Ezequiel 42

1 El hombre me llevó luego al atrio exterior que daba hacia el norte, y me llevó a la cámara frente al espacio abierto que daba a la parte frontal del edificio, hacia el norte.

2 Por delante de la puerta del norte tenía cincuenta metros de largo por veinticinco metros de ancho.

3 Las cámaras estaban en tres pisos, las unas frente a las otras, delante de los diez metros que había en el atrio interior y del enlosado que había en el atrio exterior.

4 Frente a las cámaras había un corredor interior de cinco metros de ancho, con una vía de medio metro, cuyas puertas daban al norte.

5 Las cámaras más altas eran más estrechas porque las galerías les restaban más espacio que a las cámaras de la planta baja y de la planta intermedia del edificio.

6 Y es que estaban en tres pisos, y no tenían columnas como las columnas de los atrios; por tanto, en relación con el suelo eran más estrechas que las de la planta baja y las de la planta intermedia.

7 La muralla exterior frente a las cámaras, hacia el atrio exterior que daba al frente de las cámaras, tenía veinticinco metros de largo.

8 Las cámaras del atrio exterior tenían veinticinco metros de largo, y la fachada del templo medía cincuenta metros.

9 Debajo de las cámaras estaba la entrada del lado oriental, para entrar en ellas desde el atrio exterior.

10 El edificio tenía cámaras a todo lo largo de la muralla del atrio, por delante, hacia el oriente y frente al espacio abierto.

11 El corredor que había delante de ellas era semejante al corredor de las cámaras que daban hacia el norte, y su largo y su ancho medían lo mismo, y tenían las mismas salidas, las mismas puertas y las mismas entradas.

12 También las puertas de las cámaras que daban hacia el sur eran así, y al comienzo del corredor que había frente a la muralla del lado oriental había una puerta, para quien entraba en las cámaras.

13 El hombre me dijo:

«Tanto las cámaras del norte como las cámaras del sur, que están frente al espacio abierto, son cámaras santas. En ellas los sacerdotes que se acercan al Señor comerán las santas ofrendas, y allí pondrán las ofrendas santas, la ofrenda, la expiación y el sacrifico por el pecado, porque el lugar es santo.

14 Cuando los sacerdotes entren, no saldrán del lugar santo al atrio exterior, sino que dejarán allí las vestiduras con que ministran, porque son santas, y se pondrán otros vestidos. Así se acercarán a lo que es del pueblo.»

15 Luego que acabó de medir el interior del templo, me sacó por el camino de la puerta que daba al oriente, y midió todo en derredor.

16 Con la caña de medir midió el lado oriental, y éste midió mil quinientos metros;

17 midió el lado norte, y éste midió mil quinientos metros;

18 midió el lado sur, y éste midió mil quinientos metros;

19 luego rodeó el lado occidental, y éste midió mil quinientos metros.

20 Lo midió por los cuatro lados, y estaba rodeado de un muro de mil quinientos metros de largo por mil quinientos metros de ancho, el cual dejaba el santuario apartado del lugar profano.

Ezequiel 43

La gloria del Señor llena el templo

1 El hombre me llevó luego a la puerta que da hacia el oriente,

2 y vi que la gloria del Dios de Israel venía del oriente.Podía escucharse un rumor como de muchas aguas, y por causa de su gloria la tierra resplandecía.

3 Lo que vi tenía el aspecto de una visión, como la que tuve cuando el Señor vino a destruir la ciudad, y como las que tuve junto al río Quebar. Entonces me incliné sobre mi rostro,

4 y la gloria del Señor penetró en el templo a través de la puerta que daba al oriente.

5 El espíritu me levantó y me llevó al atrio interior, y allí vi cómo la gloria del Señor llenaba el templo.

Leyes del templo

6 El hombre permanecía junto a mí, y entonces oí que desde el templo alguien me hablaba

7 y me decía:

«Hijo de hombre, en este lugar tengo mi trono; en este lugar reposan las plantas de mis pies, y en este lugar habitaré para siempre entre los hijos de Israel. Nunca más el pueblo de Israel ni sus reyes volverán a profanar mi santo nombre con sus fornicaciones, ni con los cadáveres de sus reyes en sus lugares altos.

8 Porque ellos contaminaron mi santo nombre con las abominaciones que cometieron, pues pusieron su umbral junto a mi umbral, y su contrafuerte junto a mi contrafuerte, con sólo una pared entre ellos y yo. Por eso en mi furor los consumí.

9 Pero ahora arrojarán lejos de mí sus fornicaciones y los cadáveres de sus reyes, y yo habitaré en medio de ellos para siempre.

10 »Tú, hijo de hombre, muéstrale este templo al pueblo de Israel, y haz que midan su diseño, para que se avergüencen de sus pecados.

11 Si en realidad se avergüenzan de todo lo que han hecho, dales a conocer el diseño del templo y su disposición, y sus salidas y entradas, y todas sus formas, descripciones y configuraciones, y también todas sus leyes. Descríbeselo en detalle, para que respeten todas sus formas y todas sus reglas, y las pongan por obra.

12 Ésta es la ley del templo: La cumbre del monte, el recinto entero, y todos sus alrededores, será santísimo. Ésta es la ley del templo.»

13 Las medidas del altar eran en codos, y el codo equivale a cincuenta centímetros. La base medía cincuenta centímetros de ancho, y el remate alrededor de su borde medía veinticinco centímetros. Éste era el zócalo del altar.

14 Partiendo del suelo, desde la base hasta el lugar de abajo, medía un metro, y el ancho era de cincuenta centímetros; desde la cornisa menor hasta la cornisa mayor medía dos metros con cincuenta centímetros de ancho.

15 El altar medía dos metros, y encima del altar había cuatro cuernos.

16 Por sus cuatro costados, el altar medía seis metros de largo por seis metros de ancho, pues era cuadrado.

17 Por sus cuatro costados, el descanso medía siete metros de largo por siete metros de ancho, y el derredor del borde era de veinticinco centímetros; la base medía cincuenta centímetros por lado, y sus gradas miraban al oriente.

18 Aquel hombre me dijo:

«Hijo de hombre, así ha dicho Dios el Señor: “Para el día en que el altar sea hecho, éstas son las ordenanzas para ofrecer holocausto sobre él, y para esparcir sobre él sangre.

19 A los sacerdotes levitas que son del linaje de Sadoc y que se acercan a mí para ministrar ante mí, les darás un becerro de la vacada para que lo ofrezcan como ofrenda de expiación.

—Palabra de Dios el Señor.

20 ”Luego tomarás un poco de su sangre y la pondrás en los cuatro cuernos del altar, en las cuatro esquinas del descanso, y alrededor del borde; así lo limpiarás y purificarás.

21 Después tomarás el becerro que se ofrece por la expiación, y lo quemarás fuera del santuario, conforme a la ley del templo.

22 Al segundo día ofrecerás un macho cabrío sin defecto, como ofrenda de expiación, y purificarán el altar como lo purificaron con el becerro.

23 Cuando acabes de hacer la expiación, ofrecerás de la vacada un becerro sin defecto, y de la manada un carnero sin tacha.

24 Los ofrecerás delante del Señor, y los sacerdotes les echarán sal y los ofrecerán al Señor en holocausto.

25 Durante siete días sacrificarán cada día un macho cabrío en expiación, y sacrificarán también el becerro de la vacada y un carnero sin tacha del rebaño.

26 Durante siete días harán expiación por el altar, y así lo limpiarán y lo consagrarán.

27 Al cabo de estos días, es decir, del octavo día en adelante, los sacerdotes sacrificarán sobre el altar sus holocaustos y sus ofrendas de paz. Entonces me serán aceptables.”»

—Palabra de Dios el Señor.

Ezequiel 44

1 El hombre me hizo volver hacia la puerta exterior del santuario, la cual da hacia el oriente, y estaba cerrada.

2 Entonces el Señor me dijo:

«Esta puerta permanecerá cerrada. No se abrirá, ni entrará nadie por ella, porque por ella entró el Señor y Dios de Israel; así que permanecerá cerrada.

3 En cuanto al príncipe, él podrá sentarse allí para comer pan delante del Señor, porque es el príncipe; pero deberá entrar por el vestíbulo de la puerta, y por allí también saldrá.»

4 Luego me llevó hacia la puerta del norte, que estaba frente al templo. Yo miré, y vi que la gloria del Señor había llenado su templo, así que me incliné sobre mi rostro.

5 Entonces el Señor me dijo:

«Hijo de hombre, pon atención y abre bien los ojos; presta oído a todo lo que te digo tocante a todas las ordenanzas y leyes del templo del Señor; presta atención a todas las entradas y salidas del templo,

6 y dile a Israel, a ese pueblo rebelde, que yo, su Señor y Dios, he dicho: “¡Basta, pueblo de Israel, de todas tus abominaciones!

7 ¡Basta de traerme extranjeros, gente incircuncisa en su corazón y en su cuerpo, para contaminar con su presencia mi santuario y mi templo! ¡Basta de ofrecer mi pan, y la grasa y la sangre, y de invalidar mi pacto con todas tus abominaciones!”

8 Pues Israel no ha respetado lo establecido acerca de mis cosas santas, sino que han puesto a extranjeros como guardianes de las ordenanzas en mi santuario.»

9 Así ha dicho Dios el Señor:

«No entrará en mi santuario ningún extranjero que viva entre los hijos de Israel, ni tampoco ninguno de sus hijos, ni nadie que sea incircunciso en el corazón y en su cuerpo.

10 Los levitas que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí y se fue tras sus ídolos, cargarán con su iniquidad

11 y servirán en mi santuario como porteros y sirvientes del templo. Ellos se encargarán de matar los animales que el pueblo ofrece para el holocausto, y estarán al servicio del pueblo,

12 tal y como le sirvieron delante de sus ídolos. Ellos fueron los que con su maldad hicieron tropezar al pueblo de Israel; por eso he levantado mi mano y he jurado que ellos cargarán con su iniquidad.

—Palabra de Dios el Señor.

13 »Ninguno de ellos se acercará a mí para servirme como sacerdote, ni se acercará a ninguna de mis cosas santas y santísimas, sino que cargarán con su vergüenza por las abominaciones que cometieron.

14 Yo los pondré a cargo de la custodia del templo y para todo el servicio que haya de hacerse en él.

15 »Los que se acercarán a mí para servirme serán los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, pues ellos respetaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí. Ellos podrán presentarse ante mí para ofrecerme la grasa y la sangre.

—Palabra de Dios el Señor.

16 »Sólo ellos podrán entrar en mi santuario y acercarse a mi mesa para servirme, pero deberán respetar mis ordenanzas.

17 Cuando entren por las puertas del atrio interior, se pondrán vestiduras de lino. Y cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro del templo, no deberán ponerse nada de lana.

18 Se cubrirán la cabeza con turbantes de lino, y el cuerpo con calzoncillos de lino.No deben vestirse con nada que los haga sudar.

19 Cuando salgan al atrio exterior para hablar con el pueblo, se quitarán las vestiduras con que hayan ministrado y las dejarán en las cámaras del santuario,y se pondrán otros vestidos para no santificar al pueblo con sus vestiduras.

20 No se raparán la cabeza ni se dejarán crecer el cabello;sólo se lo recortarán.

21 Y cuando algún sacerdote deba entrar en el atrio interior, ninguno de ellos deberá beber vino.

22 Tampoco tomarán por esposa a una viuda ni a una mujer repudiada, sino que tomarán por esposa a una doncella del linaje del pueblo de Israel, o a la viuda de algún sacerdote.

23 »Los sacerdotes deberán enseñar a mi pueblo a distinguir entre lo santo y lo profano, y a discernir entre lo limpio y lo no limpio.

24 En caso de pleito, su papel será el de jueces, y lo harán en conformidad con mis juicios. Además, cumplirán con mis leyes y mis decretos para todas mis fiestas solemnes, y santificarán mis días de reposo.

25 No se acercarán a ningún cadáver, para no contaminarse.Sólo podrán contaminarse si el cadáver es el de su padre o el de su madre, o el de algún hijo suyo, o hija, o hermano, o hermana que no se haya casado nunca.

26 Después de que hayan sido purificados, se contarán siete días,

27 y el día que entren al atrio interior para ministrar en el santuario, ofrecerán su expiación.

—Palabra de Dios el Señor.

28 »Los sacerdotes no podrán tener en Israel ninguna propiedad. Su propiedadsoy yo.

29 Comerán de la ofrenda y de la expiación y del sacrificio por el pecado. Suyo será todo lo que se consagre en Israel.

30 De los sacerdotes serán los primeros frutos de todo, y todo lo que se presente de todas las ofrendas. De igual manera, se darán a los sacerdotes las primicias de todas sus harinas. Así la bendición se posará en sus casas.

31 Y no comerán los sacerdotesla carne de aves o animales que hayan sido matados o desgarrados.

Ezequiel 45

1 »Cuando ustedes hagan el sorteo para dar a cada uno su propia tierra, deberán apartar para el Señor una parcela de doce y medio kilómetrosde largo por cinco kilómetros de ancho. En la tierra de ustedes, esta parcela y sus contornos serán santificados y consagrados al Señor.

2 De esta parcela se apartará un terreno cuadrado, de doscientos cincuenta metros por lado, con una franja en su derredor de veinticinco metros, para sus ejidos. Ese terreno será para el santuario.

3 También se medirá un terreno de doce y medio kilómetros de largo por cinco de ancho, y en esta área estarán el santuario y el lugar santísimo.

4 La parte consagrada de este terreno será para los sacerdotes, es decir, los ministros del santuario que se acercan para servir al Señor, y servirá para sus casas y como recinto sagrado para el santuario.

5 Así mismo, se les dará en propiedad a los levitas, ministros del templo, un terreno de doce y medio kilómetros de largo por cinco de ancho, con veinte cámaras.

6 »Para la ciudad apartarán un terreno de doce y medio kilómetros de largo por dos y medio kilómetros de ancho, además del terreno apartado para el santuario. Éste será propiedad de todo el pueblo de Israel.

7 »La porción correspondiente al príncipe estará a uno y otro lado del terreno apartado para el santuario, y junto a la propiedad de la ciudad, frente a lo que se apartó para el santuario y frente a la propiedad de la ciudad, y su longitud se extenderá desde el extremo occidental hasta el extremo oriental.

8 Esta tierra será su posesión en Israel, para que nunca más mis príncipes opriman a mi pueblo Israel, sino que le den sus tierras según el número de sus tribus.»

9 Así ha dicho Dios el Señor:

«¡Basta ya, príncipes de Israel! ¡Déjense ya de violencia y de rapiña! ¡Practiquen el derecho y la justicia, y dejen ya de oprimir a mi pueblo!

—Palabra de Dios el Señor.

10 »Usen balanzas y medidas justas para los líquidos y los áridos.

11 Tanto el bato para los líquidos como el efa para los áridos serán equivalentes a la décima parte del homer de doscientos litros; es decir, serán equivalentes a veinte litros.

12 El siclo será de diez gramos, y sesenta siclos serán una mina.

13 »Como ofrenda deben ofrecer la sexagésima parte de sus cosechas de trigo y de cebada.

14 Además, del aceite se les ordena ofrecer veinte litros, es decir, la décima parte de la medida oficial, que es el homer.

15 Para sacrificio, para holocausto, para ofrendas de paz y para la expiación por ellos, una cordera engordada de un rebaño de doscientas corderas de Israel.

—Palabra de Dios el Señor.

16 »Todo el pueblo en el país estará obligado a dar esta ofrenda para el príncipe de Israel,

17 pero al príncipe le corresponderá contribuir con el holocausto, el sacrificio y la libación en las fiestas solemnes, en las lunas nuevas, en los días de reposo y en todas las fiestas del pueblo de Israel. El príncipe dispondrá la expiación, la ofrenda, el holocausto y las ofrendas de paz, para hacer expiación por el pueblo de Israel.»

18 Así ha dicho Dios el Señor:

«El día primero del mes primero tomarás de la vacada un becerro sin defecto, y purificarás el santuario.

19 El sacerdote tomará un poco de la sangre de la expiación y la pondrá sobre los postes del templo, sobre los cuatro ángulos del descanso del altar, y sobre los postes de las puertas del atrio interior.

20 Esto lo harás así el séptimo día del mes, en favor de los que pecaron por error y por engaño, y harás expiación por el templo.

21 »El día catorce del mes primero celebrarán ustedes la pascua. Será una fiesta de siete días, durante la cual se comerá pan sin levadura.

22 Ese día el príncipe ofrecerá en sacrificio por el pecado un becerro, por sí mismo y por todo el pueblo del país.

23 Durante cada uno de los siete días de la fiesta solemne ofrecerá en holocausto al Señor siete becerros y siete carneros sin defecto, y un macho cabrío, en sacrificio por el pecado.

24 Con cada becerro y con cada carnero ofrecerá como ofrenda veinte litros de cereal, más seis litros de aceite por cada veinte litros de cereal.

25 »A los quince días del mes séptimo, durante los siete días de la fiesta,hará lo mismo en cuanto a la expiación, el holocausto, la ofrenda y el aceite.»

Ezequiel 46

1 Así ha dicho Dios el Señor:

«La puerta del atrio interior que da al oriente permanecerá cerrada durante los seis días de trabajo, pero se abrirá el día de reposo y también durante los días de luna nueva.

2 El príncipe entrará por el camino del portal de la puerta exterior, y se quedará de pie junto al umbral de la puerta mientras los sacerdotes ofrecen su holocausto y sus ofrendas de paz; luego adorará junto a la entrada de la puerta, y entonces podrá salir; pero la puerta no se cerrará hasta la tarde.

3 Así mismo, el pueblo del país adorará delante del Señor, a la entrada de la puerta, en los días de reposo y en los días de luna nueva.

4 El holocausto que el príncipe ofrecerá al Señor en el día de reposo consistirá en seis corderos sin defecto y en un carnero sin tacha;

5 con cada carnero ofrecerá veinte litros de cereal, con cada cordero la ofrenda será conforme a sus posibilidades, y con los veinte litros de cereal ofrecerá seis litros de aceite.

6 El día de la luna nueva la ofrenda será de un becerro sin tacha, más seis corderos y un carnero, todos ellos sin defecto.

7 Con el becerro y con cada carnero ofrecerá veinte litros de cereal, pero con los corderos la ofrenda será conforme a sus posibilidades; por cada veinte litros de cereal deberá ofrecer seis litros de aceite.

8 »El príncipe debe entrar y salir por el camino del portal de la puerta,

9 pero cuando el pueblo de la tierra se presente ante el Señor durante las fiestas, los que entren por la puerta del norte deberán salir por la puerta del sur, y los que entren por la puerta del sur deberán salir por la puerta del norte. No podrán regresar por la misma puerta por la que entraron, sino que saldrán por la puerta de enfrente.

10 Cuando ellos entren, el príncipe entrará con ellos, y cuando ellos salgan, también el príncipe saldrá.

11 »En las fiestas y en las asambleas solemnes, la ofrenda será de veinte litros de cereal con cada becerro y con cada carnero; con los corderos, la ofrenda será conforme a sus posibilidades; con cada veinte litros de cereal deberá ofrecerse seis litros de aceite.

12 »Cuando el príncipe ofrezca al Señor voluntariamente un holocausto u ofrendas de paz, se le abrirá la puerta que da al oriente, y presentará su holocausto y sus ofrendas de paz tal y como las ofrece en el día de reposo; después de eso saldrá, y en cuanto salga se cerrará la puerta.

13 »Cada mañana ofrecerás en holocausto al Señor un cordero de un año, sin defecto,

14 junto con seis litros de cereal como ofrenda, más dos litros de aceite para mezclarlo con la flor de harina. Esta ofrenda para el Señor es un estatuto perpetuo, y se le debe ofrecer continuamente.

15 Así que todas las mañanas deberán ofrecer el cordero, la ofrenda y el aceite, como holocausto continuo.»

16 Así ha dicho Dios el Señor:

«Si el príncipe da a sus hijos una parte de su propiedad, esta propiedad será la herencia de ellos.

17 Pero si da parte de su propiedad a alguno de sus siervos, ésta será propiedad del siervo hasta el año del jubileo,después del cual volverá a ser propiedad del príncipe. En cambio, su herencia será de sus hijos.

18 Pero el príncipe no podrá tomar nada de la herencia del pueblo ni despojarlos de sus propiedades; la herencia que dé a sus hijos será de sus propiedades, para que ninguno de mi pueblo sea expulsado de su propiedad.»

19 El hombre me llevó después por la entrada que daba hacia la puerta, hacia las cámaras que daban al norte y que estaban consagradas para los sacerdotes, y allí, en el fondo del ala occidental, vi un lugar.

20 Entonces aquel hombre me dijo:

«En este lugar los sacerdotes cocerán la ofrenda por el pecado y por la expiación; cocerán aquí la ofrenda para no sacarla al atrio exterior, porque entonces el pueblo quedaría santificado.»

21 Luego me llevó al atrio exterior y me condujo por los cuatro rincones del atrio; y en cada rincón había un patio.

22 En los cuatro rincones del atrio había patios cercados, de veinte metros de largo y quince metros de ancho. Los cuatro patios medían lo mismo.

23 Alrededor de los cuatro había una pared, y alrededor de las paredes, por la parte baja, había fogones.

24 Entonces me dijo:

«Éstas son las cocinas donde los servidores del templo cocerán la ofrenda del pueblo.»

Ezequiel 47

El agua saludable

1 Luego, el hombre me hizo volver a la entrada del templo, y vi que por debajo del umbral del templosalía agua hacia el oriente, pues la fachada del templo miraba hacia el oriente y el agua corría por debajo, hacia el lado derecho del templo, al sur del altar.

2 Y el hombre me llevó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, en dirección a la puerta que da hacia el oriente. Y vi que el agua salía del lado derecho.

3 Aquel hombre salió y se dirigió al oriente. En su mano llevaba un cordel, y con él midió quinientos metros, y me hizo pasar por el agua, la cual me llegaba hasta los tobillos.

4 Luego midió otros quinientos metros y me hizo pasar por el agua, que ahora me llegaba hasta las rodillas, y luego de medir otros quinientos metros me hizo pasar por el agua, y ésta me llegó hasta la cintura.

5 Cuando midió otros quinientos metros, el agua era ya un río; de tal manera había crecido la corriente que yo no la podía cruzar sino a nado.

6 Entonces me dijo:

«¿Te das cuenta, hijo de hombre?»

Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río.

7 Cuando volví, pude ver que en ambas márgenes del río había muchísimos árboles.

8 Y el hombre me dijo:

«Esta agua corre hacia la región del oriente, y baja al Arabá y se pierde en el mar. Una vez que el agua entra en el mar, se vuelve agua saludable.

9 Todos los seres vivos que naden por donde entra la corriente, vivirán; habrá muchísimos peces que, por haber desembocado allí esta agua, recibirán salud. ¡Todo lo que entre en este río vivirá!

10 Junto al río se pondrán los pescadores, y tenderán sus redes desde Engadí hasta Eneglayin, y las especies de los peces serán tan numerosas como las de los peces del Mar Grande,

11 pero sus pantanos y sus lagunas no se limpiarán, sino que seguirán siendo salinas.

12 En ambos márgenes del río crecerá toda clase de árboles frutales, a los que nunca les faltará fruto ni sus hojas se caerán. Esos árboles madurarán a su tiempo, porque el agua que los riega sale del santuario. Sus frutos serán comestibles, y sus hojas serán medicinales.

Reparto y límites de la tierra

13 Así ha dicho Dios el Señor:

«Éstos son los límites para el reparto de la tierra que recibirán como herencia las doce tribus de Israel. José recibirá dos porciones.

14 Unos y otros la recibirán como herencia. Por esta tierra levanté mi mano y juré que se la daría a sus padres; por lo tanto, ésta será la tierra que ustedes heredarán.

15 »Por el norte, el límite de la tierra será el siguiente: desde el Mar Grande, por el camino de Jetlón que llega a Zedad,

16 Jamat, Berotá y Siberayin, que está entre el límite de Damasco y el límite de Jamat; Jasar Haticón, que es el límite de Jaurán.

17 El límite norte será desde el mar hasta Jasar Enán, en los límites de Damasco al norte, y en los límites de Jamat por el lado norte.

18 »Por el oriente, en medio de Jaurán y de Damasco, y de Galaad y de la tierra de Israel, hasta el Jordán. Esto medirán como límite hasta el mar oriental.

19 »Por el sur, desde Tamar hasta las aguas de Meriba; desde Cadés y el arroyo hasta el Mar Grande. Éste será el límite sur.

20 »Por el occidente, el límite será el Mar Grande hasta la entrada de Jamat. Éste será el límite occidental.

21 »Esta tierra la repartirán entre ustedes, según el número de las tribus de Israel.

22 La repartirán por sorteo, como herencia para ustedes, y para los extranjeros que vivan entre ustedes y que entre ustedes hayan engendrado hijos, pues deberán considerarlos como naturales entre los hijos de Israel; así que participarán en el sorteo, lo mismo que ustedes, y tendrán su herencia entre las tribus de Israel.

23 Darán al extranjero su herencia en la tribu en la que viva.»

—Palabra de Dios el Señor.

Ezequiel 48

1 Éstos son los nombres de las tribus: Dan tendrá una parte desde el lado oriental hasta el occidental, del extremo norte, por la vía de Jetlón en dirección a Jamat, Jasar Enán, en los confines de Damasco, al norte, hacia Jamat.

2 Aser tendrá una parte junto a la frontera de Dan, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

3 Neftalí tendrá su parte junto al límite de Aser, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

4 Manasés tendrá su parte junto al límite de Neftalí, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

5 Efraín tendrá su parte junto al límite de Manasés, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

6 Rubén tendrá su parte junto al límite de Efraín, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

7 Judá tendrá su parte junto al límite de Rubén, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

8 Junto al límite de Judá, desde el lado oriental hasta la costa del mar, estará la porción que reservarán de ocho mil metros de ancho, y de largo como cualquiera de las otras partes, es decir, desde el lado oriental hasta la costa del mar. En medio de ella estará el santuario.

9 La porción que ustedes reservarán para el Señor tendrá ocho mil metros de largo y tres mil metros de ancho.

10 La porción consagrada a los sacerdotes será de ocho mil metros al norte, de tres mil metros de ancho al occidente, de tres mil metros de ancho al oriente, y de ocho mil metros de largo al sur; en medio de ella estará el santuario del Señor.

11 Los sacerdotes consagrados de los hijos de Sadoc que me han sido fieles y no erraron como los levitas, cuando erraron los hijos de Israel,

12 tendrán como porción santísima la porción de tierra reservada junto al límite de la porción de los levitas.

13 Y la porción de los levitas, al lado de los límites de la porción de los sacerdotes, será de ocho mil metros de largo por tres mil metros de ancho; todo el largo será de ocho mil metros, y el ancho será de tres mil metros.

14 De esa porción no venderán nada, ni la permutarán, ni traspasarán las primicias de la tierra; porque es una porción consagrada al Señor.

15 Los mil quinientos metros de ancho que quedan de los ocho mil, serán profanos, para uso de la ciudad, para habitación y para ejido; y en medio estará la ciudad.

16 Éstas serán sus medidas: por el lado norte, mil quinientos metros; por el lado sur, mil quinientos metros; por el lado oriental, mil quinientos metros; y por el lado occidental, mil quinientos metros.

17 Al norte, el ejido de la ciudad será de ochenta metros; al sur, de ochenta metros; al oriente, de ochenta metros; y al occidente, de ochenta metros.

18 Y lo que quede del largo delante de la porción santa, es decir, los tres mil metros al oriente y los tres mil metros al occidente que quedarán de la porción santa, será para que siembren allí los que sirvan a la ciudad.

19 Y los que sirvan a la ciudad serán de todas las tribus de Israel.

20 Toda la porción cuadrada reservada de ocho mil metros por cada lado, la reservarán ustedes como porción para el santuario y como propiedad de la ciudad.

21 Para el príncipe será lo que quede a uno y otro lado de la porción santa y de la propiedad de la ciudad, es decir, delante de los ocho mil metros de la porción hasta el límite oriental, y al occidente delante de los ocho mil metros hasta el límite occidental. Estas partes mencionadas serán del príncipe; serán una porción consagrada, y el santuario del templo estará en medio de ella.

22 De este modo la porción del príncipe será la comprendida a partir de la porción de los levitas y la porción de la ciudad, entre el límite de Judá y el límite de Benjamín.

23 En cuanto a las demás tribus, Benjamín tendrá una porción desde el lado oriental hasta la costa del mar.

24 Simeón tendrá otra porción junto al límite de Benjamín, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

25 Isacar tendrá otra porción junto al límite de Simeón, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

26 Zabulón tendrá otra porción junto al límite de Isacar, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

27 Gad tendrá otra porción junto al límite de Zabulón, desde el lado oriental hasta la costa del mar.

28 Junto al límite de Gad, por el lado sur, el límite será desde Tamar hasta las aguas de Meriba, y desde Cadés y el arroyo hasta el Mar Grande.

29 Ésta es la tierra que ustedes repartirán por sorteo como herencia de las tribus de Israel, y éstas son sus porciones.

—Palabra de Dios el Señor.

30 Éstas son las salidas de la ciudad:Por el lado norte, la medida será de mil quinientos metros.

31 Las puertas de la ciudad serán las mismas que los nombres de las tribus de Israel. Las tres puertas al norte serán las puertas de Rubén, Judá y Leví.

32 Por el lado oriental medirá mil quinientos metros, con tres puertas: la de José, la de Benjamín y la de Dan.

33 Por el lado sur, medirá mil quinientos metros, con tres puertas: la de Simeón, la de Isacar, y la de Zabulón.

34 Por el lado occidental, medirá mil quinientos metros, con tres puertas: la de Gad, la de Aser, y la de Neftalí.

35 Alrededor medirá seis mil metros, y a partir de ese día el nombre de la ciudad será «El Señor está allí».

Lamentaciones 1

Jerusalén lamenta su caída

1 ¡Cuán solitaria ha quedado la otrora ciudad populosa!

¡Cual viuda ha quedado la capital de las naciones!

¡La princesa de las provincias es ahora tributaria!

2 Por las noches, amargas lágrimas corren por sus mejillas.

Ni uno solo de sus amantes viene a consolarla.

Sus amigos le fallaron; ¡se volvieron sus enemigos!

3 Presa de la aflicción y de cruel esclavitud,

Judá marcha al cautiverio;

ahora habita entre las naciones

sin hallar descanso alguno.

La acosan sus perseguidores,

la ponen en aprietos.

4 De luto están los caminos de Sión.

Ya nadie asiste a las fiestas.

Todas sus puertas están derribadas.

Sus sacerdotes lloran.

Amargada está Sión,

y afligidas sus doncellas.

5 Sus enconados enemigos son ahora grandes magnates.

¡El Señor la afligió por sus muchas rebeliones,

y sus jóvenes marchan ahora al cautiverio,

arreados por el enemigo!

6 La sin par belleza de Sión se ha esfumado;

sus príncipes andan como ciervos en busca de pastos;

fuerzas no tienen para oponerse a sus perseguidores.

7 Jerusalén recuerda su aflicción y sus rebeliones;

recuerda tantas cosas agradables

de que gozó en los tiempos antiguos;

recuerda cuando cayó ante el enemigo

y nadie vino en ayuda de su pueblo;

recuerda cómo la miraban sus enemigos

y se burlaban de su caída.

8 Pero Jerusalén pecó. ¡Por eso ha sido rechazada!

Al verla desnuda, la desprecian

quienes antes la admiraban;

y ella, sollozante, corre a esconderse.

9 Cubierta está de inmundicia.

No tuvo en cuenta su futuro.

Ha caído a lo más bajo,

y en su desconsuelo exclama:

«¡Mira, Señor, mi aflicción!

¡Mira cómo se regodean mis enemigos!»

10 El enemigo se ha adueñado de todos sus tesoros.

Jerusalén ha visto a los paganos irrumpir en su santuario,

aun cuando prohibiste que esa gente entrara en tu congregación.

11 Entre sollozos, sus habitantes buscan algo que comer;

cambian por comida sus objetos más preciados

para lograr volver a la vida.

«¡Mírame, Señor!

¡Toma en cuenta mi desconsuelo!»

12 Ustedes, que van por el camino,

¿esto no los conmueve?

¡Consideren si hay dolor

que se compare con el mío!

¡La ira del Señor se encendió

y me envió este sufrimiento!

13 Envió un fuego desde lo alto

que me consumió los huesos;

tendió una red a mi paso

y me hizo retroceder;

me dejó en completa ruina,

y sufro a todas horas.

14 El Señor mismo me ha atado

al yugo de mis rebeliones;

me ha puesto en el cuello ataduras

que acaban con mis fuerzas;

me ha dejado en manos de enemigos

que no puedo vencer.

15 El Señor ha pisoteado en mis calles

a todos mis hombres fuertes;

ha convocado tropas para derrotar a mis valientes;

¡ha prensado a la virginal Judá

como si prensara uvas!

16 Ésta es la causa de mis lágrimas.

El llanto brota de mis ojos,

pues no tengo a nadie que me consuele;

¡no tengo a nadie que me reanime!

¡Mis hijos han sido derrotados!

¡El enemigo nos venció!

17 Sión tiende las manos suplicante,

y no hay quien la consuele;

el Señor hizo que los vecinos de Jacob

se volvieran sus enemigos;

¡Jerusalén les resulta algo repugnante!

18 Pero el Señor es justo.

¡Yo me rebelé contra su palabra!

¡Oigan esto, pueblos todos,

y consideren mi dolor!

¡Mis doncellas y mis jóvenes

fueron llevados al cautiverio!

19 Pedí ayuda a mis amantes, pero ellos me fallaron;

en la ciudad, mis sacerdotes y mis ancianos perecieron;

buscaban comida para volver a la vida.

20 ¡Mírame, Señor, atribulada

y con gran angustia interna!

El corazón me da vuelcos

por causa de mi gran rebeldía.

Allá afuera, hace estragos la espada;

aquí adentro, predomina la muerte.

21 Me oyen sollozar,

pero no hay quien me consuele.

Saben mis enemigos de mi mal,

y se alegran de lo que me haces.

¡Envía ya el día que tienes anunciado,

y que les vaya como a mí!

22 ¡Hazlos comparecer ante ti por toda su maldad,

y trátalos como a mí por todas mis rebeliones!

¡Demasiadas son mis lágrimas!

¡Tengo deshecho el corazón!

Lamentaciones 2

El castigo de Sión

1 El Señor, en su furor,

hundió a Sión en profunda oscuridad.

Derribó del cielo la hermosura de Israel;

la hizo caer por tierra;

en el día de su furor

no se acordó del estrado de sus pies.

2 El Señor destruyó, y no perdonó;

destruyó, en su furor,

todas las tiendas de Jacob;

derribó las fortalezas de la capital de Judá;

humilló al rey y a sus príncipes.

3 En el ardor de su ira,

puso fin al poderío de Israel;

le retiró su apoyo cuando se enfrentó al enemigo;

se encendió en Jacob un fuego que todo lo devoró.

4 Cual enemigo, cual adversario,

el Señor tensó su arco;

afirmó su diestra y destruyó todo lo bello;

¡en las calles de la hermosa Sión

cundió su enojo como fuego!

5 El Señor se volvió nuestro enemigo

y destruyó a Israel;

destruyó todos sus palacios,

derribó sus fortalezas,

y aumentó la tristeza y el lamento de Judá.

6 Como quien deshace la enramada de un huerto,

dejó en ruinas la sede principal de sus festividades;

en Sión, el Señor echó al olvido

las fiestas y los días de reposo;

en el ardor de su ira

desechó al rey y al sacerdote.

7 El Señor rechazó su altar,

menospreció su santuario;

dejó caer en manos del enemigo

los muros de sus palacios;

en el templo del Señor éstos vociferan

como si fuera un día de fiesta.

8 El Señor decidió destruir las murallas

de la bella ciudad de Sión;

con el nivel en la mano,

no desistió de su plan de destrucción;

entre lamentos, el muro y el antemuro

fueron juntamente destruidos.

9 Las puertas se vinieron abajo

cuando el Señor destruyó sus cerrojos;

esparcidos entre los paganos

se hallan su rey y sus príncipes;

ya no hay ley, ni los profetas reciben visiones del Señor.

10 En la bella Sión, los ancianos se sientan en el suelo;

en silencio y vestidos de luto

se echan polvo sobre la cabeza.

En Jerusalén, las doncellas

inclinan humilladas la cabeza.

11 Mis ojos se inundan en lágrimas,

mis entrañas se conmueven;

mi ánimo rueda por los suelos

al ver destruida a mi amada ciudad,

¡al ver que los niños de pecho

desfallecen por sus calles!

12 A sus madres les preguntan por el trigo y por el vino;

se desploman por las calles, como heridos de muerte,

y en el regazo de sus madres lanzan el último suspiro.

13 ¿Qué te puedo decir, bella Jerusalén?

¿A quién puedo compararte?

¿Comparada con quién podría yo consolarte,

virginal ciudad de Sión?

¡Grande como el mar es tu desgracia!

¿Quién podrá sanarte?

14 Tus profetas te hablaron de visiones falsas e ilusorias;

tu cautiverio pudo haberse impedido,

pero no te señalaron tu pecado;

más bien, te engañaron con visiones sin sentido.

15 Al verte, todos los viandantes aplaudían;

silbaban y movían con sorna la cabeza,

y decían de la ciudad de Jerusalén:

«¿Y ésta es la ciudad de hermosura perfecta,

la que alegraba a toda la tierra?»

16 Todos tus enemigos abrieron la boca contra ti;

rechinando los dientes, decían con sorna:

«¡Acabemos con ella!

¡Éste es el día esperado!

¡Nos ha tocado verlo y vivirlo!»

17 El Señor ha llevado a cabo

lo que había decidido hacer.

Ha cumplido lo que hace mucho tiempo

había decidido hacer.

Destruyó, y no perdonó;

hizo que el enemigo se burlara de ti.

¡El Señor enalteció el poder de tus adversarios!

18 Tus habitantes demandaban la ayuda del Señor.

¡Que tus lágrimas, bella Sión,

corran día y noche como arroyo!

¡No reprimas el llanto de tus ojos!

19 Por la noche, al comenzar las guardias,

¡levántate y grita!

¡Vierte tu corazón, como un torrente,

en la presencia del Señor!

¡Levanta hacia él las manos

y ruega por la vida de tus pequeños,

que desfallecen de hambre

en las esquinas de las calles!

20 Ponte a pensar, Señor:

¿A quién has tratado así?

¿Acaso han de comerse las madres

a sus hijos, fruto de sus entrañas?

¿Acaso dentro de tu santuario

han de asesinar a sacerdotes y profetas?

21 En las calles, por los suelos,

yacen cuerpos de niños y viejos;

mis doncellas y mis jóvenes

han muerto a filo de espada.

¡En el día de tu furor

mataste y degollaste sin misericordia!

22 De todas partes convocaste al terror,

como si convocaras a una fiesta.

En el día de tu furor,

nadie, Señor, pudo escapar con vida.

A los hijos que tuve y mantuve,

el enemigo los aniquiló.

Lamentaciones 3

La misericordia de Dios es constante

1 Yo soy aquel que ha visto la aflicción

bajo el látigo de su enojo.

2 Me ha llevado por un sendero

no de luz sino de tinieblas.

3 A todas horas vuelve y revuelve

su mano contra mí.

4 Ha hecho envejecer mi carne y mi piel;

me ha despedazado los huesos.

5 Ha levantado en torno mío

un muro de amargura y de trabajo.

6 Me ha dejado en las tinieblas,

como a los que murieron hace tiempo.

7 Por todos lados me asedia y no puedo escapar;

¡muy pesadas son mis cadenas!

8 Grito pidiéndole ayuda,

pero él no atiende mi oración.

9 Ha cercado con piedras mis caminos;

me ha cerrado el paso.

10 Como un oso en acecho,

como león agazapado,

11 me desgarró por completo

y me obligó a cambiar de rumbo.

12 Tensó su arco y me puso

como blanco de sus flechas.

13 Me clavó en las entrañas

las saetas de su aljaba.

14 Todo el tiempo soy para mi pueblo

motivo de burla.

15 ¡Me ha llenado de amargura!

¡Me ha embriagado de ajenjo!

16 Me ha roto los dientes,

me ha cubierto de ceniza.

17 Ya no sé lo que es tener paz

ni lo que es disfrutar del bien,

18 y concluyo: «Fuerzas ya no tengo,

ni esperanza en el Señor.»

19 Tan amargo como la hiel es pensar

en mi aflicción y mi tristeza,

20 y lo traigo a la memoria

porque mi alma está del todo abatida;

21 pero en mi corazón recapacito,

y eso me devuelve la esperanza.

22 Por la misericordia del Señor

no hemos sido consumidos;

¡nunca su misericordia se ha agotado!

23 ¡Grande es su fidelidad,

y cada mañana se renueva!

24 Por eso digo con toda el alma:

«¡El Señor es mi herencia, y en él confío!»

25 Es bueno el Señor con quienes le buscan,

con quienes en él esperan.

26 Es bueno esperar en silencio

que el Señor venga a salvarnos.

27 Es bueno que llevemos el yugo

desde nuestra juventud.

28 Dios nos lo ha impuesto.

Así que callemos y confiemos.

29 Hundamos la cara en el polvo.

Tal vez aún haya esperanza.

30 Demos la otra mejilla a quien nos hiera.

¡Cubrámonos de afrentas!

31 El Señor no nos abandonará para siempre;

32 nos aflige, pero en su gran bondad

también nos compadece.

33 No es la voluntad del Señor

afligirnos ni entristecernos.

34 Hay quienes oprimen a todos

los encarcelados de la tierra,

35 y tuercen los derechos humanos

en presencia del Altísimo,

36 y aun trastornan las causas que defienden.

Pero el Señor no lo aprueba.

37 ¿Quién puede decir que algo sucede

sin que el Señor lo ordene?

38 ¿Acaso lo malo y lo bueno no proviene

de la boca del Altísimo?

39 ¿Cómo podemos quejarnos,

si sufrimos por nuestros pecados?

40 Examinemos nuestra conducta;

busquemos al Señor y volvámonos a él.

41 Elevemos al Dios de los cielos

nuestras manos y nuestros corazones.

42 Hemos sido rebeldes y desleales,

y tú no nos perdonaste.

43 Lleno de ira, no nos perdonaste;

¡nos perseguiste y nos mataste!

44 Te envolviste en una nube

para no escuchar nuestros ruegos.

45 Entre los paganos hiciste de nosotros

motivo de vergüenza y de rechazo.

46 Todos nuestros enemigos nos tuercen la boca;

47 son para nosotros una trampa,

¡son motivo de temor, destrucción y quebranto!

48 ¡Los ojos se me llenan de llanto

al ver el desastre de mi ciudad amada!

49 Mis ojos no dejan de llorar,

pues ya no hay remedio,

50 a menos que desde los cielos

el Señor se digne mirarnos.

51 Me llena de tristeza ver el sufrimiento

de las mujeres de mi ciudad.

52 Mis enemigos me acosaron sin motivo,

como si persiguieran a un ave;

53 me ataron y me arrojaron en un pozo,

y sobre mí pusieron una piedra;

54 las aguas me llegaron hasta el cuello,

y llegué a darme por muerto.

55 Desde el fondo de la cárcel

invoqué, Señor, tu nombre,

56 y tú oíste mi voz; no cerraste tus oídos

al clamor de mis suspiros;

57 el día que te invoqué, viniste a mí

y me dijiste: «No tengas miedo.»

58 Tú, Señor, me defendiste;

me salvaste la vida.

59 Tú, Señor, viste mi agravio

y viniste en mi defensa;

60 te diste cuenta de que ellos

sólo pensaban en vengarse de mí.

61 Tú, Señor, sabes cómo me ofenden,

cómo hacen planes contra mí;

62 sabes que mis enemigos

a todas horas piensan hacerme daño;

63 ¡en todo lo que hacen

soy el tema de sus burlas!

64 ¡Dales, Señor, el pago que merecen sus acciones!

65 ¡Déjalos en manos de su obstinación!

¡Que tu maldición caiga sobre ellos!

66 En tu furor, Señor, ¡persíguelos!

¡Haz que desaparezcan de este mundo!