Nehemías 8

Esdras lee la ley al pueblo

1 Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas, y le rogaron al escriba Esdras que llevara el libro de la ley de Moisés, que el Señor le había dado al pueblo de Israel.

2 Era el día primero del mes séptimo del año. Entonces Esdras, que también era sacerdote, llevó el libro y lo mostró a todo el pueblo y a todos los que podían entender, lo mismo a hombres que a mujeres,

3 y desde el alba hasta el mediodía lo leyó en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas. Todo el pueblo escuchaba con mucha atención la lectura del libro de la ley,

4 y para que todos escucharan mejor Esdras se subió a un estrado de madera hecho a propósito. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Hilcías y Maseías; a su izquierda estaban Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán.

5 Esdras abrió el libro ante todo el pueblo, y como él estaba por encima de los presentes, todos lo vieron y prestaron mucha atención.

6 Entonces Esdras bendijo la grandeza del Señor, y el pueblo, con las manos hacia el cielo, respondió a una sola voz: «¡Amén! ¡Amén!» Luego, todos se inclinaron hasta el suelo y adoraron al Señor.

7 Mientras la ley era leída, los levitas Josué, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Kelita, Azarías, Yozabad, Janán y Pelaía explicaban al pueblo la lectura, y el pueblo estaba tan interesado que no se movía de su lugar.

8 Y es que la lectura de la ley se hacía con mucha claridad, y se recalcaba todo el sentido, de modo que el pueblo pudiera entender lo que escuchaba.

9 Como todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley, el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que explicaban al pueblo el sentido de la ley, dijeron:

«Este día está consagrado al Señor, nuestro Dios. No hay razón para que lloren y se pongan tristes.»

10 También dijeron:

«Vayan y coman bien, y tomen un buen vino, pero compartan todo con los que nada tienen. Éste día está consagrado a nuestro Señor, así que no estén tristes. El gozo del Señor es nuestra fuerza.»

11 También los levitas animaban al pueblo y le decían:

«Ya no lloren. No estén tristes, porque hoy es un día sagrado.»

12 Entonces todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a compartir su comida; y pasaron el día muy alegres, pues habían entendido las explicaciones que les habían dado.

13 Al día siguiente, los jefes de familias de todo el pueblo, y los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el escriba Esdras para que les explicara las palabras de la ley,

14 y en el libro que el Señor les había dado por medio de Moisés encontraron una ley, la cual decía que en el séptimo mes del año debía celebrarse una fiesta solemne, durante la cual todos los israelitas debían vivir siete días en enramadas.

15 Esta ley debía pregonarse por todas las ciudades, y en Jerusalén, y la orden era:

«Salgan a los montes y corten ramas de olivo silvestre, y ramas de arrayán, y hojas de palmeras y de todo árbol frondoso, y hagan unas cabañas, como está escrito.»

16 El pueblo salió a cortar ramas para hacer las cabañas. Algunos las hicieron en las azoteas de sus casas; otros las pusieron en sus patios, o en el patio del templo, o en la plaza de la Puerta de las Aguas, y hasta en la plaza de la Puerta de Efraín.

17 Todos los israelitas que habían vuelto del cautiverio armaron sus cabañas y durmieron allí, pues desde los días de Josué hijo de Nun hasta ese día no habían cumplido con este mandato, y ahora que lo cumplían sentían una gran alegría.

18 Durante siete días celebraron la fiesta con toda solemnidad, y el octavo día se reunieron en una asamblea solemne, conforme a lo establecido. Y todos los días, desde el primero hasta el último, Esdras leía el libro de la ley de Dios.

Nehemías 9

Esdras confiesa los pecados de Israel

1 El día veinticuatro del mismo mes, los israelitas volvieron a reunirse para ayunar, vestidos con ropas ásperas y con la cabeza cubierta de polvo.

2 Para entonces los israelitas ya habían apartado de sí a los hijos de extranjeros. Puestos de pie, los israelitas confesaron sus pecados y los de sus padres,

3 y así de pie, durante tres horas escucharon la lectura del libro de la ley del Señor su Dios, y durante las siguientes tres horas el pueblo confesó sus pecados y adoró al Señor.

4 Luego, los levitas Josué, Bani, Cadmiel, Sebanías, Binuy, Serebías, Bani y Quenani subieron los escalones, y en voz alta clamaron al Señor.

5 Por su parte, los levitas Josué, Cadmiel, Bani, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petajías dijeron al pueblo:

«¡Vamos, bendigamos al Señor nuestro Dios desde la eternidad y hasta la eternidad!

»Señor, ¡que tu glorioso y excelso nombre sea bendito más allá de toda bendición y alabanza!

6 Tú, Señor, eres el único Señor. Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todas sus huestes; tú creaste la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos; tú diste vida a todo cuanto existe; por eso las huestes celestiales te adoran.

7 Tú, Señor, eres el Dios que eligió a Abrán; tú le ordenaste salir de Ur de los caldeos; tú le pusiste por nombre Abrahán;

8 tú lo consideraste digno de confianza e hiciste un pacto con él; tú prometiste dar a sus descendientes la tierra donde vivían los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los jebuseos y los gergeseos,y cumpliste tu promesa, porque eres justo.

9 Tú viste en Egiptola aflicción de nuestros padres, y escuchaste su clamor en el Mar Rojo;

10 tú realizaste señales y maravillas contra el faraón y sus ejércitos, y contra todos los habitantes de su país,pues sabías que habían tratado a tu pueblo con soberbia; ese día engrandeciste tu nombre, como lo has engrandecido hoy.

11 »Ante sus propios ojos, tú dividiste el mar en dos, y tu pueblo pasó por él como en tierra seca;a sus perseguidores, los hundiste en el mar como se hunde una piedra en aguas profundas.

12 Tú los guiaste durante el día por medio de una gran nube, y de noche iluminaste su camino con una columna de fuego, para mostrarles el camino que debían seguir.

13 Tú descendiste a la cumbre del monte Sinaí; les hablaste desde el cielo y les diste consejos sabios, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos.

14 Tú les ordenaste respetar la santidad de tu día de reposo, y por medio de tu siervo Moisés les prescribiste mandamientos, estatutos y leyes.

15 Cuando tuvieron hambre,tú les diste a comer pan del cielo; cuando tuvieron sed, hiciste que brotara agua de la peña,y finalmente les diste posesión de la tierra, como habías prometido hacerlo.

16 »Pero ellos y nuestros padres se llenaron de soberbia, y en su obstinación no prestaron atención a tus mandamientos.

17 Se negaron a escucharte y se olvidaron de los hechos maravillosos que habías hecho por ellos; al contrario, se volvieron duros y rebeldes, y buscaron líderes que los guiaran para volver a caer en servidumbre.

»Pero tú eres un Dios que perdona; eres un Dios clemente y compasivo; no te enojas fácilmente porque tu misericordiaes grande; por eso no los abandonaste,

18 aunque ellos fundieron un becerro y le dijeron al pueblo que ése era el dios que los había sacado de Egipto.Aunque ellos se dedicaron a cometer actos muy repugnantes,

19 tú, por tu gran misericordia, no los abandonaste en el desierto: durante el día, la columna de nube no se apartó de ellos para guiarlos en su camino; durante la noche, tampoco se apartó de ellos la columna de fuego para alumbrarles el camino que debían seguir.

20 Les enviaste tu buen espíritu para instruirlos, y no les quitaste el maná con que se alimentaban ni les faltó agua para apagar su sed.

21 Durante cuarenta años los sustentaste en el desierto, y nunca nada les faltó, ni se gastaron sus vestidos, ni se les hincharon los pies.

22 Pusiste en sus manos reinos y pueblos, y los repartiste por distritos, y tomaron posesión de las tierras de Sijón, el rey de Jesbón, y de Og, el rey de Basán.

23 Les diste tantos hijos como las estrellas de los cielos,y los guiaste hasta la tierra que habrían de poseer,como lo habías prometido a sus padres.

24 Y sus descendientes tomaron posesión de esas tierras; tú les diste la victoria sobre los que allí habitaban, y ellos vencieron a los cananeos y a sus reyes, y a los pueblos vecinos, para que hicieran con ellos lo que quisieran.

25 Y ellos conquistaron ciudades amuralladas y tierras fértiles; se adueñaron de buenas casas y de todo tipo de bienes, de cisternas, de viñedos, de olivares y de abundantes árboles frutales; y comieron hasta saciarse, y disfrutaron de tu gran bondad.

26 »Pero provocaron tu enojo porque se rebelaron contra ti, y tuvieron en poco tus leyes; mataron a tus profetas porque les hacían ver su maldad para que se volvieran a ti, pero ellos cometieron actos muy repugnantes.

27 »Entonces los dejaste caer en poder de sus enemigos, que los afligieron en gran manera. Y cuando se vieron atribulados, te pidieron ayuda y tú, desde el cielo, los escuchaste, porque eres un Dios misericordioso, y les enviaste hombres valerosos para que los libraran del poder de sus enemigos.

28 »Pero una vez que estaban en paz, volvían a su mal comportamiento, y por eso tú los dejaste caer en poder de sus enemigos, y ellos volvieron a dominarlos. Pero volvían a pedirte ayuda, y tú, desde el cielo, te compadecías de ellos y los librabas.

29 Los reprendiste para que respetaran tus leyes, pero ellos, en su soberbia, no cumplieron tus mandamientos sino que se rebelaron contra tus juicios, por los cuales todo hombre que los cumpla, vivirá.Se rebelaron, se encapricharon, no quisieron escucharte.

30 Pero tú les tuviste paciencia por mucho tiempo, y por medio de tus profetas les diste muestras de tu espíritu. Pero ellos no quisieron escucharte.Por eso los dejaste caer en manos de otros pueblos.

31 Gracias a tu gran misericordia, no acabaste con ellos ni los dejaste en el desamparo, porque eres un Dios clemente y misericordioso.

32 »Por eso, Dios nuestro, Dios grande, fuerte y temible, que cumples fielmente tu pacto y mantienes tu gran misericordia con tu pueblo, no tengas en poco todo el sufrimiento que han soportado nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes y profetas, nuestros padres y todo tu pueblo, desde que fuimos esclavizados por los reyes de Asiriahasta nuestros días.

33 Tú has actuado con justicia en todo lo que nos ha sucedido, porque tú haces todo con rectitud; nosotros, en cambio, hemos hecho lo malo.

34 Ninguno de nuestros antepasados cumplió la ley: ni nuestros reyes, ni nuestros príncipes, ni nuestros sacerdotes ni nuestros padres. Ninguno de ellos obedeció tus mandamientos ni escuchó tus reprensiones.

35 Aceptaron los numerosos reinos que por tu bondad les diste, y disfrutaron de la vasta y fértil tierra que les entregaste; y ni aun así quisieron servirte ni se arrepintieron de su maldad.

36 Por eso hoy vivimos como esclavos de otros; somos esclavos en nuestra propia tierra, la tierra que prometiste a nuestros antepasados, para que disfrutaran de sus productos.

37 Sus frutos son abundantes, pero ahora van a parar a los graneros de los reyes que nos dominan, y todo a causa de nuestra maldad; ellos se han convertido en nuestros amos, en dueños de nuestro ganado, y hacen con nosotros lo que quieren. Y estamos en grandes aprietos.

38 »En vista de todo esto, hoy nos comprometemos contigo, y nosotros y nuestros príncipes, y los sacerdotes y los levitas, firmamos este compromiso.»

Nehemías 10

El pueblo promete obedecer la ley

1 El compromiso fue firmado por el gobernador Nehemías hijo de Jacalías, y por Sedequías,

2 Seraías, Azarías, Jeremías,

3 Pasjur, Amarías, Malquías,

4 Jatús, Sebanías, Maluc,

5 Jarín, Meremot, Abdías,

6 Daniel, Ginetón, Baruc,

7 Mesulán, Abías, Mijamín,

8 Magasías, Bilgay y Semaías, que eran sacerdotes.

9 Por los levitas firmaron Josué hijo de Azanías, Binúi de los hijos de Henadad, Cadmiel,

10 y sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías, Janán,

11 Micaía, Rejob, Jasabías,

12 Zacur, Serebías, Sebanías,

13 Hodías, Bani y Beninu.

14 Por los hombres importantes del pueblo firmaron Paros, Pajat Moab, Elam, Zatu, Bani,

15 Binuy, Azgad, Bebay,

16 Adonías, Bigvay, Adín,

17 Ater, Ezequías, Azur,

18 Hodías, Jasún, Besay,

19 Jarif, Anatot, Nebay,

20 Magpías, Mesulán, Hezir,

21 Mesezabel, Sadoc, Jadúa,

22 Pelatías, Janán, Anaías,

23 Oseas, Jananías, Jasub,

24 Halojés, Piljá, Sobec,

25 Rejún, Jasabná, Maseías,

26 Ajías, Janán, Anán,

27 Maluc, Jarín y Baná.

28 El resto del pueblo, junto con los sacerdotes, levitas, porteros, cantores, los criados del templo, todos aquellos que se habían apartado de los pueblos extranjeros, y sus esposas, hijos e hijas, y todos los que podían entender y comprender,

29 se reunieron con sus hermanos y con los jefes importantes del pueblo para jurar que se comprometían a obedecer la ley que Dios le había dado a su siervo Moisés, y que cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos del Señor nuestro Dios.

30 Prometieron que sus hijas no se casarían con extranjeros, y que tampoco sus hijosse casarían con extranjeras.

31 También se comprometieron a observar los días de reposo, y toda fiesta sagrada, y a que en esos días no comprarían ninguna mercancía ni comestibles que vendieran otros pueblos, y que el año séptimo dejarían descansar la tierray condonarían todas las deudas.

32 Por ley se impusieron la responsabilidad de entregar cuatro gramos de plata para el mantenimiento del templo de nuestro Dios,

33 para el pan de la proposición y para las ofrendas continuas, los holocaustos continuos, los días de reposo, las lunas nuevas, las festividades, las cosas sagradas y los sacrificios para el perdón de los pecados del pueblo, y para todo el servicio de la casa de Dios.

34 «Nosotros los sacerdotes, y los levitas y el pueblo en general, echamos suertes, según el origen de nuestras familias, para saber a quién le tocaría llevar al templo del Señor la ofrenda de leña necesaria para ser quemada en el altar, como está escrito en la ley.

35 »También nos comprometimos a llevar al templo, cada año, los primeros frutos de nuestras cosechas y de nuestros árbolesfrutales,

36 así como nuestros primogénitos y las primeras crías de nuestro ganado, es decir, nuestras vacas y ovejas, y presentarlas ante los sacerdotes que sirven en el templo de Dios.

37 »De igual manera, nos comprometimos a llevar a los almacenes del templo la primera harina, el primer vino y el primer aceite, para los sacerdotes; y entregar a los levitas la décima parte de nuestras cosechasy del fruto de nuestro trabajo en todas nuestras ciudades.

38 Al momento de hacer la entrega a los levitas, un sacerdote descendiente de Aarón debería estar presente, y los levitas a su vez llevarían a los almacenes del templo la décima parte de esa décima parterecibida.

39 Como es obligación de todos los israelitas y los levitas llevar a los almacenes del templo las ofrendas de grano, vino y aceite, porque allí están los utensilios sagrados que usan los sacerdotes, los porteros y los cantores, nos comprometimos a no abandonar el templo de nuestro Dios.»

Nehemías 11

Los habitantes de Jerusalén

1 Los hombres importantes del pueblo se quedaron a vivir en Jerusalén; el resto del pueblo echó suertes para que uno de cada diez se quedara a vivir en la ciudad santa, y los nueve restantes vivieran en las demás ciudades.

2 Varios hombres se ofrecieron voluntariamente a quedarse a vivir en Jerusalén, y el pueblo les dio su bendición.

3 Ésta es la lista de los jefes de provincia que se quedaron a vivir en Jerusalén. En las otras ciudades de Judá se establecieron en sus respectivas tierras los sacerdotes, los levitas, los criados del templo y los descendientes de los siervos de Salomón.

4 En Jerusalén se quedaron a vivir algunos de los descendientes de Judá y de Benjamín.

De los descendientes de Judá se quedó Ataías, descendiente en línea directa de Uzías, Zacarías, Amarías, Sefatías y Malalel.

De los descendientes de Fares se quedó

5 Maseías, descendiente en línea directa de Baruc, Coljozé, Jazaías, Adaías, Joyarib, Zacarías y Siloni.

6 Todos los descendientes de Fares que se quedaron a vivir en Jerusalén fueron cuatrocientos sesenta y ocho hombres aguerridos.

7 Los descendientes de Benjamín:Salú, descendiente en línea directa de Mesulán, Joed, Pedaías, Colaías, Maseías, Itiel y Jesaías.

8 Con sus hermanos Gabay y Salay sumaban novecientos veintiocho.

9 Al frente de ellos estaba Joel hijo de Zicri. El segundo en importancia en la ciudad era Judá hijo de Senuá.

10 De los sacerdotes: Jedaías, descendiente en línea directa de Joyarib, Jaquín,

11 Seraías, Hilcías, Mesulán, Sadoc, Merayot y Ajitob, hombre importante del templo de Dios,

12 y sus hermanos, que trabajaban en la obra del templo. En total, eran ochocientos veintidós.

Adaías, descendiente en línea directa de Jeroán, Pelalías, Amsi, Zacarías, Pasjur, Malquías,

13 y sus hermanos, que eran jefes de familias. En total, sumaban doscientos cuarenta y dos.

Amasay, descendiente en línea directa de Azareel, Ahzai, Mesilemot e Imer,

14 y sus hermanos, hombres aguerridos. En total, sumaban ciento veintiocho, y el jefe de ellos era Zabdiel hijo de Guedolín.

15 De los levitas: Semaías, descendiente en línea directa de Jasub, Azricán, Jasabías, Binuy,

16 Sabetay y Jozabad, que eran de los principales levitas y los capataces de la obra exterior del templo de Dios.

17 Matanías, descendiente en línea directa de Micaía, Zabdi, Asaf, que era el principal y quien daba inicio a las alabanzas y acciones de gracias durante la oración.

Bacbuquías, que era el segundo entre sus hermanos.

Abda, descendiente en línea directa de Samúa, Galal y Jedutún.

18 Todos los levitas en la ciudad santa eran doscientos ochenta y cuatro.

19 Los porteros: Acub, Talmón y sus hermanos, estaban a cargo de las puertas y sumaban ciento setenta y dos.

20 El resto de los israelitas, de los sacerdotes y de los levitas habitaron en todas las ciudades de Judá, cada uno en su propiedad.

21 Los criados del templo habitaban en Ofel, y Sijá y Gispa eran los jefes de los criados del templo.

22 Y el jefe de los levitas que vivían en Jerusalén era Uzi, descendiente en línea directa de Bani, Jasabías, Matanías y Micaía.

Los descendientes de Asaf eran cantores y estaban a cargo de las obras en el templo de Dios.

23 Por orden del rey, cada uno de los cantores tenía asignado su turno para cada día.

24 Petajías, descendiente en línea directa de Mesezabel, Zeraj y Judá, estaba al servicio del rey en todos los asuntos relacionados con el pueblo.

Lugares habitados fuera de Jerusalén

25 En cuanto a las aldeas y sus parcelas, algunos de los descendientes de Judá se quedaron a vivir en las aldeas de Quiriat Arbá, Dibón, Yecabsel,

26 Josué, Molada, Bet Pélet,

27 Jasar Súal, Berseba,

28 Siclag, Mecona,

29 Enrimón, Sorá, Jarmut,

30 Zanoaj, Adulán, Laquis, y Azeca, ocupando el territorio que va de Berseba al valle de Jinón.

31 Los benjaminitas vivieron en Geba, Micmas, Aía, Betel,

32 Anatot, Nob, Ananías,

33 Jazor, Ramá, Guitayin,

34 Jadid, Seboguín, Nebalat,

35 Lod, y Onó, que era el valle de los artífices.

36 Algunos de los levitas vivieron en las parcelas asignadas a las familias de Judá y de Benjamín.

Nehemías 12

Sacerdotes y levitas

1 Ésta es la lista de los sacerdotes y levitas que volvieron de Babilonia con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Josué:

Seraías, Jeremías, Esdras,

2 Amarías, Maluc, Jatús,

3 Secanías, Rejún, Meremot,

4 Iddo, Gineto, Abías,

5 Mijamín, Madías, Bilgá,

6 Semaías, Joyarib, Jedaías,

7 Salú, Amoc, Hilcías y Jedaías. Todos estos eran los jefes de los sacerdotes y sus hermanos en el tiempo de Josué.

8 De los levitas volvieron Josué, Binúi, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, que con sus hermanos participaba en los cantos de alabanza;

9 y sus hermanos Bacbuquías y Uní, que ejercían cada uno su ministerio.

10 Josué fue padre de Joyacín, Joyacín fue padre de Eliasib, Eliasib fue padre de Joyadá;

11 Joyadá fue padre de Jonatán, y Jonatán fue padre de Jadúa.

12 En el tiempo de Joyacín, los sacerdotes jefes de familias eran: de Seraías, Meraías; de Jeremías, Jananías;

13 de Esdras, Mesulán; de Amarías, Johanán;

14 de Melicú, Jonatán; de Sebanías, José;

15 de Jarín, Adna; de Merayot, Jelcay;

16 de Iddo, Zacarías; de Ginetón, Mesulán;

17 de Abías, Zicri; de Miniamín, de Moadías, Piltay;

18 de Bilgá, Samúa; de Semaías, Jonatán;

19 de Joyarib, Matenay; de Jedaías, Uzi;

20 de Salay, Calay; de Amoc, Eber;

21 de Hilcías, Jasabías; de Jedaías, Natanael.

22 En los días de Eliasib, Joyadá, Johanán y Jadúa, los levitas fueron inscritos por jefes de familias, lo mismo que los sacerdotes, hasta el reinado de Darío el persa.

23 Los descendientes de Leví que eran jefes de familia fueron inscritos en el libro de las crónicas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib.

24 Los jefes de los levitas fueron Jasabías, Serebías, Josué hijo de Cadmiel, y sus hermanos, que estaban al frente de ellos para alabar y dar gracias al Señor, de acuerdo con los estatutos de David, varón de Dios, y según su turno.

25 Los guardias Matanías, Bacbuquías, Abdías, Mesulán, Talmón y Acub vigilaban las entradas.

26 Todos ellos vivieron en los días de Joyacín hijo de Josué y nieto de Josadac, cuando Nehemías era gobernador y Esdras fungía como escriba y sacerdote.

Consagración de la muralla

27 «Para la consagración de la muralla de Jerusalén fueron convocados a Jerusalén los levitas de todos los lugares, a fin de celebrar la dedicación con una gran fiesta de alabanzas y cánticos al son de címbalos, salterios y cítaras.

28 Se llamó a los cantores profesionales que vivían cerca de Jerusalén y en las aldeas de los netofatitas,

29 y a los cantores de la familia de Gilgal, y a los de los campos de Geba y de Azmavet, que habían edificado aldeas alrededor de Jerusalén.

30 Los sacerdotes y los levitas se purificaron, lo mismo que el pueblo, las puertas y la muralla.

31 A los jefes de Judá les pedí subir a la muralla, e hice desfilar en procesión dos grande coros, uno a la derecha y otro a la izquierda. El que iba a la derecha caminaba sobre la muralla, en dirección a la puerta del Basurero.

32 Tras el coro iban Osaías, la mitad de los jefes de Judá,

33 Azarías, Esdras, Mesulán,

34 Judá, Benjamín, Semaías y Jeremías.

35 Los sacerdotes iban tocando las trompetas, y entre ellos iba Zacarías, descendiente en línea directa de Jonatán, Semaías, Matanías, Micaías, Zacur y Asaf,

36 y sus hermanos Semaías, Azarael, Milalay, Guilalay, May, Natanael, Judá y Jananí, quienes llevaban los instrumentos musicales que habían pertenecido a David, el varón de Dios. El escriba Esdras avanzaba al frente de ellos.

37 Los sacerdotes subieron por los escalones que están frente a la Puerta de la Fuente, que conduce a la ciudad de David; usaron la subida de la muralla y pasaron cerca del palacio de David, hasta la parte oriental de la Puerta de las Aguas.

38 »Yo iba detrás del segundo coro, el que desfilaba a la izquierda, junto con la mitad del pueblo que caminaba sobre la muralla, desde la torre de los Hornos hasta la muralla ancha.

39 Caminamos desde la Puerta de Efraín hasta la Puerta Vieja, seguimos a la Puerta del Pescado, la torre de Jananel, la torre de Hamea y la Puerta de las Ovejas, y nos detuvimos en la Puerta de la Cárcel.

40 Entonces los dos coros, la mitad de los oficiales del templo y yo, nos reunimos en la casa de Dios.

41 »Los sacerdotes Eliaquín, Maseías, Miniamín, Micaías, Elioguenay, Zacarías y Jananías, tocaban sus trompetas,

42 lo mismo que Maseías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. Israías era el director de los cantores, los cuales alababan a Dios a voz en cuello.

43 Ese día se ofrecieron numerosos sacrificios de animales. El pueblo entero, hombres, mujeres y niños, rebosaba de alegría porque Dios los había alegrado en gran manera. Era tal el alborozo que había en Jerusalén, que se escuchaba desde lejos.»

Porciones para sacerdotes y levitas

44 Aquel día varios hombres fueron elegidos para encargarse de los almacenes del templo, de las ofrendas, las primicias y los diezmos, y para que, de lo que llegaba de las diferentes ciudades, recogieran las porciones que les correspondían a los sacerdotes y los levitas. Y es que el pueblo de Judá estaba feliz por los sacerdotes y levitas que servían en el templo,

45 pues habían servido al Señor y habían intercedido por los pecados del pueblo, lo mismo que los cantoresy los porteros,conforme a lo establecido por el rey David y su hijo Salomón.

46 Desde tiempos inmemoriales, y desde el reinado de David y los días de Asaf, había habido un director de los cantores que organizaba las alabanzas y las acciones de gracias al Señor.

47 Y tanto en la época de Zorobabel como en la de Nehemías, el pueblo se preocupaba por alimentar a los cantores y a los porteros, según los días que estaban de servicio; apartaban las porciones que les correspondían a los levitas, y ellos apartaban lo que les correspondía a los sacerdotes.

Nehemías 13

Reformas de Nehemías

1 «Aquel día se volvió a leer la ley de Moisés, y cuando el pueblo la escuchó, se dio cuenta de que los amonitas y los moabitas no podían ser parte del pueblo de Dios,

2 porque esos pueblos no habían recibido bien a los israelitas, sino que le pagaron a Balaam para que los maldijera;sin embargo, nuestro Dios cambió la maldición en bendición.

3 Y cuando el pueblo oyó este trozo de la ley, sacaron de entre ellos a todos los que se habían mezclado con extranjeros.

4 »Antes de esto, cuando el sacerdote Eliasib estaba a cargo de los almacenes del templo de nuestro Dios, había emparentado con Tobías,

5 y le había construido una hermosa habitación donde antes se guardaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo de los cereales, del vino y del aceite, que conforme al mandamiento pertenecían a los levitas, los cantores y los porteros, y eran la ofrenda para los sacerdotes que servían en el templo.

6 »Cuando eso pasó, yo todavía no estaba en Jerusalén, sino en Babilonia. Yo me presenté ante el rey Artajerjes en el año treinta y dos de su reinado, y fue entonces cuando le pedí permiso

7 para venir a Jerusalén. Fue entonces también cuando me enteré del mal que por su aprecio a Tobías había cometido Eliasib, al mandar construir para él un lugar para que viviera, precisamente en los atrios del templo de Dios.

8 »Esto me dolió tanto, que saqué al patio todos los muebles de la casa de Tobías,

9 y ordené que limpiaran muy bien el lugar, y que luego volvieran a poner allí los utensilios del templo de Dios, y las ofrendas y el incienso.

10 »También me di cuenta de que no se habían entregado a los levitassus raciones, y que por eso ellos y los cantores que servían en el templo habían regresado a sus respectivas tierras.

11 Entonces reprendí a los oficiales del templo, y les pregunté: “¿Por qué está abandonado el templo de Dios?” Y reinstalé en sus puestos a los levitas y a los cantores.

12 »Entonces el pueblo llevó a los almacenesdel templo los diezmos de cereales, de vino y de aceite.

13 Como administradores de estos bienes elegí al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc. De los levitas, elegí a Pedaías; para que los ayudaran, nombré a Janán, que era hijo de Zacur y nieto de Matanías, pues tenían fama de ser hombres honrados para distribuir los bienes entre sus hermanos.

14 »Dios mío, ¡toma esto en cuenta y no te olvides de mí! ¡No te olvides del bien que he hecho en favor de tu templo y de su servicio!

15 »En esos días descubrí en Judá que, en el día de reposo, había algunos que exprimían uvas en los lagares, acarreaban leña, y cargaban sus asnos con vino, uvas, higos y todo tipo de mercancía, para llevarlas a Jerusalén. Entonces les llamé la atención, porque en el día de reposo no está permitida la venta de provisiones.

16 »En Jerusalén descubrí también a un grupo de tirios que en el día de reposo vendían pescado y otras mercancías a los de Judá.

17 Entonces llamé a los jefes de Judá, y les dije: “¿Por qué permiten esta maldad de profanar el día de reposo?

18 Esto mismo hicieron sus antepasados, y por eso nuestro Dios trajo esta calamidad sobre nosotros y sobre nuestra ciudad. ¿Y todavía ustedes añaden ira sobre Israel al profanar el día de reposo?”

19 »Antes del día de reposo, cuando ya empezaba a oscurecer y las puertas de Jerusalén todavía estaban abiertas, ordené cerrarlas y no volver a abrirlas hasta que el día de reposo hubiera pasado. Y para impedir la entrada de cualquier tipo de carga, puse como guardias a algunos de mis siervos.

20 Fue así como en repetidas ocasiones los mercaderes se quedaron fuera de Jerusalén.

21 Entonces los llamé y les advertí: “¿Por qué se quedan fuera de la muralla? Si vuelven a hacerlo, los voy a encarcelar.” Y desde entonces dejaron de venir en día de reposo.

22 »A los levitas les ordené que se purificaran y fueran a custodiar las puertas, para mantener sagrado el día de reposo.

»Dios mío, ¡acuérdate de mí también por esto, y por tu gran misericordia, perdóname!

23 »En aquel tiempo descubrí también que algunos judíos se habían casado con mujeres de Asdod, de Amón y de Moab;

24 y que la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, o de otros pueblos, porque no habían aprendido la lengua de sus padres judíos.

25 Les llamé la atención, y los maldije; a algunos de ellos les di de golpes y les arranqué los cabellos, y les hice jurar que no darían sus mujeres a los extranjeros, y que tampoco tomarían mujeres extranjeras para ellos mismos.

26 Les dije: “¿Acaso no fue éste el pecado de Salomón, rey de Israel? Aunque Salomón fue amado por Dios,y Dios lo puso como rey de los israelitas, y en muchos países no hubo un rey que se le pudiera comparar, ¡aun Salomón pecó por culpa de las mujeres extranjeras!

27 ¿Creen que vamos a permitir que ustedes sigan cometiendo este gran pecado contra nuestro Dios, de que sigan casándose con mujeres extranjeras?”

28 »Junto a mí estaba un hijo de Joyadá, que era nieto del sacerdote Eliasib y yerno de Sambalatel horonita, pero lo aparté de mí.

29 »Dios mío, ¡acuérdate de los que contaminan el sacerdocio y transgreden el pacto que los sacerdotes y levitas han hecho contigo!

30 »Entonces saqué de allí a todos los extranjeros, y formé grupos de verdaderos sacerdotes y levitas, y les asigné su servicio,

31 tanto para llevar la ofrenda de la leña en su momento, como para recoger los primeros frutos de todo.

»Dios mío, ¡no te olvides de bendecirme!»

Esdras 1

El decreto de Ciro

1 Para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio de Jeremías,en el primer año del reinado de Ciro de Persia el Señor despertó el espíritu de Ciro para que hiciera pregonar por todo su reino, de palabra y por escrito, lo siguiente:

2 «Así dice Ciro, rey de los persas: El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha ordenado reconstruir el templo de Jerusalén,que está en Judá.

3 Si hay entre ustedes alguien que sea de su pueblo, que su Dios lo acompañe, y vuelva a Jerusalén, que está en Judá, para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, pues sólo él es Dios.

4 Todos los que se queden, sea cual sea el lugar donde residan, ayuden a los que se van y denles oro, plata, ganado y cualquier otro apoyo que puedan darles, además de las ofrendas voluntarias para el templo del Señor, que está en Jerusalén.»

El regreso a Jerusalén

5 Los patriarcas de las familias de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos aquellos en quienes Dios despertó en ellos el deseo de reconstruir el templo del Señor, se prepararon para ir a Jerusalén.

6 Los que vivían en los alrededores les ayudaron con oro, plata, bienes y objetos de valor, y ganado, además de toda clase de ofrendas voluntarias.

7 Además, el rey Ciro ordenó sacar los utensilios que habían estado en el templo del Señor, y que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén para ponerlos en los templos de sus dioses.

8 Mitrídates, tesorero del rey Ciro de Persia, hizo lo que el rey le mandó, y entregó uno por uno los utensilios a Sesbasar, jefe de Judá.

9 Ésta es la relación de lo entregado:

Treinta tazones de oro,

mil tazones de plata,

veintinueve cuchillos,

10 treinta tazas de oro,

cuatrocientas diez tazas de plata,

mil utensilios varios,

11 cinco mil cuatrocientos utensilios de oro y de plata.

Todo esto lo llevó Sesbasar a Jerusalén con los que se fueron y que antes habían estado cautivos en Babilonia.

Esdras 2

Los que volvieron con Zorobabel

1 Ésta es la lista de la gente que Nabucodonosor había llevado cautiva a Babilonia, y que ahora regresaban a Jerusalén y a Judá, según la ciudad a la que pertenecían:

2 Zorobabel y sus acompañantes fueron Josué, Nehemías, Seraías, Relaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejún y Baná.

El número de los israelitas fue el siguiente:

3 Los descendientes de Paros: dos mil ciento setenta y dos.

4 Los descendientes de Sefatías: trescientos setenta y dos.

5 Los descendientes de Araj: setecientos setenta y cinco.

6 Los descendientes de Pajat Moab: dos mil ochocientos doce descendientes de Josué y de Joab.

7 Los descendientes de Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro.

8 Los descendientes de Zatu: novecientos cuarenta y cinco.

9 Los descendientes de Zacay: setecientos sesenta.

10 Los descendientes de Bani: seiscientos cuarenta y dos.

11 Los descendientes de Bebay: seiscientos veintitrés.

12 Los descendientes de Azgad: mil doscientos veintidós.

13 Los descendientes de Adonicán: seiscientos sesenta y seis.

14 Los descendientes de Bigvay: dos mil cincuenta y seis.

15 Los descendientes de Adín: cuatrocientos cincuenta y cuatro.

16 Los descendientes de Ater hijo de Ezequías: noventa y ocho.

17 Los descendientes de Besay: trescientos veintitrés.

18 Los descendientes de Jora: ciento doce.

19 Los descendientes de Jasún: doscientos veintitrés.

20 Los descendientes de Gibar: noventa y cinco.

21 Los descendientes de Belén: ciento veintitrés.

22 Los descendientes de Netofa: cincuenta y seis.

23 Los descendientes de Anatot: ciento veintiocho.

24 Los descendientes de Azmavet: cuarenta y dos.

25 Los descendientes de Quiriat Yearín, Cafira y Berot: setecientos cuarenta y tres.

26 Los descendientes de Ramá y Geba: seiscientos veintiuno.

27 Los descendientes de Micmas: ciento veintidós.

28 Los descendientes de Betel y Hai: doscientos veintitrés.

29 Los descendientes de Nebo: cincuenta y dos.

30 Los descendientes de Magbis: ciento cincuenta y seis.

31 Los descendientes del otro Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro.

32 Los descendientes de Jarín: trescientos veinte.

33 Los descendientes de Lod, Jadid y Onó: setecientos veinticinco.

34 Los descendientes de Jericó: trescientos cuarenta y cinco.

35 Los descendientes de Sená: tres mil seiscientos treinta.

36 Los sacerdotes descendientes de Jedaías, de la familia de Josué: novecientos setenta y tres.

37 Los descendientes de Imer: mil cincuenta y dos.

38 Los descendientes de Pasjur: mil doscientos cuarenta y siete.

39 Los descendientes de Jarín: mil diecisiete.

40 Los levitas descendientes de Josué y de Cadmiel, de la familia de Hodavías: setenta y cuatro.

41 Los cantores descendientes de Asaf: ciento veintiocho.

42 Los porteros descendientes de Salún, Ater, Talmón, Acub, Jatitá y Sobay: ciento treinta y nueve en total.

43 Los sirvientes del templo eran descendientes de Sijá, Jasufá, Tabaot,

44 Queros, Sigá, Padón,

45 Lebana, Jagabá, Acub,

46 Jagab, Salmay, Janán,

47 Gidel, Gajar, Reaía,

48 Resín, Necoda, Gazán,

49 Uzá, Paseaj, Besay,

50 Asena, Meunín, Nefusim,

51 Bacbuc, Jacufá, Jarjur,

52 Bazlut, Mejidá, Jarsá,

53 Barcos, Sísara, Tema,

54 Nesiaj, Jatifá.

55 Los descendientes de los siervos de Salomón eran descendientes de Sotay, Soferet, Peruda,

56 Jalá, Darcón, Gidel,

57 Sefatías, Jatil, Poquéret Hasebayin y Ami.

58 Todos los sirvientes del templo descendientes de los siervos de Salomón: trescientos noventa y dos.

59 Hubo otros que también fueron a Jerusalén, y provenían de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Addán e Imer, pero no pudieron demostrar de qué familia o línea patriarcal eran, ni siquiera si eran israelitas o no,

60 aunque eran descendientes de Delaía, Tobías y Necoda: seiscientos cincuenta y dos.

61 Los descendientes de sacerdotes que tampoco pudieron demostrar si eran israelitas fueron los descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay. Éste se casó con una de las hijas de Barzilay el galaadita, y tomó su nombre de la familia de ellas.

62 Todos ellos buscaron en vano el registro de sus genealogías y, como no lo hallaron, fueron excluidos del sacerdocio.

63 Por eso el gobernador les prohibió comer de las cosas sagradas hasta que hubiera un sacerdote que pudiera consultar con el Urim y el Tumim.

64 El total de la comunidad era de cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas,

65 sin contar a los siervos y las siervas, que sumaban siete mil trescientas treinta y siete personas, entre las cuales había doscientos cantores y cantoras.

66 Además, llevaban setecientos treinta y seis caballos, doscientas cuarenta y cinco mulas,

67 cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos.

68 Cuando llegaron al templo del Señor, en Jerusalén, algunos jefes de familia ofrecieron donativos para que se reedificara el templo en el mismo lugar.

69 Conforme a sus posibilidades, entregaron al tesorero de la obra cuatrocientos ochenta y ocho kilos de oro, dos mil setecientos cincuenta kilos de plata, y cien túnicas para los sacerdotes.

70 Después, los sacerdotes, los levitas, parte del pueblo, los cantores, los porteros y los sirvientes del templo se quedaron a vivir en sus respectivos pueblos y ciudades, y el resto de Israel se fue a su ciudad natal.

Esdras 3

Restauración del altar y del culto

1 Siete meses después, cuando los israelitas ya se habían establecido en sus respectivos pueblos y ciudades, todo el pueblo de Israel fue convocado a una reunión en Jerusalén.

2 Entonces Josué hijo de Josadac y sus hermanos sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, se dispusieron a reconstruir el altar del Dios de Israel para ofrecer holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés, hombre de Dios.

3 Colocaron el altar sobre una base, por temor a los pueblos que los rodeaban, y todos los días, por la mañana y por la tarde,ofrecían holocaustos al Señor.

4 Celebraron con toda solemnidad la fiesta de las enramadas, como está escrito, y diariamente ofrecían holocaustos al Señor, conforme a cada celebración, y cada cosa en su día,

5 además de los holocaustos diarios, las fiestas de luna nueva, y todas las fiestas solemnes del Señor,como también los sacrificios espontáneos y las ofrendas voluntarias para el Señor.

6 El pueblo empezó a ofrecer holocaustos desde el primer día del séptimo mes, aunque todavía no se habían echado los cimientos del templo.

7 Luego contrataron albañiles y carpinteros, y les proveyeron de alimentos, bebidas, y aceite y también transportistas de Sidón y de Tiro para que trajeran por mar, hasta el puerto de Jope, madera de cedro del monte Líbano, conforme a lo ordenado por el rey Ciro de Persia.

Colocación de los cimientos del templo

8 En el segundo mes del segundo año de haber llegado al templo del Señor en Jerusalén, comenzaron la reconstrucción del templo Zorobabel hijo de Salatiel, Josué hijo de Josadac, sus parientes sacerdotes y levitas, y todo el pueblo que había regresado de la cautividad de Babilonia a Jerusalén. Para supervisar el avance de la obra en el templo, escogieron a los levitas mayores de veinte años.

9 En la supervisión también tomaron parte Josué y sus hijos y parientes, Cadmiel y sus hijos, todos ellos descendientes de Judá, más los hijos y parientes de Henadad, que eran levitas. Todos ellos supervisaban cuidadosamente el avance de la reconstrucción del templo del Señor.

10 Mientras los albañiles echaban los cimientos del templo, llegaban los sacerdotes con sus vestiduras y sus trompetas, y los levitas descendientes de Asaf con sus platillos de bronce, y alababan al Señor, según lo había ordenado el rey David de Israel.

11 Y entonaban alabanzas de gratitud al Señor, y decían: «Dios es bueno, y su misericordia por Israeles eterna». Y todo el pueblo unánime alababa a Dios con júbilo al ver cómo se echaban los cimientos del templo del Señor.

12 Muchos sacerdotes y levitas, y jefes de familias ya ancianos, que habían conocido el primer templo, lloraban a voz en cuello al ver cómo se echaban los cimientos del templo, mientras otros gritaban de alegría.

13 Era tan fuerte el rumor que se escuchaba desde lejos, que la gente no podía distinguir el llanto de los gritos de alegría.

Esdras 4

Los adversarios detienen la obra

1 Cuando los enemigos de los descendientes de Judá y de Benjamín se enteraron de que los israelitas que habían regresado del cautiverio estaban reconstruyendo el templo del Dios de Israel,

2 fueron a entrevistarse con Zorobabel y con los jefes de esas familias, y les dijeron:

«Queremos ayudarlos en la reconstrucción del templo del Señor, pues también nosotros honramos al mismo Dios, y le hemos ofrecido sacrificios desde cuando Esarjadón era rey de Asiria y nos trajo a estas tierras.»

3 Pero Zorobabel, Josué y las demás familias descendientes de Israel, dijeron:

«No es conveniente que ustedes y nosotros edifiquemos juntos el templo del Señor. Lo reconstruiremos nosotros, porque así lo ordenó el rey Ciro de Persia.»

4 Pero los que poblaban esas tierras los amenazaron y los llenaron de temor para que no siguieran construyendo.

5 Sobornaron a los consejeros para que se pusieran en su contra, y lograron detener la obra durante el reinado de Ciro y hasta los días del rey Darío de Persia;

6 y cuando Asuerocomenzó a reinar, escribieron serias acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.

7 También durante el reinado de Artajerjes de Persia, Bislán, Mitrídates, y Tabel y sus compañeros, escribieron al rey una carta en contra de los israelitas. La carta estaba escrita en arameo,

8 de parte del comandante Rejún y del secretario Simey, al rey Artajerjes, y redactada en contra de los habitantes de Jerusalén.

9 En esa ocasión escribieron el comandante Rejún y el secretario Simey, y sus demás compañeros, los jueces, gobernadores y oficiales de Persia y de Erec, Babilonia y Susa, es decir, de Elam,

10 y los otros pueblos que el grande y glorioso Asnapar llevó cautivos para que vivieran en la ciudad de Samaria y en otras provincias al otro lado del río Éufrates.

11 Lo que sigue es copia de las acusaciones que recibió el rey, la cual decía:

«Al rey Artajerjes. Saludos de sus siervos al otro lado del río Éufrates.

12 »Su Majestad debe saber que los judíos que salieron de Babilonia y vinieron a Jerusalén han comenzado a reconstruir su rebelde y malvada ciudad, y ya están echando nuevos cimientos y reparando sus murallas.

13 Su Majestad debe también saber que, en caso de que esa ciudad sea reconstruida y sus murallas sean reparadas, ya no pagará tributo ni impuestos ni rentas, con lo que las arcas del reino se verán afectadas.

14 Nosotros, como súbditos del reino, consideramos injusto que Su Majestad sea menospreciada, y por lo tanto creímos conveniente informar de esto a Su Majestad.

15 Ordene Su Majestad buscar en las memorias de sus antepasados, y podrá comprobar que esta ciudad siempre ha sido rebelde y perjudicial a los reyes y a las provincias del reino. Ya en el pasado se han suscitado rebeliones en ella, por lo cual esa ciudad fue destruida.

16 Sepa Su Majestad que, si esta ciudad llega a ser reconstruida y se refuerzan sus murallas, la región que está al otro lado del río Éufrates dejará de ser de Su Majestad.»

17 La respuesta del rey fue la siguiente:

«Al gobernador Rejún, al secretario Simey, a todos sus compañeros que habitan en Samaria, y a los que están al otro lado del río Éufrates. Paz y prosperidad.

18 »La carta que de ustedes recibí me fue leída con toda claridad.

19 Habiendo dado la orden de investigar, se ha hallado que, en efecto, esa ciudad se ha rebelado en el pasado contra los reyes, y que aun entre ellos mismos se suscitan revueltas.

20 También se ha hallado que hubo allí reyes poderosos que dominaron todo el territorio al otro lado del río Éufrates, y que se les pagaba tributo, impuestos y rentas.

21 »Por tanto, ordenen a esos hombres suspender la reconstrucción de la ciudad, hasta nuevas órdenes de mi parte.

22 Pongan todo su empeño en cumplir mis órdenes, para evitar mayores daños al reino.»

23 Cuando la carta del rey Artajerjes fue leída en presencia de Rejún y de su secretario Simey, y de sus compañeros, éstos fueron inmediatamente a Jerusalén y con lujo de violencia obligaron a los judíos a detener las obras.

24 Fue así como la reconstrucción del templo de Jerusalén se suspendió hasta el segundo año del reinado del rey Darío de Persia.