Ezequiel 22

Los pecados de Jerusalén

1 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «¿Acaso tú, hijo de hombre, no vas a dictar sentencia contra la ciudad que derrama sangre? ¿Acaso no le vas a señalar todos sus actos repugnantes?

3 Dile que así ha dicho Dios el Señor: “¡Ciudad que en tus calles derramas sangre, ciudad que te contaminas con los ídolos que has hecho, con lo que has provocado tu ruina!

4 Has pecado por la sangre que has derramado; te has contaminado con los ídolos que te hiciste; has hecho que te llegue el día, el fin de tu vida. Por lo tanto, te he puesto en vergüenza y ridículo entre todos los países.

5 Tu nombre ha quedado mancillado, y las naciones cercanas y lejanas se reirán de ti, pues has quedado presa de gran confusión.”

6 »Los príncipes de Israel hacen todo lo que pueden por derramar sangre.

7 En tus calles se desprecia al padre y a la madre,al extranjero se le trata con violencia, y a las viudas y a los huérfanos se les despoja.

8 A mis santuarios los menosprecias, y a mis días de reposo los profanas.

9 Tus habitantes calumnian para derramar sangre, y celebran banquetes en la cumbre de los montes. ¡En tus calles cometen actos perversos!

10 Se deshonra a los padres, y se viola a las mujeres, aun cuando estén menstruando.

11 No hay nadie en ti que no cometa actos vergonzosos con la mujer de su prójimo, ni quien no manche el honor de su nuera, ni quien no viole a su hermana por parte de padre.

12 Hay en tiquienes cobran para derramar sangre; otros prestan dinero con interés y por usura;otros más defraudan y explotan a su prójimo. ¡Te has olvidado de mí!

—Palabra de Dios el Señor.

13 »¡Mira cómo agito mis manos por causa de tus hechos de avaricia, y por la sangre que en ti se ha derramado!

14 ¿Crees que tu corazón y tus manos podrán hacerme frente cuando yo proceda contra ti? Yo, el Señor, he hablado y voy a actuar.

15 Voy a dispersarte por todas las naciones, voy a esparcirte por todos los países, ¡voy a acabar con tu inmundicia!

16 ¡Tú misma te rebajarás a la vista de las naciones! Así sabrás que yo soy el Señor.»

17 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

18 «Hijo de hombre, para mí el pueblo de Israel se ha convertido en escoria. Todos ellos son bronce y estaño, hierro y plomo en medio del horno. ¡Se han convertido en escoria de plata!

19 Por tanto, así ha dicho Dios el Señor: “Ya que todos ustedes se han convertido en escoria, voy a juntarlos en el centro de Jerusalén,

20 como si juntara plata, bronce, hierro, plomo y estaño, para encender fuego en medio del horno y fundirlos allí. En mi furor y enojo voy a juntarlos y a ponerlos allí, para fundirlos.

21 Voy a juntarlos y, con el fuego de mi furor, soplaré sobre ustedes y los fundiré en medio del horno.

22 Van a ser fundidos allí, en medio del horno, como se funde la plata. Así sabrán que yo, el Señor, he descargado mi enojo sobre ustedes.”»

23 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

24 «Hijo de hombre, dile a la tierra de Israel: “Tú no eres una tierra que haya sido limpiada en el día del furor. ¡Ni siquiera has sido rociada con lluvia!

25 En medio de ti los profetas se han confabulado y, como leones feroces, despedazan a su presa, se devoran a la gente, se apropian de haciendas y de honras, y hacen que aumente el número de viudas.

26 Sus sacerdotes violan mi ley, contaminan mis santuarios, y no distinguen entre lo santo y lo profano, ni entre lo puro y lo impuro;no observan mis días de reposo, y en medio de ellos se me profana.

27 En sus calles, sus príncipes parecen lobos que arrebatan a su presa; derraman sangre y matan gente, para obtener ganancias injustas.

28 Sus profetas disfrazan la realidad al profetizar falsedades y al mentirles con sus adivinaciones. Dicen que yo, su Señor y Dios, he hablado, ¡y yo no les he dicho nada!”

29 »Los poderosos del país cometen robos y opresión, violentan a los pobres y menesterosos, y maltratan sin razón al extranjero.

30 Yo he buscado entre ellos alguien que se enfrente a mí e interceda en favor de la tierra, para que yo no la destruya. ¡Pero no he encontrado a nadie!

31 Por lo tanto, derramaré mi enojo sobre ellos, y con el ardor de mi ira los consumiré. ¡Haré que recaigan sobre ellos las consecuencias de su mal proceder!»

—Palabra de Dios el Señor.

Ezequiel 23

Las dos hermanas

1 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre: Había dos mujeres, hijas de la misma madre,

3 que desde su juventud se prostituyeron en Egipto, pues dejaron que les estrujaran y manosearan sus pechos virginales.

4 La mayor se llamaba Aholá,y su hermana menor se llamaba Aholibá.Las dos llegaron a ser mías, y tuvieron hijos e hijas. Aholá es el nombre de Samaria, y Aholibá es el de Jerusalén.

5 »Aholá me fue infiel. Todavía era mi mujer cuando se enamoró de los asirios, que eran vecinos suyos, y los hizo sus amantes

6 al ver que todos ellos eran jóvenes y atractivos, gobernadores y capitanes vestidos de púrpura, soldados de caballería.

7 ¡Se prostituyó con todos aquellos de quienes se enamoró! ¡Se prostituyó con la flor y nata de los asirios! ¡Se contaminó con todos sus ídolos!

8 Desde que estaba en Egipto, nunca dejó de portarse como una prostituta. Desde que era joven, muchos se acostaron con ella y le estrujaron sus pechos virginales, y desahogaron con ella sus apetitos sexuales.

9 Por eso la dejé caer en manos de sus amantes los asirios, de los que ella se había enamorado.

10 Ellos la conocieron tal y como vino al mundo, y poseyeron a sus hijos y sus hijas, y a ella le quitaron la vida. Tan famosa llegó a ser, que las mujeres la tomaron como escarmiento.

11 »Cuando su hermana Aholibá vio esto, se encendió de lujuria más que su hermana Aholá, y se corrompió más que ella con sus prostituciones.

12 Se enamoró de los asirios, que eran vecinos suyos, pues todos ellos eran jóvenes y atractivos, gobernadores y capitanes, soldados de caballería que se vestían de púrpura y portaban armas excelentes.

13 Yo la vi contaminarse y seguir el mismo camino que el de su hermana.

14 Pero Aholibá se corrompió más todavía. Cuando en las paredes vio pintadas coloridas imágenes de caldeos

15 ceñidos con cinturones y con la cabeza cubierta de turbantes de colores, todos ellos con apariencia de capitanes, como la de los babilonios nacidos en Caldea,

16 se enamoró de ellos a primera vista y les envió mensajeros a su tierra.

17 Fue así como los babilonios se allegaron a ella en su lecho de amores, y la contaminaron, y también ella se contaminó con ellos, hasta quedar hastiada.

18 No disimuló sus prostituciones, sino que se mostró tal cual era. Por eso me hastié de ella, como antes me había hastiado de su hermana.

19 Y sus fornicaciones fueron en aumento, pues trajo a la memoria sus días de juventud, cuando se prostituyó en Egipto.

20 Se enamoró de sus amantes, lujuriosos como los asnos y los caballos,

21 y evocó la lujuria de su juventud, cuando los egipcios le estrujaban sus pechos virginales.»

22 Por lo tanto, Aholibá, así ha dicho tu Dios y Señor:

«Mira que voy a hacer que tus amantes, de los cuales quedaste hastiada, vengan contra ti y te pongan sitio.

23 Vendrán los babilonios, y todos los caldeos; los de Pecod, Soa y Coa, y los asirios; todos ellos jóvenes y atractivos, gobernadores y capitanes, nobles y distinguidos; todos ellos soldados de caballería.

24 Vendrán contra ti con carros y carretas de guerra, y con grandes ejércitos; te rodearán, armados de escudos, paveses y yelmos, y yo les permitiré dictar sentencia contra ti de acuerdo con sus leyes.

25 Descargaré mi enojo sobre ti, y con su furia te maltratarán; te quitarán la nariz y las orejas, y los que te sobrevivan caerán a filo de espada. Se llevarán por la fuerza a tus hijos y a tus hijas, y tus sobrevivientes serán consumidos por el fuego.

26 Además, te despojarán de tus vestidos y te arrebatarán todos los adornos que te embellecen.

27 Voy a poner fin a tu lujuria y a las prostituciones que trajiste de Egipto, y no volverás a poner tus ojos en todo eso, ni nunca más te acordarás de Egipto.»

28 Así ha dicho Dios el Señor:

«Mira que voy a entregarte en manos de aquellos a los que aborreciste, en manos de los que te dejaron hastiada.

29 Ellos te tratarán con odio, y se apoderarán del fruto de tu trabajo. Te dejarán completamente desnuda, y la inmundicia de tus prostituciones y tu insaciable lujuria quedarán al descubierto.

30 Todo esto se hará contigo porque fuiste en pos de las naciones para prostituirte con ellas, y para contaminarte con sus ídolos.

31 Puesto que seguiste los pasos de tu hermana, yo te haré beber del mismo cáliz.»

32 Así ha dicho Dios el Señor:

«Beberás del mismo cáliz de tu hermana, hondo y ancho y de gran capacidad. Serás la burla de las naciones, que te pondrán en ridículo.

33 Con el cáliz de tu hermana Samaria, que es un cáliz de soledad y desolación, quedarás embriagada de dolor.

34 Beberás hasta la última gota, y luego harás pedazos el cáliz y te desgarrarás el pecho, porque yo lo he dicho.»

—Palabra de Dios el Señor.

35 Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor:

«Puesto que te has olvidado de mí y me has vuelto la espalda, tendrás que sufrir las consecuencias de tu lujuria y de tus prostituciones.»

36 El Señor me dijo:

«Hijo de hombre, ¿qué, no vas a dictar sentencia contra Aholá y Aholibá? ¿No vas a reprocharles sus hechos repugnantes?

37 Son unas adúlteras, unas asesinas, ¡amantes de sus ídolos! A los hijos que me dieron, ¡los hicieron pasar por el fuego y los quemaron!

38 No conformes con todo eso, ese mismo día contaminaron mi santuario y profanaron mis días de reposo.

39 El mismo día en que ofrecieron a sus hijos como sacrificio a sus ídolos, entraron en mi santuario para contaminarlo. ¡Eso hicieron en mi propio templo!

40 Para colmo, mandaron traer hombres de otros países lejanos; y cuando esos hombres llegaron, ellas, para agradarles, se lavaron, se pintaron los ojos y se pusieron sus mejores vestidos;

41 luego se sentaron en un suntuoso estrado, y les ofrecieron un banquete, y en él pusieron mi incienso y mi aceite.

42 Durante el banquete podían oírse las voces de gente que se divertía, y junto con el común de la gente vinieron los sabeos del desierto, a los que pusieron pulseras en las manos y coronaron con bellas diademas.

43 »Al ver a estas inveteradas adúlteras, pensé: ¿Acaso éstos todavía van a tener relaciones sexuales con ellas?

44 ¡Porque han venido a verlas, como quien va en busca de rameras! ¡Así han venido con estas depravadas de Aholá y Aholibá!

45 Por eso los hombres justos las juzgarán conforme a la ley que castiga a las adúlteras y a las asesinas. Porque eso es lo que son: ¡adúlteras y asesinas!»

46 Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor:

«Yo haré que vengan tropas contra ellas, y las entregaré a la confusión y a la rapiña.

47 El populacho las apedreará y las pasará a filo de espada; a sus hijos y a sus hijas los matarán, y a sus casas les prenderán fuego.

48 Pondré fin a la lujuria de la tierra, y haré que todas las mujeres escarmienten y no sigan con sus perversas costumbres.

49 Y sobre ustedes dos recaerán las consecuencias de su perversidad, y pagarán por los pecados de su idolatría. Así sabrán que yo soy su Dios y Señor.»

Ezequiel 24

Parábola de la olla hirviente

1 El día diez del mes décimo del año noveno la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre, escribe la fecha de hoy, porque hoy el rey de Babilonia ha sitiado Jerusalén.

3 Y a ese pueblo rebelde dile de mi parte la siguiente parábola. Toma una olla, y llénala de agua;

4 pon luego en ella la mejores piezas de carne, como la pierna y la espalda, y luego llénala con los mejores huesos.

5 Toma entonces una de las mejores ovejas y echa en el fondo los huesos, y haz que hierva bien para que también los huesos se cuezan.»

6 Así ha dicho Dios el Señor:

«¡Ay de la ciudad sanguinaria! ¡Ay de la olla oxidada, cuya herrumbre no se puede limpiar! ¡Saca las piezas de carne, una por una! ¡No las escojas!

7 Sus calles están llenas de sangre, la cual no derramó en el suelo para que la tierra la absorbiera, sino que la derramó sobre las piedras.

8 Pues yo también dejaré que su sangre corra sobre las duras piedras, y que no sea absorbida por la tierra, porque ha hecho que mi ira se encienda; ¡me ha incitado a tomar venganza!»

9 Por tanto, así ha dicho Dios el Señor:

«¡Ay de la ciudad sanguinaria! Pues yo también voy a hacer una gran hoguera.

10 Voy a amontonar la leña y a encender el fuego para que la carne se consuma. Voy a preparar la salsa y a quemar los huesos.

11 Pondré luego la olla vacía sobre las brasas, para que su fondo se caldee y se queme. ¡Así se fundirá su suciedad y se consumirá su herrumbre!

12 No tiene caso tratar de quitarle tanta herrumbre, pues sólo se le quitará quemándola en el fuego.

13 »Tú, Jerusalén, sufrirás por tu impureza y tu lujuria. Yo te limpié, pero tú no has querido limpiarte de tu impureza. Por eso, ¡no volverás a limpiarte, hasta que yo haya calmado mi enojo contra ti!

14 Yo, el Señor, he hablado. No voy a cambiar de parecer ni voy a tener misericordia de ti, sino que vendré y te juzgaré de acuerdo con tus hechos y tu mal proceder.»

—Palabra de Dios el Señor.

Muerte de la esposa de Ezequiel

15 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

16 «Mira, hijo de hombre: voy a arrebatarte de un solo golpe a la mujer que admiras. Pero no llores por ella ni lamentes su muerte. No derrames por ella una sola lágrima.

17 Respira profundo y no guardes luto por ella. No te cubras el rostro ni comas el pan que comen los deudos; al contrario, ponte un turbante sobre la cabeza y cálzate los pies.»

18 Por la mañana hablé con el pueblo, por la tarde murió mi mujer, y al día siguiente hice lo que el Señor me había ordenado hacer.

19 Entonces el pueblo me dijo:

«¿No vas a decirnos lo que significa para nosotros todo lo que haces?»

20 Y yo les contesté:

«La palabra del Señor vino a mí, y me ordenó

21 decir de su parte a ustedes, pueblo de Israel: “Yo, su Señor y Dios, declaro que voy a profanar mi santuario, al que ustedes tanto admiran y en el cual se deleitan, y de cuya grandeza ustedes se enorgullecen. Y los hijos y las hijas que ustedes han dejado morirán a filo de espada.”

22 Así que ustedes deben hacer lo mismo que yo, Ezequiel, hice: no se cubrirán el rostro, ni comerán el pan que comen los deudos.

23 Tampoco llorarán ni harán lamentaciones; al contrario, se pondrán un turbante en la cabeza y se calzarán los pies, y se consumirán por causa de sus maldades y gemirán los unos con los otros.

24 Yo, Ezequiel, les serviré de señal para que hagan lo mismo que yo hice.

“Cuando esto ocurra —dice el Señor—, sabrán que yo soy su Dios.

25 ”En cuanto a ti, hijo de hombre, el día que yo les arrebate su fortaleza, su motivo de gozo y de orgullo, ese templo que ellos y sus hijos e hijas tanto admiran y aman,

26 ese mismo día vendrá a verte uno que habrá escapado para traerte las noticias.

27 Ese día podrás abrir la boca para hablar con el fugitivo. Ya no permanecerás mudo, sino que hablarás y les servirás de señal. Así sabrán que yo soy el Señor.”»

Ezequiel 25

Profecía contra Amón

1 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre, dirígete ahora a los hijos de Amón,y profetiza contra ellos.

3 Diles que oigan la palabra de Dios el Señor. Así dice Dios el Señor: “Cuando mi santuario era profanado y la tierra de Israel era asolada, y el pueblo de Judá era llevado en cautiverio, tú te burlaste de todo esto.

4 Por eso voy a ponerte en manos de los orientales. Ellos pondrán en ti sus apriscos y plantarán en ti sus tiendas, se comerán lo que has sembrado y se beberán la leche de tus ganados.

5 Haré de Rabá un pastizal de camellos, y de Amón un redil de ovejas. Así sabrán que yo soy el Señor.”

6 »Porque así ha dicho Dios el Señor: “Por cuanto alegre aplaudías y azotabas los pies, y burlonamente te regocijabas al ver la tierra de Israel,

7 yo voy a extender mi mano contra ti. Voy a entregarte a las naciones, para que seas saqueada. Voy a eliminarte de entre los pueblos, y a hacerte desaparecer de entre los países. ¡Voy a exterminarte! Así sabrás que yo soy el Señor.”»

Profecía contra Moab

8 Así ha dicho Dios el Señor:

«Moaby Seír dijeron que el pueblo de Judá es como todos los otros pueblos.

9 Por eso, voy a hacer una brecha en los costados de las ciudades limítrofes de Moab, en las hermosas tierras de Bet Yesimot, Baal Megón y Quiriatayin.

10 Voy a dejar que los hijos de Amón caigan en poder de los pueblos del oriente, para que no haya de ellos más memoria entre las naciones.

11 Además, dictaré sentencia contra Moab, y así sabrán que yo soy el Señor.»

Profecía contra Edom

12 Así ha dicho Dios el Señor:

«Los de Edomtomaron venganza del pueblo de Judá, y no sólo se vengaron de ellos sino que cometieron muchos crímenes.»

13 Por eso, así ha dicho Dios el Señor:

«Yo también extenderé mi mano contra Edom, y los destruiré. Acabaré con su gente y sus ganados. ¡Desde Temán hasta Dedán caerán a filo de espada!

14 Dejaré que mi pueblo Israel tome venganza de Edom, y que Edom caiga en sus manos, para que hagan con ellos lo que demandan mi enojo y mi ira. Así experimentarán mi venganza.»

—Palabra de Dios el Señor.

Profecía contra los filisteos

15 Así ha dicho Dios el Señor:

«La venganza de los filisteosfue artera. Por causa de antiguas enemistades destruyeron a Judá.»

16 Por eso, así ha dicho el Señor: «Voy a extender mi mano contra los filisteos. Acabaré con esos cretenses, y destruiré a los que aún queden en la costa del mar.

17 Grande será mi venganza contra ellos, y las reprensiones de mi ira. Cuando me vengue de ellos, sabrán que yo soy el Señor.»

Ezequiel 26

Profecía contra Tiro

1 El día primero del mes primero del año undécimo la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre, cuando Jerusalén, que era la puerta de las naciones, fue conquistada, Tirose burló de ella y pensó en sacar provecho de su caída.

3 Por eso yo, el Señor y Dios, estoy en contra de Tiro, y voy a lanzar contra Tiro a muchas naciones, que la azotarán como las olas del mar.

4 Las murallas y las torres de Tiro se vendrán abajo. ¡Voy a barrerla por completo! ¡Voy a dejarla lisa como una peña!

5 Será saqueada por las naciones, y quedará en medio del mar como un tendedero de redes, porque así lo he dicho.

—Palabra de Dios el Señor.

6 »En los campos, sus hijas morirán a filo de espada. Así sabrán que yo soy el Señor.»

7 Sí, así ha dicho Dios el Señor:

«Tiro, del norte voy a traer contra ti al rey Nabucodonosor de Babilonia, que es rey entre los reyes, y que cuenta con caballos y carros de guerra, y con soldados de caballería y grandes ejércitos.

8 A tus mujeres que estén en el campo las matará a filo de espada, y a ti te atacará con torres de asalto; levantará rampas contra ti, y te atacará protegido por sus escudos.

9 Atacará tus muros con arietes, y destruirá tus torres con hachas.

10 Cuando seas conquistada, y tus puertas se vengan abajo, y sus caballos y carros de guerra irrumpan en tus calles, será tal el estruendo que tus murallas se estremecerán, y una nube de polvo te cubrirá.

11 Los cascos de sus caballos hollarán todas tus calles, a tu pueblo lo matarán a filo de espada, y tus sólidas columnas rodarán por el suelo.

12 Se robarán tus riquezas, saquearán tus mercaderías, derribarán tus murallas, y destruirán tus bellas mansiones. ¡Hasta tus piedras, tu madera y tu polvo los echarán a las aguas!

13 Yo pondré fin al bullicio de tus cantos, y no volverá a escucharse el sonido de tus cítaras.

14 Te dejaré lisa como una peña; quedarás convertida en un tendedero de redes, y nunca más serás reconstruida, porque yo, el Señor, lo he dicho.»

—Palabra de Dios el Señor.

15 Así ha dicho Dios el Señor a Tiro:

«Cuando caigas estruendosamente, y griten tus heridos y haya en tus calles una gran matanza, ¡hasta las costas se estremecerán!

16 Entonces todos los príncipes del mar descenderán de sus tronos, y se quitarán sus mantos; se despojarán de sus ropas bordadas y se cubrirán de espanto; y sentados en el suelo se espantarán al verte y temblarán a cada instante.

17 Te cantarán endechas, y te dirán: “Tú, ciudad poblada por gente del mar, ciudad por todos alabada, y cuyos habitantes eran invencibles en el mar e infundían terror a todos los pueblos vecinos, ¿cómo pudiste perecer?

18 Ahora que has caído, las islas se estremecerán. ¡Sí, las islas se espantarán al enterarse de tu caída!”»

19 Así ha dicho Dios el Señor:

«Yo te convertiré en una ciudad desierta, en una ciudad deshabitada. Haré que el mar suba hasta ti, y que sus muchas aguas te cubran.

20 Te hundiré hasta lo más profundo de la tierra, te sepultaré con los pueblos de tiempos pasados; quedarás como los desiertos antiguos, como los que descienden al sepulcro, y nunca más volverás a ser habitada ni tendrás esplendor en la tierra de los vivientes.

21 Te convertiré en motivo de espanto, y dejarás de existir. Cuando te busquen, no volverán a encontrarte.»

—Palabra de Dios el Señor.

Ezequiel 27

1 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Tú, hijo de hombre, dedica este lamento a Tiro,

3 la ciudad asentada a la orilla del mar, la ciudad que comercia con los pueblos de las costas. Dile que así ha dicho Dios el Señor:

»Tiro, tú te jactas de ser bella y perfecta.

4 Tus límites llegan al corazón de los mares.

Tus constructores completaron tu belleza:

5 Tomaron hayas del monte Senir

y con ellas hicieron tus artesonados;

tomaron cedros del monte Líbano

y con ellos hicieron tus mástiles;

6 tus remos, con encinas de Basán;

tus bancos, incrustados de marfil,

los hicieron con pino de las costas de Quitín.

7 Tus velas eran de fino lino egipcio,

y su bordado te servía de insignia;

tu pabellón era de telas azuladas y purpúreas,

traídas de las costas de Elisa.

8 »¡Ah, Tiro, que tuviste por remeros

a gente de Sidón y de Arvad,

y por timoneles a tus sabios!

9 Tus barcos eran calafateados

por los más hábiles obreros de Gebal;

los marinos de todas las flotas del mar

venían a ti para hacer negocios.

10 »En tus ejércitos militaban

soldados de Persia, Lud y Fut;

de ti pendían espléndidos escudos y yelmos.

11 Tu ejército y los mercenarios de Arvad

vigilaban las murallas en tu derredor,

y los gamadeos permanecían en tus torres;

sus escudos pendían de tus murallas,

lo cual resaltaba su belleza.

12 »Era tal la abundancia de tus riquezas

que de Tarsis venían a comerciar contigo,

y a cambio de tus mercaderías

te daban plata, hierro, estaño y plomo.

13 Contigo Javán, Tubal y Mesec

intercambiaban gente y objetos de bronce.

14 Los de Bet Togarmá te pagaban

con caballos, corceles de guerra y mulos.

15 Comerciaban contigo los de Dedán,

y muchas costas te compraban mercaderías

y te pagaban con marfil y ébano.

16 A cambio de tus productos Edom te daba

perlas, púrpura, vestidos bordados,

finos linos, corales y rubíes.

17 Israel y Judá hacían negocios contigo,

y a cambio te daban trigo de Minit y Panag,

lo mismo que miel, aceite y resina.

18 Eran tantos tus productos

y tan abundante tu riqueza

que Damasco hacía negocios contigo

con vino de Jelbón y lana blanca.

19 Dan y Javán venían a tus ferias,

y en tu mercado ofrecían hierro forjado,

mirra destilada y caña aromática.

20 Dedán te vendía preciosos paños

para que tapizaras tus carros.

21 Arabia y todos los príncipes de Cedar

hacían negocios contigo, y te pagaban

con corderos, carneros y machos cabríos.

22 También fueron tus clientes

los mercaderes de Sabá y de Ragama;

venían a tus ferias y te pagaban

con oro y con sus mejores perfumes,

y con toda clase de piedras preciosas.

23 Contigo negociaban Harán, Cane, Edén,

y los mercaderes de Sabá, Asiria y Quilmad.

24 Estos clientes tuyos te compraban

mantos de púrpura y telas bordadas,

y baúles con preciosos vestidos,

cordones trenzados y madera de cedro.

25 »Las naves de Tarsis parecían caravanas

que navegaban con tus mercaderías.

Fue así como llegaste a ser poderosa;

¡aumentaste el número de tus barcos!

26 Tus remeros te llevaron a grandes mares.

»Pero el viento solano te azotará en alta mar.

27 Un día te hundirás en el fondo del mar,

y contigo se hundirán tus riquezas,

tus mercaderías y todo lo que vendías,

junto con tus remeros y tus pilotos,

tus calafateadores, tus agentes de negocios,

tus guerreros y la tripulación entera.

28 Las costas temblarán cuando escuchen

los gritos angustiados de tus marineros.

29 Los remeros abandonarán sus barcos,

y junto con los pilotos se quedarán en tierra.

30 Entonces dejarán oír su voz por ti,

y gritarán amargamente;

se echarán polvo sobre la cabeza

y se revolcarán en ceniza.

31 Por ti se arrancarán los cabellos,

se pondrán vestidos de luto,

y entonarán amargos y sentidos lamentos.

32 Y en sus lamentos dirán de ti:

“Tiro, ¿quién podía compararse a ti,

tú que fuiste destruida en medio del mar?

33 Tus mercaderías salían de tus naves,

y con ellas saciabas a muchos pueblos;

con tus muchas riquezas y tu comercio

enriqueciste a los reyes de la tierra.

34 Pero naufragaste en medio del mar,

y te hundiste en las aguas profundas,

y contigo se hundieron tus comerciantes;

¡se hundieron todos tus tripulantes!

35 Asombrados quedaron al verte

todos los que habitan en las costas;

espantados, sus reyes temblaron de miedo,

y sus rostros palidecieron.

36 Los mercaderes de otros pueblos

lanzaron silbidos de burla contra ti.

Has llegado a ser motivo de espanto;

¡para siempre has dejado de existir!”»

Ezequiel 28

1 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre, dile de mi parte al príncipe de Tiro: “Yo, el Señor y Dios, te digo que te has envanecido. En tu corazón crees que eres un dios y que tienes tu trono en medio de los mares. En tu corazón actúas y piensas como si fueras un dios, aunque no eres un dios sino un hombre.

3 Es verdad que tú eres más sabio que Daniel, y que para ti no hay nada secreto ni oculto.

4 Con tu sabiduría y tu inteligencia has acumulado riquezas; en tus tesoros tienes oro y plata.

5 Con la ayuda de tu gran sabiduría, en tus negocios has logrado multiplicar tus riquezas, y por causa de esas riquezas tu corazón se ha envanecido.

6 Por lo tanto, yo, el Señor y Dios te digo: ‘Puesto que en tu corazón te crees un dios,

7 yo voy a traer contra ti gente extraña y fuerte de otras naciones, que descargará su espada sobre tu sabiduría, y que manchará tu belleza y esplendor.

8 Te harán descender al sepulcro, y sufrirás la muerte de los náufragos.

9 ¿Acaso piensas defenderte ante el que te mate, y decirle que tú eres un dios? ¡En las manos de quien te mate, no serás ningún dios sino un simple hombre!

10 En las manos de gente extraña sufrirás la muerte de los incircuncisos.’ Yo lo he dicho.”»

—Palabra de Dios el Señor.

11 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

12 «Hijo de hombre, dedícale un lamento al rey de Tiro, y dile de mi parte: “Tú, tan lleno de sabiduría, y de hermosura tan perfecta, eras el sello de la perfección.

13 Estuviste en el Edén, en el huerto de Dios; tus vestiduras estaban adornadas con toda clase de piedras preciosas: cornalina, topacio, jaspe, crisólito, berilo, ónice, zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; todo estaba cuidadosamente preparado para ti en el día de tu creación.

14 A ti, querubín grande y protector, yo te puse en el santo monte de Dios, y allí estuviste. ¡Te paseabas en medio de las piedras encendidas!

15 Desde el día en que fuiste creado, y hasta el día en que se halló maldad en ti, eras perfecto en todos tus caminos.

16 Pero por tantos negocios que hacías te fuiste llenando de iniquidad, y pecaste. Por eso, querubín protector, yo te expulsé del monte de Dios y te arrojé lejos de las piedras encendidas.

17 Era tanta tu hermosura que tu corazón se envaneció. Por causa de tu esplendor corrompiste tu sabiduría. Por eso yo te haré rodar por tierra, y te expondré al ridículo delante de los reyes.

18 Y es que profanaste tus santuarios con tus muchas maldades y con tus perversos negocios. Por eso yo hice que de ti saliera fuego para que te consumiera; te hice rodar por el suelo, a la vista de todos los que te admiran.

19 Todos los pueblos que te conocieron se sorprenderán al verte; serás motivo de espanto, y para siempre dejarás de existir.”»

Profecía contra Sidón

20 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

21 «Hijo de hombre, dirige ahora la mirada hacia Sidón,y profetiza contra ella.

22 Dile de mi parte: “Sidón, yo estoy contra ti. Cuando yo dicte mi sentencia contra ti, y en ti sea yo santificado, en tus calles seré glorificado.” Así sabrán que yo soy el Señor.

23 A sus calles enviaré peste y sangre, y en sus calles la gente caerá a filo de espada, pues por todos lados la espada se levantará contra ella. Así sabrán que yo soy el Señor.

24 »Nunca más volverá a ser Sidón una espina que desgarre al pueblo de Israel, ni los pueblos que lo rodean y menosprecian volverán a ser un aguijón que le cause dolor. Así sabrán que yo soy el Señor.»

25 Así ha dicho Dios el Señor:

«Cuando yo reúna al pueblo de Israel de entre los pueblos por los que ahora está esparcido, me santificaré en ellos a la vista de las naciones, y ellos habitarán en la tierra que yo le di a mi siervo Jacob.

26 »Cuando yo dicte sentencia contra todos los pueblos vecinos que los han despojado, ellos habitarán su tierra en paz, y edificarán casas, y plantarán viñas, y vivirán tranquilos. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios.»

Ezequiel 29

Profecías contra Egipto

1 El día doce del mes décimo del año décimo, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre, dirige ahora la mirada hacia el faraón, el rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todos los egipcios.

3 Dile de mi parte: “Yo soy Dios, el Señor, y estoy contra ti, faraón, rey de Egipto, que eres el gran dragón que yace en el lecho de sus ríos. Tú alegas que el río Nilo es tuyo, y que tú lo hiciste.

4 Pero yo voy a clavarte garfios en las quijadas; voy a pegarte en las escamas los peces de tus ríos; voy a sacarte del lecho de tus ríos, y todos los peces que hay en ellos saldrán pegados a tus escamas.

5 Luego, a ti y a todos los peces de tus ríos los arrojaré al desierto, y caerás al suelo y nadie te recogerá ni te enterrará, porque te he entregado a las bestias feroces y a las aves de rapiña, para que te devoren.

6 ”Todos los habitantes de Egipto van a saber que yo soy el Señor, porque todos ellos han sido para Israel un bastón de caña.

7 Cuando pusieron la mano en ti, te quebraste y les rompiste todo el hombro; cuando se apoyaron en ti, te quebraste y les rompiste todo el cuerpo.

8 Por lo tanto yo, Dios el Señor, te digo a ti, Egipto, que voy a castigarte con la espada, y que voy a acabar con tu gente y con tus ganados.

9 Tú, Egipto, alegas que el río Nilo es tuyo, y que tú lo hiciste. Por eso, todo tu país va a quedar desierto y en ruinas. Así sabrán que yo soy el Señor.

10 ”Yo estoy contra ti, Egipto, y contra tus ríos. Desde Migdol hasta Sevene, y hasta los linderos con Etiopía, voy a dejarte en ruinas y en la soledad del desierto.

11 Durante cuarenta años quedarás deshabitada, y no pondrá un pie en ti ningún caminante, y ni siquiera un animal.

12 Entre las tierras asoladas tú, Egipto, serás la más asolada; durante cuarenta años, entre las ciudades destruidas, tus ciudades serán las más destruidas. Yo esparciré a los egipcios por todas las naciones y por todos los países.”

13 »Sí, así ha dicho Dios el Señor: “Cuando se cumplan los cuarenta años, recogeré a los egipcios de los pueblos entre los que fueron esparcidos;

14 haré volver a los cautivos de Egipto y los llevaré a la tierra de Patros, su lugar de origen, y allí serán un reino de poca importancia,

15 humilde en comparación con los otros reinos, y nunca más volverá a dominar a otras naciones, porque yo disminuiré su poder.

16 Nunca más volverá a ser el punto de apoyo para el pueblo de Israel, sino que hará recordar a Israel su pecado de poner los ojos en ellos.” Así sabrán que yo soy Dios el Señor.»

17 El día primero del mes primero del año veintisiete, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

18 «Hijo de hombre, el rey Nabucodonosor de Babilonia lanzó con su ejército un feroz ataque contra Tiro, al grado de que todos perdieron el cabello y quedaron con la espalda desollada. ¡Pero ni él ni su ejército ganaron nada de su ataque contra Tiro!

19 Por eso Dios el Señor ha dicho: “Voy a dejar que Egipto caiga en manos de Nabucodonosor, el rey de Babilonia. Voy a dejar que él se apodere de sus riquezas, y que recoja sus despojos como botín de guerra. Con eso, su ejército quedará bien pagado.

20 Al atacar a Egipto, Nabucodonosor me hizo un servicio. Por eso voy a poner a Egipto en sus manos.”

—Palabra de Dios el Señor.

21 »Cuando llegue el día, haré que retoñe el poder del pueblo de Israel, y a ti, en presencia de ellos te devolveré el habla. Así sabrán que yo soy el Señor.»

Ezequiel 30

1 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre, profetiza y di que yo, Dios el Señor, he dicho: “¡Ay de aquel día! ¡Laméntenlo!”

3 Ya se acerca el día. Sí, ya está cerca el día del Señor. Será un día nublado, un día de castigo para las naciones.

4 La espada vendrá contra Egipto. Cuando en Egipto caigan los heridos, Etiopía temblará de miedo; y se apoderarán de sus riquezas, y sus fundamentos serán destruidos.

5 Etiopía, Fut, Lud, toda Arabia, Libia, y sus aliados, caerán con ellos a filo de espada.»

6 Así ha dicho el Señor:

«También los aliados de Egipto caerán a filo de espada, y se derrumbará la altivez de su poderío. Desde Migdol hasta Sevene morirán a filo de espada.

—Palabra de Dios el Señor.

7 »Entre las tierras asoladas, serán los países más asolados; entre las ciudades en ruinas, serán sus ciudades las más arruinadas.

8 Cuando yo le prenda fuego a Egipto, y todos sus aliados sean derrotados, sabrán que yo soy el Señor.

9 Cuando llegue ese día, y ese día viene, de mi presencia saldrán mensajeros en naves para espantar a la confiada Etiopía, y se espantarán como cuando castigué a Egipto.»

10 Así ha dicho Dios el Señor:

«Por medio del rey Nabucodonosor de Babilonia voy a acabar con las riquezas de Egipto.

11 Ese rey y su ejército, que son los más fuertes entre las naciones, vendrán para destruir a Egipto; descargarán sus espadas contra ese país, y lo llenarán de cadáveres.

12 Yo secaré los ríos, y dejaré caer la tierra en poder de gente malvada, y por medio de gente extraña destruiré el país y todo lo que hay en él. Yo, el Señor, lo he dicho.»

13 Así ha dicho Dios el Señor:

«También voy a destruir las imágenes y los ídolos de Menfis. Voy a infundir temor en la tierra de Egipto, y no habrá más príncipes en ese país.

14 Asolaré a Patros, le prenderé fuego a Soán, y dictaré sentencia contra Tebas.

15 Sobre Sin, que es la fortaleza de Egipto, derramaré mi ira, y exterminaré a la multitud de Tebas.

16 A Egipto le prenderé fuego, Sin experimentará un gran dolor, Tebas será destrozada, y la angustia de Menfis no tendrá fin.

17 Los jóvenes de Avén y de Pibeset caerán a filo de espada, y las mujeres irán en cautiverio.

18 »Cuando yo ponga fin al poder de Egipto, en Tafnes se oscurecerá el día, y la soberbia de su poderío llegará a su fin; todo el país se cubrirá de tinieblas, y los habitantes de sus aldeas serán llevados al cautiverio.

19 Voy a dictar sentencia contra Egipto, y así sabrán que yo soy el Señor.»

20 El día siete del mes primero del año undécimo, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

21 «Date cuenta, hijo de hombre, de que al rey de Egipto le he roto su poderoso brazo, y nadie se lo ha vendado ni le ha aplicado ningún medicamento; tampoco se lo han ligado con un torniquete para darle la fuerza suficiente de sostener la espada.»

22 Por tanto, así ha dicho Dios el Señor:

«Yo estoy en contra del faraón, el rey de Egipto. Y voy a quebrarle los brazos, lo mismo el fuerte que el fracturado, para que la espada se le caiga de las manos.

23 Voy a esparcir a los egipcios por todas las naciones; voy a dispersarlos por todos los países.

24 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y en sus manos pondré mi espada. Pero al faraón le quebraré los brazos, y delante del rey de Babilonia lanzará gemidos de agonía.

25 Sí, fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y los brazos del faraón se abatirán. Cuando yo ponga mi espada en las manos del rey de Babilonia, y él la deje caer sobre Egipto, sabrán que yo soy el Señor.

26 Yo esparciré a los egipcios por todas las naciones; yo los dispersaré por todos los países. Así sabrán que yo soy el Señor.»

Ezequiel 31

1 El día primero del mes tercero del año undécimo, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

2 «Hijo de hombre, dile al faraón, rey de Egipto, y a su pueblo: “¿A quién te puedes comparar en arrogancia?

3 Fíjate que Asiria era como un cedro del Líbano, con hermosas ramas, frondoso ramaje e impresionante altura. ¡Su copa se alzaba sobre un espeso ramaje!

4 Las aguas lo hicieron crecer, el abismo lo encumbró; sus ríos corrían alrededor de su tronco, y compartía sus corrientes con todos los árboles del bosque.

5 Fue así como llegó a ser más alto que todos los árboles del bosque; sus ramas se multiplicaron y, gracias a la abundancia de agua, el ramaje que había echado se extendió.

6 En sus ramas anidaban todas las aves del cielo, y bajo su sombra parían todas las bestias del campo. ¡Muchas naciones se acogían a su sombra!

7 Con sus ramas extendidas llegó a ser muy grande y hermoso, porque estaba plantado junto a muchas aguas.

8 No había en el huerto de Dios cedro que lo cubriera;las ramas de las hayas no eran comparables a las suyas, ni el ramaje de los castaños se le podía comparar. ¡Ningún árbol del huerto de Dios era semejante a él en hermosura!

9 Con su tupido ramaje yo lo embellecí; todos los árboles que estaban en Edén, en el huerto de Dios, lo envidiaban.”»

10 Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor:

«Puesto que su corazón se ha enaltecido por causa de la altura que ha alcanzado, y por haberse levantado por encima de las ramas más altas,

11 yo lo he desechado y voy a entregarlo en manos de un pueblo poderoso, que lo tratará según su maldad.

12 Naciones extrañas y poderosas lo destruirán y lo derribarán; sus ramas caerán por todos los montes y los valles; su ramaje quedará resquebrajado por todos los arroyos de la tierra, y todos los pueblos de la tierra se alejarán de su sombra y lo abandonarán.

13 Sobre sus ruinas harán su habitación todas las aves del cielo, y sobre sus ramas se echarán todas las bestias del campo,

14 para que ningún árbol vuelva a engreírse por su altura ni levante su copa por encima de la espesura, aun cuando esté bien regado y crezca junto a las aguas, porque todos están destinados a morir e irse a las profundidades de la tierra, como los hijos de los hombres, que descienden a la fosa.»

15 Así ha dicho Dios el Señor:

«El día que ese cedro descendió al sepulcro, le ordené al abismo guardar luto por él; detuve sus ríos, y las muchas aguas dejaron de correr. Por él cubrí de tinieblas al Líbano, y todos los árboles del bosque se secaron.

16 Cuando lo hice descender al sepulcro, junto con todos los que bajan al sepulcro, con el estruendo de su caída hice temblar a las naciones. En las profundidades de la tierra, todos los mejores árboles del Edén y del Líbano, todos los que beben aguas, fueron consolados.

17 Ellos también descendieron al sepulcro con él y con los que murieron a filo de espada, con los que fueron su punto de apoyo, con los que estuvieron a su sombra en medio de las naciones.

18 ¿Qué árbol, entre los árboles del Edén, puede compararse contigo en gloria y en grandeza? Sin embargo, caerás a lo más profundo de la tierra, junto con los árboles de Edén, y yacerás entre los incircuncisos, junto con los que murieron a filo de espada.

»Esto es el faraón y toda su grandeza.»

—Palabra de Dios el Señor.