2 Crónicas 15

Reformas religiosas de Asa

1 El espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Obed,

2 y éste salió al encuentro de Asa y le dijo:

«Escúchenme ustedes, Asa y todo Judá y Benjamín: El Señor estará con ustedes, si ustedes están con él. Si lo buscan, lo hallarán; pero si lo dejan, también él los dejará.

3 Israel pasó mucho tiempo sin un Dios verdadero y sin un sacerdote que los instruyera, y sin ley;

4 pero cuando en su angustia se volvieron al Señor y Dios de Israel, y lo buscaron, lo hallaron.

5 En aquellos tiempos no había paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino que los habitantes de todas las naciones encaraban muchas aflicciones.

6 Un pueblo destruía a otro, y una ciudad atacaba a otra ciudad, porque Dios les enviaba toda clase de calamidades.

7 Pero si ustedes se esfuerzan, y no pierden el ánimo, todo lo que hagan tendrá su recompensa.»

8 Cuando Asa oyó las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, se animó y quitó de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que había conquistado en la región montañosa de Efraín, los ídolos repugnantes; además, reparó el altar del Señor que estaba frente al pórtico del Señor.

9 Luego reunió a todo Judá y Benjamín, y también a los forasteros de Efraín, Manasés y Simeón, pues al ver que el Señor su Dios estaba con Asa, muchos israelitas se le habían unido.

10 El mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asa se reunieron en Jerusalén,

11 y del botín que habían obtenido, ese mismo día ofrecieron al Señor setecientos bueyes y siete mil ovejas.

12 Además, juraron solemnemente que con todo el corazón y con toda su alma buscarían al Señor y Dios de sus padres,

13 y que todo el que no buscara al Señor, Dios de Israel, moriría, sin importar que fuera grande o pequeño, hombre o mujer.

14 Esto lo juraron ante el Señor a toda voz y con gran júbilo, al son de trompetas y bocinas.

15 Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque lo hicieron de todo corazón. Y como buscaron al Señor de todo corazón, lo hallaron; y el Señor les dio paz por toda la región.

16 Asa llegó incluso a destituir a Macá, la reina madre, porque ella hizo una imagen de la diosa Asera; Asa destruyó la imagen hasta hacerla polvo, y la quemó a orillas del arroyo de Cedrón.

17 A pesar de todo esto, y aunque el corazón de Asa fue perfecto durante toda su vida, los lugares altos no fueron quitados de Israel.

18 Sin embargo, Asa llevó al templo de Dios toda la plata y el oro y los utensilios que su padre y él mismo habían consagrado,

19 y durante treinta y cinco años del reinado de Asa no hubo más guerra.

2 Crónicas 16

Alianza de Asa con Ben Adad

1 En el año treinta y seis del reinado de Asa, el rey Basá de Israel se lanzó contra Judá y, para impedir que nadie llegara en ayuda del rey Asa de Judá, ni tampoco pudiera huir, fortificó la ciudad de Ramá,

2 Asa sacó entonces el oro y la plata que había en los tesoros del templo del Señor y en el palacio real, y los envió al rey Ben Adad de Siria, que estaba en Damasco, con este mensaje:

3 «Hagamos tú y yo un pacto, como el que hicieron tu padre y el mío. Aquí te envío oro y plata. Ven y rompe el pacto que has hecho con el rey Basá de Israel, para que deje de atacarme.»

4 Ben Adad aceptó la propuesta del rey Asa, y ordenó a los capitanes de sus ejércitos que atacaran las ciudades de Israel. Así conquistaron Iyón, Dan, Abel Mayin y las ciudades de aprovisionamiento de Neftalí.

5 En cuanto Basá supo esto, suspendió las obras de construcción en Ramá.

6 Entonces el rey Asa agrupó a todo Judá para llevarse de Ramá la piedra y la madera con que Basá estaba edificando, y con ese material edificó a Geba y a Mispá.

7 Por esos días el vidente Jananí llegó a ver al rey Asa de Judá, y le dijo:

«Tú, lejos de apoyarte en el Señor tu Dios, has buscado el apoyo del rey de Siria. Por eso el ejército del rey de Siria se te ha escapado de las manos.

8 ¿Acaso los etíopes y los libios no eran un ejército incontable, con carros de guerra y mucha gente de a caballo? Sin embargo, el Señor los puso en tus manos porque te apoyaste en él.

9 Los ojos del Señor están contemplando toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que mantienen hacia él un corazón perfecto. Pero en este caso tú has actuado como un necio. Por eso, de ahora en adelante te verás envuelto en más guerras.»

10 Asa se enojó contra el vidente, y tan grande fue su enojo que lo echó en la cárcel. Por esos días, Asa oprimió también a algunos del pueblo.

Muerte de Asa

11 Los primeros y los últimos hechos de Asa se hallan registrados en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

12 En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó al Señor, sino a los médicos.

13 Finalmente, Asa descansó entre sus antepasados en el año cuarenta y uno de su reinado,

14 y fue sepultado en los sepulcros que él mismo había mandado construir en la ciudad de David. Lo pusieron en un ataúd, el cual fue llenado de perfumes y diversas especias aromáticas, preparadas por perfumistas expertos, y en su honor se prendió una enorme hoguera.

2 Crónicas 17

Reinado de Josafat

1 Después de Asa reinó en su lugar su hijo Josafat, el cual se impuso por la fuerza sobre Israel.

2 En todas las ciudades fortificadas de Judá puso ejércitos, y colocó guarniciones en Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asa había conquistado.

3 El Señor estuvo con Josafat, porque éste no se fue tras los baales, sino que siguió los caminos por los que antes anduvo David, su padre;

4 buscó al Dios de sus antepasados y siguió sus mandamientos y no lo que hacían los de Israel.

5 Por eso el Señor confirmó en sus manos el reino, y todo Judá le daba tributo, así que llegó a tener grandes y abundantes riquezas y esplendor.

6 Se entregó de corazón a los caminos del Señor, y quitó de en medio de Judá los lugares altos y las imágenes de Asera.

7 Al tercer año de su reinado, Josafat envió a sus príncipes Ben Jayil, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que instruyeran a la gente en las ciudades de Judá.

8 Con ellos envió a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, y también a los sacerdotes Elisama y Jorán.

9 Éstos llevaban consigo el libro de la ley del Señor, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.

10 El pavor del Señor dominaba a todos los reinos vecinos de Judá, y éstos nunca se atrevieron a declararle la guerra a Josafat.

11 Los filisteos le pagaban a Josafat tributos de plata y le llevaban regalos. También los árabes le llevaban ganados y hasta siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos.

12 Con esto, Josafat fue ganando mucha fuerza, y edificó en Judá fortalezas y ciudades de aprovisionamiento.

13 Acumuló muchas provisiones en las ciudades de Judá, y en Jerusalén tenía hombres muy valientes y aguerridos.

14 Según sus casas paternas y los jefes de las legiones de Judá, su número era el siguiente:

Trescientos mil guerreros muy esforzados, bajo el mando del general Adnas.

15 Doscientos ochenta mil soldados, bajo el mando del jefe Johanán.

16 Doscientos mil valientes, bajo el mando de Amasías hijo de Zicri, que se había presentado voluntariamente para servir al Señor.

17 Doscientos mil guerreros armados de arco y escudo, bajo el mando de Eliada, un benjaminita muy valeroso.

18 Ciento ochenta mil hombres en pie de guerra, bajo el mando de Jozabad.

19 Todos ellos estaban al servicio del rey, sin contar a los que el rey mismo había puesto en las ciudades fortificadas de todo Judá.

2 Crónicas 18

Micaías profetiza la derrota de Ajab

1 Además de sus abundantes riquezas y gran esplendor, Josafat se emparentó con Ajab,

2 así que algunos años después fue a Samaria para visitar a Ajab, y Ajab mató muchas ovejas y bueyes para él y para la gente que lo acompañaba, pero lo persuadió a unirse con él para atacar a Ramot de Galaad.

3 El rey Ajab de Israel le dijo al rey Josafat de Judá:

«¿Quieres atacar conmigo a Ramot de Galaad?»

Y Josafat le respondió:

«Yo soy como tú, y mi pueblo es como tu pueblo. Iremos contigo a la guerra.

4 Pero antes te ruego que consultes hoy mismo la palabra del Señor.»

5 El rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó:

«¿Debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o debo quedarme quieto?»

Los profetas dijeron:

«Su Majestad puede ir, porque Dios los pondrá en sus manos.»

6 Pero Josafat dijo:

«¿No hay aquí algún profeta del Señor, por medio del cual podamos consultarlo?»

7 El rey de Israel le respondió a Josafat:

«Aún queda uno, que es Micaías hijo de Imla. Por medio de él podemos consultar al Señor. Pero yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza nada bueno, sino sólo cosas malas.»

Josafat objetó:

«No hable así Su Majestad.»

8 El rey de Israel llamó a un oficial, y le dijo:

«¡Que venga enseguida Micaías hijo de Imla!»

9 Tanto el rey de Israel como el rey Josafat de Judá estaban sentados en su trono y vestidos con sus ropas reales, en la plaza que estaba junto a la entrada de la puerta de Samaria, mientras todos los profetas profetizaban en su presencia.

10 Sedequías hijo de Quenaná había hecho unos cuernos de hierro, y decía:

«Así ha dicho el Señor: “Con éstos cuernos atacarás a los sirios, hasta destruirlos por completo.”»

11 También todos los profetas profetizaban lo mismo, y decían:

«Vaya Su Majestad y ataque a Ramot de Galaad, que obtendrá la victoria. El Señor la pondrá en sus manos.»

12 El mensajero que había ido a llamar a Micaías, le dijo:

«Toma en cuenta que las palabras de los profetas coinciden en anunciar al rey cosas buenas. Yo te ruego que hables bien, y que tus palabras sean como las de ellos.»

13 Pero Micaías respondió:

«Juro por el Señor, que sólo diré lo que mi Dios me ordene decir.»

Cuando Micaías se presentó ante el rey,

14 éste le dijo:

«Micaías, ¿debemos ir y pelear contra Ramot de Galaad, o debo quedarme quieto?»

Y Micaías respondió:

«Vayan, que van a obtener la victoria. Esa gente será puesta en las manos de ustedes.»

15 El rey le dijo:

«¿Cuántas veces debo hacerte jurar, por el nombre del Señor, que no me digas nada que no sea la verdad?»

16 Entonces Micaías dijo:

«Veo a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas sin pastor.El Señor ha dicho: “Esta gente no tiene a quien seguir. Que se regresen todos a su casa en paz.”»

17 El rey de Israel le dijo entonces a Josafat:

«¿No te había dicho ya que éste no me profetizaría nada bueno, sino sólo el mal?»

18 Pero Micaías añadió:

«Escuchen la palabra del Señor: Yo he visto al Señor sentado en su trono. A su derecha y a su izquierda estaba todo el ejército de los cielos.

19 Y el Señor preguntó: “¿Quién inducirá a Ajab, el rey de Israel, para que ataque a Ramot de Galaad y muera en el intento?” Y uno decía una cosa, y otro decía otra.

20 Pero un espíritu fue y se puso delante del Señor, y dijo: “Yo lo induciré.” Y el Señor preguntó: “¿Y cómo lo harás?”

21 Y aquel espíritu dijo: “Saldré y seré un espíritu de mentira en labios de todos sus profetas.” Entonces el Señor dijo: “Ve y hazlo así. Indúcelo, que lograrás hacerlo.”

22 Así que el Señor ha puesto un espíritu de mentira en labios de estos profetas tuyos. El Señor ha dictado el mal contra ti.»

23 En ese momento Sedequías hijo de Quenaná se acercó a Micaías y lo golpeó en la mejilla, a la vez que le decía:

«¿Y por dónde salió de mí el espíritu del Señor para hablarte a ti?»

24 Y Micaías le respondió:

«Lo verás cuando llegue el momento, y que será cuando vayas de un cuarto a otro, para esconderte.»

25 Entonces el rey de Israel dijo:

«Agarren a Micaías, y llévenlo ante Amón, el gobernador de la ciudad, y ante Joás, el hijo del rey.

26 Díganles que yo, el rey, ordeno que lo metan a la cárcel, y que lo tengan a pan y agua, para que sufra y se angustie hasta que yo vuelva en paz.»

27 Pero Micaías dijo, y lo repitió:

«¡Escúchenme, pueblos todos! Si tú vuelves en paz, entonces el Señor no ha hablado por medio de mí.»

28 El rey de Israel y el rey Josafat de Judá se dirigieron a Ramot de Galaad para atacarla.

29 Y el rey de Israel le dijo a Josafat:

«Yo voy a disfrazarme para entrar en batalla. Pero tú puedes llevar puestas tus vestimentas reales.»

Y así, el rey de Israel se disfrazó y entró en batalla.

30 Por su parte, el rey de Siria había dado a los capitanes de los carros que tenía consigo, la siguiente orden:

«No traben combate con nadie, chico o grande, sino sólo con el rey de Israel.»

31 En cuanto los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: «Éste es el rey de Israel», y lo rodearon para pelear contra él, pero Josafat clamó al Señor y el Señor lo ayudó y apartó de él a sus atacantes,

32 pues cuando los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, dejaron de atacarlo.

33 Pero uno de ellos disparó una flecha al azar y logró herir de muerte al rey de Israel, pues le dio entre las junturas de su armadura. Entonces el rey le ordenó al cochero:

«Da vuelta al carro y sácame del campo, que estoy mal herido.»

34 Pero la batalla arreció ese día, así que el rey de Israel tuvo que mantenerse en pie en el carro, frente a los sirios, hasta la tarde; y murió al ponerse el sol.

2 Crónicas 19

El profeta Jehú amonesta a Josafat

1 El rey Josafat de Judá volvió a su casa en Jerusalén en paz.

2 Pero le salió al encuentro el vidente Jehú hijo de Jananí, y le dijo al rey Josafat:

«¿Así que ayudas al impío, y amas a los que odian al Señor? Pues por esto, de la presencia del Señor ha salido su ira contra ti.

3 Sin embargo, se han hallado en ti buenas acciones, pues has quitado del país las imágenes de Asera, y de corazón te has dispuesto a buscar a Dios.»

Josafat nombra jueces

4 Aunque Josafat reinaba en Jerusalén, solía salir para visitar a su pueblo y guiarlos hacia el Señor y Dios de sus padres. Iba desde Berseba hasta el monte de Efraín,

5 y nombraba jueces por todas partes y por todas las ciudades fortificadas de Judá.

6 A los jueces les decía:

«Tengan cuidado con lo que hacen, pues no imparten justicia de parte de ningún hombre, sino de parte del Señor. Si sus sentencias son justas, él estará con ustedes.

7 Así que tengan cuidado con lo que hacen, y que el temor del Señor sea con ustedes. Con el Señor, nuestro Dios, no hay injusticia, ni acepción de personas, ni hay lugar para el soborno.»

8 Además, Josafat nombró en Jerusalén a algunos de los levitas y sacerdotes, y de los padres de familias de Israel, para que impartieran justicia y legislaran los casos en nombre del Señor. Éstos vivían en Jerusalén.

9 Josafat les dio esta orden:

«Ustedes deberán proceder con temor del Señor, y con verdad, y con integridad de corazón.

10 En cualquier caso que les presenten sus hermanos que habitan en las ciudades, por ejemplo, en casos de un asesinato, o en cuestiones de la ley y sus preceptos, estatutos y decretos, ustedes deberán amonestarlos para que no pequen contra el Señor. Así no vendrá sobre ustedes y sobre sus hermanos la ira del Señor. Si lo hacen así, no pecarán.

11 Aquí están el sacerdote Amarías, para guiarlos en todo lo relacionado con el Señor, y Zebadías hijo de Ismael, jefe del reino de Judá, para guiarlos en todo lo relacionado con el reino. Cuentan además con la ayuda de los levitas. Así que mucho ánimo y a trabajar, que el Señor está con quien hace lo bueno.»

2 Crónicas 20

Victoria sobre Moab y Amón

1 Tiempo después, los moabitas y los amonitas, y algunos de los meunitas, declararon la guerra a Josafat.

2 No faltó quien le diera aviso a Josafat y le dijera:

«Del otro lado del mar, y de Siria, viene a atacarte un gran ejército. ¡Ya están en Jasesón Tamar, es decir, en Engadí!»

3 Lleno de miedo, Josafat se dispuso a consultar al Señor, y ordenó que todos en Judá ayunaran.

4 En todas las ciudades de Judá la gente se reunió para pedir la ayuda del Señor,

5 y Josafat se puso de pie en el templo del Señor, delante del atrio nuevo, y ante la asamblea de Judá y de Jerusalén

6 dijo:

«Señor y Dios de nuestros padres, tú eres Dios en los cielos, y dominas sobre todos los reinos de las naciones; en tus manos están la fuerza y el poder. ¡No hay quien pueda oponerse a ti!

7 Tú, Dios nuestro, expulsaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habitantes de esta tierra, y se la diste para siempre a los descendientes de Abrahán, tu amigo.

8 Ellos la han habitado, y en ella te han edificado un santuario a tu nombre. Han dicho:

9 “Si alguna vez nos sobreviene algún mal, o se nos castiga con la espada, o la peste, o el hambre, nos presentaremos ante este templo, y ante ti (pues tu nombre se halla en este templo), y clamaremos a ti por causa de nuestras aflicciones, y tú nos oirás y nos salvarás.”

10 ¡Mira ahora a los amonitas y a los moabitas! ¡Mira a los del monte de Seír, por cuya tierra no dejaste pasar a Israel cuando venía de Egipto!Tú nos apartaste de ellos, para que no los destruyéramos,

11 ¡y ahora ellos nos pagan tratando de arrojarnos de la tierra que tú nos diste en propiedad!

12 ¡Dios nuestro!, ¿acaso no los vas a juzgar? Nosotros no tenemos la fuerza suficiente para enfrentar a ese gran ejército que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer, y por eso volvemos a ti nuestra mirada!»

13 Todo Judá estaba de pie delante del Señor, con sus mujeres y sus hijos.

14 Allí estaba también Jahaziel, levita de los hijos de Asaf y descendiente en línea directa de Zacarías, Benaías, Yeguiel, Matanías. En el curso de la reunión, el espíritu del Señor vino sobre él,

15 y dijo:

«¡Escúchenme ustedes, habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Y escúchame tú, rey Josafat! El Señor les dice: “No tengan miedo ni se amedrenten al ver esta gran multitud, porque esta batalla no la libran ustedes, sino Dios.

16 Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes caerán sobre ellos. Los encontrarán junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel.

17 En este caso, ustedes no tienen por qué pelear. Simplemente quédense quietos, y contemplen cómo el Señor los va a salvar. Judá y Jerusalén, no tengan miedo ni se desanimen. ¡Salgan mañana y atáquenlos, que el Señor estará con ustedes!”»

18 Entonces Josafat se inclinó de cara al suelo, lo mismo que todos los de Judá y los habitantes de Jerusalén; se postraron delante del Señor, y lo adoraron.

19 Luego se levantaron los levitas coatitas y coreítas, y a gran voz alabaron al Señor y Dios de Israel.

20 Por la mañana, se levantaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras ellos salían, Josafat se puso de pie y dijo:

«¡Escúchenme, habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Crean en el Señor su Dios, y serán invencibles; crean en sus profetas, y obtendrán la victoria!»

21 Después de reunirse con el pueblo para ponerse de acuerdo con ellos, Josafat nombró a algunos para que, ataviados con sus vestimentas sagradas, cantaran alabanzas al Señor, mientras el ejército salía con sus armas. Y decían:

«¡Demos gloria al Señor, porque su misericordia es eterna!»

22 Cuando los cantos de alabanza comenzaron a escucharse, el Señor puso contra los amonitas y moabitas, y contra los del monte de Seír, las emboscadas que ellos mismos habían tendido contra Judá, y acabaron matándose los unos a los otros.

23 Los amonitas y moabitas atacaron a los del monte de Seír, y los mataron hasta acabar con ellos, y después de eso, se volvieron contra sus propios compañeros y los atacaron hasta destruirlos.

24 Cuando los de Judá llegaron a la torre del desierto, dirigieron la mirada hacia el gran ejército, y sólo vieron cadáveres tendidos en el campo, pues ninguno de ellos había escapado con vida.

25 Entonces Josafat y su ejército se dieron a la tarea de despojarlos, y entre los cadáveres hallaron muchas riquezas, y vestidos y alhajas preciosas, y todo eso lo tomaron para sí. Era tanto el botín de guerra que no se lo podían llevar, así que durante tres días estuvieron recogiéndolo.

26 Al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca, y allí bendijeron al Señor. Por eso al paraje aquel lo llamaron «valle de Beraca»,y hasta el día de hoy lleva ese nombre.

27 Todos los de Judá y de Jerusalén volvieron a Jerusalén llenos de gozo por la alegría de que el Señor los había librado de sus enemigos. Al frente de ellos marchaba Josafat.

28 Se dirigieron al templo del Señor en Jerusalén, entre el sonido de salterios, arpas y trompetas,

29 y cuando todos los reinos de aquella región supieron que el Señor había peleado contra los enemigos de Israel, cayó sobre ellos el pavor de Dios.

30 Así el reinado de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.

Resumen del reinado de Josafat

31 Josafat tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar sobre Judá, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre fue Azuba hija de Siljí.

32 Y Josafat siguió los pasos de Asa, su padre, haciendo lo recto ante los ojos del Señor y sin apartarse de sus caminos.

33 Sin embargo, no fueron quitados los lugares altos, pues el pueblo aún no había enderezado su corazón hacia el Dios de sus padres.

34 Los demás hechos de Josafat, primeros y últimos, están escritos en las palabras de Jehú hijo de Jananí, del cual se hace mención en el libro de los reyes de Israel.

35 Tiempo después, el rey Josafat de Judá hizo amistad con el rey Ocozías de Israel, que era proclive a la impiedad,

36 y se asoció con él para construir barcos en Ezión Guéber capaces de navegar hasta Tarsis.

37 Pero el profeta Eliezer hijo de Dodías, de Maresa, profetizó contra Josafat y le dijo: «Por haberte hecho amigo de Ocozías, el Señor destruirá tus obras.» Y las naves naufragaron y no pudieron llegar a Tarsis.

2 Crónicas 21

Reinado de Jorán de Judá

1 Finalmente, Josafat descansó entre sus antepasados, y lo sepultaron en la ciudad de David. En su lugar reinó su hijo Jorán,

2 cuyos hermanos e hijos de Josafat fueron Azarías, Yejiel, Zacarías, Azarías, Micael y Sefatías. Todos ellos eran hijos del rey Josafat de Judá,

3 y recibieron de su padre muchos regalos de oro y plata, objetos preciosos y ciudades fortificadas en Judá, aunque el reino se lo cedió a Jorán, porque éste era el primogénito.

4 Tan pronto como Jorán ascendió al trono de su padre y se afirmó en el poder, mató a filo de espada a todos sus hermanos, y también a algunos de los jefes de Israel.

5 Comenzó a reinar cuando tenía treinta y dos años, y reinó en Jerusalén ocho años.

6 Pero siguió los pasos de los reyes de Israel, a la manera de la casa de Ajab, pues tuvo por mujer a la hija de Ajab y cometió mucha maldad a los ojos del Señor.

7 Pero el Señor no quiso destruir la casa de David, por causa del pacto que había hecho con David y porque le había prometido mantener siempreencendida su lámpara y la de sus hijos.

8 Durante el reinado de Jorán, los edomitas se rebelaron contra el dominio de Judá,y pusieron en el trono su propio rey.

9 Entonces Jorán marchó con sus jefes y con todos sus carros de guerra, y una noche atacó y derrotó a los edomitas que lo habían sitiado, y también a todos los comandantes de sus carros.

10 A pesar de esto, Edom se liberó del dominio de Judá, hasta el día de hoy.

Por ese mismo tiempo, Libna se liberó del dominio de Jorán, porque éste se apartó del Señor, el Dios de sus padres.

11 Además de esto, Jorán construyó lugares altos en los montes de Judá, con lo que hizo que los habitantes de Jerusalén se prostituyeran, lo mismo que los de Judá.

12 Pero le llegó una carta del profeta Elías, la cual decía:

«Así ha dicho el Señor, el Dios de David, tu padre: Puesto que no has seguido el ejemplo de Josafat, tu padre, ni el del rey Asa de Judá,

13 sino que has imitado el mal ejemplo de los reyes de Israel y has hecho que Judá y los habitantes de Jerusalén se prostituyan, como se prostituyó la casa de Ajab, y además has dado muerte a tus hermanos, a la familia de tu padre, los cuales eran mejores que tú,

14 ahora el Señor te enviará una plaga mortal, y con ella herirá de muerte a tu pueblo, y a tus hijos y a tus mujeres, y a todo lo que tienes.

15 A ti te castigará con muchas enfermedades. Tan persistente será tu mal, que hasta los intestinos se te saldrán.»

16 Y así, el Señor suscitó contra Jorán la ira de los filisteos y de los árabes que estaban junto a los etíopes,

17 y todos ellos atacaron a Judá e invadieron su territorio; capturaron a sus hijos y a sus mujeres, y se apoderaron de todos los bienes que hallaron en el palacio real. Lo único que le quedó a Jorán fue Joacaz, su hijo menor.

18 Después de todo esto, el Señor le mandó una enfermedad incurable en los intestinos.

19 Transcurrió mucho tiempo, y al cabo de dos años la enfermedad hizo que los intestinos se le salieran, por lo que murió de una enfermedad muy penosa. No se prendió ninguna hoguera en su honor, como se había hecho con sus padres.

20 Jorán tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años. Cuando murió, nadie lo echó de menos. Fue sepultado en la ciudad de David, pero no en los sepulcros reservados para los reyes.

2 Crónicas 22

Reinado de Ocozías de Judá

1 Para suceder al rey Jorán de Judá, los habitantes de Jerusalén proclamaron rey a Ocozías, su hijo menor. Ocozías llegó al trono porque una banda de árabes llegó al campamento y mató a todos los hijos mayores de Jorán.

2 Ocozías comenzó a reinar cuando tenía veintidós años,y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, y era hija de Omri.

3 Pero también Ocozías siguió el mal ejemplo de la casa de Ajab, pues su madre lo aconsejaba a que hiciera lo malo.

4 Para su perdición, Ocozías hizo lo malo a los ojos del Señor, a la manera de la casa de Ajab, pues después de la muerte de su padre ellos fueron sus consejeros.

5 Ocozías se dejó llevar por los consejos de ellos, y en alianza con el rey Jorán de Israel, hijo de Ajab, declaró la guerra al rey Jazael de Siria, pero en Ramot de Galaad los sirios hirieron de muerte a Jorán.

6 Éste volvió entonces a Jezrel para curarse de las heridas que le habían hecho en Ramot durante el combate contra el rey Jazael de Siria, y como Jorán hijo de Ajab se hallaba enfermo en Jezrel, el rey Ocozías de Judá, hijo de Jorán, fue a visitarlo.

Jehú mata a Ocozías

7 Todo esto venía de Dios, para que Ocozías fuera destruido al llegar adonde estaba Jorán, porque en cuanto Ocozías llegó, se unió a Jorán para atacar a Jehú hijo de Nimsi, al cual el Señor había escogido para exterminar a la familia de Ajab.

8 Al dictar Jehú sentencia contra la casa de Ajab, encontró a los jefes de Judá y a los sobrinos de Ocozías, que estaban al servicio de éste, y los mató.

9 Luego buscó a Ocozías, el cual se había escondido en Samaria, y cuando lo hallaron, lo llevaron ante Jehú y lo mataron. Pero le dieron sepultura, porque dijeron: «Era hijo de Josafat, quien de todo corazón buscó al Señor.» Y la casa de Ocozías no tenía el poder suficiente para retener el reino.

Atalía usurpa el trono

10 Al ver Atalía, la madre de Ocozías, que su hijo había sido muerto, se dispuso a exterminar a toda la descendencia real de la casa de Judá.

11 Pero al ver Josabet, la hija del rey, que mataban a los demás hijos del rey, tomó a Joás hijo de Ocozías y lo escondió, y a él y a su nodriza los resguardó en uno de los aposentos. Fue así como Josabet, hija del rey Jorán y mujer del sacerdote Joyadá (pues ella era hermana de Ocozías), escondió a Joás de Atalía, y no lo mataron.

12 Y Joás estuvo seis años en el templo de Dios, escondido con ellos. Mientras tanto, Atalía reinaba en el país.

2 Crónicas 23

1 En el séptimo año Joyadá se animó y se alió con los jefes de centenas Azarías hijo de Jeroán, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maseías hijo de Adaías, y Elisafat hijo de Zicri.

2 Éstos recorrieron el país de Judá y reunieron a los levitas de todas las ciudades de Judá, lo mismo que a los jefes de las familias de Israel, y se concentraron en Jerusalén.

3 Allí, en el templo de Dios, toda la multitud hizo un pacto con el rey. Y Joyadá les dijo:

«Aquí tienen al hijo del rey, y él reinará, como el Señor lo ha prometido respecto de los hijos de David.

4 Ahora, hagan esto: una tercera parte de ustedes, los que pueden entrar en el día de reposo, fungirán como porteros con los sacerdotes y los levitas.

5 Otra tercera parte estará en el palacio del rey, y la tercera parte restante estará en la Puerta del Cimiento. Todo el pueblo estará en los patios del templo del Señor.

6 Nadie podrá entrar en el templo del Señor; sólo podrán entrar los sacerdotes y los levitas que ministran, porque están consagrados. Todo el pueblo hará guardia delante del Señor.

7 Los levitas rodearán al rey por todos lados, y cada uno de ellos tendrá sus armas en la mano. Cualquiera que entre en el templo, morirá. Ustedes deben acompañar al rey cuando entre y cuando salga.»

8 Los levitas y todo Judá siguieron al pie de la letra las órdenes del sacerdote Joyadá. Cada jefe tomó a los suyos, tanto a los que entraban en el día de reposo como a los que salían, porque el sacerdote Joyadá no dio a nadie permiso de ausentarse.

9 Además, el sacerdote Joyadá entregó a los jefes de centenas las lanzas, los paveses y los escudos que habían sido del rey David, y que estaban en el templo de Dios,

10 y puso en orden a todo el pueblo. Cada uno de ellos tenía su espada en la mano, desde el rincón derecho del templo hasta el izquierdo, hacia el altar y el templo, y por todas partes alrededor del rey.

11 Entonces sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona y el testimonio, y lo proclamaron rey. Joyadá y sus hijos lo ungieron, mientras gritaban: «¡Viva el rey!»

12 Cuando Atalía oyó el estruendo de la gente que corría, y de los que aclamaban al rey, fue al templo del Señor para encontrarse con la gente,

13 y al ver Atalía al rey a la entrada, junto a su columna, y junto al rey a los príncipes y los trompeteros, y que todo la gente se mostraba muy alegre y tocaba bocinas, y que los cantores dirigían la alabanza con instrumentos de música, rasgó sus vestidos y gritó:

«¡Traición! ¡Traición!»

14 Pero el sacerdote Joyadá ordenó que salieran los jefes de centenas del ejército, y les dijo:

«¡Sáquenla de aquí! Y a quien la siga, ¡mátenlo a filo de espada!»

Y es que el sacerdote había ordenado que no la mataran dentro del templo del Señor.

15 Ellos le echaron mano, y tan pronto como ella cruzó el umbral de la puerta de las caballerizas del rey, la mataron.

16 Entonces Joyadá hizo un pacto con todo el pueblo y con el rey, de que ellos serían el pueblo del Señor.

17 Después de esto, todo el pueblo entró en el templo de Baal y lo derribaron, y derribaron también sus altares, hicieron pedazos sus imágenes, y delante de los altares mataron a Matán, sacerdote de Baal.

18 Luego Joyadá ordenó los oficios en el templo del Señor, bajo el control de los sacerdotes y levitas, según David los había distribuido en el templo del Señor, para ofrecer al Señor los holocaustos, con gozo y con cánticos, como está descrito en la ley de Moisés y conforme a las disposiciones de David.

19 Puso también porteros a la entrada del templo del Señor, para que de ninguna manera entrara nadie que estuviera impuro.

20 Después llamó a los jefes de centenas, y a los principales, a los que gobernaban el pueblo y a todo el pueblo de la tierra, para llevar al rey desde el templo del Señor. Cuando llegaron a la mitad de la puerta principal del palacio del rey, sentaron al rey sobre el trono del reino.

21 Y después de que mataron a Atalía a filo de espada, todo el pueblo del país vivió feliz y la ciudad tuvo tranquilidad.

2 Crónicas 24

Reinado de Joás de Judá

1 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá, y era de Berseba.

2 Mientras el sacerdote Joyadá vivía, Joás hizo lo recto a los ojos del Señor.

3 Y Joyadá tuvo dos mujeres, y engendró hijos e hijas.

4 Pasado algún tiempo, Joás decidió restaurar el templo del Señor,

5 así que reunió a los sacerdotes y los levitas, y les dijo:

«Vayan por las ciudades de Judá, y recojan dinero de todos los israelitas para que cada año sea reparado el templo de su Dios. Trabajen en esto con mucha diligencia.»

Pero como los levitas no lo hicieron así,

6 el rey llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo:

«¿Por qué no has puesto empeño en que los levitas recojan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés, el siervo del Señor, impuso a la congregación israelita para el tabernáculo del testimonio?»

7 Y es que la impía Atalía y sus hijos habían destruido el templo de Dios, y además habían dilapidado en los ídolos todos los objetos consagrados del templo del Señor.

8 Por eso el rey mandó hacer un cofre, y que lo pusieran a la entrada del templo del Señor.

9 Además, mandó pregonar por todo Judá y Jerusalén que se presentara al Señor la ofrenda que Moisés, el siervo de Dios, había impuesto a Israel en el desierto.

10 Con mucha alegría, todos los jefes y todo el pueblo llegaron con sus ofrendas y las echaron en el cofre, hasta llenarlo.

11 Cuando llegaba el momento de que los levitas llevaran el cofre al secretario del rey, si veían que había mucho dinero, el escriba del rey y alguien nombrado por el sumo sacerdote venían por el arca y, luego de vaciarla, la devolvían a su lugar. Esto lo hacían diariamente, y recogían mucho dinero;

12 entonces el rey y Joyadá se lo daban a los que trabajaban en las reparaciones del templo del Señor.

En la reconstrucción del templo del Señor se empleaban canteros, carpinteros y artífices en hierro y bronce.

13 Estos artesanos realizaban la obra, y con sus propias manos el templo de Dios fue restaurado y devuelto a su antigua condición.

14 Cuando terminaron, devolvieron al rey y a Joyadá el resto del dinero, y con él se hicieron utensilios para el servicio del templo del Señor, tales como morteros, cucharas, y vasos de oro y de plata.

Mientras Joyadá vivía, continuamente se sacrificaban holocaustos en el templo del Señor;

15 pero Joyadá envejeció, y murió siendo ya un anciano de ciento treinta años.

16 Fue sepultado junto con los reyes en la ciudad de David, pues se tomó en cuenta el bien que había hecho por Israel, y para Dios y su templo.

17 A la muerte de Joyadá los jefes de Judá se presentaron ante el rey y le juraron obediencia, y el rey los atendió.

18 Pero descuidaron el templo del Señor, el Dios de sus padres, y rindieron culto a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas, así que por este pecado la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén.

19 El Señor les envió profetas para que se volvieran a él, y los profetas los amonestaron, pero ellos no les hicieron caso.

20 Entonces el espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, y éste, de pie en un lugar donde todo el pueblo pudiera verlo, les dijo:

«Así ha dicho Dios: “¿Por qué quebrantan ustedes los mandamientos del Señor?” Eso les va a costar caro. Por haberse apartado del Señor, él también se apartará de ustedes.»

21 Pero ellos conspiraron contra él, y por órdenes del rey lo apedrearon en el patio del templo del Señor,y lo mataron.

22 Fue así como el rey Joás se olvidó de la bondad con que Joyadá, el padre de Zacarías, lo había tratado, y hasta mató a su hijo. Antes de morir, Zacarías sentenció: «El Señor es testigo, y habrá de pedirles cuentas.»

23 Un año después, el ejército de Siria atacó a Judá y a Jerusalén, y acabó con todos los jefes del pueblo, y todo el botín de guerra lo envió al rey de Damasco.

24 En realidad, el ejército de Siria había venido con muy poca gente, pero el Señor puso en sus manos al poderoso ejército de Joás porque éste se apartó del Señor, el Dios de sus padres. Ésta fue la sentencia del Señor contra Joás.

25 Cuando los sirios se fueron, dejaron a Joás agobiado por sus dolencias. Además, sus siervos conspiraron contra él por causa de la muerte de los hijos del sacerdote Joyadá, y lo mataron en su propia cama. Y Joás fue sepultado en la ciudad de David, aunque no en los sepulcros de los reyes.

26 Los que conspiraron contra él fueron Zabad hijo de Simeat, el amonita, y Jozabad hijo de Simerit, el moabita.

27 En cuanto a los hijos de Joás, y el incremento de tributos que éste estableció, y la restauración del templo del Señor, todo está escrito en la historia del libro de los reyes. En lugar de Joás, subió al trono su hijo Amasías.