2 Crónicas 5

1 Cuando se terminó toda la obra que Salomón realizó para el templo del Señor, Salomón puso allí todo lo que David, su padre, había dedicado.La plata, el oro, y todos los utensilios, los puso en los tesoros del templo de Dios.

Salomón traslada el arca al templo

2 Entonces Salomón reunió en Jerusalén a los ancianos de Israel y a todos los príncipes de las tribus y a los jefes de las familias israelitas, para que trasladaran el arca del pacto del Señor desde la ciudad de David,que es Sión.

3 Con el rey se reunieron todos los varones de Israel, para celebrar la fiesta solemne del mes séptimo.

4 Todos los ancianos de Israel hicieron acto de presencia, y los levitas tomaron el arca

5 y la llevaron, junto con el tabernáculo de reunión y todos los utensilios del santuario que estaban en el tabernáculo. Los sacerdotes y los levitas los llevaron.

6 Luego el rey Salomón y toda la congregación israelita allí reunida delante del arca, sacrificaron ovejas y bueyes. ¡Eran tantos que no se pudieron contar!

7 Los sacerdotes llevaron el arca del pacto del Señor a su lugar, en el santuario del templo, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines.

8 Los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca, y de esa manera cubrían por encima tanto el arca como sus barras.

9 Éstas sobresalían del arca, de modo que sus cabezas podían verse delante del lugar santísimo, aunque no se veían desde fuera. Hasta el día de hoy, allí están.

10 En el arca sólo estaban las dos tablas que Moisés había puesto en Horeb,con las cuales el Señor hizo un pacto con los hijos de Israel cuando salieron de Egipto.

11 Los sacerdotes salieron del santuario. Todos los sacerdotes que allí se encontraban habían sido santificados, y no mantenían sus turnos.

12 Todos los levitas cantores, los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, junto con sus hijos y sus parientes, estaban al oriente del altar, vestidos de lino fino y con címbalos y salterios y arpas. Con ellos estaban ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas.

13 Cuando las trompetas sonaban, todos cantaban al unísono y alababan y daban gracias al Señor. A medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos musicales, alababan al Señor y decían:

«Ciertamente, él es bueno, y su misericordia es eterna.»

Entonces el templo, la casa del Señor, se llenó con una nube,

14 y por causa de la nube los sacerdotes no podían estar allí para ministrar, porque la gloria del Señor había llenado el templo de Dios.

2 Crónicas 6

Dedicación del templo

1 Entonces Salomón dijo:

«Señor, tú has dicho que habitas en la oscuridad de una nube.

2 Pero yo te he edificado un templo, una mansión donde habites para siempre.»

3 Luego se volvió hacia toda la congregación de Israel, que estaba allí de pie, y la bendijo.

4 Y añadió:

«Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que con su mano ha cumplido la promesa que le hizo a David mi padre, cuando dijo:

5 “Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo, no he elegido ninguna ciudad en ninguna de las tribus de Israel para edificarme una casa donde establecer mi nombre, ni tampoco he escogido a nadie como príncipe de mi pueblo Israel.

6 Pero he elegido a Jerusalén para que mi nombre esté en ella, y he elegido a David para que gobierne a mi pueblo Israel.”

7 Por eso David, mi padre, tuvo la intención de edificar una casa para honrar el nombre del Señor y Dios de Israel.

8 Pero el Señor le dijo a David mi padre: “En cuanto a tu intención de edificar una casa para honrar mi nombre, me parece bien que lo hayas puesto en tu corazón.

9 Pero no serás tú quien me edifique casa, sino el hijo que te va a nacer. Él será quien edifique el templo para honrar mi nombre.”

10 Y el Señor ha cumplido su palabra, pues sucedí a David, mi padre, y ahora ocupo el trono de Israel, tal y como el Señor lo había dicho, y he edificado una casa para honrar el nombre del Señor, el Dios de Israel.

11 Ya he puesto en ella el arca, en donde está el pacto que el Señor celebró con los hijos de Israel.»

12 Enseguida, ante toda la congregación de Israel, Salomón se puso delante del altar del Señor y extendió los brazos.

13 Como Salomón había hecho un estrado cuadrado de bronce que medía poco más de dos metros por lado y casi un metro y medio de alto, y lo había puesto en medio del atrio, se subió a éste, se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y con los brazos extendidos al cielo dijo:

14 «Señor, Dios de Israel, no hay en el cielo ni en la tierra un Dios que se compare a ti, que cumples el pacto y eres misericordioso con tus siervos que de todo corazón caminan delante de ti.

15 Tú has cumplido tu promesa a tu siervo David, mi padre; con tus labios lo dijiste, y con tu mano lo has cumplido, como hoy se puede ver.

16 Ahora, Señor y Dios de Israel, cumple tu promesa a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: “No faltará delante de mí un varón, hijo tuyo, que se siente en el trono de Israel, siempre y cuando tus hijos vigilen sus pasos y sigan mi ley, como lo has hecho tú delante de mí.”

17 »Ahora, Señor y Dios de Israel, que se cumpla la promesa que le hiciste a tu siervo David.

18 Pero ¿acaso es verdad que tú, mi Dios, puedes vivir en la tierra con el hombre? Si ni siquiera los cielos, ni los cielos de los cielos, te pueden contener, ¡mucho menos podría contenerte esta casa que he edificado!

19 Pero, Señor Dios mío, dígnate atender a la oración y a los ruegos de tu siervo, y escucha el clamor y la oración que este siervo tuyo eleva a ti.

20 Mantén abiertos tus ojos, de día y de noche, sobre esta casa, sobre el lugar del cual has dicho: “Mi nombre estará allí”,y atiende a la oración que tu siervo eleva en este lugar.

21 Atiende también al ruego de este siervo tuyo, y de tu pueblo Israel; óyelo desde los cielos, desde el lugar donde vives, y cuando en este lugar se haga oración, ¡escúchanos, y perdónanos!

22 »Cuando alguien peque contra su prójimo, y se le exija hacer un juramento, y venga a jurar aquí, ante tu altar,

23 dígnate escuchar desde los cielos, y actúa y juzga a tus siervos; dale al impío su merecido y haz que sus acciones recaigan sobre su cabeza, y hazle justicia al justo y decláralo inocente.

24 »Cuando tu pueblo Israel sea derrotado ante sus enemigos por haber pecado contra ti, si se vuelve a ti y confiesa tu nombre, y en esta casa eleva a ti sus ruegos,

25 dígnate escucharlo desde los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.

26 »Si los cielos se cierran y, por haber pecado contra ti, deja de llover, si dirigen sus oraciones hacia este lugar y confiesan tu nombre, y cuando tú los aflijas se arrepienten de sus pecados,

27 escúchalos en los cielos, y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel; enséñales el buen camino para que lo sigan, y haz llover sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo en propiedad.

28 »Cuando haya hambre en la tierra, o peste, tizoncillo, hongo, langosta o pulgón, o cualquiera otra plaga o enfermedad; o cuando sus enemigos los asedien en la tierra en donde vivan;

29 que toda oración y todo ruego que haga cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, que de corazón reconozca su llaga y su dolor, si tiende las manos hacia esta casa,

30 dígnate escuchar desde los cielos, desde el lugar donde resides, y perdónalos. Examina su corazón y dale a cada uno lo que merecen sus acciones, pues sólo tú conoces el corazón humano.

31 Así ellos te temerán y andarán en tus caminos todos los días de su vida en la tierra que les diste a nuestros padres.

32 »A los extranjeros, a los que no sean de tu pueblo Israel, pero que hayan venido de tierras lejanas por causa de tu gran renombre, y de tu mano poderosa y de tu brazo extendido, si llegan a esta casa y oran,

33 dígnate escucharlos desde los cielos, desde el lugar donde vives, y trátalos conforme a las peticiones que te hagan, para que todos los pueblos de la tierra reconozcan tu nombre y te teman, así como lo hace tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado.

34 »Cuando tu pueblo salga a la guerra contra sus enemigos por el camino que tú les señales, si oran a ti mirando hacia esta ciudad que tú elegiste, hacia el templo que he edificado para honrar tu nombre,

35 dígnate escuchar desde los cielos su oración y su ruego, y defiende su causa.

36 »Cuando pequen contra ti (pues no hay nadie que no peque), si te enojas contra ellos y los entregas en manos de sus enemigos, y sus captores los llevan cautivos a un país enemigo, sea lejos o cerca,

37 si en la tierra a la que fueron llevados cautivos ellos recapacitan y se vuelven a ti, y si en el país de su cautividad oran a ti y dicen: “Hemos pecado; hemos actuado de manera inicua e impía”;

38 si allí en el país adonde los llevaron cautivos se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma, y oran hacia la tierra que les diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia el templo que he edificado a tu nombre,

39 dígnate escuchar desde los cielos, desde el lugar donde vives, su oración y su ruego; defiende su causa y perdona a tu pueblo cuando peque contra ti.

40 »Dios mío, yo te ruego ahora que mantengas abiertos tus ojos, y atentos tus oídos, a la oración en este lugar.

41 ¡Levántate ahora, Señor y Dios, y ven a reposar aquí, tú y el arca de tu poder! ¡Oh, Señor y Dios, que tus sacerdotes se revistan de tu salvación! ¡Que tus santos se regocijen en tu bondad!

42 Señor y Dios, ¡no rechaces a tu ungido! ¡Acuérdate de tu gran misericordia para con David, tu siervo!»

2 Crónicas 7

1 Cuando Salomón terminó de orar, de los cielos descendió fuego y consumió el holocausto y las víctimas,y la gloria del Señor llenó el templo.

2 Los sacerdotes no podían entrar en el templo del Señor, porque su gloria había llenado el templo.

3 Y cuando todos los israelitas vieron descender sobre el templo el fuego y la gloria del Señor, se postraron rostro a tierra en el suelo, y adoraron y alabaron al Señor. Decían:

«¡Ciertamente, el Señor es bueno, y su misericordia es eterna!»

4 El rey Salomón y todo el pueblo sacrificaron víctimas delante del Señor.

5 El rey ofreció en sacrificio veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas, y así el rey y todo el pueblo dedicaron el templo de Dios.

6 Los sacerdotes y los levitas desempeñaban su ministerio con los instrumentos musicales que el rey David había hecho para alabar al Señor, y que tocaba cuando alababa con ellos al Señor, porque su misericordia es eterna. También los sacerdotes tocaban trompetas delante de ellos, mientras todo Israel estaba de pie.

7 Salomón consagró también la parte central del atrio que estaba delante del templo del Señor, porque allí había ofrecido los holocaustos y la grasa de las ofrendas de paz, pues en el altar de bronce que Salomón había hecho no cabían los holocaustos, ni las ofrendas ni las grasas.

8 Durante siete días Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel. La congregación era tan grande que iba desde la entrada de Jamat hasta el arroyo de Egipto.

9 Al octavo día celebraron una asamblea solemne, pues durante siete días habían celebrado la dedicación del altar, y durante siete días más habían celebrado la fiesta solemne.

10 El día veintitrés del mes séptimo Salomón envió al pueblo a sus hogares. Iban con el corazón alegre y gozoso por los beneficios que el Señor había hecho a David y a Salomón, y a su pueblo Israel.

Pacto de Dios con Salomón

11 Salomón terminó de construir el templo del Señor y el palacio real, y todo lo que se propuso hacer en el templo del Señor y en su propia casa resultó un éxito.

12 Entonces, una noche el Señor se le apareció a Salomón y le dijo:

«He escuchado tu oración, y he elegido este templo como el lugar en que se ofrecerán sacrificios.

13 Si yo llego a cerrar los cielos para que no haya lluvia, y si mando a la langosta a consumir la tierra, o si envío peste contra mi pueblo,

14 si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.

15 »Mis ojos van a estar abiertos, y mis oídos van a estar atentos a la oración que se haga en este lugar.

16 Yo he elegido y santificado esta casa, para que en ella esté mi nombre siempre. Mis ojos y mi corazón estarán aquí siempre.

17 Y si tú te conduces delante de mí como se condujo David, tu padre, y si haces todo lo que yo te he mandado hacer, y cumples con mis estatutos y mis decretos,

18 yo afirmaré el trono de tu reino, como lo acordé con David, tu padre, cuando le dije: “Nunca te faltará un descendiente tuyo que gobierne en Israel.”

19 »Pero si ustedes se apartan de los estatutos y mandamientos que les he propuesto, y los abandonan por ir y adorar a dioses ajenos,

20 yo los arrancaré de la tierra que les he entregado; y este templo, que he consagrado a la honra de mi nombre, lo arrojaré de mi presencia y haré de él la burla y el escarnio de todos los pueblos.

21 Esta casa, ahora tan excelsa, horrorizará a todo el que pase por ella. Y se dirá: “¿Por qué ha tratado así el Señor a esta tierra y a este templo?”

22 Y se responderá: “Porque dejaron al Señor, al Dios de sus padres, que los sacó de Egipto, y se han entregado a dioses ajenos, para adorarlos y servirles. ¡Por eso el Señor les ha traído todo este mal!”»

2 Crónicas 8

Otras actividades de Salomón

1 Salomón dedicó veinte años a construir el templo del Señor y su propio palacio,

2 después de lo cual reedificó las ciudades que Jirán le había dado y estableció en ellas a los israelitas.

3 Además, Salomón se dirigió a Jamat de Soba y la conquistó,

4 y edificó en Jamat todas las ciudades de aprovisionamiento; en el desierto edificó a Tadmor,

5 y reedificó las ciudades fortificadas de Bet Jorón la de arriba y Bet Jorón la de abajo, con sus murallas, puertas y cerrojos,

6 y Baalat y todas las ciudades de aprovisionamiento que allí tenía, y también todas las ciudades donde guardaba los carros de guerra y su gente de a caballo, más todo lo que quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano, y en todos sus dominios.

7 A todos los sobrevivientes hititas, amorreos, ferezeos, jivitas y jebuseos, es decir, a todos los que no eran israelitas

8 y que se habían quedado en la tierra de sus antepasados porque los israelitas no pudieron aniquilarlos, Salomón los hizo sus tributarios, y hasta el día de hoy lo son.

9 Pero a los israelitas no los hizo trabajar en sus obras porque eran hombres de guerra, oficiales, capitanes, comandantes de sus carros de guerra, y gente de caballería.

10 Para controlar a esa gente, Salomón contaba con la ayuda de doscientos cincuenta gobernadores principales.

11 A la hija del faraón, Salomón la llevó de la ciudad de David a la casa que edificó para ella, pues dijo: «Mi mujer no va a vivir en el palacio de David, el rey de Israel. Las habitaciones donde el arca del Señor ha estado son sagradas.»

12 Salomón ofreció holocaustos al Señor sobre el altar del Señor que había edificado frente al pórtico,

13 para ofrecer allí las ofrendas correspondientes a cada día, conforme al mandamiento de Moisés: en los días de reposo,en las lunas nuevasy en las tres fiestas solemnes de cada año,es decir, en la fiesta de los panes sin levadura, en la fiesta de las semanas y en la fiesta de las enramadas.

14 Salomón estableció los turnos de los sacerdotes en sus oficios, de los levitas en sus cargos, y de los porteros en la puerta que les correspondía, cada uno en su turno diario, para que alabaran y ministraran delante de los sacerdotes, conforme a lo ordenado por David, ese hombre de Dios que era su padre, porque así él había mandado que se hiciera.

15 Las órdenes del rey en cuanto a los sacerdotes y los levitas, y los tesoros y todo otro asunto, se cumplieron al pie de la letra,

16 pues todos los trabajos de Salomón estaban preparados desde que se pusieron los cimientos del templo del Señor hasta que el templo quedó totalmente construido.

17 Después Salomón fue a Ezión Guéber y a Elat, es decir, a la costa del mar en territorio de Edom,

18 pues Jirán le había enviado, por medio de sus siervos, naves y marineros expertos en alta mar. Éstos fueron a Ofir con los siervos de Salomón, y de allí tomaron unos quince mil kilos de oro, que le fueron entregados al rey Salomón.

2 Crónicas 9

La reina de Sabá visita a Salomón

1 Cuando la reina de Sabásupo de la fama de Salomón, llegó a Jerusalén para ponerlo a prueba y hacerle preguntas difíciles. Llegó con un séquito muy grande. Traía camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón, le habló con el corazón en la mano,

2 y Salomón dio respuesta a todas sus preguntas. No hubo nada que Salomón no le respondiera.

3 Y al ver la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, el palacio que había construido,

4 las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, y el estado y vestidos de sus criados y maestresalas, y la escalinata por la que subía al templo del Señor, se quedó asombrada.

5 Entonces le dijo:

«Todo lo que llegué a saber en mi país acerca de tus hechos y de tu sabiduría, es verdad.

6 Yo no podía creer lo que me contaban, hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Y lo cierto es que ni siquiera me habían dicho la mitad de tu gran sabiduría. ¡Tu fama excede a todo lo que yo había oído!

7 ¡Qué dichosos son tus hombres, y tus siervos que están siempre en tu presencia y oyen tu sabiduría!

8 ¡Bendito sea el Señor tu Dios, que se ha agradado de ti y te ha puesto en el trono, como rey del Señor tu Dios! ¡Tanto ama tu Dios a Israel, que lo ha afirmado para siempre, y por eso te ha puesto como rey de ellos, para que impartas justicia y actúes con rectitud!»

9 Dicho esto, le dio al rey tres mil novecientos sesenta kilos de oro y gran cantidad de especias aromáticas, y piedras preciosas. Nunca más hubo especias aromáticas como las que la reina de Sabá le obsequió al rey Salomón.

10 Por su parte, los siervos de Jirán y los siervos de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron también madera de sándalo y piedras preciosas.

11 Con la madera de sándalo el rey hizo escalinatas para el templo del Señor y para los palacios reales, y también arpas y salterios para los cantores. Nunca antes se había visto en la tierra de Judá madera semejante.

12 El rey Salomón le dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, que fue más de lo que ella le había traído. Después de eso, ella volvió a su país acompañada de sus siervos.

Riquezas y fama de Salomón

13 El peso del oro que Salomón recibía cada año llegaba a veintidós mil kilos,

14 sin contar lo que le entregaban los mercaderes y negociantes. También todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país entregaban oro y plata a Salomón.

15 Con ello el rey Salomón hizo doscientos escudos de oro batido, cada uno de los cuales pesaba seis kilos,

16 y trescientos escudos más pequeños, de oro batido, cada uno de los cuales pesaba tres kilos. Estos escudos los puso el rey en el palacio del bosque del Líbano.

17 El rey hizo también un trono de marfil de gran tamaño, y lo recubrió de oro puro.

18 El trono tenía seis escalones, con un estrado de oro fijado al trono, brazos a uno y otro lado del asiento, y dos leones junto a los brazos;

19 además, a uno y otro lado de los seis escalones había doce leones. Jamás en reino alguno fue hecho un trono semejante.

20 Toda la vajilla del rey Salomón, y toda la vajilla del palacio del bosque del Líbano, eran de oro puro. Y es que en los días de Salomón la plata no era muy apreciada,

21 porque la flota del rey navegaba a Tarsis con los siervos de Jirán, y cada tres años las naves volvían de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

22 La riqueza y la sabiduría del rey Salomón excedía a la de todos los reyes de la tierra.

23 No había rey que no procurara entrevistarse con Salomón para escuchar la sabiduría que Dios le había dado,

24 y todos los años llegaban con regalos, alhajas de plata y de oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulos.

25 Salomón tenía también cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros de guerra, y doce mil jinetes,los cuales estaban en las ciudades de los carros, y en Jerusalén, con el rey,

26 que ejercía su dominio sobre todos los reyes, desde el Éufrates hasta el país de los filisteos, y hasta la frontera de Egipto.

27 Salomón acumuló plata en Jerusalén como si acumulara piedras,y la madera de cedro abundaba como los cabrahigos de la llanura.

28 Además, de Egiptoy de otros países le traían también caballos.

Muerte de Salomón

29 Los demás hechos de Salomón, primeros y últimos, están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ajías el silonita, y en la profecía del vidente Iddo contra Jeroboán hijo de Nabat.

30 Durante cuarenta años Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel.

31 Cuando finalmente descansó entre sus antepasados, lo sepultaron en la ciudad de David, su padre, y en su lugar reinó Roboán, su hijo.

2 Crónicas 10

Rebelión de Israel

1 Roboán fue a Siquén, porque en Siquén se había reunido todo Israel para hacerlo rey.

2 Jeroboán hijo de Nabat estaba en Egipto, adonde había huido a causa del rey Salomón, pero cuando supo esto volvió de Egipto,

3 pues mandaron a llamarlo. Al llegar Jeroboán, él y todos los israelitas hablaron con Roboán y le dijeron:

4 «Tu padre hizo muy pesado nuestro yugo. Aliviana un poco la dura servidumbre y el pesado yugo con que tu padre nos oprimió, y te serviremos.»

5 Pero él les dijo:

«Vengan a verme dentro de tres días.»

En cuanto el pueblo se fue,

6 el rey Roboán les pidió consejo a los ancianos que habían estado al servicio de Salomón, su padre, cuando éste vivía. Les dijo:

«¿Qué me aconsejan ustedes responder a esta gente?»

7 Ellos le contestaron:

«Si te conduces bien con ellos, y eres de su agrado, y les hablas amablemente, ellos te servirán siempre.»

8 Pero Roboán no hizo caso del consejo de los ancianos, sino que les pidió consejo a los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio.

9 Les dijo:

«¿Qué me aconsejan ustedes responder a esta gente? ¡Han venido a decirme: “Aliviana un poco el yugo con que tu padre nos oprimió”!»

10 Los jóvenes que se habían criado con él le contestaron:

«Pues a esa gente que ha venido a decirte: “Tu padre hizo muy pesado nuestro yugo, así que aliviana tú nuestra carga”, vas a decirle: “Mi dedo meñique es más grueso que el miembro viril de mi padre.

11 Y si mi padre hizo pesado su yugo, yo voy a hacerlo aún más pesado; si mi padre los castigó con azotes, ¡yo los voy a castigar con látigos!”»

12 Al tercer día Jeroboán y todo el pueblo fueron a ver al rey Roboán, puesto que él les había dicho que volvieran tres días después.

13 Pero el rey Roboán les respondió con aspereza, pues dejó de lado el consejo de los ancianos

14 y les habló siguiendo el consejo de los jóvenes. Les dijo: «Si mi padre les hizo pesado su yugo, yo lo voy a hacer más pesado; si mi padre los castigó con azotes, ¡yo los voy a castigar con látigos!»

15 Y el rey no le hizo caso al pueblo porque esto provenía de Dios, para que el Señor cumpliera lo que le había dicho a Jeroboán hijo de Nabat por medio de Ajías el silonita.

16 Al ver todos los israelitas que el rey no les había hecho caso, reaccionaron contra él y le dijeron:

«¿Qué tenemos nosotros que ver con David? ¡No tenemos nada que ver con el hijo de Yesé! ¡Vamos, israelitas, regresen a sus campamentos!¡Y tú, David, ocúpate de tu casa!»

Fue así como todos los israelitas se fueron a sus tiendas.

17 Pero Roboán siguió reinando sobre los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá.

18 Luego el rey Roboán envió a Hadorán, que estaba a cargo de los tributos, pero los israelitas lo apedrearon, y así murió. Entonces el rey Roboán subió en su carro y a toda prisa huyó a Jerusalén.

19 Fue así como los israelitas se apartaron de la casa de David, hasta el día de hoy.

2 Crónicas 11

1 Roboán fue a Jerusalén y reunió a ciento ochenta mil hombres de los más aguerridos de la casa de Judá y de Benjamín, para pelear contra Israel y hacer que el reino volviera a manos de Roboán.

2 Pero la palabra del Señor vino a Semaías, hombre de Dios, y le dijo:

3 «Habla con Roboán hijo de Salomón, rey de Judá, y con todos los israelitas de Judá y Benjamín, y diles

4 que yo, el Señor, he dicho: “No vayan a pelear contra sus hermanos. Más bien, vuelvan a sus casas, porque esto lo he promovido yo.”»

Ellos obedecieron la palabra del Señor y volvieron a sus casas, y ya no fueron a pelear contra Jeroboán.

Prosperidad de Roboán

5 Roboán reinó en Jerusalén, y edificó ciudades para fortificar a Judá.

6 Edificó Belén, Etam, Tecoa,

7 Betsur, Soco, Adulán,

8 Gat, Maresa, Zif,

9 Adorayin, Laquis, Azeca,

10 Sorá, Ayalón y Hebrón, que eran ciudades fortificadas de Judá y Benjamín.

11 Reforzó también las fortalezas, y puso en ellas capitanes, provisiones, vino y aceite.

12 Además, en todas las ciudades puso escudos y lanzas, de modo que las fortificó en gran manera, y Judá y Benjamín eran súbditos suyos.

13 Los sacerdotes y levitas que había en todo Israel vinieron desde todos los lugares donde vivían y se unieron a él.

14 Y es que los levitas dejaban sus ejidos y sus posesiones, y venían a Judá y a Jerusalén porque Jeroboán y sus hijos los habían excluido del ministerio del Señor;

15 habían designado sus propios sacerdotes para los lugares altos y para el culto a los demonios y a los becerros que habían hecho.

16 Tras los levitas se fueron muchos de las tribus de Israel que de corazón se habían dispuesto a buscar al Señor y Dios de Israel, así que llegaron a Jerusalén para ofrecer sacrificios al Señor y Dios de sus padres.

17 De este modo fortalecieron el reino de Judá, y durante tres años confirmaron a Roboán hijo de Salomón y anduvieron en el camino de David y de Salomón.

18 Roboán tomó por mujer a Majalat hija de Jerimot, que era hijo de David y de Abijaíl, la hija de Eliab hijo de Yesé.

19 Majalat le dio los siguientes hijos: Jeús, Semarías y Soán.

20 Después de ella, Roboán tomó a Macá hija de Absalón, con quien engendró a Abías, Atay, Ziza y Selomit.

21 Y aunque Roboán tuvo dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas, amó a Macá hija de Absalón más que a todas sus mujeres y concubinas.

22 A Abías hijo de Macá, Roboán lo nombro jefe y príncipe de sus hermanos, pues pensaba nombrarlo rey.

23 Por eso, con mucha astucia esparció a todos sus hijos por todas las tierras de Judá y de Benjamín, y por todas las ciudades fortificadas, y les dio muchas mujeres y provisiones en abundancia.

2 Crónicas 12

Sisac invade Judá

1 Una vez que Roboán consolidó su reinado, él y todos los israelitas se apartaron de la ley del Señor.

2 Pero por haberse rebelado contra el Señor, en el quinto año del reinado de Roboán, el rey Sisac de Egipto atacó a Jerusalén.

3 Llegó con mil doscientos carros de guerra y con sesenta mil soldados de caballería, y un ejército muy numeroso de libios, suquienos y etíopes, que venía con él desde Egipto,

4 así que Sisac conquistó las ciudades fortificadas de Judá, y llegó hasta Jerusalén.

5 Entonces el profeta Semaías fue a ver a Roboán y a los príncipes de Judá que, por causa de Sisac, estaban reunidos en Jerusalén, y les dijo:

«Así ha dicho el Señor: “Puesto que ustedes me han abandonado, yo también los he abandonado en las manos de Sisac.”»

6 Pero los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron:

«El Señor ha actuado con justicia.»

7 Cuando el Señor vio que ellos se habían humillado, la palabra del Señor vino a Semaías, y le dijo:

«Puesto que se han humillado, no voy a destruirlos, ni voy a descargar mi enojo contra Jerusalén por medio de Sisac; más bien, pronto voy a salvarlos.

8 Pero van a servir a Sisac, para que vean cuán diferente es servirme a mí y servir a los reyes de otras naciones.»

9 Fue así como el rey Sisac de Egipto atacó a Jerusalén, y se adueñó de los tesoros que había en el templo del Señor y en el palacio real, así como de los escudos de oro que Salomón había hecho.Todo se lo llevó,

10 y en su lugar el rey Roboán mandó hacer escudos de bronce y se los entregó a los jefes de la guardia, los cuales cuidaban la entrada al palacio del rey.

11 Cuando el rey iba al templo del Señor, los de la guardia venían por los escudos y los llevaban, y después los devolvían a la sala de la guardia.

12 Cuando Roboán se humilló, la ira del Señor se apartó de él y no lo destruyó del todo, y hasta en Judá se compusieron las cosas.

13 Una vez fortalecido, Roboán reinó en Jerusalén. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor escogió entre todas las tribus de Israel para establecer allí su nombre. La madre de Roboán era amonita, y se llamaba Noamá.

14 Pero Roboán hizo lo malo y no se dispuso a buscar de corazón al Señor.

15 Los primeros hechos de Roboán, y los últimos se hallan escritos en los libros del profeta Semaías y del vidente Iddo, y en el registro de familias. Entre Roboán y Jeroboán hubo constantes guerras.

16 Y cuando finalmente Roboán descansó entre sus padres, fue sepultado en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Abías.

2 Crónicas 13

Reinado de Abías

1 En el año dieciocho del reinado de Jeroboán, Abías comenzó a reinar sobre Judá,

2 y reinó en Jerusalén tres años. Su madre se llamaba Micaías, y era hija de Uriel de Gabaa. Y hubo guerra entre Abías y Jeroboán,

3 así que Abías entró en combate con un ejército de cuatrocientos mil soldados valerosos y escogidos; Jeroboán, por su parte, se enfrentó a él con ochocientos mil soldados escogidos, fuertes y aguerridos.

4 Abías subió al monte de Semarayin, que está en los montes de Efraín, y dijo:

«Escúchenme ustedes, Jeroboán y todos los israelitas:

5 ¿Acaso no saben ustedes que, bajo un pacto de sal, el Señor y Dios de Israel le dio a David, a él y a sus hijos, el reinar para siempre sobre Israel?

6 Pero Jeroboán hijo de Nabat se rebeló contra su señor, contra Salomón hijo de David, a pesar de que era su siervo.

7 A él se unieron hombres vanos y perversos, y pudieron más que Roboán hijo de Salomón, porque Roboán era joven y apocado, y no les hizo frente.

8 »Pero ahora ustedes tratan de oponerse al reinado del Señor, que está en manos de los hijos de David, sólo porque son muchos y tienen esos becerros de oro que Jeroboán les ha puesto como dioses.

9 ¿Acaso no expulsaron ustedes a los hijos de Aarón, que son los sacerdotes del Señor, y a los levitas, e imitaron a los pueblos de otras tierras al nombrarse sacerdotes? ¡Ahora cualquiera puede venir a consagrarse con un becerro y siete carneros, y así convertirse en sacerdote de ídolos que no son dioses!

10 Para nosotros, nuestro Dios es el Señor, y jamás lo hemos dejado; y los sacerdotes que ministran delante del Señor son los hijos de Aarón, y los que están en la obra son levitas.

11 Son ellos los que queman los holocaustos cada mañana y cada tarde para honrar al Señor; son ellos los que queman el incienso aromático, y los que ponen los panes sobre la mesa limpia, y el candelero de oro con sus lámparas para que ardan cada tarde. Nosotros somos obedientes a la ordenanza del Señor nuestro Dios, pero ustedes lo han abandonado.

12 Tomen en cuenta que Dios es nuestro jefe, y que sus sacerdotes tocarán jubilosos contra ustedes sus trompetas. ¡Israelitas, no peleen contra el Señor, el Dios de sus padres, porque no saldrán victoriosos!»

13 Pero Jeroboán les tendió una emboscada para atacarlos por la espalda; así que los atacó de frente, pero la emboscada estaba a espaldas de Judá.

14 Y cuando los de Judá se dieron cuenta de que eran atacados por el frente y por la retaguardia, clamaron al Señor y los sacerdotes tocaron las trompetas;

15 entonces los de Judá gritaron con todas sus fuerzas y, en el momento en que gritaron, Dios desbarató a Jeroboán y a todos los israelitas, en favor de Abías y de Judá.

16 Entonces los israelitas huyeron delante de Judá, pero Dios los entregó en sus manos,

17 y Abías y su ejército hicieron una gran matanza entre ellos, y cayeron en batalla quinientos mil israelitas escogidos.

18 Fue así como en aquella ocasión los israelitas fueron derrotados, y los hijos de Judá vencieron, pues se apoyaron en el Señor, el Dios de sus padres.

19 Abías persiguió a Jeroboán, y se apoderó de las ciudades de Betel, Jesana y Efraín, todas ellas con sus aldeas.

20 Mientras Abías reinó, Jeroboán no volvió a tener ningún poder; al contrario, el Señor lo hirió y le quitó la vida.

21 En cambio, Abías se hizo más poderoso, y llegó a tener catorce mujeres, veintidós hijos y dieciséis hijas.

22 Los demás hechos de Abías, y lo que hizo y dijo, están escritos en los relatos del profeta Iddo.

2 Crónicas 14

Reinado de Asa

1 Abías descansó entre sus antepasados y fue sepultado en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Asa, y durante su reinado el país estuvo en paz durante diez años.

2 Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor su Dios,

3 pues quitó los altares de culto ajenos y los lugares altos, hizo pedazos los ídolos y derribó los símbolos de Asera,

4 y ordenó a Judá buscar al Señor, el Dios de sus padres, y poner por obra la ley y sus mandamientos.

5 Además, quitó de todas las ciudades de Judá los lugares altos y los ídolos, y bajo su reinado hubo paz.

6 Precisamente porque en ese tiempo había paz y nadie le hacía la guerra, pues el Señor le había dado paz, Asa construyó en Judá ciudades fortificadas.

7 Les dijo a los de Judá:

«Edifiquemos estas ciudades, y levantemos murallas a su alrededor, con torres, puertas y cerrojos, pues la tierra es nuestra. Nosotros hemos buscado al Señor nuestro Dios, y porque lo hemos buscado, él nos ha dado paz en todas partes.»

En la construcción tuvieron mucho éxito.

8 Además, Asa tenía un ejército armado de lanzas y escudos, todos ellos soldados bien entrenados para lanzar flechas. De Judá eran trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil.

9 Zeraj el etíope salió a presentarles batalla con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros de guerra; y llegó hasta Maresa.

10 Asa salió a su encuentro, y libraron la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresa.

11 Allí Asa clamó al Señor su Dios, y dijo:

«¡Ay, Señor! Para ti no hay diferencia alguna en brindar tu ayuda al poderoso o al débil. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos y en tu nombre venimos contra este ejército! Tú, Señor, eres nuestro Dios; ¡que no prevalezca el hombre contra ti!»

12 El Señor derrotó a los etíopes que se enfrentaron contra Asa y Judá, y los etíopes huyeron.

13 Asa y su ejército los persiguieron hasta Gerar, y los etíopes fueron derrotados hasta no quedar uno solo con vida. Fueron derrotados delante del Señor y de su ejército, y se les quitó un gran botín de guerra.

14 Además, el terror del Señor cayó sobre todas las ciudades alrededor de Gerar, y como había en ellas grandes riquezas, Asa y los suyos las saquearon,

15 y atacaron también las cabañas de los que tenían ganado, y antes de volver a Jerusalén se llevaron muchas ovejas y camellos.