Proverbios 1

Motivo de los proverbios

1 Proverbios de Salomón,hijo de David, rey de Israel.

2 Para entender sabiduría y doctrina,

y conocer razones prudentes.

3 Para recibir prudentes consejos,

y justicia, juicio y equidad.

4 Para dar sagacidad a los incautos,

e inteligencia y cordura a los jóvenes.

5 Que lo oiga el sabio, y aumente su saber,

y que el entendido reciba consejo

6 para entender proverbios y enigmas,

y palabras sabias y profundas.

7 El principio de la sabiduría es el temor al Señor;

los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza.

Amonestaciones de la Sabiduría

8 Atiende, hijo mío, las correcciones de tu padre,

y no menosprecies las enseñanzas de tu madre;

9 adorno de gracia serán sobre tu cabeza,

y collares alrededor de tu cuello.

10 Hijo mío, si los pecadores quisieran engañarte,

no te dejes llevar por ellos.

11 Tal vez te digan: «¡Ven con nosotros!

Estemos al acecho para derramar sangre.

Acechemos sin motivo a los incautos.

12 Seamos como el sepulcro, como el abismo,

y traguémonos viva y entera a la gente.

13 Hallaremos toda clase de riquezas

y llenaremos con despojos nuestras casas.

14 Comparte tu destino con nosotros,

y compartiremos todos una misma bolsa.»

15 Pero, hijo mío, no vayas por su camino;

¡aleja tus pasos de sus veredas!

16 Sus pies corren hacia el mal,

¡se apresuran a derramar sangre!

17 No tiene caso tender una trampa

a la vista de todas las aves;

18 pero ellos atentan contra su propia vida;

¡ellos mismos se tienden la trampa!

19 Así son las sendas de la gente ambiciosa:

¡su propia ambición les quita la vida!

20 La sabiduría clama en las calles,

y deja oír su voz por las plazas.

21 Clama en los principales puntos de encuentro;

a la entrada de la ciudad expone sus razones:

22 «Ustedes, muchachos inexpertos y burlones,

¿hasta cuándo seguirán amando la simpleza?

¿Hasta cuándo seguirán burlándose de todo?

¿Hasta cuándo aborrecerán el conocimiento?

23 ¡Presten atención a mis reprensiones!

Yo derramaré mi espíritu sobre ustedes,

y les daré a conocer mis argumentos.

24 »Pero yo los llamé, y nadie quiso oírme;

les tendí la mano, y nadie me hizo caso;

25 al contrario, desecharon todos mis consejos

y no quisieron recibir mi reprensión.

26 Por eso, yo me burlaré de ustedes

cuando les sobrevenga la temida calamidad,

27 cuando la calamidad que tanto temen

les sobrevenga como un torbellino;

¡cuando les sobrevengan tribulaciones y angustias!

28 Entonces me llamarán, y no les responderé;

me buscarán de mañana, y no me hallarán.

29 Puesto que aborrecen la sabiduría,

y no optaron por temer al Señor

30 ni quisieron seguir mis consejos,

sino que menospreciaron todas mis reprensiones,

31 comerán los frutos de sus andanzas

y se hartarán con sus propios consejos.

32 Los incautos mueren por sus propios desvíos;

a los necios los destruye su autosuficiencia.

33 Pero los que me oyen vivirán tranquilos,

sin sobresaltos ni temor de ningún mal.»

Proverbios 2

Excelencias de la sabiduría

1 Hijo mío, si recibes mis palabras

y en tu mente guardas mis mandamientos,

2 si tu oído está atento a la sabiduría

e inclinas tu corazón a la prudencia,

3 si pides la ayuda de la inteligencia

y llamas a gritos a la prudencia,

4 si la buscas como a la plata,

y la rebuscas como a un tesoro,

5 entonces sabrás lo que es temer al Señor,

y hallarás el conocimiento de Dios.

6 Porque el Señor da la sabiduría;

de sus labios brotan conocimiento e inteligencia.

7 El Señor da sabiduría a los hombres rectos,

y es el escudo de los que viven con rectitud.

8 El Señor vigila las sendas de la justicia,

y preserva el camino de sus fieles.

9 Así entenderás lo que es el derecho y la justicia,

la equidad y todo buen camino.

10 Cuando la sabiduría entre en tu corazón,

y te deleites con el conocimiento,

11 la discreción te protegerá

y la inteligencia cuidará de ti.

12 Te librará del mal camino

y de los que dicen cosas perversas,

13 de los que dejan el camino recto

para andar por senderos tenebrosos;

14 de los que gozan haciendo el mal,

y se alegran de sus actos perversos.

15 Sus senderos son torcidos;

sus caminos han perdido el rumbo.

16 Te librarás de la mujer ajena,

de esa extraña que con sus palabras te halaga

17 pero abandona al compañero de su juventud

y se olvida de su pacto con Dios.

18 Por eso su casa conduce a la muerte

y sus sendas terminan entre los muertos.

19 Quien a ella se allega, no vuelve jamás;

¡ya no reencuentra los senderos de la vida!

20 Por eso, sigue el camino de los buenos

y ve por las veredas de los justos,

21 porque los hombres rectos habitarán la tierra;

los perfectos permanecerán en ella.

22 Pero los impíos serán eliminados de la tierra;

los pecadores serán expulsados de ella.

Proverbios 3

Exhortación a la obediencia

1 Hijo mío, no te olvides de mi ley;

guarda en tu corazón mis mandamientos.

2 Ellos prolongarán los años de tu vida

y te traerán abundante paz.

3 No te apartes de la misericordia y la verdad;

átalas alrededor de tu cuello,

escríbelas en la tabla de tu corazón.

4 Así contarás con el favor de Dios,

y con una buena opinión ante los hombres.

5 Confía en el Señor de todo corazón,

y no te apoyes en tu propia prudencia.

6 Reconócelo en todos tus caminos,

y él enderezará tus sendas.

7 No seas sabio en tu propia opinión;

teme al Señor y apártate del mal.

8 Él será la medicina de tu cuerpo;

¡infundirá alivio a tus huesos!

9 Honra al Señor con tus bienes

y con las primicias de tus cosechas.

10 Tus graneros se saturarán de trigo,

y tus lagares rebosarán de vino.

11 Hijo mío, no desdeñes la corrección del Señor;

no te sientas mal cuando te reprenda.

12 El Señor corrigeal que ama

como lo hace el padre con su hijo amado.

13 ¡Dichoso el que halla la sabiduría

y se encuentra con la inteligencia!

14 ¡Son más provechosas que la plata!

¡Sus frutos son más valiosos que el oro refinado!

15 Son de más valor que las piedras preciosas;

lo más deseable no es comparable a ellas.

16 Con la mano derecha ofrece una larga vida,

y con la izquierda ofrece riquezas y honra.

17 Sus caminos son un deleite,

y en todas sus veredas hay paz.

18 La sabiduría es un árbol de vida

para los que echan mano de ella;

¡dichosos los que no la sueltan!

19 Con sabiduría, el Señor fundó la tierra;

con inteligencia, el Señor afirmó los cielos.

20 Con su sapiencia se abrieron los abismos,

y destilaron las nubes su rocío.

21 Hijo mío, preserva la ley y el consejo;

nunca pierdas esto de vista.

22 Éstos infundirán vida a tu alma

y adornarán tu cuello.

23 Así podrás andar confiado en tu camino,

y nunca tus pies tropezarán.

24 No tendrás temor cuando te acuestes;

te acostarás y tendrás gratos sueños.

25 No temerás que de repente te asalten

las calamidades que merecen los impíos.

26 El Señor te infundirá confianza,

y evitará que tus pies queden atrapados.

27 No te niegues a hacer los favores debidos,

cuando en tu mano esté el hacerlos.

28 Si hoy puedes ayudar a tu prójimo,

no pospongas la ayuda para mañana.

29 No hagas planes malvados contra tu prójimo;

es tu prójimo y vive confiando en ti.

30 No entables sin motivo pleitos contra nadie,

mucho menos si no te han agraviado.

31 No envidies a la gente violenta,

ni escojas ninguno de sus caminos,

32 porque al Señor le repugnan los perversos,

pero es amigo de los hombres honrados.

33 Sobre la casa de los malvados

recae la maldición del Señor;

sobre la habitación de los justos

permanece su bendición.

34 El Señor se burla de los burlones,

pero brinda su favora los humildes.

35 La herencia de los sabios es la honra;

la de los necios, la deshonra.

Proverbios 4

Ventajas de la sabiduría

1 Hijos, escuchen las enseñanzas de su padre;

presten atención, y adquirirán entendimiento.

2 Yo les doy buenas enseñanzas;

no rechacen mis instrucciones.

3 También yo fui hijo, y tuve un padre;

era el hijo predilecto de mi madre.

4 Mi padre me enseñaba, y me decía:

«Guarda mis razones en tu corazón.

Cumple mis mandamientos, y vivirás.

5 Adquiere sabiduría e inteligencia,

y nunca te olvides ni te apartes

de las palabras de mi boca.

6 Ama a la sabiduría. Nunca la dejes,

y ella te cuidará y te protegerá.

7 En primer lugar, adquiere sabiduría;

sobre todas las cosas, adquiere inteligencia.

8 Hónrala, y ella te enaltecerá;

abrázala, y ella te honrará.

9 Adorno de gracia pondrá sobre tu cabeza;

te coronará con una bella diadema.»

10 Hijo mío, óyeme y acepta mis razones,

y los años de tu vida se alargarán.

11 Yo te muestro el camino de la sabiduría,

y te llevo por senderos de rectitud.

12 Tus pasos no encontrarán obstáculos,

y cuando corras no tropezarás.

13 Retén mis consejos; no los abandones.

Resguárdalos, porque te darán vida.

14 No vayas por la senda de los impíos,

ni sigas el camino de los malvados.

15 Deja esa senda, no vayas por ella;

apártate de ella y sigue adelante.

16 Ellos no duermen si no han hecho mal;

pierden el sueño si no hacen caer a alguno.

17 Se alimentan con la maldad;

apagan su sed cometiendo robos.

18 Pero la senda de los justos es como la aurora:

¡su luz va en aumento, hasta la plenitud del día!

19 El camino de los impíos es como la oscuridad;

¡ni siquiera saben contra qué tropiezan!

20 Hijo mío, presta atención a mis palabras;

inclina tu oído para escuchar mis razones.

21 No las pierdas de vista;

guárdalas en lo más profundo de tu corazón.

22 Ellas son vida para quienes las hallan;

son la medicina para todo su cuerpo.

23 Cuida tu corazón más que otra cosa,

porque él es la fuente de la vida.

24 Aparta de tu boca las palabras perversas;

aleja de tus labios las palabras inicuas.

25 Dirige la mirada hacia adelante;

fíjate en lo que tienes delante de tus ojos.

26 Piensa qué camino vas a seguir,

y plántate firme en todos tus caminos.

27 Apártate del mal. No te desvíes

ni a la derecha ni a la izquierda.

Proverbios 5

Advertencia contra la impureza

1 Hijo mío, atiende a mi sabiduría;

inclina tu oído a mi inteligencia.

2 Así pondrás en práctica mis consejos

y tus labios resguardarán el conocimiento.

3 Los labios de la mujer ajena destilan miel;

su paladar es más suave que el aceite,

4 pero termina siendo amargo como el ajenjo,

y tajante como una espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte;

sus pasos se dirigen al sepulcro.

6 No tomes en cuenta sus caminos inestables,

porque no conocerás el camino de la vida.

7 Hijos, escúchenme bien ahora:

No se aparten de las razones de mi boca.

8 Aleja a esa mujer de tu camino.

No te acerques a la puerta de su casa.

9 Así no entregarás tu vida y tu honor

a gente extraña y cruel.

10 Así gente extraña no se saciará con tu fuerza,

ni se quedarán tus trabajos en casa ajena.

11 Así no tendrás que llorar al final,

cuando tu carne y tu cuerpo se consuman,

12 ni dirás: «¡Cómo pude rechazar los consejos!

¡Cómo pudo mi corazón despreciar la reprensión!

13 ¡No oí la voz de los que me instruían,

ni presté oído a los que me enseñaban!

14 ¡Poco me faltó para estar del todo mal

entre la comunidad y la congregación!»

15 Bebe el agua de tu propio pozo,

el raudal que mana de tu propia cisterna.

16 ¿Por qué derramar tus fuentes por las calles,

y tus corrientes de aguas por las plazas?

17 Esas aguas son para ti solo,

no para compartirlas con gente extraña.

18 ¡Bendito sea tu manantial!

¡Alégrate con la mujer de tu juventud,

19 con esa cervatilla amada y graciosa!

¡Sáciate de sus caricias en todo tiempo!

¡Recréate siempre con su amor!

20 Hijo mío,

¿por qué perder la cabeza por la mujer ajena?

¿Por qué arrojarte a los brazos de una extraña?

21 Los caminos del hombre están ante el Señor,

y él pone a consideración todas sus veredas.

22 Al impío lo atrapa su propia maldad,

lo atan las cuerdas de su pecado.

23 El malvado muere por falta de corrección,

y pierde el rumbo por su inmensa locura.

Proverbios 6

Advertencias contra la pereza y la mentira

1 Hijo mío, si sales fiador por tu amigo,

y empeñas tu palabra en favor de un extraño,

2 te has enredado con tus propias palabras;

¡eres cautivo de tus propias promesas!

3 Hijo mío, has caído en manos de tu prójimo.

Para librarte, tienes que hacer lo siguiente:

Ve a hablar con tu prójimo, y humíllate ante él.

4 No te des un momento de reposo;

no cierres los ojos ni te duermas.

5 Sé como gacela, y escápate del cazador;

sé como un ave, y líbrate del que pone trampas.

6 Perezoso, mira a las hormigas;

fíjate en sus caminos, y ponte a pensar.

7 Ellas no tienen quien las mande,

ni quien les dé órdenes ni las gobierne.

8 Preparan su comida en el verano,

y en el tiempo de la siega recogen su comida.

9 Perezoso, ¿cuánto más seguirás durmiendo?

¿Cuándo vas a despertar de tu sueño?

10 Un poco de dormir, un poco de soñar,

un poco de cruzarse de brazos para descansar,

11 y así vendrán tu necesidad y tu pobreza:

como un vago, como un mercenario.

12 El que es malvado y canalla

siempre anda diciendo cosas perversas;

13 guiña los ojos, mueve los pies,

hace señas con los dedos;

14 en su corazón sólo hay perversidad,

y todo el tiempo anda pensando en el mal.

¡Siempre anda sembrando discordias!

15 Por eso, cuando menos lo espere,

le sobrevendrá la ruina sin que pueda evitarlo.

16 Hay seis, y hasta siete cosas

que el Señor detesta con toda el alma:

17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa,

las manos que derraman sangre inocente,

18 la mente que maquina planes inicuos,

los pies que se apresuran a hacer el mal,

19 el testigo falso que propaga mentiras,

y el que siembra discordia entre hermanos.

Advertencia contra el adulterio

20 Hijo mío, cumple el mandamiento de tu padre,

y no te apartes de la enseñanza de tu madre.

21 Llévalos siempre dentro de tu corazón;

pórtalos alrededor de tu cuello.

22 Serán tu guía cuando camines,

te protegerán cuando duermas,

y te hablarán cuando despiertes.

23 El mandamiento es lámpara,

la enseñanza es luz,

y las reprensiones son el camino de la vida.

24 Te librarán de la mujer malvada,

de la lengua sutil de la mujer ajena.

25 No codicies en tu corazón su hermosura,

ni dejes que ella te atrape con sus miradas.

26 Una ramera te cuesta un bocado de pan,

pero la mujer ajena te puede costar la vida.

27 ¿Quién se echa fuego en el pecho

sin que se queme su ropa?

28 ¿Quién puede andar sobre brasas

sin que se quemen sus pies?

29 ¡Pues tampoco puede clamar inocencia

el que se acuesta con la mujer de su prójimo!

30 Nadie desprecia al que roba,

si lo hace para calmar su apetito;

31 si lo sorprenden, debe pagar siete veces

y entregar todo el patrimonio de su casa,

32 pero cometer adulterio es no tener cabeza;

quien adultera, se corrompe a sí mismo,

33 lo que obtiene son golpes y vergüenza,

y nunca logra borrar esa mancha.

34 Los celos despiertan la ira del hombre,

y en el día de la venganza éste no perdona;

35 no perdona ni se da por satisfecho,

aunque se le ofrezcan muchos obsequios.

Proverbios 7

Artimañas de la mujer ajena

1 Hijo mío, obedece mis palabras,

y guarda como un tesoro mis mandamientos.

2 Obedece mis mandamientos y enseñanzas;

cuídalos como las niñas de tus ojos, y vivirás.

3 Átalos alrededor de tus dedos;

anótalos en la pizarra de tu corazón.

4 Dile a la sabiduría: «¡Hermana mía!»

Declárate pariente de la inteligencia.

5 Ellas te protegerán de la mujer ajena,

de esa extraña de melosas palabras.

6 Un día estaba yo en la ventana de mi casa,

y miraba a través de la celosía.

7 Observaba yo a los jóvenes incautos,

y me llamó la atención uno de ellos,

claramente falto de entendimiento,

8 que cruzó la calle, dobló la esquina,

y se dirigió a la casa de esa mujer.

9 Era tarde, y comenzaba a oscurecer;

las sombras de la noche comenzaban a caer.

10 De pronto, esa mujer salió a su encuentro,

vestida como ramera y con claras intenciones:

11 Era provocativa y desafiante,

de esas que no pueden poner un pie en su casa.

12 Unas veces en la calle, otras veces en las plazas,

y en constante acecho en las esquinas.

13 Se prendió de él, le dio un beso,

y descaradamente le propuso:

14 «Yo había prometido sacrificios de paz,

y hoy he cumplido con mis votos.

15 ¡Por eso he salido a tu encuentro!

¡Ansiaba verte, y he dado contigo!

16 Mi lecho lo he cubierto con finas colchas,

colchas recamadas con hilo egipcio.

17 Mi alcoba la he perfumado

con mirra, áloes y canela.

18 ¡Ven, embriaguémonos de amores!

¡Gocemos del amor hasta el amanecer!

19 Mi marido no está en casa,

pues salió para hacer un largo viaje.

20 Se llevó la bolsa de dinero,

y no volverá hasta el día señalado.»

21 La mujer lo venció con sus muchas lisonjas;

lo persuadió con sus labios zalameros,

22 y el joven se fue enseguida tras ella,

como el buey que va al degolladero;

como el necio que preso avanza al castigo,

23 hasta que una flecha le parte el corazón;

como el ave que vuela presurosa hacia la red,

sin saber que eso le costará la vida.

24 Hijos, por favor, ¡escúchenme!

¡Presten atención a mis declaraciones!

25 No inclines tu corazón hacia sus caminos;

no pierdas el rumbo por sus atajos.

26 Por su culpa, muchos han caído heridos;

aun los más fuertes han muerto por causa de ella.

27 Su casa va camino al sepulcro,

y desciende a las mansiones de la muerte.

Proverbios 8

Elogio a la Sabiduría

1 ¿Acaso no está llamando la sabiduría?

¿Qué, no deja oír su voz la inteligencia?

2 Se para en las colinas, junto al camino;

se queda esperando en las encrucijadas.

3 Deja oír su voz a un lado de las puertas;

a la entrada misma de la ciudad exclama:

4 «A ustedes, los hombres, los llamo;

a ustedes, los hombres, dirijo mi voz.

5 Muchachos ingenuos, ¡entiendan!

Jóvenes necios, ¡recapaciten!

6 ¡Óiganme, que lo que voy a decirles

son cosas muy justas e importantes!

7 De mi boca sólo sale la verdad;

mis labios aborrecen la mentira.

8 Todas mis palabras son precisas;

no hay en ellas dolo ni perversidad.

9 Para los sabios y entendidos,

todas ellas son contundentes y razonables.

10 Den cabida a mis correcciones, no a la plata;

acepten mis conocimientos, no el oro escogido.

11 Yo, la sabiduría, valgo más que las piedras preciosas.

¡Ni lo más deseable puede compararse conmigo!

12 »Yo, la sabiduría, convivo con la cordura;

en mí se hallan el conocimiento y el consejo.

13 El temor del Señor es aborrecer el mal;

yo aborrezco la soberbia y la arrogancia,

el mal camino y la boca perversa.

14 En mí se hallan el consejo y el buen juicio;

yo soy la inteligencia; mío es el poder.

15 Por mí llegan los reyes al trono

y los príncipes imparten justicia.

16 Por mí gobiernan los jefes y príncipes,

y todos los que rigen con justicia.

17 Yo amo a los que me aman,

y dejo que me hallen los que en verdad me buscan.

18 Las riquezas y la honra me acompañan,

las verdaderas riquezas y la justicia.

19 Mis frutos son mejores que el oro más refinado;

mis ganancias sobrepasan a la plata escogida.

20 Yo voy por el camino recto;

camino por las sendas de la justicia,

21 para dar su herencia a los que me aman,

para saturarlos de tesoros.

22 »Desde el principio, el Señor me poseía;

desde antes de que empezara sus obras.

23 Desde el principio mismo fui establecida,

desde antes de que la tierra existiera.

24 Fui engendrada antes de los abismos,

antes de que existieran los grandes manantiales.

25 Fui engendrada antes de que se formaran

los montes y las colinas.

26 Aún no había creado él la tierra ni los campos,

ni los primeros granos de arena del mundo,

27 ¡y ya estaba yo ahí!

Mientras él formaba los cielos

y trazaba el arco sobre la faz del abismo,

28 mientras afirmaba las nubes en las alturas,

mientras reforzaba las fuentes del abismo,

29 mientras establecía los límites del mar

para que las aguas no traspasaran su cauce,

¡mientras afirmaba los fundamentos de la tierra!

30 Yo estaba a su lado, ordenándolo todo,

danzando alegremente todos los días,

disfrutando siempre de su presencia,

31 regocijándome en la tierra, su creación;

¡deleitándome con el género humano!»

32 Hijos, por favor, ¡escúchenme!

¡Dichosos los que siguen mis caminos!

33 Sean sabios y préstenme atención;

no dejen de lado la disciplina.

34 Dichoso el hombre que me escucha

y todo el tiempo se mantiene vigilante

a las puertas de mi casa.

35 El que me halla, ha encontrado la vida

y alcanzado el favor del Señor.

36 El que peca contra mí, se daña a sí mismo;

el que me aborrece, ama a la muerte.

Proverbios 9

La Sabiduría y la mujer insensata

1 La sabiduría ha edificado su casa;

la ha afirmado con siete columnas labradas,

2 ha sacrificado los animales para el banquete,

ha mezclado el vino y preparado la mesa.

3 Ahora llama desde lo alto de la ciudad,

luego de haber enviado a sus criadas.

4 Invita a los ingenuos a acercarse;

les dice a los faltos de cordura:

5 «¡Vengan y coman de mi pan!

¡Beban del vino que he mezclado!

6 ¡Déjense de tonterías, y vivan!

¡Sigan el camino de la inteligencia!

7 »Corrige al blasfemo y recibirás afrentas;

reprende al impío y te ganarás insultos.

8 No reprendas al blasfemo, y no te aborrecerá;

corrige al sabio, y te amará.

9 Dale al sabio, y se hará más sabio;

enseña al justo, y aumentará su saber.

10 El principio de la sabiduría es el temor del Señor;

el conocimiento de lo santo es inteligencia.

11 Yo haré que vivas mucho tiempo;

¡te daré muchos años de vida!

12 Si te haces sabio, el provecho es tuyo;

si te vuelves blasfemo, sufrirás las consecuencias.»

13 La mujer insensata es provocativa;

es insulsa e ignorante.

14 Se entroniza a la puerta de su casa,

o en los lugares más altos de la ciudad,

15 y llama a los que pasan por ahí,

a los que van por el camino recto.

16 Invita a los ingenuos a acercarse,

y les dice a los faltos de cordura:

17 «¡Qué dulce es el agua robada!

¡Qué sabroso es el pan comido a escondidas!»

18 Y ellos no saben que sus invitados

terminan muertos en el fondo del sepulcro.

Proverbios 10

Contraste entre el justo y el malvado

1 Los proverbios de Salomón.

El hijo sabio alegra a su padre;

el hijo necio entristece a su madre.

2 Las riquezas malvadas no son de provecho,

pero la justicia libra de la muerte.

3 El Señor no deja que el justo pase hambre,

pero rechaza la iniquidad de los impíos.

4 Las manos negligentes llevan a la pobreza;

las manos diligentes conducen a la riqueza.

5 Cosechar en el verano es pensar con sensatez;

dormirse en la cosecha es no tener vergüenza.

6 La cabeza del justo se cubre de bendiciones;

la boca de los impíos encubre violencia.

7 Recordar a los justos es una bendición;

nombrar a los impíos resulta repugnante.

8 El sabio de corazón hace suyos los mandamientos;

el necio de labios acabará por caer.

9 El de vida íntegra vive confiado;

el de conducta perversa será descubierto.

10 El que guiña el ojo acarrea tristeza;

el necio de labios será castigado.

11 La boca del justo es un manantial de vida,

pero la boca del impío disimula su violencia.

12 El odio despierta rencillas;

pero el amor cubre todas las faltas.

13 La sabiduría se halla en labios del prudente;

la vara es para las espaldas del falto de cordura.

14 Los sabios atesoran el conocimiento;

la boca del necio es calamidad cercana.

15 El rico se atrinchera tras sus riquezas;

el pobre se refugia en su pobreza.

16 Con sus obras, el justo se gana la vida;

con sus frutos, el impío se dedica a pecar.

17 Acatar la corrección conduce a la vida;

desechar la reprensión es perder el camino.

18 Miente quien disimula su odio;

es un necio quien propaga calumnias.

19 En las muchas palabras no falta el pecado;

el que es prudente refrena sus labios.

20 La lengua del justo es plata escogida;

la mente impía es lo mismo que nada.

21 Con sus labios el justo dirige a muchos;

los necios mueren por falta de cordura.

22 La bendición del Señor es un tesoro;

nunca viene acompañada de tristeza.

23 El necio se divierte cometiendo maldades;

el sabio se recrea con la sabiduría.

24 El impío es víctima de sus grandes temores;

los justos reciben lo que más desean.

25 El malvado pasa como un torbellino,

pero el justo permanece para siempre.

26 El que envía a un mensajero perezoso

se echa vinagre en los dientes y humo en los ojos.

27 El temor del Señor alarga la vida,

pero los años del impío son acortados.

28 La esperanza de los justos es su alegría;

la esperanza de los impíos se esfuma.

29 El camino del Señor fortalece al perfecto,

pero destruye a los que hacen el mal.

30 El justo jamás tendrá un tropiezo,

pero los impíos no habitarán la tierra.

31 De la boca del justo mana sabiduría,

pero la lengua perversa será extirpada.

32 Los labios del justo dicen palabras gratas;

la boca de los impíos arroja perversidades.