Sofonías 1

El día de la ira del Señor

1 Durante el reinado de Josíashijo de Amón, rey de Judá, la palabra del Señor vino a Sofonías hijo de Cusi, hijo de Gedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías.

2 «Voy a destruir por completo todo lo que hay sobre la faz de la tierra.

—Palabra del Señor.

3 »Voy a destruir a los seres humanos y a las bestias. Voy a destruir a las aves del cielo y a los peces del mar. Eliminaré a los impíos, y borraré de la faz de la tierra a la humanidad entera.

—Palabra del Señor.

4 »Voy a extender mi mano contra Judá, y contra todos los habitantes de Jerusalén. Voy a borrar de este lugar los restos de Baal, lo mismo que el recuerdo de sus ministros idólatras y de sus sacerdotes,

5 esos que en las azoteas rinden culto al ejército del cielo, y que de rodillas juran en el nombre del Señor y también en el nombre de Milcón.

6 Voy a acabar con los que se apartan de mis caminos, y no me buscan ni me consultan.»

7 Guardemos silencio en presencia de nuestro Señor y Dios. Ya está cerca el día del Señor. Ya el Señor ha preparado el sacrificio, y ha purificado a sus convidados.

8 «En el día del sacrificio, yo, el Señor, castigaré a los magnates y a los hijos del rey, y a todos los que visten como extranjeros.

9 Ese día castigaré también a todos los que dan un salto al cruzar la puerta, y a los que llenan de robo y de engaño las casas de sus amos.

10 »Cuando llegue ese día, se escuchará un gran clamor desde la puerta del Pescado, graves gemidos desde la segunda puerta, y dolientes quejas desde las colinas.»

—Palabra del Señor.

11 Lloren, habitantes de Mactes, porque todo el pueblo de mercaderes ha sido destruido. ¡Han sido destruidos todos los que traían dinero!

12 «Cuando llegue el momento, yo examinaré con linterna a Jerusalén, y castigaré a los que se hallan en tranquilo reposo y asentados como el vino. Castigaré a esos que dentro de sí piensan: “El Señor no hace bien ni hace mal.”

13 Por pensar así, sus bienes serán saqueados y sus casas serán derribadas. Construirán casas, pero no llegarán a habitarlas; plantarán viñas, pero no llegarán a beber su vino.»

14 Ya está cerca el gran día del Señor. Ya está cerca, muy cerca. Será un día de amargura y de gran estrépito, en el que hasta los valientes pedirán ayuda.

15 Será un día de ira, de angustia y de estrechez; día de alboroto y destrucción, día de oscuridad y tinieblas, día nublado y sombrío,

16 día de sonido de trompetas, de gritos de guerra contra las ciudades fortificadas y contra las desafiantes torres.

17 »Yo afligiré a los mortales. Por haber pecado contra mí andarán como ciegos; su sangre será esparcida como el polvo, y su carne será como estiércol.»

18 En el día de la ira del Señor, nada podrá librarlos. Ni su plata ni su oro, porque toda la tierra será consumida por el fuego de su enojo. En un abrir y cerrar de ojos, el Señor destruirá a todos los habitantes de la tierra.

Sofonías 2

Juicios contra las naciones vecinas

1 Tú, nación desvergonzada, ponte a pensar,

2 antes de que entre en vigor el decreto, y el día se pase como el polvo; antes de que caiga sobre ustedes el furor de la ira del Señor; ¡antes de que les sobrevenga el día de la ira del Señor!

3 Ustedes, los humildes de la tierra, los que practican la justicia del Señor, ¡búsquenlo! ¡Busquen al Señor y su justicia! ¡Practiquen la mansedumbre! Tal vez el Señor los proteja en el día de su enojo.

4 Porque Gaza quedará desamparada, y Ascalón será destruida; Asdod será saqueada en pleno día, y Ecrón será arrancada de raíz.

5 ¡Ay de ustedes, cretenses, que habitan en las costas del mar! ¡La palabra del Señor va dirigida contra ti, Canaán, tierra de los filisteos!¡Yo haré que te destruyan hasta no dejar un solo habitante!

6 La costa del mar quedará convertida en praderas de pastoreo y en corrales de ovejas.

7 Allí cuidarán sus rebaños los sobrevivientes de la casa de Judá, y pasarán la noche en las casas de Ascalón, porque el Señor su Dios los visitará y los rescatará de su cautiverio.

8 «Han llegado a mis oídos las ofensas de Moaby los insultos con que los hijos de Amónhan deshonrado a mi pueblo. Sé que se han engrandecido sobre su territorio.

9 Por lo tanto, vivo yo, que a Moab le pasará lo que a Sodoma, y a los hijos de Amón lo que a Gomorra.Será un campo de ortigas y de minas de sal, ¡de perenne destrucción! El remanente de mi pueblo los saqueará, y tomará posesión de sus territorios.»

—Palabra del Señor de los ejércitos, Dios de Israel.

10 Esto les sobrevendrá por causa de su soberbia, por insultar y engrandecerse en contra del pueblo del Señor de los ejércitos.

11 Las acciones del Señor contra ellos serán terribles, porque destruirá a todos los dioses de la tierra, y todas las naciones se inclinarán ante él, allí donde se encuentren.

12 «Ustedes, los etíopes,también sufrirán la muerte ante mi espada.»

13 El Señor extenderá su mano contra el norte y destruirá a Asiria,y convertirá a Nínive en un montón de ruinas y en árido desierto.

14 Los rebaños y los ganados harán de ella su aprisco, y en sus dinteles dormirán los pelícanos, los erizos y todas las bestias del campo. Se oirán trinos en las ventanas, pero en las puertas habrá desolación porque sus paneles de cedro quedarán al descubierto.

15 ¡Así quedará la ciudad alegre, que tan confiada vivía! ¡Así quedará la ciudad que en su corazón decía: «Yo soy única, no hay nadie como yo»! Y, sin embargo, quedará asolada; ¡quedará convertida en una guarida de fieras! Todos los que pasen cerca de ella, se burlarán y le harán señas con la mano.

Sofonías 3

Pecado y redención de Jerusalén

1 ¡Ay de la ciudad rebelde, contaminada y opresora!

2 No quiso escuchar la voz de su Dios, ni recibir su corrección. No confió en el Señor ni se acercó a él.

3 En sus calles, sus magnates parecen leones rugientes; sus jueces son lobos nocturnos que no dejan un solo hueso para el día siguiente.

4 Sus profetas son irresponsables y traicioneros; sus sacerdotes contaminan el santuario y falsean la ley.

5 En sus calles, el Señor es justo y no hace iniquidad; por la mañana saca a luz su juicio, y nunca faltará. Pero el perverso no conoce la vergüenza.

6 «Yo permití que las naciones fueran destruidas, y que sus habitaciones quedaran asoladas; yo dejé sus calles desiertas, hasta que no quedó quien pasara por ellas; sus ciudades quedaron asoladas, hasta que no quedó nadie, ni un solo habitante.

7 »Yo me dije: “Seguramente esta ciudad me temerá; aceptará ser corregida, y no será destruida su habitación por todo aquello por lo que la castigué.” Pero ellos se apresuraron a corromper todos sus hechos.

8 »Por lo tanto, espérenme hasta el día en que me levante para juzgarlos; porque he decidido reunir a las naciones y juntar los reinos para derramar sobre ellos todo mi enojo y el ardor de mi ira. ¡El fuego de mi celo consumirá toda la tierra!»

—Palabra del Señor.

9 «Cuando llegue el momento, devolveré a los pueblos la pureza de labios, para que todos invoquen mi nombre y me sirvan con espíritu unánime.

10 De allende los ríos de Etiopía mi pueblo esparcido vendrá a adorarme y me traerá ofrendas.

11 »Cuando llegue ese día, no tendrás que avergonzarte por ninguna de tus rebeliones contra mí, porque yo quitaré de en medio de ti a los que se alegran por tu soberbia, y nunca más volverás a envanecerte en mi santo monte.

12 En medio de ti dejaré a un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en mi nombre.

13 El remanente de Israel no cometerá injusticias ni dirá mentiras, ni habrá entre ellos gente mentirosa,porque yo los cuidaré como un pastor, y ellos dormirán sin que nadie los atemorice.»

14 ¡Canta, hija de Sión!

¡Da voces de júbilo, Israel!

¡Regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!

15 ¡El Señor ha apartado tus juicios,

y ha expulsado a tus enemigos!

¡El Señor es el Rey de Israel,

y está en medio de ti!

¡Nunca más verás el mal!

16 Cuando llegue el momento, se dirá a Jerusalén: «No temas, Sión; que no se debiliten tus manos.

17 El Señor está en medio de ti, y te salvará con su poder; por ti se regocijará y se alegrará; por amor guardará silencio, y con cánticos se regocijará por ti.»

18 «Yo reuniré a tus habitantes, a los que por tanto tiempo han tenido que cargar con tu oprobio.

19 Cuando llegue el momento, perseguiré a todos tus opresores; salvaré a las ovejas que cojean e iré en busca de las que perdieron el camino. Yo haré que ustedes sean motivo de alabanza, y que gocen de renombre en toda la tierra.

20 »Cuando llegue el momento, yo mismo los haré venir. Cuando llegue el momento yo mismo los reuniré. Cuando ponga fin a su cautiverio, lo cual ustedes mismos verán, los haré gozar de renombre y haré que sean motivo de alabanza entre todos los pueblos de la tierra.»

—Palabra del Señor.

Habacuc 1

Habacuc se queja de la injusticia

1 Profecía y visión del profeta Habacuc.

2 ¿Hasta cuándo, Señor, te llamaré y no me harás caso? ¿Hasta cuándo clamaré a ti por causa de la violencia, y no vendrás a salvarnos?

3 ¿Por qué permites que vea yo iniquidad? ¿Por qué me haces espectador del mal? ¡Sólo veo destrucción y violencia! ¡Ante mis ojos surgen pleitos y contiendas!

4 Por eso tu ley carece de fuerza, y la justicia no se aplica con verdad. Por eso los impíos asedian a los justos, y se tuerce la justicia.

Los caldeos, azote de Judá

5 «Miren entre las naciones, y vean, y asómbrense. Yo voy a hacer en sus días algo, a lo que ustedes no darán crédito, aunque se les cuente.

6 Estoy por hacer que vengan los caldeos,un pueblo cruel y tenaz que recorre toda la tierra para adueñarse de los territorios de otros pueblos.

7 Es un pueblo formidable y terrible, que por sí mismo decide lo que es justo y digno.

8 Sus caballos son más ligeros que los leopardos y más feroces que los lobos nocturnos. Sus jinetes vienen de lejos, a galope tendido; vienen raudos como águilas, dispuestos a devorar,

9 ¡y todos ellos caen sobre su presa! El terror los precede, y recogen cautivos como quien recoge arena.

10 Se ríen de los reyes, se burlan de los príncipes; hacen mofa de toda fortaleza: construyen terraplenes y conquistan ciudades.

11 Pasan con la fuerza de una tormenta, y esa fuerza la atribuyen a su dios.»

Protesta de Habacuc

12 Tú, Señor, eres un Dios santo. Tú existes desde el principio; ¡no nos dejes morir! Tú, Señor, eres nuestra Roca; ¡no hagas que este pueblo nos juzgue y nos castigue!

13 Si por la pureza de tus ojos no soportas ver el mal ni los agravios, ¿por qué soportas ver a quienes nos desprecian? ¿Por qué callas cuando los impíos destruyen a quienes son más justos que ellos?

14 ¡Tratas a la gente como a los peces del mar, como a los insectos, que no tienen quien los gobierne!

15 Los caldeos nos pescan a todos con anzuelos y nos recogen con sus redes. ¡Con gran alegría y regocijo nos amontonan en sus mallas!

16 Luego ofrecen sacrificios a sus redes, y queman incienso a sus mallas, pues gracias a ellas aumentan sus riquezas y su fuente de alimentos.

17 ¡Pero ni así dejan de lanzar sus redes, ni se apiadan de las naciones, a las que siguen destruyendo sin cesar!

Habacuc 2

El Señor responde a Habacuc

1 Decidí mantenerme vigilante. Decidí mantenerme en pie sobre la fortaleza. Decidí no dormir hasta saber lo que el Señor me iba a decir, y qué respuesta daría a mi queja.

2 Y el Señor me respondió, y me dijo:

«Escribe esta visión. Grábala sobre unas tablillas, para que pueda leerse de corrido.

3 La visión va a tardar todavía algún tiempo, pero su cumplimiento se acerca, y no dejará de cumplirse. Aunque tarde, espera a que llegue, porque vendrá sin falta. No tarda ya.

4 Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe.

5 El que es afecto al vino, es traicionero y soberbio, y por lo tanto no permanecerá, pues ensancha su garganta como el sepulcro y es insaciable como la muerte; reúne para sí mismo a todos los pueblos y naciones.

Ayes contra los injustos

6 »¿Y no habrán de burlarse de ti, y de lanzarte sarcásticos refranes? No faltarán quienes digan: “¡Ay de ti, que acumulabas bienes ajenos! ¿Hasta cuándo habrías de amontonar lo que a otros arrebataste?”

7 »¿No habrán de levantarse de pronto tus deudores, y al despertar te harán temblar, y serás para ellos botín de guerra?

8 Tú has despojado de sus bienes a muchas naciones; por eso todos los otros pueblos te despojarán. Y es que tú has derramado mucha sangre, has cometido muchos robos en la tierra y en las ciudades, y contra todos sus habitantes.

9 »¡Ay de ti, que codicias ganancias injustas para tu casa, y que pones en alto tu nido para escaparte del poder del mal!

10 Para vergüenza de tu casa, hiciste planes malvados, asolaste muchos pueblos, y has pecado contra tu vida.

11 Ciertamente, las piedras de los muros clamarán contra ti, y las tablas del enmaderado repetirán el eco.

12 »¡Ay de ti, que edificas la ciudad con sangre, y que la fundas sobre la iniquidad!

13 ¿Acaso no lo ha determinado el Señor de los ejércitos? Los pueblos trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano.

14 Porque así como el mar rebosa de agua, también la tierra rebosará con el conocimiento de la gloria del Señor.

15 »¡Ay de ti, que embriagas a tu prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas el odre y lo emborrachas para contemplar su desnudez!

16 Eso, en vez de honrarte, te llena de deshonra, ¡pero también tú beberás y mostrarás tu desnudez! El Señor mismo vendrá a ti, y con su mano derecha te dará a beber del cáliz, y tu honra quedará cubierta de afrentoso vómito.

17 Ciertamente, la rapiña del Líbano recaerá sobre ti, y las fieras te despedazarán. Y es que tú has derramado mucha sangre, has cometido muchos robos en la tierra y en las ciudades, y contra todos sus habitantes.

18 »¿De qué sirve la escultura que hace el escultor? ¿De que sirve la estatua fundida, maestra de mentira, obra en la que pone su confianza el que hace imágenes mudas?

19 ¡Ay del que pide al palo que despierte, y que a la piedra muda le pide levantarse! ¿Cómo pretende ser maestro? ¡Sus imágenes están recubiertas de oro y plata, y no hay en ellas ningún hálito de vida!»

20 Pero el Señor está en su santo templo. ¡Que calle delante de él toda la tierra!

Habacuc 3

Oración de Habacuc

1 Oración del profeta Habacuc. Sobre Sigionot.

2 Señor, he oído hablar de tus hechos,

y saberlo me llena de temor.

Vuelve a actuar, Señor, en estos tiempos;

date a conocer en nuestros días,

y si te enojas, recuerda que eres compasivo.

3 ¡Dios viene de Temán!

¡El Santo viene del monte de Parán!

¡Su gloria cubre los cielos!

¡La tierra se llena con su alabanza!

4 ¡Su resplandor es como la luz!

¡Brillantes rayos salen de su mano!

¡Allí está escondido su poder!

5 Avanza precedido de gran mortandad,

y cierra su marcha ardiente fuego.

6 Si se detiene, la tierra se estremece;

si lanza una mirada, tiemblan las naciones,

las montañas eternas se desmoronan,

y las colinas perennes se hunden.

¡Sus caminos son eternos!

7 He visto aflicción en las tiendas de Cusán,

y angustia en las tiendas de Madián.

8 ¿Te enojaste, Señor, contra los ríos?

¿Te airaste contra ellos?

¿Se desató tu furia contra el mar

cuando montaste en tus caballos

y subiste en tus carros de victoria?

9 Al quedar tu arco al descubierto,

pudo verse tu aljaba repleta de flechas.

Con los ríos divides la tierra.

10 Los montes te ven, y tiemblan.

Pasan las aguas y todo lo inundan;

el mar profundo deja oír su voz,

y las grandes olas se agitan.

11 Al ver el resplandor de tus saetas,

y el brillo de tu deslumbrante lanza,

el sol y la luna detienen su marcha.

12 En tu ira, pisoteas la tierra;

en tu furor, aplastas a las naciones.

13 Acudes al llamado de tu pueblo,

y sales en ayuda de tu ungido.

Abates la casa del jefe malvado,

y lo dejas desnudo de pies a cabeza.

14 Horadas con sus propios dardos

la cabeza de sus guerreros,

que arremeten contra mí para que huya,

y gozan devorando al pobre que se esconde.

15 Tú cabalgas en el mar con tus caballos,

y haces que se agiten las muchas aguas.

16 Al oírte, se estremecen mis entrañas;

mis labios tiemblan al escuchar tu voz.

El mal me cala hasta los huesos,

y en mi interior todo se estremece,

pero yo espero confiado el día de la angustia,

el día en que será invadido

el pueblo que ahora nos oprime.

17 Aunque todavía no florece la higuera,

ni hay uvas en los viñedos,

ni hay tampoco aceitunas en los olivos,

ni los campos han rendido sus cosechas;

aunque no hay ovejas en los rediles

ni vacas en los corrales,

18 yo me alegro por ti, Señor;

¡me regocijo en ti, Dios de mi salvación!

19 Tú, Señor eres mi Dios y fortaleza.

Tú, Señor, me das pies ligeros, como de cierva,

y me haces andar en mis alturas.

Al jefe de los cantores. Sobre instrumentos de cuerda.

Nahúm 1

1 Profecía acerca de Nínive.Libro de la visión de Nahúm de Elcos.

2 El Señor es un Dios celoso y vengador;

es el Señor de la venganza y de la ira.

El Señor se venga de sus adversarios

y mantiene su enojo contra sus enemigos.

3 El Señor es lento para la ira,

y su poder es impresionante.

El Señor no tiene por inocente al culpable.

El Señor marcha en la tempestad y en el torbellino;

las nubes son el polvo que levantan sus pies.

4 El Señor reprende al mar,

y el mar y todos los ríos se secan.

Basán y el Carmelo fueron destruidos,

y destruido también lo mejor del Líbano.

5 Ante el Señor tiemblan los montes

y se desmoronan las colinas;

ante su presencia la tierra se estremece,

y tiemblan el mundo y sus habitantes.

6 ¿Quién puede enfrentarse a su ira?

¿Quién puede resistir el ardor de su enojo?

Su ira se extiende como el fuego,

y hace que las peñas se desgajen.

7 El Señor es bueno;

es un refugio en el día de la angustia.

El Señor conoce a los que en él confían,

8 pero destruye a sus adversarios

con una impetuosa inundación

y persigue con las tinieblas a sus enemigos.

9 ¿Hacen ustedes planes contra el Señor?

¡Él los deshará por completo,

y no tendrá que vengarse dos veces!

10 Podrán hacer estrechas alianzas,

como entretejidos espinos,

y saturarse de vino para darse valor,

pero serán consumidos como la hojarasca.

11 De ti, Nínive, salió el consejero perverso,

¡el que pensó hacerle daño al Señor!

12 Pero así ha dicho el Señor:

«Aunque ellos sean muchos y vivan tranquilos,

aun así serán destruidos y dejarán de existir.

Ya te he afligido bastante, Jerusalén,

y no volveré a afligirte.

13 Voy a hacer pedazos el yugo y las coyundas

que Nínive te ha impuesto.»

14 Acerca de ti, Nínive, el Señor ha ordenado

que no quede ni memoria de tu nombre.

Por causa de tu vileza serán destruidas

todas las esculturas y las estatuas fundidas

que hay en el templo de tu dios,

y allí se pondrá tu sepulcro.

Anuncio de la caída de Nínive

15 Ya se oyen sobre los montes

los pies del que trae buenas nuevas,

del que anuncia la paz.

¡Celebra tus fiestas, Judá, y cumple tus votos!

¡Los malvados han perecido por completo,

y nunca más volverán a conquistarte!

Nahúm 2

1 Ya avanza contra ti el destructor.

Vigila, pues, tu fortaleza y el camino.

Vístete y refuerza al máximo tu poder.

2 Los saqueadores despojaron a Jacob,

¡estropearon las viñas de Israel!

Pero el Señor restaurará su antigua gloria.

3 Rojos son los escudos de los guerreros.

Rojos son también sus uniformes.

Sus carros de guerra brillan como antorchas.

Llegó el día del ataque, y ya agitan las lanzas.

4 Los carros se precipitan a las plazas

y ruedan con estruendo por las calles.

Su aspecto es el de antorchas encendidas,

que pasan como súbitos relámpagos.

5 El rey manda llamar a sus valientes,

y éstos en su prisa se atropellan.

Corren a las murallas y preparan la defensa.

6 Se abren las compuertas de los ríos,

y las aguas inundan el palacio.

7 La reina es apresada y llevada en vilo.

Sus criadas gimen como palomas,

y en su angustia se golpean el pecho.

8 La gente en Nínive parece una represa

cuyas aguas se hubieran desbordado.

Algunos gritan: «¡Deténganse, deténganse!»,

pero nadie retrocede.

9 Unos se roban la plata, otros se roban el oro,

¡parecieran no tener fin tantas riquezas

y tantos objetos codiciables y valiosos!

10 Nínive queda vacía, vencida, despojada.

El corazón le desfallece, le tiemblan las rodillas,

le duelen las entrañas, su rostro palidece.

11 ¿Qué hay de la guarida de los leones?

¿Qué pasó con la guarida de cachorros,

donde el león y la leona descansaban,

donde nadie osaba espantar a los cachorros?

12 El león mataba para alimentar a sus cachorros,

desgarraba su presa y alimentaba a sus leonas;

¡con los despojos de sus víctimas

llenaba sus cuevas y guaridas!

Destrucción total de Nínive

13 «Pero yo estoy contra ti.

Voy a quemar tus carros de guerra,

y los reduciré a cenizas.

La espada acabará con tus leoncillos;

pondré fin al pillaje que hay en el país,

y nunca más volverá a escucharse

la voz de tus mensajeros.»

—Palabra del Señor de los ejércitos.

Nahúm 3

1 «¡Ay de ti, ciudad sanguinaria!

¡Rebosando estás de mentira y de rapiña,

pero no renuncias al pillaje!

2 »Chasquido de látigos, fragor de ruedas,

galope de caballos, estridencia de carruajes,

3 ¡y carga de la caballería!

¡Brillan las espadas, centellean las lanzas!

¡Son muchos los caídos! ¡Abundan los cadáveres!

¡No es posible contar los cuerpos inertes

con los que todo el mundo tropieza!

4 »¡Y todo por culpa tuya,

ramera de cara bonita, maestra en hechizos!

¡Con tus muchos encantos y tu procaz liviandad

sedujiste a pueblos y naciones!

5 ¡Pero yo estoy contra ti!

Voy a levantarte la falda hasta el rostro,

y expondré ante naciones y reinos

tu desnudez y tu vergüenza.

—Palabra del Señor de los ejércitos.

6 »Voy a humillarte.

Voy a lanzar inmundicias sobre ti.

¡Voy a ponerte como estiércol!

7 Todos los que te vean dirán,

mientras se apartan de ti:

“Nínive ha sido devastada.

¿Quién se compadecerá de ella?

¿Dónde hallaré quien la consuele?”

8 »¿Acaso eres tú mejor que Tebas,

la ciudad asentada junto al Nilo,

que se creía protegida por el mar,

por estar rodeada de tantas aguas?

9 Etiopía y Egipto la apoyaban siempre,

Fut y Libia le brindaban su apoyo.

10 Sin embargo, Tebas marchó al cautiverio.

Sus niños fueron estrellados contra el suelo

en los cruceros de las calles;

sus varones fueron repartidos por sorteo,

y todos sus magnates fueron encadenados.

11 »También tú serás embriagada y encarcelada.

También tú buscarás esconderte del enemigo.

12 Tus fortalezas serán como las higueras:

cuando las brevas ya están maduras,

a la menor sacudida caen en la boca

del que se las quiere comer.

13 En tus calles, los hombres se acobardarán;

el país quedará indefenso ante el enemigo,

y el fuego consumirá tus cerrojos.

14 »Aunque te abastezcas de agua para el asedio,

aunque refuerces tus fortalezas,

aunque te metas en el lodo y lo apisones,

y prepares el horno para hacer ladrillos,

15 te consumirá el fuego y te derribará la espada.

Aunque te multipliques como las langostas,

la espada te consumirá como el pulgón.

16 »Tus mercaderes llegaron a multiplicarse

más que las estrellas del cielo,

pero llenos de miedo se dieron a la fuga.

17 Eran tus príncipes y tus magnates

tan voraces como una nube de langostas;

en los días fríos se sentaban en los muros.

¡Pero el sol salió, y desaparecieron,

y nunca más se supo de ellas!

18 »Rey de Asiria, tus pastores ya han muerto.

Para siempre reposan tus valientes.

Tu pueblo anda disperso por las montañas,

y no hay nadie que pueda congregarlos.

19 Tus fracturas no tienen remedio.

Tus heridas son incurables.

Todos los que sepan lo que te ha pasado

batirán las manos y se alegrarán de ti.

¿Y quién no sufrió tu constante maldad?»

Miqueas 1

1 La palabra del Señor vino a Miqueas de Moréset durante el reinado de Yotán,Ajazy Ezequías,reyes de Judá. Esto es lo que Miqueas vio acerca de Samaria y de Jerusalén.

2 «¡Escuchen, pueblos todos! ¡Presta atención, tierra, con todos tus habitantes! ¡Que desde su santo templo nuestro Dios y Señor sea testigo contra ustedes!

3 ¡Miren al Señor! ¡Ya sale de su lugar! ¡Ya desciende para hollar las alturas de la tierra!

4 Bajo sus pies los montes se derriten, como la cera ante el fuego; los valles se ahondan, como partidos por las aguas que se precipitan al abismo.

5 Y todo esto sucede por causa de la rebelión de Jacob y por los pecados de la casa de Israel. ¡Y la causa de la rebelión de Jacob es Samaria! ¡Y los lugares altos de Judá están en Jerusalén!

6 »Por eso voy a convertir a Samaria en un montón de ruinas y en tierra para plantar viñas; ¡voy a esparcir sus piedras por el valle, y a dejar al descubierto sus cimientos!

7 Todas sus estatuas serán hechas pedazos, y todas sus ganancias serán arrojadas al fuego. ¡Yo destruiré a todos sus ídolos! El dinero que juntó por la paga de sus prostituciones, en dinero de prostitución se convertirá.»

8 Por eso lloro y gimo. Por eso ando descalzo y semidesnudo. Mis quejas parecen aullidos de chacales, lamentos de avestruces.

9 La llaga de Samaria es dolorosa, y se ha extendido hasta Judá. Ha llegado hasta Jerusalén, hasta la puerta de mi pueblo.

10 No lo digan en Gat, ni lloren demasiado. ¡Revuélquense en el polvo de Bet Leafrá!

11 Sigan adelante, habitantes de Safir, desnudos y avergonzados; y ustedes, habitantes de Zanán, no salgan, que Betesel está llorando y les ha retirado su apoyo.

12 Los habitantes de Marot anhelan con ansias recibir el bien, pero de parte del Señor el mal ha llegado hasta las puertas mismas de Jerusalén.

13 Ustedes, habitantes de Laquis, que fueron los primeros causantes del pecado de la bella Sión, enganchen a sus carros los caballos más veloces, porque en ustedes se han hallado las rebeliones de Israel.

14 Por lo tanto, ustedes pagarán tributo a Moréset Gat, y las casas de Aczib serán una trampa para los reyes de Israel.

15 Y ustedes, habitantes de Maresa, van a tener un nuevo amo, y los mejores hombres de Israel huirán hasta Adulán.

16 Rápate, pues, la cabeza y aféitate la barba por los hijos en que te deleitas; quédate calvo como el águila, porque tus hijos serán llevados en cautiverio, lejos de ti.