San Mateo 9

Jesús sana a un paralítico

1 Después de esto, Jesús subió a la barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad.

2 Allí le llevaron un paralítico, tendido sobre una camilla. Cuando Jesús vio la fe de ellos, le dijo al paralítico: «Ten ánimo, hijo; los pecados te son perdonados.»

3 Algunos de los escribas se decían a sí mismos: «Éste blasfema.»

4 Pero Jesús, que conocía los pensamientos de ellos, dijo: «¿Por qué piensan mal dentro de ustedes mismos?

5 ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga “los pecados te son perdonados”, o que le diga “levántate y anda”?

6 Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, “Levántate (dijo éste al paralítico), toma tu camilla, y vete a tu casa.”»

7 Entonces el paralítico se levantó y se fue a su casa.

8 Al ver esto, la gente se quedó asombrada y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Llamamiento de Mateo

9 Al continuar su camino, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado donde se cobraban los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Y Mateo se levantó y lo siguió.

10 Estando Jesús en la casa, sentado a la mesa, muchos cobradores de impuestos y pecadores que habían venido se sentaron también a la mesa, con Jesús y sus discípulos.

11 Cuando los fariseos vieron esto, dijeron a los discípulos: «¿Por qué come su Maestro con cobradores de impuestos y con pecadores?»

12 Al oír esto, Jesús les dijo: «No son los sanos los que necesitan de un médico, sino los enfermos.

13 Vayan y aprendan lo que significa:“Misericordia quiero, y no sacrificio”.Porque no he venido a llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores.»

La pregunta sobre el ayuno

14 Los discípulos de Juan se le acercaron entonces, y le preguntaron: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no?»

15 Jesús les respondió: «¿Acaso los invitados a una boda pueden estar de luto mientras el esposo está con ellos? ¡Claro que no! Pero vendrán días, cuando el esposo les será quitado. Entonces ayunarán.

16 Nadie remienda un vestido viejo con un paño de tela nueva, porque la tela nueva estira la tela vieja, y la rotura se hace peor.

17 Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres, y entonces el vino se derrama y los odres se echan a perder. Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos, y tanto lo uno como lo otro se conserva juntamente.»

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

18 Mientras él les decía estas cosas, un magistrado vino y se arrodilló ante él, y le dijo: «Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y ella volverá a la vida.»

19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.

20 En eso, una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto,

21 pues pensaba: «Si alcanzo a tocar tan sólo su manto, me sanaré.»

22 Pero Jesús se volvió a mirarla y le dijo: «Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado.» Y a partir de ese momento la mujer quedó sana.

23 Cuando Jesús entró en la casa del magistrado, vio a los que tocaban flautas y a la gente que hacía alboroto,

24 y les dijo: «Váyanse, porque la niña no está muerta, sino dormida.» Ellos se burlaron de él.

25 Pero luego de despedir a la gente, él entró y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.

26 Esta noticia se difundió por toda aquella región.

Dos ciegos reciben la vista

27 Cuando Jesús salió de allí, dos ciegos lo siguieron, y a gritos le decían: «¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!»

28 Cuando Jesús llegó a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: «¿Creen que puedo hacer esto?» Ellos dijeron: «Sí, Señor.»

29 Entonces les tocó los ojos, y les dijo: «Que se haga con ustedes conforme a su fe.»

30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Pero Jesús les encargó con mucha firmeza: «Asegúrense de que nadie sepa esto.»

31 Sin embargo, en cuanto ellos salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella región.

Un mudo habla

32 En el momento en que salían, le trajeron a Jesús un mudo que estaba endemoniado.

33 En cuanto el demonio fue expulsado, el mudo comenzó a hablar. Y la gente se asombraba y decía: «¡Nunca se ha visto nada igual en Israel!»

34 Pero los fariseos decían: «Éste expulsa a los demonios por el poder del príncipe de los demonios.»

La mies es mucha

35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

36 Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor.

37 Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores.

38 Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.»

San Mateo 10

Elección de los doce apóstoles

1 Jesús reunió a sus doce discípulos, y les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

2 Éstos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; luego Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo;

3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el cobrador de impuestos, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo,

4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, que después lo traicionó.

Misión de los doce

5 Jesús envió a estos doce, con las siguientes instrucciones: «No vayan por camino de paganos, ni entren en ciudad de samaritanos,

6 sino vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7 Vayan y prediquen: “El reino de los cielos se ha acercado.”

8 Sanen enfermos, limpien leprosos, resuciten muertos y expulsen demonios. Den gratuitamente lo que gratuitamente recibieron.

9 No lleven consigo oro ni plata ni cobre,

10 ni mochila para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el obrero es digno de su alimento.

11 En cualquier ciudad o aldea a la que lleguen, busquen a alguien que sea digno, y quédense allí hasta que salgan.

12 Al entrar en la casa, saluden.

13 Si la casa es digna, recibirá la paz que ustedes le deseen; pero si no es digna, ese deseo de paz se volverá a ustedes.

14 Si alguien no los recibe, ni oye sus palabras, salgan de aquella casa o ciudad, y sacúdanse el polvo de los pies.

15 De cierto les digo que, en el día del juicio, el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra,será más tolerable que para aquella ciudad.

Persecuciones venideras

16 »Tengan ustedes en cuenta que los estoy enviando como a ovejas en medio de lobos;así que sean prudentes como serpientes y sencillos como palomas.

17 Cuídense de la gente, porque los entregarán a los tribunales, y los azotarán en las sinagogas;

18 y por causa de mí, incluso los harán comparecer ante gobernadores y reyes, para que den testimonio ante ellos y ante las naciones.

19 Pero cuando ustedes sean entregados, no se preocupen por lo que han de decir, ni por cómo habrán de decirlo, porque en ese momento se les dará lo que tienen que decir.

20 Porque no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.

21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.

22 Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará,pero el que resista hasta el fin será salvado.

23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra; porque de cierto les digo que no terminarán de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre.

24 El discípulo no es más que su maestro,ni el siervo más que su señor.

25 Al discípulo debe bastarle con ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú,¿cuánto más a los de su familia?

A quién se debe temer

26 »Así que, no los teman, porque no hay nada encubierto que no haya de ser manifestado, ni nada oculto que no haya de saberse.

27 Lo que les digo en las tinieblas, díganlo en la luz; y lo que oyen al oído, proclámenlo desde las azoteas.

28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien, teman a aquel que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.

29 ¿Acaso no se venden dos pajarillos por unas cuantas monedas? Aun así, ni uno de ellos cae a tierra sin que el Padre de ustedes lo permita,

30 pues aun los cabellos de ustedes están todos contados.

31 Así que no teman, pues ustedes valen más que muchos pajarillos.

32 A cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Jesús, causa de división

34 »No piensen que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.

35 He venido para poner al hijo contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra.

36 Los enemigos del hombre serán los de su casa.

37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.

38 El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

Recompensas

40 »El que los recibe a ustedes, me recibe a mí;y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.

41 El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá igual recompensa que el profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, recibirá igual recompensa que el justo.

42 De cierto les digo que cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos aunque sea un vaso de agua fría, por tratarse de un discípulo, no perderá su recompensa.»

San Mateo 11

Los mensajeros de Juan el Bautista

1 Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en otras ciudades.

2 Juan, que estaba en la cárcel, se enteró de los hechos de Cristo y envió a dos de sus discípulos

3 para que le preguntaran: «¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?»

4 Jesús les respondió: «Vuelvan y cuéntenle a Juan las cosas que han visto y oído.

5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen,los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncian las buenas noticias.

6 Bienaventurado el que no tropieza por causa de mí.»

7 Mientras ellos se iban, Jesús comenzó a decir a la gente acerca de Juan: «¿Qué fueron ustedes a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

8 ¿Qué fueron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa elegante? Los que se visten con ropa elegante se encuentran en los palacios.

9 Pero ¿qué es lo que ustedes fueron a ver? ¿A un profeta? Yo les digo que sí, ¡y a alguien mayor que un profeta!

10 Porque éste es de quien está escrito:

“Yo envío mi mensajero delante de ti,

El cual preparará tu camino.”

11 »De cierto les digo que, entre los que nacen de mujer, no ha surgido nadie mayor que Juan el Bautista. Aun así, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.

12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

13 Y todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

14 Si quieren recibirlo, él es Elías, el que había de venir.

15 El que tenga oídos para oír, que oiga.

16 Pero ¿con qué compararé a esta generación? Se parece a los niños que se sientan en las plazas y les gritan a sus compañeros:

17 “Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron; entonamos cantos fúnebres, y ustedes no lloraron.”

18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen que tiene un demonio;

19 luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y lo califican de glotón y borracho, y de ser amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. Pero a la sabiduría la reivindican sus hijos.»

Ayes sobre las ciudades impenitentes

20 Jesús comenzó entonces a reprender a las ciudades donde había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido. Les decía:

21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidónse hubieran hecho los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que en cilicio y cubiertas de ceniza ellas habrían mostrado su arrepentimiento.

22 Por tanto les digo que, en el día del juicio, el castigo para Tiro y para Sidón será más tolerable que para ustedes.

23 Y tú, Cafarnaún, que te elevas hasta el cielo, hasta el Hadescaerás abatida.Porque si en Sodomase hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, hasta el día de hoy habría permanecido.

24 Por tanto les digo que, en el día del juicio, el castigo para Sodomaserá más tolerable que para ti.»

Vengan a mí y descansen

25 En ese momento, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque estas cosas las escondiste de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.

26 Sí, Padre, porque así te agradó.

27 El Padre me ha entregado todas las cosas,y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo,y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.

28 Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar.

29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma;

30 porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana.»

San Mateo 12

Los discípulos recogen espigas en el día de reposo

1 En aquel tiempo, al pasar Jesús por los sembrados en un día de reposo, sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigasy a comerlas.

2 Cuando los fariseos vieron esto, le dijeron: «¡Fíjate! Tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en el día de reposo.»

3 Pero él les dijo: «¿No han leído ustedes lo que hizo David, cuando él y sus acompañantes tuvieron hambre?

4 ¡Pues entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición!Panes que ni a él ni a sus acompañantes les estaba permitido comer, sino solamente a los sacerdotes.

5 ¿O no han leído ustedes en la ley que, en el día de reposo, los sacerdotes que están en el templo profanan el día de reposo, y no se les culpa de nada?

6 Pues yo les digo que aquí está uno mayor que el templo.

7 Si ustedes supieran lo que significa:“Misericordia quiero, y no sacrificio”,no condenarían a los inocentes;

8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.»

El hombre de la mano atrofiada

9 Al salir de allí, Jesús fue a la sinagoga del lugar.

10 Allí había un hombre que tenía atrofiada una mano. Para poder acusar a Jesús, algunos le preguntaron: «¿Está permitido sanar en el día de reposo?»

11 Él les respondió: «¿Quién de ustedes, si tiene una oveja, y ésta se cae en un hoyo en día de reposo, no va y la saca?

12 ¡Y un hombre vale mucho más que una oveja! Por consiguiente, está permitido hacer el bien en los días de reposo.»

13 Entonces le dijo a aquel hombre: «Extiende tu mano.» El hombre la extendió, y su mano le quedó tan sana como la otra.

14 Pero los fariseos, en cuanto se fueron, conspiraron para matar a Jesús.

El siervo escogido

15 Cuando Jesús supo esto, se alejó de allí. Pero mucha gente lo siguió, y él los sanó a todos,

16 aunque les encargaba con firmeza que no lo descubrieran,

17 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:

18 «Éste es mi siervo, a quien he escogido;

mi Amado, en quien se complace mi alma.

Pondré mi Espíritu sobre él,

y a las naciones anunciará juicio.

19 No disputará, ni gritará,

ni nadie oirá su voz en las calles.

20 No quebrará la caña cascada,

ni apagará la mecha humeante,

hasta que haga triunfar la justicia.

21 En su nombre esperarán las naciones.»

La blasfemia contra el Espíritu Santo

22 Un día le llevaron un endemoniado ciego y mudo, y él lo sanó, así que el ciego y mudo podía ver y hablar.

23 Toda la gente estaba atónita, y decía: «¿Será éste el Hijo de David?»

24 Los fariseos, al oírlo, decían: «Éste expulsa los demonios por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios.»

25 Pero Jesús, que sabía lo que ellos pensaban, les dijo: «Todo reino dividido internamente acaba en la ruina. No hay casa o ciudad que permanezca, si internamente está dividida.

26 Así que, si Satanás expulsa a Satanás, se estará dividiendo a sí mismo; y así, ¿cómo podrá permanecer su reino?

27 Si yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú, ¿por el poder de quién los expulsan los hijos de ustedes? Por lo tanto, ellos serán los jueces de ustedes.

28 Pero si yo expulso a los demonios por el poder del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes.

29 Porque ¿cómo va a entrar alguien en la casa de un hombre fuerte, y cómo va a saquear sus bienes, si antes no lo ata? Sólo así podrá saquear su casa.

30 El que no está conmigo, está contra mí;y el que no recoge conmigo, desparrama.

31 Por tanto, les digo: A ustedes se les perdonará todo pecado y blasfemia, excepto la blasfemia contra el Espíritu.

32 Cualquiera que hable mal del Hijo del Hombre, será perdonado; pero el que hable contra el Espíritu Santo no será perdonado, ni en este tiempo ni en el venidero.

33 Si el árbol es bueno, también su fruto es bueno; pero si el árbol es malo, también su fruto es malo. Al árbol se le conoce por sus frutos.

34 ¡Generación de víboras!¿Cómo pueden decir cosas buenas, si son malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

35 El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro de su corazón; el hombre malo saca cosas malas de su mal tesoro.

36 Pero yo les digo que, en el día del juicio, cada uno de ustedes dará cuenta de cada palabra ociosa que haya pronunciado.

37 Porque por tus palabras serás reivindicado, y por tus palabras serás condenado.»

La generación perversa demanda señal

38 Entonces algunos de los escribas y de los fariseos le dijeron: «Maestro, deseamos ver una señal tuya.»

39 Pero él les dijo: «La generación mala y adúltera demanda una señal,pero no tendrán más señal que la del profeta Jonás.

40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez,así también el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la tierra.

41 En el juicio, los habitantes de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás,y aquí hay alguien que es más grande que Jonás.

42 En el juicio, la reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón,y aquí hay alguien que es más grande que Salomón.

El espíritu inmundo que vuelve

43 »Cuando el espíritu impuro sale del hombre, anda por lugares áridos en busca de reposo, y no lo halla.

44 Entonces dice: “Volveré a mi casa, de donde salí.” Y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada.

45 Entonces va y trae otros siete espíritus peores que él, y entran y allí se quedan a vivir. ¡Y el estado final de aquel hombre resulta ser peor que el primero! Así también le pasará a esta generación malvada.»

La madre y los hermanos de Jesús

46 Mientras Jesús hablaba con la gente, su madre y sus hermanos estaban afuera, y querían hablar con él.

47 Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.»

48 Él respondió al que le dijo esto: «¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?»

49 Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: «Mi madre y mis hermanos están aquí.

50 Porque todos los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos son mis hermanos, mis hermanas, y mi madre.»

San Mateo 13

Parábola del sembrador

1 Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a la orilla del lago.

2 Como mucha gente se le acercó, él se subió a una barca y se sentó,mientras que la gente se quedó en la playa.

3 Entonces por parábolas les habló de muchas cosas. Les dijo: «El sembrador salió a sembrar.

4 Al sembrar, una parte de las semillas cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron.

5 Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra, y pronto brotó, porque la tierra no era profunda;

6 pero en cuanto salió el sol, se quemó y se secó, porque no tenía raíz.

7 Otra parte cayó entre espinos, pero los espinos crecieron y la ahogaron.

8 Pero una parte cayó en buena tierra, y rindió una cosecha de cien, sesenta, y hasta treinta semillas por una.

9 El que tenga oídos para oír, que oiga.»

Propósito de las parábolas

10 Los discípulos se acercaron y le preguntaron: «¿Por qué les hablas por parábolas?»

11 Él les respondió: «Porque a ustedes se les concede entender el misterio del reino de los cielos, pero a ellos no.

12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.

13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.

14 De manera que en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dijo:

“Ustedes oirán con sus oídos, pero no entenderán;

y verán con sus ojos, pero no percibirán.

15 Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido;

con dificultad oyen con los oídos,

y han cerrado sus ojos;

no sea que con sus ojos vean,

y con sus oídos oigan,

y con su corazón entiendan

Y se vuelvan a mí,

Y yo los sane.”

16 Pero dichosos los ojos de ustedes, porque ven; y los oídos de ustedes, porque oyen.

17 Porque de cierto les digo, que muchos profetas y hombres justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.

Jesús explica la parábola del sembrador

18 »Escuchen ahora lo que significa la parábola del sembrador:

19 Cuando alguien oye la palabra del reino, y no la entiende, viene el maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino.

20 El que oye la palabra es la semilla sembrada entre las piedras, que en ese momento la recibe con gozo,

21 pero su gozo dura poco por tener poca raíz; al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, se malogra.

22 La semilla sembrada entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, por lo que ésta no llega a dar fruto.

23 Pero la semilla sembrada en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, y produce cien, sesenta, y treinta semillas por cada semilla sembrada.»

Parábola del trigo y la cizaña

24 Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;

25 pero, mientras dormían los trabajadores, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.

26 Cuando el trigo brotó y dio fruto, apareció también la cizaña.

27 Entonces, los siervos fueron a preguntarle al dueño del terreno: “Señor, ¿acaso no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde salió la cizaña?”

28 El dueño les dijo: “Esto lo ha hecho un enemigo.” Los siervos le preguntaron: “¿Quieres que vayamos y la arranquemos?”

29 Y él les respondió: “No, porque al arrancar la cizaña podrían también arrancar el trigo.

30 Dejen que crezcan lo uno y lo otro hasta la cosecha. Cuando llegue el momento de cosechar, yo les diré a los segadores que recojan primero la cizaña y la aten en manojos, para quemarla, y que después guarden el trigo en mi granero.”»

Parábola de la semilla de mostaza

31 Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre sembró en su campo.

32 Sin duda, ésta es la más pequeña de todas las semillas; pero, cuando crece, es la más grande de las plantas; se hace árbol, y hasta las aves del cielo vienen y hacen nidos en sus ramas.»

Parábola de la levadura

33 Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina, hasta que toda la harina fermentó.»

El uso que Jesús hace de las parábolas

34 De todo esto habló Jesús con la gente por parábolas, y no les hablaba de otra manera,

35 para que se cumpliera lo dicho por el profeta:

«Abriré mi boca y en parábolas

hablaré de cosas escondidas

desde la fundación del mundo.»

Jesús explica la parábola de la cizaña

36 Luego de despedir a la gente, Jesús entró en la casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.»

37 Él les dijo: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.

38 El campo es el mundo, la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno.

39 El enemigo que la sembró es el diablo, la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

40 Y así como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así también será en el fin de este mundo.

41 El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y ellos recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen lo malo,

42 y los echarán en el horno de fuego; allí habrá llanto y rechinar de dientes.

43 Entonces, en el reino de su Padre los justos resplandecerán como el sol. El que tenga oídos, que oiga.

El tesoro escondido

44 »Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. Cuando alguien encuentra el tesoro, lo esconde de nuevo y, muy feliz, va y vende todo lo que tiene, y compra ese campo.

La perla de gran precio

45 »También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca buenas perlas,

46 y que cuando encuentra una perla preciosa, va y vende todo lo que tiene, y compra la perla.

La red

47 »Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que, lanzada al agua, recoge toda clase de peces.

48 Una vez que se llena, la sacan a la orilla, y los pescadores se sientan a echar el buen pescado en cestas, y desechan el pescado malo.

49 Así será el fin del mundo: los ángeles saldrán y apartarán de los hombres justos a la gente malvada,

50 y a esta gente la echarán en el horno de fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.»

Tesoros nuevos y viejos

51 Jesús les preguntó: «¿Han comprendido todo esto?» Ellos respondieron: «Sí, Señor.»

52 Él les dijo: «Por eso todo escriba que ha sido instruido en el reino de los cielos es semejante al dueño de una casa, que de su tesoro saca cosas nuevas y cosas viejas.»

Jesús en Nazaret

53 Cuando Jesús terminó de exponer estas parábolas, se fue de allí.

54 Al llegar a su tierra, les enseñaba en la sinagoga del lugar. La gente se asombraba y decía: «¿De dónde le viene a éste la sabiduría? ¿Cómo es que hace estos milagros?

55 ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos son Jacobo, José, Simón y Judas?

56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?»

57 Y les era muy difícil entenderlo. Pero Jesús les dijo: «No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su propia familia.»

58 Y por la incredulidad de ellos no hizo allí muchos milagros.

San Mateo 14

Muerte de Juan el Bautista

1 Por esos días Herodes el tetrarca se enteró de la fama de Jesús,

2 y les dijo a sus criados: «Éste es Juan el Bautista, que ha resucitado de los muertos. Por eso operan en él estos poderes.»

3 Y es que Herodes había aprehendido a Juan, y lo había encadenado y metido en la cárcel. Lo había hecho por causa de Herodías, la mujer de Felipe su hermano,

4 pues Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»,

5 Herodes quería matarlo, pero tenía miedo porque la gente veía a Juan como un profeta.

6 En el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y tanto agradó esto a Herodes

7 que bajo juramento prometió darle todo lo que ella le pidiera.

8 Ella, instigada por su madre, le dijo: «Entrégame aquí, en un plato, la cabeza de Juan el Bautista.»

9 Esto entristeció mucho al rey, pero a causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se le concediera su deseo

10 y ordenó decapitar a Juan en la cárcel.

11 Llevaron entonces la cabeza de Juan en un plato, y se la dieron a la muchacha; y ella se la entregó a su madre.

12 Más tarde, los discípulos de Juan fueron y tomaron el cuerpo, lo enterraron y fueron a darle las noticias a Jesús.

Alimentación de los cinco mil

13 Cuando Jesús se enteró, se fue de allí en una barca, a un lugar apartado. Cuando la gente lo supo, lo siguió a pie desde las ciudades.

14 Cuando Jesús salió de la barca y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos.

15 Ya anochecía cuando sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: «Ya es muy tarde, y en este lugar no hay nada. Despide a toda esta gente, para que vayan a las aldeas y compren de comer.»

16 Jesús les dijo: «No tienen por qué irse. Denles ustedes de comer.»

17 Ellos le dijeron: «Aquí tenemos sólo cinco panes y dos pescados.»

18 Él les dijo: «Tráiganmelos acá.»

19 Mandó entonces a la gente que se recostara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo los bendijo, los partió, y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.

20 Todos comieron, y quedaron satisfechos; y de lo que sobró se recogieron doce cestas llenas.

21 Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y los niños.

Jesús camina sobre las aguas

22 Enseguida, Jesús hizo que sus discípulos entraran en la barca y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.

23 Luego de despedir a la gente, subió al monte a orar aparte. Cuando llegó la noche, Jesús estaba allí solo.

24 La barca ya estaba a la mitad del lago, azotada por las olas, porque tenían el viento en contra.

25 Pero ya cerca del amanecer Jesús fue hacia ellos caminando sobre las aguas.

26 Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre las aguas, se asustaron y, llenos de miedo, gritaron: «¡Un fantasma!»

27 Pero enseguida Jesús les dijo: «¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!»

28 Pedro le dijo: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya hacia ti sobre las aguas.»

29 Y él le dijo: «Ven.» Entonces Pedro salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús.

30 Pero al sentir la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: «¡Señor, sálvame!»

31 Al momento, Jesús extendió la mano y, mientras lo sostenía, le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?»

32 Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó.

33 Entonces los que estaban en la barca se acercaron y lo adoraron, diciendo: «Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios.»

Jesús sana a los enfermos en Genesaret

34 Terminada la travesía, fueron a la tierra de Genesaret,

35 y cuando la gente de aquel lugar lo reconoció, lo hizo saber por toda aquella tierra. Entonces le llevaron todos los enfermos

36 y le rogaban que los dejara tocar al menos el borde de su manto. ¡Y todos los que lo tocaban quedaban sanos!

San Mateo 15

La verdadera contaminación

1 Ciertos escribas y fariseos de Jerusalén se acercaron entonces a Jesús, y le preguntaron:

2 «¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? ¡No se lavan las manos cuando comen pan!»

3 Él les respondió: «¿Por qué también ustedes quebrantan el mandamiento de Dios por causa de su tradición?

4 Porque Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”;también: “El que maldiga al padre o a la madre, morirá irremisiblemente.”

5 Pero ustedes dicen: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre: ‘Todo aquello con lo que podría ayudarte es mi ofrenda a Dios’,

6 ya no tiene que honrar a su padre o a su madre.” Y así, por la tradición de ustedes, invalidan el mandamiento de Dios.

7 ¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo:

8 “Este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

9 No tiene sentido que me honren,

si sus enseñanzas son mandamientos humanos.”»

10 Luego, Jesús convocó a la multitud y les dijo: «Escúchenme, y entiendan:

11 Lo que contamina al hombre no es lo que entra por su boca. Por el contrario, lo que contamina al hombre es lo que sale de su boca.»

12 Entonces sus discípulos se le acercaron y le preguntaron: «¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron estas palabras?»

13 Él les respondió: «Toda planta que mi Padre celestial no ha plantado, será arrancada de raíz.

14 Déjenlos, pues son ciegos que guían a otros ciegos; y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo.»

15 Pedro le dijo: «Explícanos esta parábola.»

16 Jesús les dijo: «¿Tampoco ustedes han podido entender?

17 ¿No entienden que todo lo que entra por la boca se va al vientre, y luego se echa en la letrina?

18 Pero lo que sale de la boca, sale del corazón;y esto es lo que contamina al hombre.

19 Porque del corazón salen los malos deseos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias.

20 Estas cosas son las que contaminan al hombre. El comer sin lavarse las manos no contamina a nadie.»

La fe de la mujer cananea

21 Cuando Jesús salió de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.

22 De pronto salió una mujer cananea de aquella región, y a gritos le decía: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! ¡A mi hija la atormenta un demonio!»

23 Pero Jesús no le dijo una sola palabra. Entonces sus discípulos se acercaron a él y le rogaron: «Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros.»

24 Él respondió: «Yo no fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»

25 Entonces ella vino, se postró ante él, y le dijo: «¡Señor, ayúdame!»

26 Él le dijo: «No está bien tomar el pan que es de los hijos, y echarlo a los perritos.»

27 Ella respondió: «Cierto, Señor. Pero aun los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»

28 Entonces, Jesús le dijo: «¡Ah, mujer, tienes mucha fe! ¡Que se haga contigo tal y como quieres!» Y desde ese mismo instante su hija quedó sana.

Jesús sana a muchos

29 Jesús se fue de allí y llegó a la orilla del lago de Galilea. Luego, subió al monte y se sentó allí.

30 Mucha gente se le acercó. Llevaban cojos, ciegos, mudos, mancos, y muchos otros enfermos, y los pusieron a los pies de Jesús, y él los sanó.

31 La multitud se quedaba asombrada, y al ver que los mudos hablaban, los mancos eran sanados, los cojos andaban y los ciegos veían, glorificaban al Dios de Israel.

Alimentación de los cuatro mil

32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Esta gente me parte el corazón. Hace ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. Y no quisiera enviarlos en ayunas, pues se pueden desmayar en el camino.»

33 Entonces sus discípulos le dijeron: «Y en este lugar tan apartado, ¿de dónde vamos a sacar pan para saciar a una multitud tan grande?»

34 Jesús les preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Ellos le respondieron: «Siete, y unos cuantos pescaditos.»

35 Entonces mandó que la multitud se recostara en el suelo,

36 luego tomó los siete panes y los pescados, dio gracias, y los partió y dio a sus discípulos, y ellos a la multitud.

37 Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de lo que sobró se recogieron siete canastas llenas.

38 Y los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres y los niños.

39 Luego de despedir a la gente, Jesús entró en la barca y se fue a la región de Magdala.

San Mateo 16

La demanda de una señal

1 Los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús para ponerlo a prueba, y le pidieron que les mostrara una señaldel cielo.

2 Pero él les dijo: «Al llegar la noche, ustedes dicen: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojizo.”

3 Por la mañana, ustedes dicen: “Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojizo y nublado.” ¡Bien que saben distinguir el aspecto del cielo, pero no pueden distinguir las señales de los tiempos!

4 La generación mala y adúltera demanda una señal,pero no recibirá más señal que la del profeta Jonás.»Y los dejó y se fue.

La levadura de los fariseos

5 Los discípulos llegaron al otro lado, pero se olvidaron de llevar pan.

6 En eso, Jesús les dijo: «Abran los ojos y cuídense de la levadura de los fariseosy de los saduceos.»

7 Ellos comentaban entre sí: «Dice esto porque no trajimos pan.»

8 Pero Jesús se dio cuenta y les dijo: «Hombres de poca fe. ¿Por qué discuten entre ustedes que no tienen pan?

9 ¿Todavía no entienden, ni se acuerdan de los cinco panes entre cinco mil hombres,y cuántas cestas recogieron?

10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil,y cuántas canastas recogieron?

11 ¿Cómo es que no entienden? Si les dije que se cuidaran de la levadura de los fariseos y de los saduceos, no fue por el pan.»

12 Entonces ellos entendieron que no les había dicho que se cuidaran de la levadura del pan, sino de las enseñanzas de los fariseos y de los saduceos.

La confesión de Pedro

13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?»

14 Ellos dijeron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; y otros, que es Jeremías o alguno de los profetas.»

15 Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»

16 Simón Pedro respondió: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!»

17 Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos.

18 Y yo te digo que tú eres Pedro,y sobre esta rocaedificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla.

19 A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.»

20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era Jesús, el Cristo.

Jesús anuncia su muerte

21 Desde entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y morir, y resucitar al tercer día.

22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reconvenirlo: «Señor, ¡ten compasión de ti mismo! ¡Que esto jamás te suceda!»

23 Pero él se volvió y le dijo a Pedro: «¡Aléjate de mi vista, Satanás! ¡Me eres un tropiezo! ¡Tú no piensas en las cosas de Dios, sino en cuestiones humanas!»

24 A sus discípulos Jesús les dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.

25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

26 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma?

27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles,y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

28 De cierto les digo que algunos de los que están aquí no morirán hasta que hayan visto al Hijo del Hombre venir en su reino.»

San Mateo 17

La transfiguración

1 Seis días después Jesús se llevó aparte a Pedro, a Jacobo y a su hermano Juan. Los llevó a un monte alto,

2 y allí se transfiguró delante de ellos.Su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

3 De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, y hablaban con él.

4 Pedro dijo entonces a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es para nosotros estar aquí! Si quieres, podemos hacer tres cobertizos: uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías.»

5 Todavía estaba hablando cuando una nube de luz los cubrió, y desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.¡Escúchenlo!»

6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, llenos de miedo;

7 pero Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: «Levántense; no tengan miedo.»

8 Y cuando ellos alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.

9 Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó: «No digan nada a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.»

10 Entonces sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?»

11 Jesús les respondió: «A decir verdad, Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas.

12 Pero yo les digo que Elías ya vino,y no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. Así también el Hijo del Hombre padecerá a manos de ellos.»

13 Al escuchar esto, los discípulos comprendieron que les estaba hablando de Juan el Bautista.

Jesús sana a un muchacho lunático

14 Cuando llegaron a donde estaba la multitud, un hombre se le acercó, se arrodilló delante de él, y le dijo:

15 «¡Señor, ten compasión de mi hijo! Es lunático, y padece muchísimo. Muchas veces se cae en el fuego, y muchas otras en el agua.

16 Lo he llevado a tus discípulos, pero no lo han podido sanar.»

17 Jesús dijo: «¡Ay, gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? ¡Tráiganmelo acá!»

18 Jesús reprendió entonces al demonio, y éste salió del muchacho, y desde aquel mismo instante el muchacho quedó sano.

19 Después los discípulos hablaron con Jesús aparte, y le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»

20 Jesús les dijo: «Porque ustedes tienen muy poca fe. De cierto les digo, que si tuvieran fe como un grano de mostaza, le dirían a este monte: “Quítate de allí y vete a otro lugar”, y el monte les obedecería.¡Nada sería imposible para ustedes!»

21 [Pero este género no sale sino con oración y ayuno.]

Jesús anuncia otra vez su muerte

22 Cuando ellos estaban en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del Hombre será entregado a los poderes de este mundo,

23 y lo matarán, pero al tercer día resucitará.» Al oír esto, ellos se entristecieron mucho.

Pago del impuesto del templo

24 Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban las dos dracmas se acercaron a Pedroy le dijeron: «¿Su Maestro no paga las dos dracmas?»

25 Él les respondió que sí. Pero cuando Pedro entró en la casa, Jesús le habló primero y le dijo: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños?»

26 Pedro le respondió: «De los extraños». Jesús le dijo: «Por lo tanto, los hijos quedan exentos de pagarlos.

27 Sin embargo, para no ofenderlos, ve al lago, echa el anzuelo, y toma el primer pez que saques. Al abrirle la boca, hallarás una moneda. Tómala, y dásela a ellos por ti y por mí.»

San Mateo 18

¿Quién es el mayor?

1 En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús, y le preguntaron: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?»

2 Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos,

3 y dijo: «De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos.

4 Así que, cualquiera que se humilla como este niño es el mayor en el reino de los cielos;

5 y cualquiera que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.

Ocasiones de caer

6 »A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo hundieran en el fondo del mar.

7 »¡Ay del mundo por los tropiezos! Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquél por quien viene el tropiezo!

8 Por tanto, si tu mano o tu pie te llevan a pecar, córtatelos y deséchalos. Es mejor que entres en la vida cojo o manco, y no que tengas las dos manos o los dos pies y seas echado en el fuego eterno.

9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y deséchalo. Es mejor que entres en la vida con un solo ojo, y no que tengas los dos ojos y seas echado en el infierno de fuego.

Parábola de la oveja perdida

10 »Tengan cuidado de no menospreciar a uno de estos pequeños, porque yo les digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.

11 Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdido.

12 ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las otras noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se ha perdido?

13 Si llega a encontrarla, de cierto les digo que se regocijará más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se perdieron.

14 Del mismo modo, el Padre de ustedes, que está en los cielos, no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.

Cómo se debe perdonar al hermano

15 »Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo cuando él y tú estén solos. Si te hace caso, habrás ganado a tu hermano.

16 Pero si no te hace caso, haz que te acompañen uno o dos más, para que todo lo que se diga conste en labios de dos o tres testigos.

17 Si tampoco a ellos les hace caso, hazlo saber a la iglesia; y si tampoco a la iglesia le hace caso, ténganlo entonces por gentil y cobrador de impuestos.

18 De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo.

19 Una vez más les digo, que si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá.

20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.»

21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: «Señor, si mi hermano peca contra mí, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»

22 Jesús le dijo: «No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Los dos deudores

23 »Por eso, el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.

24 Cuando comenzó a hacer cuentas, le llevaron a uno que le debía plata por millones.

25 Como éste no podía pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer y sus hijos, y con todo lo que tenía, para que la deuda quedara pagada.

26 Pero aquel siervo se postró ante él, y le suplicó: “Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.”

27 El rey de aquel siervo se compadeció de él, lo dejó libre y le perdonó la deuda.

28 Cuando aquel siervo salió, se encontró con uno de sus consiervos, que le debía cien días de salario, y agarrándolo por el cuello le dijo: “Págame lo que me debes.”

29 Su consiervo se puso de rodillas y le rogó: “Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.”

30 Pero aquél no quiso, sino que lo mandó a la cárcel hasta que pagara la deuda.

31 Cuando sus consiervos vieron lo que pasaba, se pusieron muy tristes y fueron a contarle al rey todo lo que había pasado.

32 Entonces el rey le ordenó presentarse ante él, y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella gran deuda, porque me rogaste.

33 ¿No debías tú tener misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti?”

34 Y muy enojado, el rey lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía.

35 Así también mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de todo corazón a sus hermanos.»