Daniel 4

La locura de Nabucodonosor

1 «Yo, el rey Nabucodonosor, me dirijo a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en todo el país. ¡Que la paz les sea multiplicada!

2 Es conveniente que yo dé a conocer las señales y milagros que el Dios altísimo ha hecho conmigo.

3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán prodigiosas sus maravillas! Su reino es un reino sempiterno. Su señorío va de generación en generación.

4 »Yo, Nabucodonosor, gozaba en mi palacio de tranquilidad y prosperidad.

5 Pero tuve un sueño que me espantó, y mientras yacía en mi lecho, las imágenes y visiones que pasaban por mi cabeza me dejaron perturbado.

6 Por eso mandé que se presentaran ante mí todos los sabios de Babilonia, para que me dieran a conocer la interpretación del sueño.

7 Y vinieron magos, astrólogos, hechiceros y adivinos, y yo les conté mi sueño, pero ellos no me pudieron decir lo que significaba.

8 Finalmente, se presentó ante mí Daniel, también llamado Beltsasar, como el nombre de mi dios, en quien habita el espíritu de los dioses santos. Yo le conté mi sueño, y le dije:

9 “Beltsasar, jefe de los magos: según entiendo, en ti radica el espíritu de los dioses santos, y ningún misterio te es oculto. Hazme saber qué significan las visiones que he tenido en mi sueño.

10 Lo que yo veía en mi mente, mientras estaba en mi lecho, es lo siguiente: Me parecía ver que en medio de la tierra había un árbol de gran altura.

11 Este árbol crecía y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo. ¡Se podía ver desde los lugares más lejanos de la tierra!

12 Era de hermoso follaje y de abundante fruto, y de él podían alimentarse todos. Todas las bestias se refugiaban bajo su sombra, en sus ramas anidaban las aves del cielo, y de él se alimentaba la humanidad entera.

13 ”Mientras yacía en mi lecho, en las visiones de mi mente vi descender del cielo a un vigilante santo,

14 que a gran voz clamaba: ‘¡Derriben el árbol, y córtenle las ramas! ¡Quítenle el follaje, y esparzan su fruto! ¡Espanten a las bestias que yacen bajo su sombra, y a las aves que anidan en sus ramas!

15 Pero dejen en la tierra sólo la cepa de sus raíces, y sujétenlas con cadenas de hierro y de bronce entre la hierba del campo. ¡Dejen que lo empape el rocío del cielo, y que crezca entre las bestias y entre la hierba del campo!

16 ¡Que cambie su corazón humano y se le dé un corazón de bestia, y que transcurran sobre él siete tiempos!

17 Esta sentencia la han decretado los vigilantes, y los santos han ordenado ejecutarla, para que todos los seres vivos reconozcan que el Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega este reino a quien él quiere, y entroniza en él al hombre más humilde.’

18 ”Yo, el rey Nabucodonosor, he tenido este sueño, y tú, Beltsasar, me dirás qué es lo que significa, porque todos los sabios de mi reino no han podido decírmelo. Pero tú sí puedes dármelo a saber, porque en ti habita el espíritu de los dioses santos.”»

19 Durante casi una hora Daniel, también llamado Beltsasar, quedó atónito y sus pensamientos lo perturbaban. Pero el rey le habló y le dijo:

«Beltsasar, que no te perturben ni el sueño ni su interpretación.»

Beltsasar respondió y dijo:

«Mi señor, que el sueño y su interpretación se hagan realidad en tus enemigos y en los que mal te quieren.

20 El árbol que viste crecer y hacerse fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo y podía verse desde los lugares más lejanos de la tierra,

21 y cuyo follaje era hermoso y su fruto abundante, y del cual se alimentaban todos, y bajo cuya sombra se refugiaban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo,

22 es Su Majestad, que ha crecido y se ha hecho fuerte, pues su grandeza ha aumentado hasta alcanzar el cielo, y su dominio llega hasta los confines de la tierra.

23 En cuanto al vigilante santo que Su Majestad vio descender del cielo, y que decía: “Corten el árbol y destrúyanlo, pero dejen la cepa de sus raíces en la tierra y entre la hierba del campo, y sujétenla con cadenas de hierro y de bronce y que lo empape el rocío del cielo, y que viva entre las bestias del campo, hasta que transcurran sobre él siete tiempos”,

24 la interpretación es la siguiente: El Altísimo ha dictado su sentencia sobre Su Majestad, mi señor,

25 y Su Majestad será expulsado de entre los hombres y habitará entre las bestias del campo; lo alimentarán con la hierba del campo, como a los bueyes, y se bañará con el rocío del cielo. Siete tiempos transcurrirán hasta que Su Majestad reconozca que el Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega ese reino a quien él quiere.

26 En cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, eso significa que el reino de Su Majestad se mantendrá firme, luego de que Su Majestad reconozca que quien gobierna es el cielo.

27 Por lo tanto, acepte Su Majestad mi consejo y redima sus pecados impartiendo justicia, y sus iniquidades tratando a los oprimidos con misericordia, pues tal vez así su tranquilidad se vea prolongada.»

28 Todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor.

29 Pero doce meses después, mientras éste se paseaba por el palacio real de Babilonia,

30 exclamó:

«¿Acaso no es ésta la gran Babilonia, que con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad he constituido como sede del reino?»

31 Todavía estaba hablando el rey cuando del cielo vino una voz, que decía:

«A ti, rey Nabucodonosor, se te hace saber que el reino se te ha arrebatado.

32 Serás expulsado de entre los hombres, vivirás entre las bestias del campo, y te alimentarán como a los bueyes. Pasarán siete tiempos sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega este reino a quien él quiere.»

33 En ese mismo instante se cumplió esta sentencia sobre Nabucodonosor, y éste fue expulsado de entre los hombres y se alimentaba de hierba, como los bueyes, y su cuerpo se empapaba con el rocío del cielo, hasta que el pelo le creció como plumas de águila, y las uñas como las garras de las aves.

34 «Pero al fin del tiempo yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo y recobré la razón. Bendije entonces al Altísimo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y cuyo reino permanece por todas las edades.

35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; el Altísimo hace lo que él quiere con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra, y no hay quien pueda impedírselo, ni cuestionar lo que hace.

36 En ese mismo instante recobré la razón y la majestad de mi reino, junto con mi dignidad y mi grandeza, y mis gobernadores y mis consejeros acudieron a mí, y fui restablecido en mi reino y se me dio mayor grandeza.

37 Por eso yo, Nabucodonosor, alabo y engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos, y él puede humillar a los que se muestran soberbios.»

Daniel 5

La escritura en la pared

1 El rey Belsasar ofreció un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de todos ellos bebió vino en exceso.

2 Animado por el vino, Belsasar mandó traer los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor, su padre, había sustraído del templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos tanto él como sus invitados de importancia, y sus mujeres y concubinas.

3 Y así, le fueron llevados los vasos de oro que se habían sustraído del templo de Dios en Jerusalén, y el rey y sus invitados bebieron en ellos, lo mismo que sus mujeres y concubinas.

4 Embriagados de vino alabaron a los dioses de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.

5 En ese mismo instante aparecieron los dedos de una mano humana que, a la luz del candelero, escribía sobre la parte blanca de la pared del palacio. Al ver el rey la mano que escribía,

6 se puso pálido y, sin saber qué pensar de esto, perdió las fuerzas y las rodillas comenzaron a temblarle.

7 Con grandes gritos, mandó llamar a los magos, hechiceros, adivinos y sabios de Babilonia, y les dijo:

«A quien pueda leer lo que está allí escrito, y me diga lo que significa, se le vestirá de púrpura, se le pondrá un collar de oro en el cuello, y se le nombrará tercer señor del reino.»

8 Todos los sabios del reino fueron llevados ante el rey, pero ninguno de ellos pudo leer la escritura ni decir al rey su significado.

9 Eso preocupó mucho al rey Belsasar, quien se puso pálido mientras sus príncipes no sabían qué hacer.

10 Pero la reina, que al oír las palabras del rey y de sus príncipes había entrado al salón del banquete, dijo:

«¡Que Su Majestad viva para siempre! No se preocupe Su Majestad con esos pensamientos que tiene, ni se ponga pálido.

11 En el reino de Su Majestad hay un hombre en el que habita el espíritu de los dioses santos. Cuando el padre de Su Majestad vivía, se encontró que dicho hombre estaba iluminado por la inteligencia y la sabiduría que sólo tienen los dioses. A ese hombre, Nabucodonosor, padre de Su Majestad, lo constituyó jefe de todos los magos, astrólogos, hechiceros y adivinos,

12 porque en él se halló un espíritu mayor de ciencia y entendimiento para interpretar sueños, descifrar enigmas y resolver dudas. Ese hombre es Daniel, a quien el padre de Su Majestad puso por nombre Beltsasar. Mande Su Majestad llamar a Daniel, y él le dirá lo que significa esa escritura.»

13 Cuando Daniel fue llevado a la presencia del rey, éste le dijo:

«¿Eres tú el Daniel que mi padre trajo de Judea, que vino entre los cautivos de Judá?

14 He oído decir que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halla más luz, entendimiento y sabiduría.

15 Han sido traídos a mi presencia sabios y astrólogos, para que lean esta escritura y me digan lo que significa, pero ninguno de ellos ha podido decirme lo que esto significa.

16 Sin embargo, he oído decir que tú puedes hacer interpretaciones y resolver dificultades. Si puedes leer esta escritura y decirme ahora lo que significa, serás vestido de púrpura, se te pondrá en el cuello un collar de oro, y se te nombrará tercer señor del reino.»

17 Allí, en presencia del rey, Daniel respondió:

«Su Majestad puede reservarse esos dones, o puede darlos a otros como recompensa. Yo descifraré para Su Majestad esta escritura, y le diré lo que significa.

18 El Dios altísimo dio al rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad, el reino, la grandeza, la gloria y la majestad.

19 Por causa de la grandeza que Dios le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo ante él, y él le quitaba la vida o se la daba a quien quería; a unos los engrandecía y a otros los humillaba.

20 Pero su corazón se envaneció, y se endureció su espíritu orgulloso, y por eso fue depuesto del trono y despojado de su gloria.

21 Expulsado de entre los hombres, su mente se volvió semejante a la de las bestias, y convivió con los asnos monteses. Fue alimentado con hierba, como los bueyes, y su cuerpo lo empapó el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega dicho reino a quien él quiere.

22 Pero Su Majestad Belsasar no ha humillado su corazón ante Dios, aun cuando sabe todo esto y es hijo del rey Nabucodonosor.

23 Lejos de eso, Su Majestad, en su soberbia, se ha levantado contra el Señor del cielo, ha mandado traer los vasos del templo de Dios, y tanto Su Majestad como sus invitados, y sus mujeres y concubinas, han bebido vino en ellos. Y no sólo eso, sino que Su Majestad ha dado alabanza a dioses de plata y oro, y de bronce, hierro, madera y piedra, ¡dioses que ni ven ni oyen nada, ni saben nada! En cambio, Su Majestad nunca ha honrado al Dios en cuya mano está su vida y todos sus caminos.

24 »Por eso ha salido de la presencia de Dios la mano que ha trazado esta escritura.

25 Lo que la escritura dice es lo siguiente: MENE, MENE, TEKEL, PARSIN.

26 Y lo que significa es: MENE: Dios ha llamado a cuentas al reino de Su Majestad, y le ha puesto fin.

27 TEKEL: Dios ha pesado a Su Majestad en una balanza, y su peso deja mucho que desear.

28 PARSIN: Dios ha dividido el reino de Su Majestad, y se lo ha dado a los medos y a los persas.»

29 Belsasar ordenó entonces que Daniel fuera vestido de púrpura, que se le pusiera en el cuello un collar de oro, y que fuera proclamado como el tercer señor del reino.

30 Esa misma noche Belsasar, rey de los caldeos, murió asesinado,

31 y el reino quedó en manos de Darío de Media, cuando éste tenía sesenta y dos años.

Daniel 6

Daniel en el foso de los leones

1 Darío tomó la decisión de constituir sobre su reino ciento veinte sátrapas que se encargaran del gobierno.

2 Sobre ellos puso a tres gobernadores, a quienes los sátrapas debían rendir cuentas, para que los intereses del rey no se vieran afectados. Uno de los tres gobernadores era Daniel,

3 aunque Daniel estaba por encima de los sátrapas y los gobernadores porque en él radicaba un espíritu superior. Incluso, el rey pensaba ponerlo a cargo de todo el reino.

4 Por eso los gobernadores y los sátrapas buscaban la ocasión de acusar a Daniel en lo que tuviera relación con el reino, pero no podían hallarla, ni tampoco acusarlo de ninguna falta, porque él era confiable y no tenía ningún vicio ni cometía ninguna falta.

5 Finalmente, dijeron: «Nunca vamos a hallar la ocasión de acusar a este Daniel, a menos que la busquemos en algo que tenga que ver con la ley de su Dios.»

6 Dicho esto, los gobernadores y los sátrapas se presentaron juntos ante el rey, y le dijeron:

«¡Que viva para siempre Su Majestad, el rey Darío!

7 Todos los gobernadores, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes del reino han acordado por unanimidad pedir a Su Majestad que promulgue un edicto real, y que lo confirme, ordenando que cualquiera que en los treinta días siguientes demande el favor de cualquier dios o persona que no sea Su Majestad, sea arrojado al foso de los leones.

8 Tenga a bien Su Majestad confirmar este edicto, y firmarlo, para que conforme a la ley de Media y de Persia, no pueda ser revocado.»

9 El rey firmó el edicto y la prohibición.

10 Y cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, abrió las ventanas de su alcoba que daban hacia Jerusalén, y tres veces al día se arrodillaba y oraba a su Dios, dándole gracias como acostumbraba hacerlo.

11 Pero aquellos hombres se juntaron y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios,

12 así que fueron ante el rey y, haciendo referencia al edicto real, dijeron:

«¿No es verdad que Su Majestad ha confirmado un edicto, el cual ordena que cualquiera que en los treinta días siguientes pida el favor de cualquier dios o persona sea echado en el foso de los leones? ¡A menos, claro, que pida el favor de Su Majestad!»

El rey respondió:

«En efecto. Y conforme a la ley de Media y de Persia, ese edicto no puede ser revocado.»

13 Al instante, ellos respondieron al rey:

«¡Pues Daniel, que es uno de los cautivos de Judá, no respeta a Su Majestad ni acata el edicto que Su Majestad ha confirmado! ¡Al contrario, tres veces al día pide el favor de su Dios!»

14 Cuando el rey oyó esto, se puso muy apesadumbrado y resolvió librar a Daniel. Hasta la puesta del sol hizo todo lo posible por ponerlo a salvo,

15 pero aquellos hombres lo rodearon y le dijeron:

«Su Majestad seguramente sabe que, según la ley de Media y de Persia, ningún edicto o decreto confirmado por el rey puede ser abrogado.»

16 El rey dio entonces la orden de que llevaran a Daniel al foso de los leones, y lo arrojaran allí. Sin embargo, le dijo a Daniel:

«El Dios a quien tú sirves sin cesar habrá de librarte.»

17 Enseguida trajeron una piedra y la pusieron sobre la entrada del foso, y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que la orden acerca de Daniel no fuera alterada.

18 Después de eso, el rey se fue a su palacio y se acostó sin comer nada. Tampoco permitió que tocaran para él instrumentos de música, y hasta el sueño se le fue.

19 Muy de mañana, el rey se levantó y lo primero que hizo fue dirigirse al foso de los leones.

20 Cuando estuvo cerca del foso, con voz triste pero fuerte llamó a Daniel y le dijo:

«Daniel, siervo del Dios viviente, a quien tú sirves sin cesar, dime: ¿pudo tu Dios librarte de los leones?»

21 Daniel le respondió:

«¡Que viva Su Majestad para siempre!

22 Mi Dios envió a su ángel para que cerrara las fauces de los leones y no me hicieran daño. Y es que delante de Dios soy inocente, y aun delante de Su Majestad, pues no he cometido ningún mal.»

23 Al escucharlo, el rey se alegró mucho, y mandó que sacaran del foso a Daniel. Y cuando lo sacaron, salió ileso porque había confiado en su Dios.

24 Entonces el rey mandó traer a los que habían acusado a Daniel, y que los arrojaran al foso de los leones junto con sus hijos y sus mujeres. Y aún no habían llegado al fondo del foso cuando los leones ya se habían lanzado sobre ellos y les habían despedazado todos los huesos.

25 Después, el rey Darío escribió lo siguiente para todos los pueblos, naciones y lenguas que habitaban en el país:

«Que la paz les sea multiplicada.

26 Con este decreto ordeno que, en toda la extensión de mi reino, todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel. Porque él es el Dios viviente; él permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido. ¡Su dominio perdurará hasta el fin!

27 El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra. ¡Él es quien ha salvado a Daniel de las fauces de los leones!»

28 Y Daniel fue prosperado durante los reinados de Darío y de Ciro el persa.

Daniel 7

Visión de las cuatro bestias

1 En el primer año del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño, y acudieron a su mente varias visiones. Esto sucedió mientras estaba acostado, pero más tarde escribió lo que soñó para contar lo que más le impresionó.

2 Y dijo:

«Una noche, yo, Daniel, tuve una visión, en la que veía que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.

3 Del marvi salir cuatro bestias enormes, diferentes la una de la otra.

4 La primera parecía un león, pero tenía alas de águila. Yo la estuve mirando hasta que le arrancaron las alas, la levantaron del suelo y la hicieron pararse sobre sus patas, como los seres humanos. Entonces se le dio un corazón humano.

5 »También vi una segunda bestia, parecida a un oso. Se apoyaba más en un lado que en el otro, y tenía tres costillas entre los dientes. Oí que se le dijo: “Levántate, devora mucha carne.”

6 Después de esto vi una tercera bestia. Parecía un leopardo, pero en la espalda tenía cuatro alas de ave, y también cuatro cabezas. A esta bestia se le dio poder para reinar.

7 Y esa misma noche, mientras tenía estas visiones, vi una cuarta bestia, espantosa y terrible, y extremadamente fuerte. Tenía unos enormes colmillos de hierro con los que devoraba y desmenuzaba todo, y con sus patas pisoteaba las sobras. Comparada con todas las bestias que antes vi, era muy diferente, pues tenía diez cuernos.

8 »Mientras contemplaba yo los cuernos, vi que de entre ellos salía un cuerno más pequeño, y que delante de él fueron arrancados tres de los primeros cuernos. También pude ver que los ojos de este cuerno parecían los de un ser humano, y que hablaba con aires de grandeza.

9 »Mientras yo miraba, se colocaron varios tronos,y un Anciano entrado en años se sentó. Su vestido era blanco como la nieve, y su cabello era semejante a lana limpia;su trono era una llama de fuego, y las ruedas del trono eran un fuego ardiente.

10 De su presencia manaba un río de fuego, y a su servicio estaba una multitudimposible de ser contada. El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.

11 A mí me llamaba la atención la estruendosa e insolente voz del cuerno, y me quedé mirando hasta que mataron a la bestia y destrozaron su cuerpo, que luego fue quemado en el fuego.

12 A las otras bestias se les había quitado también su dominio, aunque se les prolongó la vida durante cierto tiempo.

13 »Mientras tenía yo esta visión durante la noche, vi que en las nubes del cielo venía alguien semejante a un hijo de hombre,el cual se acercó al Anciano entrado en años, y hasta se le pidió acercarse más a él.

14 Y se le dio el dominio, la gloria y el reino, para que todos los pueblos y naciones y lenguas le sirvieran.Y su dominio es eterno y nunca tendrá fin, y su reino jamás será destruido.

15 »Yo, Daniel, me quedé sumamente perturbado de espíritu, y estas visiones que tuve me dejaron atónito.

16 Me acerqué entonces a uno de los que allí estaban, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y aquél habló conmigo y me hizo saber lo que todo esto significaba:

17 Las cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.

18 Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y lo poseerán hasta la eternidad y para siempre.

19 »Tuve entonces el deseo de conocer la verdad acerca de la cuarta bestia, la cual era tan diferente de las otras, tan espantosa y con colmillos de hierro y garras de bronce, que todo lo devoraba y desmenuzaba, y que con sus patas pisoteaba las sobras.

20 Quise también saber acerca de los diez cuernos que tenía en la cabeza, y del otro cuerno que le había salido, y delante del cual habían caído tres de ellos. Este mismo cuerno tenía ojos, y una boca muy insolente, y se veía más grande que los otros cuernos.

21 Y vi entonces que este cuerno luchaba contra los santos, y los vencía,

22 hasta que vino el Anciano entrado en años y dictó sentencia en favor de los santos del Altísimo;y llegado el momento, los santos recibieron el reino.

23 »Y aquél me dijo: “La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, diferente de todos los otros reinos, pues devorará, trillará y despedazará toda la tierra.

24 Y los diez cuernos significan que de aquel reino surgirán diez reyes,y que después de ellos surgirá otro rey, diferente de los primeros, que derribará a tres reyes.

25 Blasfemará contra el Altísimo, y quebrantará a sus santos, y hasta intentará cambiar los tiempos y la ley, pues le serán entregados durante un tiempo, y tiempos, y medio tiempo.

26 Pero cuando el Juez ocupe el trono, se le quitará el dominio, y será destruido y arruinado hasta el fin.

27 Entonces se dará al pueblo de los santos del Altísimoel reino y el dominio y la majestad de los reinos bajo el cielo. Y su reino será un reino eterno,y todos los poderes le servirán y lo obedecerán.”

28 »Dicho esto, aquél no dijo más. Pero yo, Daniel, me quedé muy perturbado en mis pensamientos y mi rostro se demudó. Pero todo esto lo guardé en mi corazón.»

Daniel 8

Visión del carnero y del macho cabrío

1 En el año tercero del reinado del rey Belsasar, yo, Daniel, tuve una visión, además de la que antes había tenido.

2 En esa visión, vi que estaba yo en las márgenes del río Ulay, en Susa, que es la capital del reino, en la provincia de Elam.

3 Al levantar la vista, allí junto al río vi un carnero. Tenía dos cuernos muy largos, aunque uno de ellos era más largo que el otro y le había crecido después.

4 Vi también que el carnero embestía con sus cuernos hacia el poniente, el norte y el sur, y que ninguna bestia podía enfrentársele ni librarse de su poder; hacía todo lo que quería, y se ufanaba de ello.

5 Mientras yo trataba de entender esto, por el lado poniente apareció un macho cabrío, que sin siquiera tocar el suelo se dispuso a atacar toda la tierra. Tenía entre los ojos un cuerno muy prominente.

6 Cuando llegó adonde estaba el carnero de dos cuernos, que yo había visto en la ribera del río, se lanzó contra él con todas sus fuerzas.

7 Yo vi cuando llegó hasta el carnero y lo atacó; lo hirió y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para hacerle frente, así que lo derribó y lo pisoteó, y no hubo nadie que lo librara de su poder.

8 Y este macho cabrío se hizo muy poderoso; pero en la cumbre de su poder se le quebró el cuerno más largo, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos de gran tamaño, que se lanzaron contra los cuatro vientos del cielo.

9 De uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia el sur, hacia el oriente, y hacia la tierra gloriosa.

10 Tan grande llegó a ser que desafió al ejército del cielo, y hasta echó por tierra y pisoteó parte de ese ejército y de las estrellas.

11 Incluso desafió al príncipe de los ejércitos, y por causa de él se suspendió el sacrificio continuo y se echó por tierra el lugar del santuario.

12 Por causa del pecado del pueblo le fue entregado el ejército, junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y en todo prosperó.

13 Entonces oí que uno de los santos hablaba, y que otro de los santos le preguntaba:

«¿Hasta cuándo durará la visión del sacrificio continuo, y el pecado desolador de permitir que el santuario y el ejército sean pisoteados?»

14 Y aquél dijo:

«Hasta que hayan pasado dos mil trescientas tardes y mañanas. Después de eso, el santuario será purificado.»

15 Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de entenderla, apareció ante mí alguien con apariencia humana.

16 Entonces, desde las márgenes del río Ulay oí la voz de un hombre que gritaba:

«¡Gabriel,explícale a éste la visión!»

17 Gabriel se acercó a mí, lo cual me llenó de temor, así que incliné mi rostro. Pero Gabriel me dijo:

«Debes entender, hijo de hombre, que la visión se refiere a los últimos tiempos.»

18 Mientras Gabriel me hablaba, yo me quedé dormido y boca abajo. Pero Gabriel me tocó e hizo que me pusiera de pie.

19 Entonces dijo:

«Presta atención, que voy a enseñarte lo que sucederá cuando cese la ira de Dios. Esto es para el tiempo del fin.

20 Tú viste un carnero con dos cuernos; esos dos cuernos son los reyes de Media y de Persia,

21 y el macho cabrío es el rey de Grecia. El cuerno grande que tenía entre los ojos es el primer rey.

22 El cuerno que fue quebrado, y los cuatro cuernos que salieron en su lugar, significa que de esa nación surgirán cuatro reinos, aunque no tan fuertes como ella.

23 Cuando estos reinos lleguen a su fin y los pecadores lleguen al colmo de su maldad, se levantará un rey despótico e intrigante.

24 Llegará a tener mucho poder, pero no por méritos propios, y causará grandes daños, pues actuará de manera arbitraria; será tal su éxito que destruirá a pueblos poderosos y al pueblo de los santos.

25 Sus hechos llevarán la marca de la astucia y del engaño; se llenará de soberbia y arteramente destruirá a muchos pueblos, y desafiará al Príncipe de los príncipes. Pero será derrotado, y no por la intervención humana.

26 La visión que tuviste de las tardes y mañanas es verdadera, pero tú debes mantenerla en secreto porque aún falta mucho tiempo.»

27 Yo, Daniel, me quedé sin fuerzas, y durante algún tiempo estuve enfermo. Una vez restablecido, volví a ocuparme de los negocios del rey, aunque me quedé espantado por causa de la visión, pues no la entendía.

Daniel 9

Oración de Daniel por su pueblo

1 Darío hijo de Asuero, que era de la nación de los medos, llegó a ser rey de los caldeos. En el primer año

2 de su reinado yo, Daniel, logré entender en los escritos el número de años que el Señor había anunciado al profeta Jeremías: la desolación de Jerusalén habría de durar setenta años.

3 Volví entonces mi rostro a mi Dios y Señor, para pedir su ayuda con oración y ruego. Me puse a ayunar, y me cubrí de cilicio y de ceniza.

4 Y ésta fue mi oración al Señor mi Dios; ésta fue mi confesión:

Señor, Dios grande y digno de ser temido,

que cumples tu pacto y tu misericordia

con los que te aman y cumplen tus mandamientos:

5 Hemos pecado, hemos hecho lo malo,

hemos sido impíos y rebeldes;

¡nos hemos apartado de tus leyes y mandamientos!

6 No obedecimos a tus siervos los profetas,

que en tu nombre hablaron a nuestros reyes,

a nuestros príncipes y a nuestros padres,

y a todo el pueblo de la tierra.

7 Tuya, Señor, es la justicia,

y nuestra es la vergüenza,

vergüenza que hoy llevan todos en Judá,

todos los habitantes de Jerusalén,

todo israelita, cercano y lejano,

todos los que, por rebelarse contra ti,

viven ahora en los países adonde los echaste.

8 Señor, nuestra es la vergüenza,

y de nuestros padres, príncipes y reyes,

porque todos hemos pecado contra ti.

9 Pero tú, Señor y Dios nuestro,

eres un Dios misericordioso, que sabe perdonar,

a pesar de que nos hemos rebelado contra ti

10 y no hemos obedecido tu voz;

¡no hemos obedecido las leyes que tú, Señor y Dios nuestro,

nos propusiste por medio de tus siervos los profetas!

11 Todo Israel ha transgredido tu ley;

se apartó de ti para no obedecerte.

¡Por eso nos han sobrevenido la maldición y el juramento

escritos en la ley de Moisés, tu siervo,

porque contra ti hemos pecado!

12 Y tú has cumplido tus advertencias contra nosotros,

y contra los jefes que nos gobernaron

y trajeron tan grande mal sobre nosotros.

¡Nunca antes se hizo bajo el cielo

lo que se ha hecho contra Jerusalén!

13 Todo este mal nos ha sobrevenido,

tal y como está escrito en la ley de Moisés.

No hemos implorado tu favor, Señor y Dios nuestro;

no nos apartamos de la maldad ni entendimos tu verdad.

14 Por eso tú, Señor, observaste nuestra maldad

y la hiciste volverse contra nosotros,

porque tú, Señor y Dios nuestro,

eres justo en todo lo que haces,

y nosotros no obedecimos tu voz.

15 Ahora pues, Señor y Dios nuestro,

que con gran poder sacaste de Egipto a tu pueblo

y te ganaste el renombre que hoy tienes:

¡hemos pecado, hemos actuado con impiedad!

16 Pero actúa, Señor, conforme a tu justicia

y aparta tu ira y tu furor de Jerusalén;

¡apártalos de tu ciudad y de tu santo monte!

¡Por nuestros pecados y por la maldad de nuestros padres

Jerusalén y nosotros somos el oprobio de nuestros vecinos!

17 Dios nuestro, ¡oye la oración de este siervo tuyo!

¡Oye sus ruegos, Señor, y por tu amor

haz resplandecer tu rostro sobre tu derruido santuario!

18 ¡Inclina, Dios mío, tu oído, y escúchanos!

¡Abre tus ojos, y mira nuestra desolación

y la ciudad sobre la que se invoca tu nombre!

¡A ti elevamos nuestros ruegos,

no porque confiemos en nuestra justicia

sino porque confiamos en tu gran misericordia!

19 ¡Señor, Señor, óyenos y perdónanos!

¡Préstanos atención, Señor, y actúa!

Por amor a ti mismo, Dios mío, ¡no tardes!,

que tu nombre se invoca sobre tu ciudad y tu pueblo.

Profecía de las setenta semanas

20 Todavía estaba yo hablando y orando, y confesando mi pecado y el de mi pueblo Israel; todavía estaba yo derramando mi ruego ante el Señor mi Dios en favor de su santo monte,

21 y orando sin cesar, cuando hacia la hora del sacrificio de la tarde vi que Gabriel,el hombre que antes había visto en la visión, volaba hacia mí apresuradamente.

22 Habló conmigo, y me explicó:

«Daniel, si he salido ahora ha sido para infundirte sabiduría y entendimiento.

23 La orden fue dada en cuanto tú comenzaste a orar, y yo he venido a explicarte todo, porque Dios te ama mucho. Así que entiende la orden y la visión.

24 »Se ha concedido a tu pueblo y a la santa ciudad un plazo de setenta semanas para poner fin a sus pecados y transgresiones, para que expíen su iniquidad y establezcan la justicia de manera perdurable, y para que sellen la visión y la profecía, y unjan al Santo de los santos.

25 Así que debes saber y entender que, desde que se emitió la orden para restaurar y edificar a Jerusalén, y hasta que llegue el Mesías Príncipe, transcurrirán siete semanas, y sesenta y dos semanas más, y luego se volverá a reconstruir la plaza y la muralla. Serán tiempos angustiosos.

26 Después de las sesenta y dos semanas se le quitará la vida al Mesías, sin que él intervenga en esto, y el pueblo de un príncipe que está por venir destruirá la ciudad y el santuario. El fin vendrá como una inundación, y habrá destrucción hasta que la guerra termine.

27 Durante una semana, ese príncipe confirmará su pacto con muchos, pero a la mitad de la semana suspenderá los sacrificios y las ofrendas. Después de muchas cosas repugnantes vendrá el destructor,hasta que llegue el fin y caiga sobre el desolador lo que está determinado que le sobrevenga.»

Daniel 10

Visión de Daniel junto al río

1 En el año tercero del rey Ciro de Persia, Daniel, también llamado Beltsasar, recibió una revelación. La revelación era verdadera, y el conflicto grande; pero Daniel comprendió la revelación y pudo interpretar la visión.

2 Yo, Daniel, estuve afligido en aquellos días durante tres semanas.

3 No comí ningún manjar delicado, ni carne, ni tomé vino, ni me apliqué ningún perfume, hasta que se cumplieron las tres semanas.

4 El día veinticuatro del mes primero, mientras me encontraba a la orilla del gran río Hidekel,

5 levanté la mirada y vi a un hombre vestido de lino,ceñido con un cinturón de oro de Ufaz.

6 Su cuerpo era semejante al berilo, su rostro resplandecía como un relámpago, y sus ojos parecían antorchas encendidas. Sus brazos y sus pies tenían el color de bronce bruñido, y sus palabras resonaban como el murmullo de una gran multitud.

7 Sólo yo, Daniel, tuve esa visión. Los que estaban conmigo no la vieron porque un gran temor se apoderó de ellos, y corrieron a esconderse.

8 De modo que sólo yo tuve esta gran visión, aunque me quedé sin fuerzas; me sobrevino un total desfallecimiento, y perdí todo vigor.

9 Sin embargo, pude oír el sonido de sus palabras, y al oírlas caí de cara al suelo y me quedé profundamente dormido.

10 Aquel hombre me tocó con la mano y me hizo ponerme de rodillas y apoyarme sobre las palmas de mis manos.

11 Y me dijo:

«Tú, Daniel, eres muy amado. Ponte de pie y presta atención a lo que voy a decirte, porque he sido enviado a ti.»

Mientras aquel hombre me decía esto, yo me puse en pie, aunque tembloroso.

12 Entonces aquel hombre me dijo:

«No tengas miedo, Daniel, porque tus palabras fueron oídas desde el primer día en que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios. Precisamente por causa de tus palabras he venido.

13 El príncipe del reino de Persia se me enfrentó durante veintiún días, pero Miguel,que es uno de los príncipes más importantes, vino en mi ayuda, y me quedé allí, con los reyes de Persia.

14 Ahora he venido para hacerte saber lo que va a sucederle a tu pueblo en los últimos días. La visión es para esos días.»

15 Mientras aquel hombre me hablaba, yo permanecía con la mirada baja y en silencio.

16 Pero aquel que estaba delante de mí, y que era semejante a un hijo de hombre, me tocó los labios, y por eso me atreví a hablar. Le dije:

«Mi señor, esta visión me causa mucho dolor y me ha dejado sin fuerzas.

17 ¿Cómo podré hablar con mi señor, si soy su humilde siervo?»

¡Y es que al instante me faltaron las fuerzas, y me quedé sin aliento!

18 Pero aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, me dio nuevas fuerzas,

19 y me dijo:

«La paz sea contigo, amado Daniel. No tengas miedo, sino sobreponte y cobra ánimo.»

Mientras aquel hombre me hablaba, recobré las fuerzas, y dije:

«Mi señor me ha infundido ánimo. Hábleme ahora.»

20 Y me dijo:

«¿Sabes por qué he venido a verte? Pues porque ahora tengo que volver a pelear contra el príncipe de Persia, y cuando termine de pelear con él, vendrá el príncipe de Grecia.

21 Aparte de Miguel,el príncipe de ustedes, nadie me ayuda contra ellos. Pero yo voy a revelarte lo que está escrito en el libro de la verdad.

Daniel 11

1 »Durante el primer año del reinado de Darío el medo, yo mismo estuve a su lado para animarlo y fortalecerlo.

Los reyes del norte y del sur

2 »Ahora te daré a conocer la verdad. Todavía habrá tres reyes en Persia, y hasta un cuarto rey, el cual llegará a ser más rico que los otros tres. Cuando sienta que sus riquezas le dan poder, invitará a todos ellos a levantarse contra el reino de Grecia.

3 Luego se levantará un rey muy valiente, el cual ejercerá su dominio haciendo gala de poder e implantando su voluntad,

4 pero en cuanto se levante su reino, se dividirá y se esparcirá por los cuatro vientos del cielo, pero no entre sus descendientes ni con el mismo dominio que antes ejerció, porque su reino será arrancado de raíz y entregado a otros fuera de ellos.

5 »El rey del sur cobrará fuerza, pero uno de sus príncipes llegará a ser más fuerte y poderoso que él, y grande será su dominio.

6 Al cabo de algunos años habrá una alianza: la hija del rey del sur se casará con el rey del norte, y se hará la paz. Pero ella no podrá mantener su fuerza, ni él podrá permanecer en el poder, sino que ella será traicionada, junto con su hijo y los que la acompañaron, y con los que en ese tiempo estaban de su parte.

7 »Pero de sus raíces surgirá un renuevo, uno de sus descendientes, y ocupará el trono. Con su ejército atacará al rey del norte y tomará la fortaleza, y luego de vencerlo hará con él lo que se le antoje.

8 Hasta se llevará a Egipto sus dioses e imágenes fundidas, lo mismo que sus objetos preciosos de plata y de oro, y durante muchos años se mantendrá en contra del rey del norte.

9 Luego incursionará en el territorio del rey del sur, y entonces volverá a su país.

10 »Más tarde, sus hijos reunirán a un ejército muy numeroso y, como una inundación, se lanzarán al ataque y lo arrasarán todo, llevando la guerra hasta la fortaleza.

11 Esto despertará la ira del rey del sur, que con un gran ejército saldrá a pelear contra el rey del norte, y librará una gran batalla, en la que éste será derrotado a pesar de contar con un gran ejército.

12 Al volver con el botín, se llenará de soberbia y ejecutará gente por millares, aunque no prevalecerá

13 porque el rey del norte volverá con un ejército más numeroso que el primero, y al cabo de algunos años volverá a hacerle la guerra.

14 »Entonces muchos se levantarán en armas contra el rey del sur, y también de tu pueblo se levantará gente violenta, para cumplir la visión, pero no podrán vencer.

15 Vendrá luego el rey del norte y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte, y las fuerzas del sur no podrán resistir ni con sus mejores tropas, porque se quedarán sin fuerzas.

16 El ejército que los ataque hará todo lo que quiera hacer, y no habrá nadie que se le pueda enfrentar; llegará hasta la tierra gloriosa, y ésta será consumida bajo su poder.

17 Después se preparará para venir con todas las fuerzas de su reino, y hará un pacto con el rey del sur, y para destruirlo le dará como esposa una de sus hijas, pero no logrará vencerlo.

18 Se dirigirá entonces a los países de las costas, y a muchos los conquistará, pero un príncipe pondrá fin a su afrenta, y hasta logrará revertir sobre él esa afrenta.

19 Se volverá entonces contra las fortalezas de su tierra, pero fracasará en su intento y nunca más se sabrá de él.

20 »Después de él se levantará uno que mandará recaudar tributos para mantener el lustre de su reino, pero muy pronto será derrocado, aunque no morirá en el campo de batalla.

21 Será sucedido por un hombre despreciable, que no recibirá los honores debidos a un rey, pero que vendrá sin aviso y usurpará el trono por medio de zalamerías.

22 Delante de él las fuerzas contrarias serán derrotadas por completo, barridas como por una inundación, y con ellas perecerá el príncipe del pacto.

23 A los que pacten con él los engañará y los atacará, y los vencerá con un ejército reducido.

24 Cuando la provincia se encuentre en paz y con abundancia, la atacará y hará en ella lo que nunca hicieron sus padres, ni los padres de sus padres, pues repartirá entre sus soldados el botín de guerra, y los despojos y riquezas, y llevará a cabo sus planes contra las fortalezas, aunque sólo por cierto tiempo.

25 Con encono incitará a sus fuerzas, un gran ejército, a lanzarse contra el rey del sur; y el rey del sur entrará en batalla con un ejército muy numeroso y fuerte, pero no podrá vencerlo porque será traicionado.

26 Aun los que comían con él lo traicionarán, y su ejército será derrotado, y muchos perderán la vida.

27 Estos dos reyes sólo pensarán en perjudicar al otro, y en la misma mesa se engañarán; pero esto no les servirá de nada, porque el plazo aún no se habrá cumplido.

28 Entonces el rey del norte volverá a su país con grandes riquezas, aunque antes se propondrá dañar al pacto santo, y luego de satisfacer sus deseos regresará a su tierra.

29 »En el momento señalado, este rey volverá al sur, aunque este último ataque no será como el primero,

30 porque las naves de Quitín lo atacarán y lo humillarán, aunque él, en su enojo, se volverá contra el pacto santo y hará lo que se le antoje, pero se mostrará amable con los que abandonen el santo pacto.

31 Sus tropas se dedicarán a profanar el santuario y la fortaleza, y suspenderán el sacrificio continuo y en su lugar pondrán la abominación desoladora.

32 A los que violen el pacto él los seducirá con engaños, pero el pueblo que conoce a su Dios se le opondrá con todas sus fuerzas.

33 Los sabios del pueblo instruirán a muchos, aunque por algún tiempo morirán a filo de espada o en el fuego, o serán llevados cautivos y despojados de sus propiedades.

34 Al caer, pocos serán los que les ayuden, aunque muchos fingirán apoyarlos.

35 También algunos de los sabios caerán, para ser depurados, limpiados y emblanquecidos hasta el momento señalado, porque aun para esto hay un plazo establecido.

36 »El rey hará todo lo que quiera, y tanta será su soberbia que se creerá más grande que cualquier dios;hablará con insolenciacontra el Dios de los dioses, y tendrá éxito mientras la ira de Dios no llegue a su límite, porque lo que ha sido determinado se cumplirá.

37 Será tal su soberbia que no mostrará ningún respeto por los dioses de sus padres, ni por los dioses de sus mujeres, ni por ningún otro dios, porque se creerá mayor que todos ellos.

38 En cambio, honrará al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron, y lo honrará con oro y plata, y con piedras preciosas y con objetos muy costosos.

39 Con la ayuda de un dios ajeno tomará las fortalezas más inexpugnables, colmará de honores a los que le reconozcan, y repartirá la tierra a cambio de dinero.

40 »Cuando llegue el momento del fin, el rey del sur luchará contra el rey del norte, y éste se levantará contra aquél como una tempestad, con carros de guerra y gente de a caballo, y con muchas naves, y lo atacará por tierra, y lo arrasará como una inundación.

41 Invadirá la tierra gloriosa, y muchas provincias serán conquistadas, aunque Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón lograrán escapar.

42 Extenderá su mano contra muchos países, y ni Egipto podrá librarse de él.

43 Se apoderará de los tesoros de oro y plata de Egipto, y de todos sus objetos preciosos, y luego se apoderará de las riquezas de Libia y de Etiopía.

44 Pero cuando se entere de las noticias del oriente y del norte se llenará de temor y, lleno de ira, saldrá para destruir y matar a muchos.

45 Plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte santo y glorioso, pero su fin llegará y no habrá nadie que lo ayude.

Daniel 12

El tiempo del fin

1 »Cuando llegue el momento, se levantará Miguel,el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo. Serán momentos angustiosos, como jamás los hubo desde que la humanidad existe,pero llegado el momento tu pueblo será liberado, lo mismo que todos los que estén registrados en el libro.

2 Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que instruyen a muchos en la justicia serán como las estrellas por toda la eternidad.

4 Pero tú, Daniel, mantén estas palabras en secreto y sella el librohasta el tiempo del fin. Muchos correrán de un lado para otro, y la ciencia irá en aumento.»

5 Yo, Daniel, me fijé y vi a otros dos hombres que estaban en pie a la orilla del río, uno en un lado, y el otro en el lado opuesto.

6 Uno de ellos le dijo al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río:

«¿Cuándo se cumplirán todos estos portentos?»

7 Y vi que el que estaba vestido de lino y de pie junto a las aguas del río, levantó hacia el cielo las dos manos y, jurando por el que vive por los siglos,dijo:

«Pasarán un tiempo, más dos tiempos, y la mitad de un tiempo.Cuando la dispersión del poder del pueblo santo llegue a su fin, todas estas cosas se cumplirán.»

8 Yo pude oír esto, pero no lo entendí, así que dije:

«Mi señor, ¿qué fin tendrá todo esto?»

9 Él respondió:

«Vamos, Daniel; estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.

10 Muchos serán limpiados, emblanquecidos y purificados, pero los impíos procederán con impiedad,y ninguno de ellos entenderá esto, pero los entendidos sí lo comprenderán.

11 Desde el momento en que sea suspendido el sacrificio continuo hasta la abominación desoladora,pasarán mil doscientos noventa días.

12 Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.

13 Pero tú, sigue hasta el fin. Cuando llegue el fin del tiempo, reposarás y te levantarás para recibir lo que te corresponde recibir.»

Ezequiel 1

La visión de la gloria divina

1 El día cinco del mes cuarto del año treinta, yo, Ezequiel, me encontraba junto al río Quebar, entre los cautivos. De pronto, los cielos se abrierony tuve visiones de parte de Dios.

2 Habían pasado ya cinco años y cinco meses desde que el rey Joaquínhabía sido llevado cautivo.

3 Yo, Ezequiel hijo de Buzi, era sacerdote, y ese día estaba en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar, y la palabra del Señor vino a mí, y sobre mí se posó su mano.

4 Me fijé, y vi que del norte venía un viento tempestuoso, junto con una nube impresionante envuelta en fuego y rodeada de un gran resplandor. En medio del fuego había algo semejante a bronce refulgente,

5 y en medio de la nube se veía la figura de cuatro seres vivientes,todos ellos con apariencia humana.

6 Cada uno de ellos tenía cuatro rostros y cuatro alas.

7 Sus pies eran rectos, pero las plantas de sus pies se parecían a las pezuñas de los becerros y centelleaban como el bronce bruñido.

8 Tenían rostros y alas por los cuatro costados, y por debajo de sus alas tenían manos humanas.

9 Con las alas se tocaban entre sí, aunque al avanzar no se miraban el uno al otro sino que cada uno caminaba hacia adelante.

10 Visto de frente, su rostro era de aspecto humano, pero del lado derecho los cuatro tenían cara de león; del lado izquierdo tenían cara de toro, y por la nuca tenían cara de águila.

11 Así eran sus rostros. Por encima de ellos tenían extendidas dos de sus alas, con las cuales se tocaban, y con las otras dos se cubrían el cuerpo.

12 Todos ellos caminaban de frente, siguiendo la dirección del espíritu, y ninguno de ellos volvía la vista atrás.

13 El aspecto de estos seres vivientes era como el de brasas ardientes, o teas encendidas,que se movían entre ellos. El fuego era refulgente, y despedía relámpagos,

14 y con la rapidez del relámpago los seres vivientes corrían de un lado a otro.

15 Mientras observaba yo a estos seres vivientes, vi que junto a ellos, y en cada uno de los cuatro costados, había una rueda en el suelo.

16 El aspecto y la hechura de cada rueda era semejante al color del crisólito. Todas ellas tenían la misma forma, y parecían estar la una dentro de la otra.

17 Al avanzar, podían hacerlo en cualquier dirección, sin tener que dar marcha atrás.

18 Sus aros eran bastante altos, y las cuatro ruedas lanzaban destellos en su derredor.

19 Si los seres vivientes avanzaban, las ruedas avanzaban con ellos; si los seres vivientes se elevaban, también se elevaban las ruedas.

20 Siempre se movían o elevaban siguiendo la dirección del espíritu. Si el espíritu se movía, las ruedas también se movían, porque en ellas estaba el espíritu de los seres vivientes.

21 Si ellos avanzaban, también ellas avanzaban; si se detenían, también ellas se detenían; si se elevaban del suelo, también ellas se elevaban, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.

22 Por encima de los seres vivientes podía verse una bóveda, semejante al cristalmás hermoso, la cual se extendía por encima de ellos.

23 Debajo de la bóveda sus alas se extendían hasta tocarse la una con la otra, y con dos de sus alas cada uno de ellos se cubría el cuerpo.

24 Cuando caminaban, oía yo que sus alas sonaban como un conjunto de muchas aguas,como la voz del Omnipotente, como el estruendo de una muchedumbre, o como la alharaca de un ejército. Cuando se detenían, bajaban las alas,

25 de modo que al detenerse y bajar las alas podía oírse una voz por encima de la bóveda que estaba sobre ellos.

26 Sobre la bóveda podía verse el contorno de un trono, el cual parecía ser de zafiro, y sobre el contorno del trono podía verse sentado a alguien parecido a un hombre.

27 Vi también algo parecido al bronce refulgente, y en su interior y a su alrededor había algo parecido a un fuego; tanto de lo que parecían ser sus lomos para arriba, como de sus lomos para abajo, vi algo parecido al fuego, y esto estaba rodeado de un resplandor.

28 Ese resplandor que lo rodeaba se parecía al arco iris, cuando aparece en las nubes después de un día lluvioso.

Ésta fue la visión que tuve de lo que parecía ser la gloria del Señor. Al verla, me incliné sobre mi rostro, y oí la voz de alguien que hablaba.