suelo, luego tomó los siete panes, y después de dar gracias los partió y se los dio a sus discípulos, para que ellos los repartieran entre la multitud. Ellos así lo hicieron.

7 Tenían también unos cuantos pescaditos, así que Jesús los bendijo y mandó también que los repartieran.

8 Toda la gente comió hasta quedar satisfecha y, cuando recogieron lo que sobró, llenaron siete canastas.

9 Los que comieron eran como cuatro mil. Luego Jesús los despidió

10 y enseguida entró en la barca con sus discípulos para irse a la región de Dalmanuta.

La demanda de una señal

11 Los fariseos llegaron y comenzaron a discutir con él, y para ponerlo a prueba le pidieron que hiciera una señal del cielo.

12 Lanzando un profundo suspiro, Jesús dijo: «¿Por qué pide esta gente una señal?De cierto les digo que ninguna señal se le concederá.»

13 Los dejó entonces, y volvió a entrar en la barca para irse a la otra orilla.

La levadura de los fariseos

14 Los discípulos se habían olvidado de llevar comida, así que en la barca sólo tenían un pan.

15 Jesús les mandó: «Abran los ojos y cuídense de la levadura de los fariseos,y también de la levadura de Herodes.»

16 Ellos se decían entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan.»

17 Pero Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué discuten de que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Todavía tienen cerrada la mente?

18 ¿Tienen ojos, pero no ven? ¿Tienen oídos, pero no oyen?¿Acaso ya no se acuerdan?

19 Cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántas cestas llenas del pan que sobró recogieron?» Y ellos dijeron: «Doce.»

20 «Y cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas del pan que sobró recogieron?» Ellos respondieron: «Siete.»

21 Entonces les dijo: «¿Y cómo es que todavía no entienden?»

Un ciego sanado en Betsaida

22 Cuando fueron a Betsaida, le llevaron un ciego y le rogaron que lo tocara.

23 Jesús tomó la mano del ciego y lo llevó fuera de la aldea. Allí escupió en los ojos del ciego, y luego le puso las manos encima y le preguntó: «¿Puedes ver algo?»

24 El ciego levantó los ojos y dijo: «Veo gente. Parecen árboles que caminan.»

25 Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el ciego recobró la vista y pudo ver a todos de lejos y con claridad.

26 Jesús lo envió a su casa, y le dijo: «No vayas ahora a la aldea.»

La confesión de Pedro

27 Jesús y sus discípulos fueron entonces a las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»

28 Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros más, que alguno de los profetas.»

29 Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo.»

30 Pero él les mandó que no dijeran nada a nadie acerca de él.

Jesús anuncia su muerte

31 Jesús comenzó entonces a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho y fuera desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y que tenía que morir y resucitar después de tres días.

32 Esto se lo dijo con toda franqueza. Pero Pedro lo llevó aparte y comenzó a reconvenirlo.

33 Entonces Jesús se volvió a ver a los discípulos, y reprendió a Pedro. Le dijo: «¡Aléjate de mi vista, Satanás! ¡Tú no piensas en las cosas de Dios sino en cuestiones humanas!»

34 Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.

35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.

36 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma?

37 ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma?

38 »Si en esta generación adúltera y pecadora alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»

San Marcos 9

1 Jesús les dijo: «De cierto les digo que algunos de los que están aquí no morirán hasta que vean llegar el reino de Dios con poder.»

La transfiguración

2 Seis días después, Jesús se llevó aparte a Pedro, Jacobo y Juan. Los llevó a un monte alto, y allí se transfiguró delante de ellos.

3 Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos, como la nieve. ¡Nadie en este mundo que los lavara podría dejarlos tan blancos!

4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, y hablaban con Jesús.

5 Pedro le dijo entonces a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es para nosotros estar aquí! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías.»

6 Y es que no sabía qué decir, pues todos estaban espantados.

7 En eso, vino una nube y les hizo sombra. Y desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado.¡Escúchenlo!»

8 Miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie; sólo Jesús estaba con ellos.

9 Mientras bajaban del monte, Jesús les mandó que no dijeran a nadie nada de lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de los muertos.

10 Por eso ellos guardaron el secreto entre sí, aunque se preguntaban qué querría decir aquello de «resucitar de los muertos».

11 Entonces le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?»

12 Él les respondió: «A decir verdad, Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas. ¿Y cómo, entonces, dice la Escritura que el Hijo del Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado?

13 Pues yo les digo que Elías ya vino, y que hicieron con él todo lo que quisieron, tal y como está escrito acerca de él.»

Jesús y el joven endemoniado

14 Cuando llegaron adonde estaban los otros discípulos, los encontraron rodeados de una gran multitud. Algunos escribas discutían con ellos.

15 En cuanto la gente vio a Jesús, se quedó asombrada y corrió a saludarlo.

16 Jesús les preguntó: «¿Qué es lo que discuten con ellos?»

17 De entre la multitud, uno le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo. Tiene un espíritu que lo ha dejado mudo.

18 Cada vez que se posesiona de él, lo sacude; entonces mi hijo echa espuma por la boca, rechina los dientes, y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran a ese espíritu, pero no pudieron.»

19 Jesús dijo: «¡Ay, gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? ¡Tráiganme al muchacho!»

20 Cuando se lo llevaron, tan pronto como el espíritu vio a Jesús, sacudió al muchacho con violencia, y éste cayó al suelo revolcándose y echando espuma por la boca.

21 Jesús le preguntó al padre: «¿Desde cuándo le sucede esto?» Y el padre respondió: «Desde que era niño.

22 Muchas veces lo arroja al fuego, o al agua, con la intención de matarlo. Si puedes hacer algo, ¡ten compasión de nosotros y ayúdanos!»

23 Jesús le dijo: «¿Cómo que “si puedes”? Para quien cree, todo es posible.»

24 Al instante, el padre del muchacho exclamó: «¡Creo! ¡Ayúdame en mi incredulidad!»

25 Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu impuro y le dijo: «Espíritu sordo y mudo, ¡yo te ordeno que salgas de este muchacho, y que nunca vuelvas a entrar en él!»

26 El espíritu salió gritando y sacudiendo con violencia al muchacho, el cual se quedó como muerto. En efecto, muchos decían: «Está muerto.»

27 Pero Jesús lo tomó de la mano, lo enderezó, y el muchacho se puso de pie.

28 Cuando Jesús entró en la casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»

29 Jesús les respondió: «Estos demonios no salen sino con oración.»

Jesús anuncia otra vez su muerte

30 Cuando se fueron de allí, pasaron por Galilea. Pero Jesús no quería que nadie lo supiera,

31 porque estaba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del Hombre será entregado a los poderes de este mundo, y lo matarán. Pero, después de muerto, al tercer día resucitará.»

32 Ellos no entendieron lo que Jesús quiso decir con esto, pero tuvieron miedo de preguntárselo.

¿Quién es el mayor?

33 Llegaron a Cafarnaún, y cuando ya estaban en la casa, Jesús les preguntó: «¿Qué tanto discutían ustedes en el camino?»

34 Ellos se quedaron callados, porque en el camino habían estado discutiendo quién de ellos era el más importante.

35 Jesús se sentó, llamó a los doce, y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y el servidor de todos.»

36 Luego puso a un niño en medio de ellos, y tomándolo en sus brazos les dijo:

37 «El que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió.»

Quién está a favor de Jesús

38 Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, pero se lo prohibimos, porque no es de los nuestros.»

39 Pero Jesús les dijo: «No se lo prohíban, porque nadie puede hacer un milagro en mi nombre, y luego hablar mal de mí.

40 El que no está contra nosotros, está a favor de nosotros.

41 De cierto les digo que cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre, por ser ustedes de Cristo, no perderá su recompensa.

Ocasiones de pecar

42 »A cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo arrojaran al mar.

43 Si tu mano te lleva a pecar, córtatela. Es mejor que entres en la vida manco, y no que entres con las dos manos y que vayas al infierno, al fuego que nunca se apaga.

44 [Allí, los gusanos no mueren, y el fuego nunca se apaga.]

45 Si tu pie te lleva a pecar, córtatelo. Es mejor que entres en la vida cojo, y no que tengas los dos pies y que vayas al infierno, [al fuego que no puede ser apagado,

46 donde los gusanos no mueren, y el fuego nunca se apaga.]

47 Si tu ojo te lleva a pecar, sácatelo. Es mejor que entres en el reino de Dios con un solo ojo, y no que tengas los dos ojos y seas arrojado al infierno,

48 donde los gusanos no mueren, y el fuego nunca se apaga.

49 Porque todos serán sazonados con fuego.

50 La sal es buena. Pero si la sal se hace insípida, ¿con qué le devolverán su sabor?Tengan sal en ustedes mismos, y vivan en paz unos con otros.»

San Marcos 10

Jesús enseña sobre el divorcio

1 Jesús salió de allí y se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. El pueblo volvió a reunirse en torno suyo, y él volvió a enseñarles, como era su costumbre.

2 Unos fariseos se le acercaron y, para ponerlo a prueba, le preguntaron si le estaba permitido al esposo divorciarse de su esposa.

3 Jesús les respondió: «¿Qué les mandó Moisés?»

4 Ellos dijeron: «Moisés permitió divorciarse de la esposa mediante un certificado de divorcio.»

5 Jesús les dijo: «Ese mandamiento les escribió Moisés por lo obstinado que es el corazón de ustedes.

6 Pero, al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer.

7 Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,

8 y los dos serán un solo ser, así que ya no son dos, sino uno solo.

9 Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe nadie.»

10 Ya en la casa, los discípulos volvieron a preguntarle acerca de lo mismo,

11 y Jesús les dijo: «Quien se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera.

12 Y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio.»

Jesús bendice a los niños

13 Llevaron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendieron a quienes los habían llevado.

14 Al ver esto, Jesús se indignó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de Dios es de los que son como ellos.

15 De cierto les digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»

16 Entonces Jesús tomó a los niños en sus brazos, puso sus manos sobre ellos, y los bendijo.

El joven rico

17 Jesús salía ya para seguir su camino, cuando un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él, y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?»

18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios.

19 Ya conoces los mandamientos: No mates.No cometas adulterio.No robes.No des falso testimonio.No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.»

20 Aquel hombre le respondió: «Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud.»

21 Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: «Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.»

22 Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23 Jesús miró a su alrededor, y les dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!»

24 Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús volvió a decirles: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!

25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios».

26 Ellos se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»

27 Jesús los miró fijamente y les dijo: «Esto es imposible para los hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible.»

28 Pedro comenzó entonces a decirle: «Como sabes, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.»

29 Jesús respondió: «De cierto les digo: No hay nadie que por causa de mí y del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos, o tierras,

30 que ahora en este tiempo no reciba, aunque con persecuciones, cien veces más casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, y en el tiempo venidero la vida eterna.

31 Muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y los que ahora son los últimos, serán los primeros.»

Jesús vuelve a anunciar su muerte

32 Iban por el camino, subiendo a Jerusalén, y Jesús iba al frente de los discípulos, los cuales estaban asombrados y lo seguían con miedo. Volvió entonces a llevar aparte a los doce, y comenzó a decirles lo que le iba a suceder.

33 «Como pueden ver, ahora vamos camino a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, los cuales lo condenarán a muerte y lo entregarán a los no judíos.

34 Y se burlarán de él y lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero al tercer día resucitará.»

Petición de Santiago y de Juan

35 Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a él y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.»

36 Jesús les preguntó: «¿Qué quieren que haga por ustedes?»

37 Ellos le respondieron: «Concédenos que, en tu gloria, uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

38 Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Acaso pueden beber del mismo vaso del que yo bebo, o ser bautizados con el mismo bautismo que voy a recibir?»

39 Ellos dijeron: «Sí podemos.» Entonces Jesús les dijo: «A decir verdad, beberán del vaso del que yo bebo, y recibirán el mismo bautismo que voy a recibir,

40 pero no me corresponde concederles que se sienten a mi derecha o a mi izquierda, pues ya es de aquellos para quienes está preparado.»

41 Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron contra Jacobo y Juan.

42 Pero Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones las dominan, y los poderosos les imponen su autoridad.

43 Pero entre ustedes no debe ser así.Más bien, aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor,

44 y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo.

45 Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.»

Bartimeo recibe la vista

46 Llegaron a Jericó, y al salir de la ciudad Jesús iba seguido de sus discípulos y de una gran multitud. Junto al camino estaba sentado un mendigo llamado Bartimeo hijo de Timeo, que era ciego.

47 Cuando éste supo que quien venía era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: «Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!»

48 Muchos lo reprendían para que callara, pero él gritaba con más fuerza: «Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!»

49 Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Los que llamaron al ciego le dijeron: «¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!»

50 Arrojando su capa, el ciego dio un salto y se acercó a Jesús,

51 y Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le respondió: «Maestro, quiero recobrar la vista.»

52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y enseguida el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús en el camino.

San Marcos 11

La entrada triunfal en Jerusalén

1 Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, Betfagué y Betania, y frente al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos

2 y les dijo: «Vayan a la aldea que tienen ante ustedes. Al entrar en ella, van a encontrar atado un burrito, sobre el cual nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá.

3 Si alguien les pregunta: “¿Por qué hacen esto?”, respondan que el Señor lo necesita, y que muy pronto lo devolverá.»

4 Los discípulos fueron, y en la calle, junto a una puerta, encontraron el burrito atado. Lo desataron.

5 Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué están desatando el burrito?»

6 Ellos les respondieron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron desatarlo.

7 Ellos llevaron a Jesús el burrito, sobre el que echaron sus mantos, y luego Jesús se montó sobre él.

8 Por el camino, muchos tendían también sus mantos, mientras que otros tendían ramas que habían cortado en el campo.

9 Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban: «¡Hosanna!¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

10 ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»

11 Jesús entró en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de mirar todo a su alrededor, se fue a Betania con los doce, pues ya estaba anocheciendo.

Maldición de la higuera estéril

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre.

13 Al ver de lejos una higuera con hojas, fue a ver si hallaba en ella algún higo; pero al llegar no encontró en ella más que hojas, pues no era el tiempo de los higos.

14 Entonces Jesús le dijo a la higuera: «¡Que nadie vuelva a comer fruto de ti!» Y sus discípulos lo oyeron.

Purificación del templo

15 Llegaron a Jerusalén. Y al entrar Jesús en el templo comenzó a echar de allí a los que vendían y compraban en su interior. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas,

16 y no permitía que nadie atravesara el templo llevando algún utensilio;

17 más bien, les enseñaba y les decía: «¿Acaso no está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”?¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!»

18 Cuando los escribas y los principales sacerdotes lo oyeron, comenzaron a buscar la manera de matarlo. Y es que le tenían miedo, pues toda la gente estaba admirada de sus enseñanzas.

19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.

La higuera maldecida se seca

20 A la mañana siguiente, cuando pasaron cerca de la higuera, vieron que ésta se había secado de raíz.

21 Pedro se acordó y le dijo: «¡Mira, Maestro! ¡La higuera que maldijiste se ha secado!»

22 Jesús les dijo: «Tengan fe en Dios.

23 Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá.

24 Por tanto, les digo: Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá.

25 Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas.

26 Porque si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos les perdonará a ustedes sus ofensas.»

La autoridad de Jesús

27 Volvieron a Jerusalén. Y mientras Jesús andaba por el templo, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos se le acercaron

28 y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te dio autoridad para hacerlo?»

29 Jesús les dijo: «Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la responden, entonces les diré con qué autoridad hago esto.

30 Díganme: el bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?»

31 Ellos comenzaron a discutir entre sí: «Si decimos que era del cielo, él nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?”

32 Y si decimos que era de los hombres…» Y es que tenían miedo de la gente, pues todos consideraban que Juan era un verdadero profeta.

33 Entonces le respondieron a Jesús: «No lo sabemos.» Y Jesús les dijo: «Pues yo tampoco voy a decirles con qué autoridad hago todo esto.»

San Marcos 12

Los labradores malvados

1 Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas: «Un hombre plantó una viña;le puso una cerca, le cavó un lagar, levantó una torre, y la arrendó a unos labradores. Luego se fue lejos.

2 A su debido tiempo, envió un siervo a los labradores para que le entregaran la parte de lo que la viña había producido.

3 Pero los labradores lo agarraron y lo golpearon, y lo mandaron con las manos vacías.

4 Volvió a enviarles otro siervo, pero a éste lo descalabraron y lo insultaron.

5 Volvió a enviar otro más, y a éste lo mataron. Después mandó a muchos otros pero a unos los golpearon y a otros los mataron.

6 Todavía le quedaba uno a quien enviar, que era su hijo amado, y finalmente lo envió a ellos, pues pensó: “A mi hijo lo respetarán.”

7 Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero. Vamos a matarlo, y la herencia será nuestra.”

8 Y lo agarraron y lo mataron, y luego arrojaron su cuerpo fuera de la viña.

9 ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? ¡Pues irá y matará a los labradores, y dará su viña a otros!

10 ¿Ni siquiera han leído la escritura que dice:

»“La piedra que desecharon los constructores

ha venido a ser la piedra angular.

11 ¡Esto lo ha hecho el Señor,

y a nuestros ojos es una maravilla!”»?

12 Al darse cuenta de que Jesús había contado esta parábola por causa de ellos, quisieron aprehenderlo; pero como temían a la multitud lo dejaron y se fueron.

La cuestión del tributo

13 Luego mandaron gente de los fariseos y de los herodianos, para atrapar a Jesús en sus propias palabras.

14 Cuando aquéllos llegaron, le dijeron: «Maestro, sabemos que hablas con la verdad, y que no permites que nadie influya en ti ni te dejas llevar por las apariencias humanas, sino que enseñas con verdad el camino de Dios. ¿Es lícito entonces pagar tributo al César, o no? ¿Debemos pagarlo, o no?»

15 Pero Jesús percibió la hipocresía de ellos, así que les dijo: «¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda, para que la vea.»

16 Cuando se la llevaron, él les dijo: «¿De quién es esta imagen, y esta inscripción?» Ellos respondieron: «Del César.»

17 Entonces Jesús les dijo: «Pues den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.» Y se quedaron admirados de él.

La pregunta acerca de la resurrección

18 Se le acercaron entonces los saduceos, que dicen que no hay resurrección,y le preguntaron:

19 «Maestro, Moisés nos escribióque, si el hermano de alguien muere y deja a su esposa sin hijos, algún hermano suyo debe casarse con la viuda para darle descendencia a su hermano muerto.

20 Se dio el caso de siete hermanos. El primero de ellos se casó, y murió sin dejar descendencia.

21 El segundo se casó con la viuda, y murió y tampoco dejó descendencia. Lo mismo pasó con el tercero,

22 y con los siete; y ninguno de ellos dejó descendencia. Al final, todos murieron, y también la mujer.

23 En la resurrección, cuando todos resuciten, ¿esposa de cuál de ellos será esta mujer, puesto que los siete estuvieron casados con ella?»

24 Jesús les respondió: «El error de ustedes es que no conocen las Escrituras ni el poder de Dios.

25 Porque cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos.

26 Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés? Allí dice que Dios le habló en la zarza y le dijo: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.”

27 Así que ustedes están muy equivocados, porque Dios no es un Dios de muertos, sino el Dios de los que viven.»

El gran mandamiento

28 Uno de los escribas, que había estado presente en la discusión y que vio lo bien que Jesús les había respondido, le preguntó:«De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?»

29 Jesús le respondió: «El más importante es: “Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno.”

30 Y “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”

31 El segundo en importancia es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”No hay otro mandamiento más importante que éstos.»

32 El escriba le dijo: «Bien, Maestro; hablas con la verdad cuando dices que Dios es uno, y que no hay otro Dios fuera de él,

33 y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos y sacrificios.»

34 Al verlo Jesús responder de manera tan sabia, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevía ya a preguntarle nada.

¿De quién es hijo el Cristo?

35 Al enseñar Jesús en el templo, decía: «¿Cómo es que los escribas dicen que el Cristo es hijo de David?

36 David mismo dijo, por el Espíritu Santo:

»“El Señor le dijo a mi señor:

Siéntate a mi derecha,

hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies.”

37 Y si David mismo lo llama Señor, ¿cómo, entonces, puede ser su hijo?» Y una gran multitud lo escuchaba de buena gana.

Jesús acusa a los escribas

38 En su enseñanza también les decía: «Cuídense de los escribas. Porque les gusta pasearse con ropas largas, y les encanta que los saluden en las plazas,

39 y sentarse en las primeras sillas de las sinagogas, y ocupar los mejores asientos en las cenas.

40 Además, se apoderan de los bienes de las viudas, y luego fingen hacer largas oraciones. ¡Pero peor será su condenación!»

La ofrenda de la viuda

41 Jesús estaba sentado frente al arca de las ofrendas, y miraba cómo la gente echaba sus monedas en el arca. Muchos ricos echaban mucho,

42 pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.

43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca,

44 porque todos han echado de lo que les sobra, pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, ¡todo su sustento!»

San Marcos 13

Jesús predice la destrucción del templo

1 Jesús salía del templo cuando uno de sus discípulos le dijo: «Maestro, ¡mira qué piedras! ¡Qué edificios!»

2 Jesús le dijo: «¿Ves estos grandes edificios? Pues no va a quedar piedra sobre piedra. Todo será derribado.»

Señales antes del fin

3 Estaba Jesús sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, cuando Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron por separado:

4 «Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto? ¿Y cuál será la señal de que todas estas cosas están por cumplirse?»

5 Jesús les respondió: «Cuídense de que nadie los engañe.

6 Porque muchos vendrán en mi nombre, y dirán: “Yo soy el Cristo,” y a muchos los engañarán.

7 Cuando oigan hablar de guerras y de rumores de guerras, no se angustien, porque así es necesario que suceda, pero aún no será el fin.

8 Se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá también hambre. Esto será el principio de los dolores.

9 »Pero ustedes tengan cuidado; porque los entregarán a los tribunales, y los azotarán en las sinagogas; por causa de mí los harán comparecer ante gobernadores y reyes, para dar testimonio ante ellos.

10 Pero antes tendrá que proclamarse el evangelio a todas las naciones.

11 Cuando los arresten y los hagan comparecer, no se preocupen por lo que deben decir, sino sólo digan lo que en ese momento les sea dado decir. Porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo.

12 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se rebelarán contra los padres, y los matarán.

13 Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará a ustedes, pero el que resista hasta el fin, se salvará.

14 »Ahora bien, cuando vean que la abominación desoladora,de la que habló el profeta Daniel, se encuentra donde no debiera estar (el que lee, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes;

15 el que esté en la azotea, no baje a su casa ni entre en ella para tomar algo;

16 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.

17 ¡Ay de las que en esos días estén embarazadas o amamantando!

18 ¡Pídanle a Dios que esto no suceda en el invierno!

19 Porque esos días serán de gran aflicción,como no los hubo desde el principio de la creación que Dios hizo, ni los habrá jamás.

20 Si el Señor no hubiera acortado esos días, no habría quien se salvara; pero los ha acortado por causa de sus elegidos.

21 Así que si alguien les dice: “¡Miren, aquí está el Cristo!”; o “¡Miren, allí está!”, no le crean.

22 Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, de ser posible, incluso a los elegidos.

23 Pero ustedes, tengan cuidado. Ya los he prevenido de todo.

La venida del Hijo del Hombre

24 »En aquellos días, después de esa gran aflicción, sucederá que el sol se oscurecerá y la luna dejará de brillar;

25 las estrellas caerán del cieloy los poderes celestiales se estremecerán.

26 Entonces verán al Hijo del Hombre venir en las nubescon gran poder y gloria,

27 y él enviará a sus ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, desde los extremos de la tierra hasta los extremos del cielo.

28 »De la higuera deben aprender esta parábola: Cuando sus ramas se ponen tiernas, y le brotan las hojas, ustedes saben que el verano ya está cerca.

29 De la misma manera, cuando ustedes vean que todo esto sucede, sepan que la hora ya está cerca, y que está a la puerta.

30 De cierto les digo que todo esto sucederá antes de que pase esta generación.

31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

32 »En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo. Sólo el Padre lo sabe.

33 Pero ustedes, presten atención y manténganse atentos, porque no saben cuándo llegará el momento.

34 Es como cuando alguien deja su casa y se va lejos, y delega autoridad en sus siervos y deja a cada uno una tarea, y ordena al portero mantenerse despierto.

35 Así que ustedes deben mantenerse despiertos, porque no saben cuándo vendrá el señor de la casa, si al caer la tarde, o a la medianoche, o cuando cante el gallo, o al amanecer;

36 no sea que venga cuando menos lo esperen, y los encuentre dormidos.

37 Esto que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Manténganse despiertos!»

San Marcos 14

El complot para aprehender a Jesús

1 Faltaban dos días para la pascuay para la fiesta de los panes sin levadura. Por medio de engaños, los principales sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús para matarlo.

2 Pero decían: «No lo haremos durante la fiesta, para que no se alborote el pueblo.»

Jesús es ungido en Betania

3 Mientras Jesús estaba en Betania, sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso, llegó una mujer. Llevaba ésta un vaso de alabastro con perfume de nardo puro, que era muy costoso. Rompió el vaso de alabastro, y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.

4 Algunos de los que allí estaban se enojaron internamente, y dijeron: «¿Por qué se ha desperdiciado así este perfume?

5 ¡Podría haberse vendido por más de trescientos días de sueldo, y ese dinero habérselo dado a los pobres!» Y se enojaron mucho contra ella.

6 Pero Jesús dijo: «Déjenla tranquila. ¿Por qué la molestan? Ella ha efectuado en mí una buena obra.

7 A los pobres siempre los tendrán entre ustedes,y cuando quieran podrán hacer por ellos algo bueno. Pero a mí no siempre me tendrán.

8 Esta mujer ha hecho lo que pudo. Se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.

9 De cierto les digo que en cualquier parte del mundo donde este evangelio sea proclamado, también se contará lo que esta mujer ha hecho, y así será recordada.»

Judas ofrece entregar a Jesús

10 Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a hablar con los principales sacerdotes para entregarles a Jesús.

11 Cuando ellos lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas comenzó a buscar el mejor momento de entregarlo.

Institución de la Cena del Señor

12 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, que es cuando se sacrifica el cordero de la pascua, sus discípulos le preguntaron: «¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la pascua?»

13 Jesús envió a dos de sus discípulos. Les dijo: «Vayan a la ciudad, y les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo,

14 y díganle al dueño de la casa donde entre: “El Maestro pregunta: ‘¿Dónde está el aposento en el que comeré la pascua con mis discípulos?’”

15 El dueño les mostrará entonces un gran aposento alto, ya dispuesto. Hagan allí los preparativos para nosotros.»

16 Los discípulos partieron, y al entrar en la ciudad encontraron todo tal y como Jesús se lo había dicho, y prepararon la pascua.

17 Al caer la noche, llegó Jesús con los doce.

18 Ya sentados a la mesa, y mientras comían, Jesús dijo: «De cierto les digo que uno de ustedes me va a traicionar. Ahora está comiendo conmigo.»

19 Ellos se pusieron muy tristes, y uno por uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo?»

20 Jesús les respondió: «Es uno de los doce, el que está mojando el pan en el plato conmigo.

21 A decir verdad, el Hijo del Hombre sigue su camino, como está escrito acerca de él,¡pero ay de aquel que lo traiciona! ¡Más le valdría no haber nacido!»

22 Mientras comían, Jesús tomó el pan y lo bendijo; luego lo partió y se lo dio, al tiempo que decía: «Tomen, esto es mi cuerpo.»

23 Después tomó la copa, y luego de dar gracias, se la dio, y todos bebieron de ella.

24 Les dijo entonces: «Esto es mi sangredel pacto,que por muchos es derramada.

25 De cierto les digo que no volveré a beber del fruto de la vid, hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»

Jesús anuncia la negación de Pedro

26 Luego de cantar el himno, fueron al monte de los Olivos.

27 Allí Jesús les dijo: «Todos ustedes se escandalizarán de mí. Está escrito: “Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas.”

28 Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.»

29 Entonces Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no lo haré.»

30 Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres veces.»

31 Pero Pedro insistía: «Aun si tuviera que morir contigo, no te negaré.» Y todos decían lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní

32 Al llegar a un lugar llamado Getsemaní, Jesús les dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy a orar.»

33 Se llevó consigo a Pedro, Jacobo y Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse.

34 Les dijo: «Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos.»

35 Se fue un poco más adelante y, postrándose en tierra, oró que, de ser posible, no tuviera que pasar por ese momento.

36 Decía: «¡Abba, Padre! Para ti, todo es posible. ¡Aparta de mí esta copa! Pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»

37 Volvió luego a donde estaban sus discípulos, y los encontró dormidos. Entonces le dijo a Pedro: «¿Duermes, Simón? ¿No has podido mantenerte despierto ni una hora?

38 Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»

39 Una vez más se retiró para orar, y repitió la misma oración.

40 Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque los ojos de ellos se les cerraban de sueño, y no sabían qué responderle.

41 Cuando volvió la tercera vez, les dijo: «Sigan durmiendo y descansando. ¡Ya basta! La hora ha llegado. ¡Miren al Hijo del Hombre, que es entregado en manos de los pecadores!

42 ¡Vamos, levántense, que ya se acerca el que me traiciona!»

Arresto de Jesús

43 De pronto, mientras Jesús estaba hablando, llegó Judas, que era uno de los doce. Con él venía mucha gente armada con espadas y palos, y enviada por los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos.

44 El que lo estaba traicionando les había dado esta contraseña: «Al que yo le dé un beso, ése es. ¡Arréstenlo, y llévenselo bien asegurado!»

45 Cuando Judas llegó, se acercó a Jesús y le dijo: «¡Maestro!» Y le dio un beso.

46 Aquellos hombres le echaron mano y lo arrestaron.

47 Pero uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja.

48 Jesús les dijo: «¿Han venido a arrestarme con espadas y palos, como si fuera yo un ladrón?

49 Todos los días estuve con ustedes enseñando en el templo,y no me aprehendieron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.»

50 Y todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

El joven que huyó

51 Cierto joven seguía a Jesús, cubierto con sólo una sábana. Cuando lo aprehendieron,

52 el joven dejó la sábana y huyó desnudo.

Jesús ante el concilio

53 Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote, y se reunieron todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas.

54 Pedro lo siguió de lejos hasta el interior del patio del sumo sacerdote. Allí se quedó, sentado con los alguaciles y calentándose junto al fuego.

55 Los principales sacerdotes y todo el tribunal buscaban alguna prueba contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no la encontraban.

56 Muchos presentaban falsos testimonios contra él, pero sus testimonios no concordaban.

57 Entonces algunos se levantaron y presentaron un falso testimonio contra él. Dijeron:

58 «Nosotros le hemos oído decir: “Yo derribaré este templo hecho por la mano del hombre, y en tres días levantaré otro sin la intervención humana.”»

59 Pero ni aun así se ponían de acuerdo en sus testimonios.

60 El sumo sacerdote se paró en medio del tribunal y le preguntó a Jesús: «¿No vas a responder? ¡Mira lo que éstos dicen contra ti!»

61 Pero Jesús guardó silencio, y no contestó nada, así que el sumo sacerdote le volvió a preguntar: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?»

62 Jesús le respondió: «Yo soy. Y ustedes verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Poderoso, y venir en las nubes del cielo.»

63 El sumo sacerdote se rasgó entonces sus vestiduras, y dijo: «¿Qué necesidad tenemos de más testigos?

64 ¡Ustedes han oído la blasfemia! ¿Qué les parece?» Y todos ellos lo condenaron y declararon que merecía la muerte.

65 Algunos comenzaron a escupirlo, y mientras le cubrían el rostro y le daban de puñetazos, le decían: «¡Profetiza!» Y también los alguaciles le daban de bofetadas.

Pedro niega a Jesús

66 Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las criadas del sumo sacerdote

67 y, al ver a Pedro calentándose junto al fuego, le dijo: «¡También tú estabas con Jesús el nazareno!»

68 Pero Pedro lo negó, y dijo: «No lo conozco, ni sé de qué hablas.» Y se dirigió a la entrada. En ese momento cantó el gallo.

69 Pero la criada volvió a verlo, y comenzó a decir a los que estaban allí: «¡Éste es uno de ellos!»

70 Pedro volvió a negarlo. Pero poco después los que estaban allí volvieron a decirle: «La verdad es que eres uno de ellos, pues eres galileo.»

71 Pedro comenzó entonces a maldecir y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre, del que ustedes hablan!»

72 En ese mismo instante el gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres veces.» Y al pensar en esto, se echó a llorar.