San Mateo 19

Jesús enseña sobre el divorcio

1 Cuando Jesús terminó de decir esto, se alejó de Galilea y fue a las regiones de Judea, al otro lado del Jordán.

2 Grandes multitudes lo siguieron, y él los sanó allí.

3 Entonces se le acercaron los fariseos, y para ponerlo a prueba le dijeron: «¿Es lícito que un hombre se divorcie de su mujer por cualquier causa?»

4 Él les respondió: «¿Acaso no han leído que al principio el Creador “hombre y mujer los creó”?

5 Y agregó: “Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser.”

6 Así que ya no son dos, sino un solo ser. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe nadie.»

7 Le preguntaron: «Entonces, ¿por qué Moisés mandó darle a la esposa un certificado de divorcio y despedirla»?

8 Él les respondió: «Moisés les permitió hacerlo porque ustedes tienen muy duro el corazón, pero al principio no fue así.

9 Y yo les digo que, salvo por causa de fornicación, cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio. Y el que se casa con la divorciada, también comete adulterio.»

10 Sus discípulos le dijeron: «Si tal es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.»

11 Y él les respondió: «No todos pueden comprender esto, sino sólo quienes tienen este don.

12 Porque hay eunucos que así nacieron del vientre de su madre, hay otros a quienes los hombres han hecho eunucos, y aun hay otros que a sí mismos se hacen eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de comprender esto, que lo comprenda.»

Jesús bendice a los niños

13 Entonces le llevaron unos niños, para que pusiera las manos sobre ellos y orara, pero los discípulos los reprendieron.

14 Entonces Jesús dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de los cielos es de los que son como ellos.»

15 Y luego de poner las manos sobre ellos, se fue de allí.

El joven rico

16 De pronto vino uno y le dijo: «Maestro, ¿qué de bueno debo hacer para obtener la vida eterna?»

17 Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo “bueno”? Uno solo es bueno. Pero si quieres entrar en la vida, practica los mandamientos.»

18 Aquél preguntó: «¿Cuáles?» Y Jesús respondió: «No matarás.No adulterarás.No hurtarás.No dirás falso testimonio.

19 Honra a tu padre y a tu madre.Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»

20 El joven le dijo: «Todo esto lo he cumplido desde mi juventud. ¿Qué más me falta?»

21 Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.»

22 Cuando el joven oyó estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «De cierto les digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.

24 Una vez más les digo, que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios.»

25 Cuando sus discípulos oyeron esto, se quedaron muy sorprendidos y dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»

26 Jesús los miró y les dijo: «Para los hombres, esto es imposible; pero para Dios todo es posible.»

27 Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. ¿Qué ganaremos con eso?»

28 Jesús les dijo: «De cierto les digo que cuando todo sea hecho nuevoy el Hijo del Hombre ocupe el trono de su gloria,también ustedes, los que me han seguido, ocuparán doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

29 Cualquiera que, por causa de mi nombre, haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, mujer, hijos, o tierras, recibirá cien veces más, y también heredará la vida eterna.

30 Muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y los que ahora son los últimos serán los primeros.

San Mateo 20

La viña y los viñadores

1 »El reino de los cielos es semejante al dueño de una finca, que salió por la mañana a contratar trabajadores para su viña.

2 Convino con ellos en que les pagaría el salario de un día, y los envió a su viña.

3 Como a las nueve de la mañana, salió y vio en la plaza a otros que estaban desocupados,

4 y les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña, y les pagaré lo que sea justo.” Y ellos fueron.

5 Cerca del mediodía volvió a salir, y lo mismo hizo a las tres de la tarde,

6 y cuando salió cerca de las cinco de la tarde halló a otros que estaban desocupados, y les dijo: “¿Por qué se han pasado todo el día aquí, sin hacer nada?”

7 Le respondieron: “Es que nadie nos ha contratado.” Él les dijo: “Vayan también ustedes a la viña.”

8 Cuando llegó la noche, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los trabajadores y págales su jornal.Comienza por los últimos y termina por los primeros.”

9 Los que habían llegado cerca de las cinco de la tarde pasaron y cada uno recibió el salario de un día de trabajo.

10 Cuando pasaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero cada uno de ellos recibió también el salario de un día de trabajo.

11 Al recibirlo, comenzaron a murmurar contra el dueño de la finca.

12 Decían: “Estos últimos han trabajado una sola hora, y les has pagado lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el cansancio y el calor del día.”

13 El dueño le dijo a uno de ellos: “Amigo mío, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el salario de un día?

14 Ésa es tu paga. Tómala y vete. Si yo quiero darle a este último lo mismo que te doy a ti,

15 ¿no tengo el derecho de hacer lo que quiera con lo que es mío? ¿O acaso tienes envidia, porque yo soy bueno?”

16 Así que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros.»

Nuevamente Jesús anuncia su muerte

17 Mientras Jesús subía a Jerusalén, en el camino llevó aparte a sus doce discípulos, y les dijo:

18 «Como pueden ver, ahora vamos camino a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte.

19 Lo entregarán a los no judíos, para que se burlen de él y lo azoten, y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará.»

Petición de Santiago y de Juan

20 En ese momento la madre de los hijos de Zebedeo se acercó con sus hijos a Jesús, y se postró ante él para pedirle algo.

21 Él le dijo: «¿Qué es lo que quieres?» Ella le respondió: «Manda que en tu reino mis dos hijos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

22 Jesús le respondió: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Acaso pueden beber del mismo vaso del que yo he de beber?» Y ellos le dijeron: «Sí podemos.»

23 Él les dijo: «A decir verdad, beberán de mi vaso; pero el sentarse a mi derecha y a mi izquierda no me corresponde concederlo, pues ya es de aquellos para quienes mi Padre lo ha preparado.»

24 Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos.

25 Entonces Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones las dominan, y los poderosos les imponen su autoridad.

26 Pero entre ustedes no debe ser así.Más bien, aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor;

27 y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo.

28 Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.»

Dos ciegos reciben la vista

29 Cuando ellos salieron de Jericó, una gran multitud seguía a Jesús.

30 Junto al camino estaban sentados dos ciegos que, al oír que Jesús pasaba, gritaron: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!»

31 La gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban aún más: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!»

32 Entonces Jesús se detuvo, llamó a los ciegos y les preguntó: «¿Qué quieren que les haga?»

33 Ellos le dijeron: «Señor, ¡que se abran nuestros ojos!»

34 Jesús se compadeció de ellos y les tocó los ojos, y en ese mismo instante ellos recibieron la vista y lo siguieron.

San Mateo 21

La entrada triunfal en Jerusalén

1 Cuando se acercaban a Jerusalén, y llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos,

2 y les dijo: «Vayan a la aldea que tienen ante ustedes. Allí encontrarán una burra atada, junto con un burrito; desátenla y tráiganmelos.

3 Si alguien les dice algo, respóndanle: “El Señor los necesita. Luego los devolverá.”»

4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:

5 «Digan a la hija de Sión:

Tu Rey viene a ti,

manso, y sentado sobre una burra,

sobre un burrito, hijo de animal de carga.»

6 Los discípulos fueron, e hicieron tal y como Jesús les mandó:

7 trajeron la burra y el burrito, pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima.

8 La multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y las tendían en el camino.

9 Tanto los que iban delante como los que iban detrás lo aclamaban y decían: «¡Hosannaal Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!¡Hosanna en las alturas!»

10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, todos en la ciudad se conmocionaron, y decían: «¿Quién es éste?»

11 La multitud decía: «Éste es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea.»

Purificación del templo

12 Al entrar Jesús en el templo de Dios, expulsó de allí a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas;

13 y les dijo: «Está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración”,pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones.»

14 Mientras Jesús estaba en el templo, algunos ciegos y cojos se acercaron, y él los sanó.

15 Pero al ver las cosas maravillosas que hacía, y que los muchachos lo aclamaban en el templo y decían: «¡Hosanna al Hijo de David!», los principales sacerdotes y los escribas se indignaron

16 y le dijeron: «¿Oyes lo que éstos dicen?» Y Jesús les dijo: «Lo oigo. ¿Acaso ustedes nunca leyeron:

“De la boca de los niños y de los que maman

perfeccionaste la alabanza”?»

17 Y dejándolos, se fue de la ciudad a Betania, donde pasó la noche.

La higuera estéril

18 Cuando Jesús volvió a la ciudad por la mañana, tuvo hambre.

19 En eso, vio una higuera cerca del camino y se acercó a ella; pero al no hallar en ella nada más que hojas, le dijo: «¡Nunca más vuelvas a dar fruto!» Y al instante, la higuera se secó.

20 Cuando los discípulos vieron ésto, decían asombrados: «¿Cómo es que la higuera se secó tan pronto?»

21 Jesús les respondió: «De cierto les digo, que si ustedes tuvieran fe y no dudaran, no sólo harían esto a la higuera, sino que a este monte le dirían: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, y así se haría.

22 Si ustedes creen, todo lo que pidan en oración lo recibirán.»

La autoridad de Jesús

23 Cuando Jesús llegó al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te dio esta autoridad?»

24 Jesús les respondió: «Yo también les haré una pregunta. Si me la contestan, también yo les diré con qué autoridad hago esto.

25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?» Ellos discutían entre sí, y decían: «Si decimos que era del cielo, él nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?”

26 Y si decimos que era de los hombres, tenemos miedo de la gente, porque todos consideran que Juan era un profeta.»

27 Por lo tanto, respondieron a Jesús: «No lo sabemos.» Y él también les dijo: «Pues yo tampoco voy a decirles con qué autoridad hago todo esto.»

Parábola de los dos hijos

28 Jesús les preguntó: «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y se acercó al primero y le pidió: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.”

29 El primero le respondió: “No quiero”; pero después se arrepintió y fue.

30 Luego, se acercó al otro hijo, y le pidió lo mismo. Éste le respondió: “Sí, señor, ya voy”; pero no fue.

31 ¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad de su padre?» Ellos respondieron: «El primero». Entonces Jesús les dijo: «De cierto les digo, que los cobradores de impuestos y las rameras les llevan la delantera hacia el reino de Dios.

32 Porque Juan se acercó a ustedes para encaminarlos en la justicia, y no le creyeron; mientras que los cobradores de impuestos y las rameras sí le creyeron.Pero ustedes, aunque vieron esto, no se arrepintieron ni le creyeron.»

Los labradores malvados

33 Escuchen esta otra parábola: «El dueño de una finca plantó una viña;le puso una cerca, cavó en ella un lagar, levantó una torre, y la arrendó a unos labradores. Luego se fue lejos.

34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus siervos para que les entregaran la cosecha.

35 Pero los labradores agarraron a los siervos y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, y a otro más lo apedrearon.

36 El dueño envió de nuevo a otros siervos, más que los primeros, y los labradores hicieron lo mismo con ellos.

37 Finalmente, les envió a su hijo, pues decía: “A mi hijo lo respetarán.”

38 Pero cuando los labradores vieron al hijo, dijeron entre sí: “Éste es el heredero. Vamos a matarlo, y así nos quedaremos con su herencia.”

39 Entonces, lo sacaron de la viña y lo mataron.

40 Así que, cuando el señor de la viña venga, ¿qué hará con esos labradores?»

41 Le respondieron: «Destruirá sin misericordia a esos malvados, y arrendará su viña a otros labradores que le entreguen el fruto a su tiempo.»

42 Jesús les dijo: «¿Nunca leyeron en las Escrituras:

“La piedra que desecharon los constructores,

ha venido a ser la piedra angular.

Esto lo ha hecho el Señor,

y a nuestros ojos es una maravilla”?

43 Por tanto les digo, que el reino de Dios les será quitado a ustedes, para dárselo a gente que produzca los frutos que debe dar.

44 El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y aquel sobre quien ella caiga quedará desmenuzado.»

45 Cuando los principales sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos.

46 Entonces quisieron aprehender a Jesús, pero tuvieron miedo, porque la gente lo consideraba un profeta.

San Mateo 22

Parábola de la fiesta de bodas

1 Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo:

2 «El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo una fiesta de bodas para su hijo.

3 Y envió el rey a sus siervos para convocar a los invitados a la fiesta de bodas, pero éstos no quisieron asistir.

4 Volvió el rey a enviar otros siervos, y les dijo: “Díganles a los invitados que ya he preparado el banquete; que he matado mis toros y animales engordados, y que todo está dispuesto. Que vengan a la fiesta.”

5 Pero los invitados no hicieron caso. Uno de ellos se fue a su labranza, otro a sus negocios,

6 y otros más agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron.

7 Cuando el rey supo esto, se enojó; así que envió a sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad.

8 Entonces dijo a sus siervos: “La fiesta de bodas ya está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos de asistir.

9 Por tanto, vayan a las encrucijadas de los caminos, e inviten a la fiesta de bodas a todos los que encuentren.”

10 Los siervos salieron por los caminos y juntaron a todos los que encontraron, lo mismo malos que buenos, y la fiesta de bodas se llenó de invitados.

11 »Cuando el rey entró para ver a los invitados y se encontró con uno que no estaba vestido para la boda,

12 le dijo: “Amigo, ¿cómo fue que entraste aquí, sin estar vestido para la boda?” Y aquél enmudeció.

13 Entonces el rey dijo a los que servían: “Aten a éste de pies y manos, y échenlo de aquí, a las tinieblas de afuera. ¡Allí habrá llanto y rechinar de dientes!”

14 Porque son muchos los llamados, pero pocos los escogidos.»

La cuestión del tributo

15 Entonces los fariseos se fueron para pensar en cómo atrapar a Jesús en sus propias palabras.

16 Enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios; sabemos también que no permites que nadie influya en ti ni te dejas llevar por las apariencias humanas.

17 Por tanto, dinos tu parecer. ¿Es lícito pagar tributo al César, o no?»

18 Pero Jesús, que conocía la malicia de ellos, les dijo: «¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas?

19 Muéstrenme la moneda del tributo.» Y ellos le mostraron un denario.

20 Entonces él les preguntó: «¿De quién es esta imagen, y esta inscripción?»

21 Le respondieron: «Del César.» Y él les dijo: «Pues bien, den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.»

22 Al oír esto, se quedaron asombrados y se alejaron de él.

La pregunta sobre la resurrección

23 Ese mismo día se le acercaron los saduceos, que dicen que no hay resurrección,y le preguntaron:

24 «Maestro, Moisés dijo que si alguno muere sin tener hijos, su hermano debe casarse con la viuda, para que su hermano tenga descendencia.

25 Ahora bien, entre nosotros se dio el caso de siete hermanos. El primero de ellos se casó y, como murió sin dejar descendencia, dejó su mujer al hermano que le seguía.

26 Lo mismo sucedió con el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.

27 Al final, todos murieron, y también la mujer.

28 Así que en la resurrección, ¿esposa de cuál de los siete será esta mujer, puesto que todos estuvieron casados con ella?»

29 Jesús les respondió: «El error de ustedes es que no conocen las Escrituras ni el poder de Dios;

30 porque en la resurrección, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo.

31 Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿acaso no han leído ustedes lo que Dios les dijo? Porque él dijo:

32 “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.”Así que Dios no es un Dios de muertos, sino de los que viven.»

33 Cuando la gente escuchaba esto, se admiraba de su enseñanza.

El gran mandamiento

34 Al enterarse los fariseos de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron alrededor de él;

35 y uno de ellos, que era intérprete de la ley, para ponerlo a prueba le preguntó:

36 «Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?»

37 Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”

38 Éste es el primero y más importante mandamiento.

39 Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.»

¿De quién es hijo el Cristo?

41 Mientras los fariseos estaban reunidos, Jesús les preguntó:

42 «¿Qué piensan ustedes del Cristo? ¿De quién es hijo?» Y le respondieron: «De David.»

43 Entonces él les dijo: «¿Y cómo es que, en el Espíritu, David lo llama Señor? Pues dijo:

44 “El Señor le dijo a mi señor:

Siéntate a mi derecha,

hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies.”

45 ¿Cómo, entonces, puede ser su hijo, si David lo llama señor?»

46 Nadie podía responderle nada, y desde aquel día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

San Mateo 23

Jesús acusa a escribas y fariseos

1 Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos:

2 «Los escribas y los fariseos se apoyan en la cátedra de Moisés.

3 Así que ustedes deben obedecer y hacer todo lo que ellos les digan, pero no sigan su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra.

4 Imponen sobre la gente cargas pesadas y difíciles de llevar, pero ellos no mueven ni un dedo para levantarlas.

5 Al contrario, todo lo que hacen es para que la gente los vea.Ensanchan sus filacteriasy extienden los flecosde sus mantos,

6 y les encanta ocupar los mejores asientos en las cenas y sentarse en las primeras sillas de las sinagogas,

7 y que la gente los salude en las plazas y los llame: “¡Rabí, Rabí!”

8 Pero ustedes no busquen que los llamen “Rabí”, porque sólo uno es el Maestro de ustedes, y ése es el Cristo; y todos ustedes son hermanos.

9 Ni llamen “padre” a nadie en la tierra, porque sólo uno es el Padre de ustedes, y él está en los cielos.

10 Tampoco se hagan llamar “maestros”, porque sólo uno es su Maestro, y es el Cristo.

11 El que sea más importante entre ustedes, sea siervo de todos.

12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

13 »Pero ¡ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque le niegan a la gente la entrada al reino de los cielos, y ni ustedes entran, ni tampoco dejan entrar a los que quieren hacerlo.

14 [¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoran las casas de las viudas, y como pretexto hacen largas oraciones. Por esto, mayor será su condenación.]

15 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorren mar y tierra en busca de seguidores, y una vez que los consiguen, los hacen dos veces más hijos del infierno que ustedes.

16 »¡Ay de ustedes, guías ciegos! Pues dicen: “Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, debe cumplir el juramento.”

17 ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante? ¿El oro, o el templo que santifica el oro?

18 También dicen: “Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre el altar, debe cumplir el juramento.”

19 ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más importante? ¿La ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?

20 Porque el que jura por el altar, jura por el altar y por todo lo que está sobre el altar.

21 Y el que jura por el templo, jura por el templo y por el que lo habita.

22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Diosy por aquel que está sentado en él.

23 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque pagan el diezmo de la menta, del eneldo y del comino,y soslayan lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia y la fe. Es necesario que hagan esto, pero sin dejar de hacer aquello.

24 ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

25 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro están llenos de robo y de injusticia.

26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero el vaso y el plato por dentro, para que también quede limpio por fuera.

27 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque son como los sepulcros blanqueados,que por fuera se ven hermosos pero por dentro están llenos de carroña y de total impureza.

28 Así también ustedes, por fuera se presentan ante todos como hombres justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

29 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edifican los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos,

30 y dicen: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la muerte de los profetas.”

31 Con esto dan testimonio contra ustedes mismos, de que son hijos de aquellos que mataron a los profetas.

32 ¡Terminen de hacer lo que sus padres comenzaron!

33 ¡Serpientes, generación de víboras!¿Cómo escaparán de la condenación del infierno?

34 Por eso, yo les enviaré profetas, sabios y escribas. De ellos, ustedes matarán y crucificarán a algunos, y a otros los azotarán en sus sinagogas, y los perseguirán de ciudad en ciudad,

35 para que recaiga sobre ustedes toda la sangre inocente que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abelel justo hasta la sangre de Zacaríashijo de Berequías, a quien ustedes mataron entre el templo y el altar.

36 De cierto les digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén

37 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como junta la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!

38 ¡Miren cuán desolada se queda la casa de ustedes!

39 Porque yo les digo que no volverán a verme, hasta que digan: “Bendito el que viene en el nombre del Señor.”»

San Mateo 24

Jesús predice la destrucción del templo

1 Jesús salió del templo, y ya se iba cuando sus discípulos se acercaron para mostrarle los edificios del templo.

2 Él les dijo: «¿Ven todo esto? De cierto les digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra. Todo será derribado.»

Señales antes del fin

3 Mientras Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron por separado, y le dijeron: «Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?»

4 Jesús les respondió: «Cuídense de que nadie los engañe.

5 Porque muchos vendrán en mi nombre, y dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos.

6 Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; pero no se angustien, porque es necesario que todo esto suceda; pero aún no será el fin.

7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá hambre y terremotos en distintos lugares.

8 Todo esto será sólo el comienzo de los dolores.

9 »Entonces los entregarán a ustedes para ser torturados, y los matarán, y todos los odiarán por causa de mi nombre.

10 En aquel tiempo muchos tropezarán, y unos a otros se traicionarán y odiarán.

11 Muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;

12 y tanto aumentará la maldad que el amor de muchos se enfriará.

13 Pero el que resista hasta el fin, será salvo.

14 Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

15 »Por tanto, cuando en el lugar santo vean la abominación desoladora, de la que habló el profeta Daniel(el que lee, que entienda),

16 los que estén en Judea, huyan a los montes;

17 el que esté en la azotea, no baje para llevarse algo de su casa;

18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.

19 Pero ¡ay de las que en esos días estén embarazadas o amamantando!

20 Pídanle a Dios que no tengan que huir en invierno ni en día de reposo,

21 porque entonces habrá una gran tribulación,como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás.

22 Si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo, pero serán acortados por causa de los escogidos.

23 Así que, si alguien les dice: “Miren, aquí está el Cristo”, o “Miren, allí está”, no lo crean.

24 Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que, de ser posible, engañarán incluso a los elegidos.

25 Ya los he prevenido de todo.

26 Así que, si les dicen: “Miren, está en el desierto”, no vayan; o si les dicen: “Miren, está en los aposentos”, no lo crean.

27 Porque la venida del Hijo del Hombre será como el relámpago que sale del oriente y puede verse hasta el occidente.

28 Porque los buitres se juntan donde está el cadáver.

La venida del Hijo del Hombre

29 »Inmediatamente después de la aflicción de aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo,y los poderes celestiales se estremecerán.

30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y todas las tribus de la tierra se lamentarán, y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo,con gran poder y gloria.

31 Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y de los cuatro vientos, desde un extremo al otro del cielo, ellos juntarán a sus elegidos.

32 »De la higuera deben aprender esta parábola: Cuando sus ramas se ponen tiernas, y le brotan las hojas, ustedes saben que el verano ya está cerca.

33 De la misma manera, cuando ustedes vean todas estas cosas, sepan que la hora ya está cerca, y que está a la puerta.

34 De cierto les digo, que todo esto sucederá antes de que pase esta generación.

35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

36 »En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de los cielos. Sólo mi Padre lo sabe.

37 La venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé;

38 pues así como en los días antes del diluvio la gente comía y bebía, y se casaba y daba en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,

39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos,así será también la venida del Hijo del Hombre.

40 Entonces, estarán dos en el campo, y uno de ellos será tomado, y el otro será dejado.

41 Dos mujeres estarán en el molino, y una de ellas será tomada, y la otra será dejada.

42 Por tanto, estén atentos, porque no saben a qué hora va a venir su Señor.

43 Pero sepan esto, que si el dueño de la casa supiera a qué hora va a venir el ladrón, se quedaría despierto y no dejaría que robaran su casa.

44 Por tanto, también ustedes estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos lo esperen.

45 »¿Quién es el siervo fiel y prudente, al cual su señor deja encargado de los de su casa para que los alimente a su tiempo?

46 Bien por el siervo que, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así.

47 De cierto les digo que lo pondrá a cargo de todos sus bienes.

48 Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”,

49 y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,

50 el señor de aquel siervo vendrá en el día menos pensado, y a una hora que nadie sabe,

51 y lo castigará duramente, y le hará correr la misma suerte de los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

San Mateo 25

Parábola de las diez vírgenes

1 »En aquel tiempo, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas,y salieron a recibir al novio.

2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.

3 Las insensatas, tomaron sus lámparas, pero no llevaron aceite;

4 en cambio, las prudentes llevaron sus lámparas y también vasijas con aceite.

5 Como el esposo se demoró, todas cabecearon y se durmieron.

6 A la medianoche se oyó gritar: “¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”

7 Todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

8 Entonces las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.”

9 Pero las prudentes les respondieron: “A fin de que no nos falte a nosotras ni a ustedes, vayan a los que venden, y compren para ustedes mismas.”

10 Pero mientras ellas fueron a comprar, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta.

11 Después llegaron también las otras vírgenes, y decían: “¡Señor, señor, ábrenos!”

12 Pero él les respondió: “De cierto les digo, que no las conozco.”

13 Estén atentos, porque ustedes no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre vendrá.

Parábola del siervo negligente

14 »Porque el reino de los cielos es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.

15 A uno le dio cinco mil monedas de plata; a otro, dos mil; y a otro, mil, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se marchó.

16 El que había recibido cinco mil monedas negoció con ellas, y ganó otras cinco mil.

17 Asimismo, el que había recibido dos mil, ganó también otras dos mil.

18 Pero el que había recibido mil hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

19 Mucho tiempo después, el señor de aquellos siervos volvió y arregló cuentas con ellos.

20 El que había recibido las cinco mil monedas se presentó, le entregó otras cinco mil, y dijo: “Señor, tú me entregaste cinco mil monedas, y con ellas he ganado otras cinco mil; aquí las tienes.”

21 Y su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”

22 El que había recibido las dos mil monedas dijo: “Señor, tú me entregaste dos mil monedas, y con ellas he ganado otras dos mil; aquí las tienes.”

23 Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”

24 Pero el que había recibido mil monedas llegó y dijo: “Señor, yo sabía que tú eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges lo que no esparciste.

25 Así que tuve miedo y escondí tu dinero en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.”

26 Su señor le respondió: “Siervo malo y negligente, si sabías que yo siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí,

27 debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío más los intereses.

28 Así que, ¡quítenle esas mil monedas y dénselas al que tiene diez mil!”

29 Porque al que tiene se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.

30 En cuanto al siervo inútil, ¡échenlo en las tinieblas de afuera! Allí habrá llanto y rechinar de dientes.,

El juicio de las naciones

31 »Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él,se sentará en su trono de gloria,

32 y todas las naciones serán reunidas ante él. Entonces él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos.

33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda,

34 y entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.

35 Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron;

36 estuve desnudo, y me cubrieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a visitarme.”

37 Entonces los justos le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer; o con sed, y te dimos de beber?

38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recibimos; o desnudo, y te cubrimos?

39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te visitamos?”

40 Y el Rey les responderá: “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron.”

41 Entonces dirá también a los de la izquierda: “¡Apártense de mí, malditos! ¡Vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles!

42 Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;

43 fui forastero, y no me recibieron; estuve desnudo, y no me cubrieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron.”

44 Ellos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”

45 Y él les responderá: “De cierto les digo que todo lo que no hicieron por uno de estos más pequeños, tampoco por mí lo hicieron.”

46 Entonces éstos irán al castigo eterno, y los justos irán a la vida eterna.»

San Mateo 26

El complot para prender a Jesús

1 Cuando Jesús terminó de decir todo esto, dijo a sus discípulos:

2 «Como ustedes saben, dentro de dos días se celebra la pascua,y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.»

3 Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio de Caifás, el sumo sacerdote,

4 y se confabularon para aprehender con engaños a Jesús, y matarlo.

5 Pero decían: «Que no sea durante la fiesta, para que no se alborote el pueblo.»

Jesús es ungido en Betania

6 Mientras Jesús estaba en Betania, en casa de Simón el leproso,

7 se le acercó una mujer. Llevaba un vaso de alabastro con un perfume muy caro, que derramó sobre la cabeza de Jesús mientras él estaba sentado a la mesa.

8 Al ver esto, los discípulos se enojaron y dijeron: «¿Pero qué desperdicio es éste?

9 ¡Pudo haberse vendido esto por mucho dinero, y ser dado a los pobres!»

10 Jesús se dio cuenta de esto, y les dijo: «¿Por qué molestan a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es una buena obra.

11 Porque ustedes siempre tendrán a los pobres,pero a mí no siempre me tendrán.

12 Lo que ha hecho ella al derramar sobre mí este perfume, es prepararme para la sepultura.

13 De cierto les digo que en cualquier parte del mundo donde este evangelio sea proclamado, también se contará lo que esta mujer ha hecho, y así será recordada.»

Judas ofrece entregar a Jesús

14 Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a ver a los principales sacerdotes,

15 y les dijo: «¿Cuánto me darían, si yo les entrego a Jesús?» Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.

16 Desde entonces Judas buscaba el mejor momento de entregar a Jesús.

Institución de la Cena del Señor

17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la comida de la pascua?»

18 Él les indicó ir a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y decirle: «El Maestro dice: “Mi tiempo está cerca. Celebraré la pascua con mis discípulos en tu casa.”»

19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les mandó, y prepararon la pascua.

20 Cuando llegó la noche, Jesús se sentó a la mesa con los doce,

21 y mientras comían dijo: «De cierto les digo, que uno de ustedes me va a traicionar.»

22 Ellos se pusieron muy tristes, y cada uno comenzó a preguntarle: «¿Soy yo, Señor?»

23 Él les respondió: «El que mete la mano conmigo en el plato, es el que me va a entregar.

24 A decir verdad, el Hijo del Hombre sigue su camino, como está escrito acerca de él,¡pero ay de aquel que lo traiciona! ¡Más le valdría no haber nacido!»

25 Entonces Judas, el que lo iba a traicionar, le preguntó: «¿Soy yo, Maestro?» Y Jesús le respondió: «Tú lo has dicho.»

26 Mientras comían, Jesús tomó el pan y lo bendijo; luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, y les dijo: «Tomen, coman; esto es mi cuerpo.»

27 Después tomó la copa, y luego de dar gracias, la entregó a sus discípulos y les dijo: «Beban de ella todos,

28 porque esto es mi sangredel nuevo pacto,que es derramada por muchos, para perdón de los pecados.

29 Yo les digo que, desde ahora, no volveré a beber de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.»

Jesús anuncia la negación de Pedro

30 Luego de cantar el himno, fueron al monte de los Olivos.

31 Allí Jesús les dijo: «Todos ustedes se escandalizarán de mí esta noche, porque está escrito: “Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.”

32 Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.»

33 Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.»

34 Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»

35 Pedro le dijo: «Aun cuando tenga yo que morir contigo, jamás te negaré.» Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní

36 Entonces Jesús fue con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy a orar en aquel lugar.»

37 Jesús llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a ponerse triste y muy angustiado.

38 Entonces les dijo: «Quédense aquí, y velen conmigo, porque siento en el alma una tristeza de muerte.»

39 Unos pasos más adelante, se inclinó sobre su rostro y comenzó a orar. Y decía: «Padre mío, si es posible, haz que pase de mí esta copa. Pero que no sea como yo lo quiero, sino como lo quieres tú.»

40 Luego volvió con sus discípulos, y como los encontró durmiendo, le dijo a Pedro: «¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora?

41 Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»

42 Otra vez fue y oró por segunda vez, y dijo: «Padre mío, si esta copa no puede pasar de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.»

43 Una vez más fue y los halló durmiendo, porque los ojos se les caían de sueño.

44 Entonces los dejó y volvió a irse, y por tercera vez oró con las mismas palabras.

45 Luego volvió con sus discípulos y les dijo: «Sigan durmiendo y descansando. Miren que ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

46 ¡Vamos, levántense, que ya se acerca el que me traiciona!»

Arresto de Jesús

47 Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, que era uno de los doce. Con él venía mucha gente armada con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

48 El que lo estaba traicionando les había dado esta contraseña: «Al que yo le dé un beso, ése es; arréstenlo.»

49 Enseguida se acercó a Jesús, y le dijo: «¡Hola, Maestro!» Y le dio un beso.

50 Jesús le dijo: «Amigo, ¿a qué vienes?» Entonces aquellos hombres se acercaron, le echaron mano y lo arrestaron.

51 Pero uno de los que estaban con Jesús extendió su mano, sacó su espada, e hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó una oreja.

52 Entonces Jesús le dijo: «Vuelve tu espada a su lugar. Quien esgrime la espada, muere por la espada.

53 ¿No te parece que yo puedo orar a mi Padre, y que él puede mandarme ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

54 Pero entonces ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Porque es necesario que así suceda.»

55 En ese momento, Jesús dijo a la gente: «¿Han venido a arrestarme con espadas y palos, como si fuera yo un ladrón? ¡Todos los días me sentaba a enseñarles en el templo,y ustedes no me aprehendieron!

56 Pero todo esto sucede, para que se cumpla lo escrito por los profetas.» Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Jesús ante el concilio

57 Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron ante el sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

58 Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, y entró y se sentó con los alguaciles, para ver cómo terminaba aquello.

59 Los principales sacerdotes, y los ancianos y todo el concilio, buscaban algún falso testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte;

60 pero no lo hallaron, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Finalmente, llegaron dos testigos falsos

61 y dijeron: «Éste dijo: “Puedo derribar el templo de Dios, y reedificarlo en tres días.”»

62 El sumo sacerdote se levantó y le preguntó: «¿No vas a responder? ¡Mira lo que éstos dicen contra ti!»

63 Pero Jesús guardó silencio. Entonces el sumo sacerdote le dijo: «Te ordeno en el nombre del Dios viviente, que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.»

64 Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Y además les digo que, desde ahora, verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poderoso, y venir en las nubes del cielo.»

65 El sumo sacerdote se rasgó entonces las vestiduras y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? ¡Ustedes acaban de oír su blasfemia!

66 ¿Qué les parece?» Y ellos respondieron: «¡Que merece la muerte!»

67 Entonces unos lo escupieron en el rostro, y le dieron puñetazos; y otros lo abofeteaban

68 y decían: «¡Profetízanos, Cristo; dinos quién te golpeó!»

Pedro niega a Jesús

69 Mientras Pedro estaba sentado afuera, en el patio, se le acercó una criada y le dijo: «También tú estabas con Jesús el galileo.»

70 Pero él lo negó delante de todos, y dijo: «No sé de qué hablas.»

71 Y se fue a la puerta. Pero otra criada lo vio, y dijo a los que estaban allí: «También éste estaba con Jesús el nazareno.»

72 Pero él lo negó otra vez, y hasta juró: «No conozco a ese hombre.»

73 Un poco después, los que estaban por allí se acercaron a Pedro y le dijeron: «Sin lugar a dudas, tú también eres uno de ellos, porque hasta tu manera de hablar te delata.»

74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: «No conozco a ese hombre.» Y enseguida cantó el gallo.

75 Entonces Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y saliendo de allí, lloró amargamente.

San Mateo 27

Jesús ante Pilato

1 Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se confabularon contra Jesús, para condenarlo a muerte.

2 Lo ataron y se lo llevaron para entregárselo a Poncio Pilato, el gobernador.

Muerte de Judas

3 Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que Jesús había sido condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos.

4 Les dijo: «He pecado al entregar sangre inocente.» Pero ellos le dijeron: «¿A nosotros qué nos importa? ¡Allá tú!»

5 Entonces Judas arrojó en el templo las monedas de plata, y después de eso salió y se ahorcó.

6 Los principales sacerdotes tomaron las monedas y dijeron: «No está bien echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es el precio de sangre derramada.»

7 Y después de ponerse de acuerdo, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultar allí a los extranjeros.

8 Por eso hasta el día de hoy aquel campo se llama «Campo de sangre».

9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata, que es el precio estimado por los hijos de Israel,

10 y las usaron para comprar el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.»

Pilato interroga a Jesús

11 Jesús estaba en pie ante el gobernador, y éste le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Jesús le respondió: «Tú lo dices.»

12 Pero ante las acusaciones de los principales sacerdotes y de los ancianos no respondió nada.

13 Entonces Pilato le preguntó: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?»

14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra, de tal manera que el gobernador se quedó muy asombrado.

Jesús es sentenciado a muerte

15 Ahora bien, en el día de la fiesta el gobernador acostumbraba poner en libertad a un preso, el que el pueblo quisiera.

16 En aquel momento tenían un preso muy famoso, llamado Barrabás.

17 Pilato se reunió con ellos y les preguntó: «¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás, o a Jesús, al que llaman el Cristo?»

18 Y es que Pilato sabía que ellos lo habían entregado por envidia.

19 Mientras él estaba sentado en el tribunal, su mujer mandó a decirle: «No tengas nada que ver con ese justo, pues por causa de él hoy he tenido un sueño terrible.»

20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud de que pidieran a Barrabás, y que mataran a Jesús.

21 El gobernador les preguntó: «¿A cuál de los dos quieren que les suelte?» Y ellos dijeron: «¡A Barrabás!»

22 Pilato les preguntó: «¿Qué debo hacer entonces con Jesús, al que llaman el Cristo?» Y todos le dijeron: «¡Que lo crucifiquen!»

23 Y el gobernador les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban aún más, y decían: «¡Que lo crucifiquen!»

24 Al ver Pilato que no conseguía nada, sino que se armaba más alboroto, tomó agua, se lavó las manosen presencia del pueblo, y dijo: «Allá ustedes. Yo me declaro inocente de la muerte de este justo.»

25 Y todo el pueblo respondió: «¡Que recaiga su muerte sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»

26 Entonces les soltó a Barrabás, y luego de azotar a Jesús lo entregó para que lo crucificaran.

27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y alrededor de él reunieron a toda la compañía;

28 luego lo desnudaron, le echaron encima un manto escarlata;

29 sobre la cabeza le pusieron una corona tejida de espinas, y en la mano derecha le pusieron una caña; entonces se arrodillaron delante de él, y burlonamente le decían: «¡Salve, Rey de los judíos!»

30 Además, le escupían y con una caña le golpeaban la cabeza.

31 Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y lo llevaron para crucificarlo.

Crucifixión y muerte de Jesús

32 Al salir de allí, se encontraron con un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.

33 Llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa «Lugar de la Calavera»,

34 y allí le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero Jesús, después de haberlo probado, no quiso beberlo.

35 Después de que lo crucificaron, echaron suertes para repartirse sus vestidos,con lo que se cumplió lo dicho por el profeta: «Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.»

36 Luego se sentaron a custodiarlo.

37 Sobre su cabeza pusieron su causa escrita: «ÉSTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.»

38 Junto a él crucificaron también a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda.

39 Los que pasaban lo insultaban, y mientras meneaban la cabeza

40 decían: «Tú, que derribas el templo y en tres días lo reedificas,sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.»

41 Del mismo modo, también se burlaban de él los principales sacerdotes, los escribas, los fariseos y los ancianos. Decían:

42 «Salvó a otros, pero a sí mismo no puede salvarse. Si es el Rey de Israel, que baje ahora de la cruz, y creeremos en él.

43 Ya que él confió en Dios, pues que Dios lo libre ahora, si lo quiere.Porque él ha dicho: “Soy Hijo de Dios.”»

44 Y también lo insultaban los ladrones que estaban crucificados con él.

45 Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde hubo tinieblas sobre toda la tierra.

46 Cerca de las tres de la tarde, Jesús clamó a gran voz. Decía: «Elí, Elí, ¿lema sabactani?», es decir, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»

47 Algunos de los que estaban allí, decían al oírlo: «Está llamando a Elías.»

48 Al instante, uno de ellos corrió y tomó una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en una caña, le dio a beber.

49 Los otros decían: «Deja, veamos si Elías viene a librarlo.»

50 Pero Jesús, después de clamar nuevamente a gran voz, entregó el espíritu.

51 En ese momento el velodel templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron,

52 los sepulcros se abrieron, y muchos cuerpos de santos, que ya habían muerto, volvieron a vivir.

53 Después de la resurrección de Jesús, éstos salieron de sus sepulcros y fueron a la santa ciudad, donde se aparecieron a muchos.

54 Al ver el terremoto y las cosas que habían sucedido, el centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús se llenaron de miedo, y dijeron: «¡En verdad, éste era Hijo de Dios!»

55 Muchas mujeres, que desde Galilea habían seguido a Jesús para servirlo, estaban allí mirando de lejos.

56 Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado

57 Cuando llegó la noche, un hombre rico de Arimatea que se llamaba José, y que también había sido discípulo de Jesús,

58 fue a hablar con Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato ordenó que se lo entregaran.

59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,

60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había sido cavado en una peña. Después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.

61 María Magdalena y la otra María se quedaron sentadas delante del sepulcro.

La guardia ante la tumba

62 Al día siguiente, que es el día después de la preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato

63 y le dijeron: «Señor, nos acordamos que, cuando aún vivía, aquel engañador dijo: “Después de tres días resucitaré.”

64 Por lo tanto, manda asegurar el sepulcro hasta el tercer día; no sea que sus discípulos vayan de noche y se lleven el cuerpo, y luego digan al pueblo: “¡Resucitó de entre los muertos!” Porque entonces el último engaño sería peor que el primero.»

65 Y Pilato les dijo: «Ahí tienen una guardia. Vayan y aseguren el sepulcro como sepan hacerlo.»

66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.

San Mateo 28

La resurrección

1 Cuando pasó el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro.

2 De pronto, hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendió del cielo, removió la piedra, y se sentó sobre ella.

3 Su aspecto era el de un relámpago, y sus vestidos eran blancos como la nieve.

4 Al verlo, los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos.

5 Pero el ángel les dijo a las mujeres: «No teman. Yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado.

6 No está aquí, pues ha resucitado, como él dijo. Vengan y vean el lugar donde fue puesto el Señor.

7 Luego, vayan pronto y digan a sus discípulos que él ha resucitado de los muertos. De hecho, va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán. Ya se lo he dicho.»

8 Entonces ellas salieron del sepulcro con temor y mucha alegría, y fueron corriendo a dar la noticia a los discípulos.

9 En eso, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Salve!» Y ellas se acercaron y le abrazaron los pies, y lo adoraron.

10 Entonces Jesús les dijo: «No teman. Vayan y den la noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.»

El informe de la guardia

11 Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad y les contaron a los principales sacerdotes todo lo que había sucedido.

12 Éstos se reunieron con los ancianos y, después de ponerse de acuerdo, dieron mucho dinero a los soldados

13 y les dijeron: «Ustedes digan que sus discípulos fueron de noche y se robaron el cuerpo, mientras ustedes estaban dormidos.

14 Si el gobernador se entera de esto, nosotros lo convenceremos y a ustedes los pondremos a salvo.»

15 Ellos tomaron el dinero y siguieron las instrucciones recibidas. Y ésta es la versión que se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.

La gran comisión

16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea,al monte que Jesús les había señalado,

17 y cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban.

18 Jesús se acercó y les dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.

19 Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones,y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

20 Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén.