2 Reyes 10

Jehú pone fin a la dinastía de Ajab

1 Como Ajab tenía setenta hijos en Samaria, Jehú escribió cartas y las envió a los jefes de Jezrel, y a los ancianos y a los ayos de Ajab, que estaban en Samaria. En las cartas les decía:

2 «Tan pronto como estas cartas lleguen a las manos de ustedes, los que tengan a los hijos del rey, y los que tengan carros de combate y gente de a caballo, y la ciudad fortificada y las armas,

3 escojan al mejor y más recto de los hijos del rey, y siéntenlo en el trono de su padre, y defiendan a la familia del rey.»

4 Pero ellos tuvieron mucho miedo, y dijeron:

«Si dos reyes no pudieron hacerle frente, ¿cómo vamos a hacerle frente nosotros?»

5 Entonces el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos mandaron a decir a Jehú:

«Nosotros somos tus siervos, y haremos todo lo que nos mandes. No vamos a elegir ningún rey. Haz lo que te parezca mejor.»

6 Jehú les escribió por segunda vez, y les dijo:

«Si en verdad ustedes son mis siervos, y quieren obedecerme, vengan a verme en Jezrel mañana a esta hora, y tráiganme las cabezas de los hijos varones de su rey.»

Los setenta hijos del rey estaban con los jefes de la ciudad, pues ellos los criaban.

7 Cuando éstos recibieron las cartas, tomaron a los setenta hijos del rey y los degollaron; luego echaron las cabezas en unas canastas y las enviaron a Jezrel, donde estaba Jehú.

8 Cuando un mensajero llegó y le dio la noticia de que habían llegado las cabezas de los hijos del rey, Jehú dijo:

«Pónganlas en dos montones a la entrada de la ciudad, y déjenlas allí hasta mañana.»

9 Al día siguiente, Jehú salió y, puesto de pie ante todo el pueblo, dijo:

«Ustedes son justos. Es verdad que yo he conspirado contra mi señor, y le he dado muerte. Pero ¿quién ha dado muerte a todos estos?

10 Quiero que sepan que la palabra del Señor, acerca de la dinastía de Ajab, no dejará de cumplirse. El Señor ha hecho lo que había anunciado por medio de su siervo Elías.»

11 Dicho esto, Jehú mató a todos los de la familia de Ajab que habían quedado en Jezrel,y a todos sus jefes y sacerdotes, y a todos sus familiares. No dejó con vida a ninguno de ellos.

12 Luego se levantó y se fue a Samaria, y en el camino llegó a Bet Équed de los Pastores.

13 Allí encontró a los hermanos de Ocozías, el rey de Judá, y les preguntó:

«¿Y ustedes, quiénes son?»

Ellos le contestaron:

«Somos hermanos de Ocozías. Hemos venido a saludar a los hijos del rey, y a los hijos de la reina.»

14 Entonces Jehú ordenó:

«¡Échenles mano! ¡Los quiero vivos!»

Y una vez que los tomaron vivos, los degollaron junto al pozo de Bet Équed. Eran cuarenta y dos varones, y ninguno de ellos quedó con vida.

15 Cuando Jehú se fue de allí, se encontró con Jonadab hijo de Recab. Después de saludarlo, le dijo:

«¿Eres sincero conmigo, como yo lo soy contigo?»

Jonadab le respondió que sí. Entonces Jehú le dijo:

«Pues ya que eres sincero conmigo, dame la mano.»

Jonadab le dio la mano, y Jehú lo invitó a subir a su carro.

16 Allí le dijo:

«Acompáñame y verás cuánto amo al Señor.»

Jonadab fue puesto en el carro,

17 y en cuanto Jehú llegó a Samaria mató a todos los familiares de Ajab que habían quedado en Samaria. Los mató hasta exterminarlos, conforme a la palabra del Señor anunciada por Elías.

Jehú pone fin al culto de Baal

18 Después, Jehú reunió a todo el pueblo y les dijo:

«Ajab rindió culto a Baal, pero no muy bien. Jehú le rendirá un mejor culto.

19 Llamen a todos los profetas de Baal, y a todos sus siervos y sacerdotes. Que no falte ninguno, pues voy a ofrecer a Baal un gran sacrificio. El que falte, morirá.»

Esto lo hizo Jehú con astucia, para exterminar a los que rendían culto a Baal.

20 Así que dijo:

«Aparten un día para honrar a Baal.»

Aquellos convocaron a la reunión,

21 y Jehú envió mensajeros por todo Israel, y vinieron todos los siervos de Baal. No hubo uno solo que no asistiera a la reunión. Cuando entraron en el templo de Baal, el templo se llenó por completo.

22 Entonces Jehú ordenó al encargado de las vestiduras:

«Saca vestiduras para todos los siervos de Baal.»

Aquél sacó las vestiduras,

23 y Jehú entró en el templo de Baal acompañado por Jonadab hijo de Recab. Y dijo a los siervos de Baal:

«Tengan cuidado de que no haya aquí, entre ustedes, ninguno de los siervos del Señor, sino solamente los siervos de Baal.»

24 Cuando ellos entraron para ofrecer los sacrificios y holocaustos, Jehú apostó fuera del templo a ochenta hombres, y les dijo:

«El que deje vivo a cualquiera de los hombres que yo he puesto en sus manos, lo pagará con su vida.»

25 Cuando aquellos acabaron de ofrecer el holocausto, Jehú dijo a los de su guardia y a los capitanes:

«¡Entren, y mátenlos! ¡Que no escape ninguno!»

Y los de la guardia y los capitanes los mataron a filo de espada, y los dejaron tendidos. Luego fueron hasta el lugar santo del templo de Baal

26 y sacaron del templo las estatuas y las quemaron.

27 También hicieron pedazos la estatua de Baal y derribaron su templo, y hasta el día de hoy ese templo es un muladar.

28 Así fue como Jehú puso fin en Israel al culto de Baal.

29 Sin embargo, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboán hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, sino que dejó en pie los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan.

30 Entonces el Señor le dijo a Jehú:

«Has actuado bien al hacer lo recto delante de mis ojos, y acabaste con la dinastía de Ajab, tal y como yo lo había determinado. Por eso tus hijos ocuparán el trono de Israel hasta la cuarta generación.»

31 Pero Jehú no tuvo cuidado de seguir de todo corazón la ley del Señor, Dios de Israel, ni se apartó de los pecados con que Jeroboán había hecho pecar a Israel.

32 Por esos días el Señor comenzó a reducir el territorio de Israel, y Jazael los derrotó a lo largo de todas sus fronteras,

33 desde el Jordán hasta el nacimiento del sol, y toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés; y desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán.

34 Los otros hechos de Jehú, y todas sus obras y hazañas, se hallan registradas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

35 Cuando Jehú se reunió con sus antepasados, fue sepultado en Samaria. En su lugar reinó Joacaz, su hijo.

36 El tiempo que Jehú reinó en Samaria sobre Israel fue de veintiocho años.

2 Reyes 11

Atalía usurpa el trono

1 Cuando Atalía, la madre de Ocozías, vio muerto a su hijo, se dispuso a poner fin a la familia real.

2 Pero Yoseba, que era hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, se llevó a Joás hijo de Ocozías y, sin que nadie la viera, lo escondió de Atalía en una alcoba, junto con su nodriza. Así lo libró de que lo mataran junto con los otros hijos del rey.

3 Y Joás estuvo escondido seis años en el templo del Señor, junto con su nodriza, mientras Atalía era la reina del país.

4 Pero en el séptimo año Joyadá convocó a los jefes de centenas y a los capitanes, y a la gente de la guardia, y los llevó al templo del Señor, donde bajo juramento hizo alianza con ellos, después de lo cual les mostró al hijo del rey

5 y les ordenó:

«Ustedes van a hacer lo siguiente: en el día de reposo una tercera parte de ustedes tendrá a su cargo la vigilancia del palacio del rey.

6 Otra tercera parte se apostará a la entrada de Shur, y la otra tercera parte se apostará a la entrada del postigo de la guardia. Así cuidarán de que el palacio no sea allanado.

7 Las dos terceras partes de ustedes que están libres el día de reposo tendrán a su cargo la vigilancia del templo del Señor y del rey.

8 Estarán pendientes del rey por todos los flancos, cada uno con sus armas en la mano. Al que se acerque demasiado, mátenlo. Ustedes deberán vigilar cada paso del rey.»

9 Los jefes de centenas se reunieron con el sacerdote Joyadá e hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les ordenó; cada uno de ellos reunió a su gente, es decir, tanto a los que estaban de servicio en día de reposo como a los que estaban libres en día de reposo.

10 El sacerdote entregó a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, y que estaban en el templo del Señor.

11 Los de la guardia se formaron, desde el lado derecho hasta el lado izquierdo del templo, y junto al altar y el templo, y en derredor del rey. Cada uno tenía en sus manos sus armas.

12 Luego Joyadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y el testimonio, lo ungieron y lo proclamaron rey. Aplaudían y gritaban: «¡Viva el rey!»

13 Cuando Atalía oyó el bullicio de la gente que corría, entró al templo del Señor y se hizo presente.

14 Cuando vio que el rey estaba junto a la columna, como era la costumbre, y que los príncipes y los trompeteros estaban junto al rey, y que todo el pueblo del país se regocijaba y tocaba las trompetas, se rasgó las vestiduras y a voz en cuello gritó: «¡Traición, traición!»

15 Pero el sacerdote Joyadá dio órdenes a los jefes de centenas que gobernaban el ejército, y les dijo:

«¡Échenla fuera del recinto del templo! A quien la siga, ¡mátenlo a filo de espada!»

Y es que el sacerdote había ordenado que no la mataran en el templo del Señor.

16 Por eso le abrieron paso, y la mataron en el camino por donde la gente de a caballo entra al palacio del rey.

17 El sacerdote Joyadá hizo un pacto entre el Señor, por una parte, y entre el rey y el pueblo, por la otra, y juraron que serían el pueblo del Señor. También se hizo un pacto entre el rey y el pueblo.

18 Y toda la gente del país entró en el templo de Baal, y lo derribaron; también destruyeron del todo sus altares y sus imágenes, y delante de los altares mataron a Matán, que era sacerdote de Baal.

Luego, el sacerdote apostó una guarnición en el templo del Señor.

19 Después tomó a los jefes de centenas, a los capitanes y a la guardia, y a todo el pueblo del país, y llevaron al rey desde el templo del Señor, siguiendo el camino que va de la puerta de la guardia al palacio del rey, y el rey se sentó en el trono real.

20 Y todo el pueblo del país se regocijó, y la ciudad se quedó tranquila, pues Atalía había muerto a filo de espada junto al palacio del rey.

21 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar.

2 Reyes 12

Reinado de Joás de Judá

1 Joás comenzó a reinar en el séptimo año de Jehú, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá, y era de Berseba.

2 Todo el tiempo que el sacerdote Joyadá dirigió a Joás, éste hizo lo recto a los ojos del Señor.

3 Sin embargo, los altares en los montes no se quitaron, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso allí.

4 Un día, Joás dijo a los sacerdotes:

«Todo el dinero consagrado que el pueblo suele traer al templo del Señor, y el dinero del rescate de cada persona, según está estipulado,y el dinero que cada uno trae voluntariamente al templo del Señor,

5 lo deben recibir los sacerdotes, cada uno de mano de sus familiares, para reparar los portillos del templo y todas las grietas que se hallen.»

6 Pero llegó el año veintitrés del reinado de Joás, y los sacerdotes aún no habían reparado las grietas del templo.

7 Entonces el rey Joás llamó al sumo sacerdote Joyadá y a los sacerdotes, y les dijo:

«¿Por qué no han reparado las grietas del templo? De ahora en adelante no van a recibir más dinero de sus familiares, sino que lo darán para reparar las grietas del templo.»

8 Y los sacerdotes aceptaron no tomar más el dinero del pueblo, ni tener el cargo de reparar las grietas del templo.

9 Entonces el sumo sacerdote Joyadá tomó un cofre, le hizo un agujero en la tapa, y lo puso junto al altar, a la derecha de la entrada al templo del Señor, y los sacerdotes que custodiaban la puerta ponían allí todo el dinero que se traía al templo.

10 Cuando veían que ya había mucho dinero en el cofre, venían el secretario del rey y el sumo sacerdote, contaban el dinero que hallaban en el templo del Señor, y lo guardaban.

11 A los que hacían la obra les daban el dinero suficiente, y a los que tenían a su cargo la reparación del templo del Señor les daban para pagar a los carpinteros y maestros,

12 albañiles y canteros, y para comprar la madera y la piedra de cantería para reparar las grietas del templo del Señor, y para todo lo que se gastaba para reparar el templo.

13 Del dinero que se traía al templo del Señor no se hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas, ni se hacía para el templo del Señor ningún otro utensilio de oro o de plata,

14 porque lo daban a los que trabajaban en las obras de reparación del templo del Señor.

15 No se les pedían cuentas a los que recibían dinero para entregarlo a los que hacían la obra, porque todo lo hacían con gran honradez.

16 Sólo el dinero por el pecado, y el dinero por la culpa, no se llevaba al templo del Señor, porque era de los sacerdotes.

17 Por esos días el rey Jazael de Siria entró en guerra contra Gat, y conquistó la ciudad. Luego, Jazael se propuso atacar a Jerusalén,

18 por lo cual el rey Joás de Judá tomó todas las ofrendas que habían dedicado sus antepasados Josafat, Jorán y Ocozías, que habían sido reyes de Judá; tomó también las que él mismo había dedicado, y todo el oro que había en los tesoros del templo del Señor y en el palacio del rey, y todo eso lo envió al rey Jazael de Siria, con lo cual éste se retiró de Jerusalén.

19 Los demás hechos de Joás, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

20 Un día, los oficiales de Joás se sublevaron y conspiraron contra él, y lo mataron en la casa de Milo cuando Joás descendía a Sila.

21 Lo hirieron sus oficiales Josacar hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer, y así murió. Lo sepultaron con sus antepasados en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Amasías.

2 Reyes 13

Reinado de Joacaz

1 Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, tenía veintitrés años de reinar cuando Joacaz hijo de Jehú comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, y reinó diecisiete años.

2 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor, y siguió cometiendo los mismos pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.

3 Entonces se encendió el furor del Señor contra Israel, y durante mucho tiempo los entregó en manos del rey Jazael de Siria y de su hijo Ben Adad.

4 Sin embargo, Joacaz oró en presencia del Señor, y el Señor lo escuchó porque vio cómo el rey de Siria afligía a Israel.

5 En efecto, el Señor envió un salvador a Israel, que los libró del poder de los sirios; así los israelitas volvieron a habitar en sus tiendas, como antes.

6 A pesar de eso, no se apartaron de los pecados con que la familia de Jeroboán hizo pecar a Israel, sino que siguieron cometiéndolos, y también la imagen de Asera permaneció en Samaria.

7 Joacaz no contaba ya con más de cincuenta soldados de caballería, diez carros de combate y diez mil soldados de infantería, pues el rey de Siria había desbaratado el ejército y lo había hecho morder el polvo.

8 El resto de los hechos de Joacaz, y todas sus obras y hazañas, se halla registrado en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

9 Cuando Joacaz se reunió con sus antepasados, lo sepultaron en Samaria, y en su lugar reinó su hijo Joás.

Reinado de Joás de Israel

10 Joás tenía treinta y siete años de reinar sobre Judá cuando Joás hijo de Joacaz comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dieciséis años en Samaria.

11 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor. No se apartó de todos los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel, sino que siguió cometiéndolos.

12 Los demás hechos de Joás, y todas sus obras, y su denodada lucha contra el rey Amasías de Judá, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

13 Cuando Joás se reunió con sus antepasados, fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel. Jeroboán lo sucedió en el trono.

Profecía final y muerte de Eliseo

14 Eliseo cayó enfermo, y de esa enfermedad murió. El rey Joás fue a visitarlo, y con lágrimas en los ojos dijo:

«¡Padre mío, padre mío! ¡Tú has sido para Israel su caballería y sus carros de combate!»

15 Eliseo le dijo:

«Toma un arco y unas flechas.»

Joás tomó el arco y las flechas,

16 y entonces Eliseo le dijo:

«Rey de Israel, sujeta el arco con tus manos.»

Joás así lo hizo. Entonces Eliseo puso sus manos sobre las manos del rey,

17 y dijo:

«Ahora abre la ventana que da al oriente.»

Cuando Joás la abrió, Eliseo le ordenó:

«Ahora, ¡lanza la flecha!»

En el momento en que Joás lanzó la flecha, Eliseo exclamó:

«Con esta flecha el Señor los salvará de Siria. En Afec herirás de muerte a los sirios, y acabarás con ellos.»

18 Dicho esto, añadió:

«Toma las flechas restantes.»

En cuanto el rey de Israel las tomó, le dijo:

«Ahora golpea el suelo.»

El rey golpeó el suelo tres veces, y se detuvo.

19 Entonces el varón de Dios se enojó con él, y le dijo:

«Si hubieras golpeado el suelo cinco o seis veces, habrías derrotado a Siria hasta su último hombre. Pero ahora sólo derrotarás a Siria tres veces.»

20 Eliseo murió, y lo sepultaron. Ese mismo año, unas bandas de bandoleros moabitas incursionaron en el país.

21 Y sucedió que, mientras se enterraba un cadáver, de pronto apareció una banda de esos bandoleros; entonces los enterradores dejaron caer el cadáver en el sepulcro de Eliseo, y en cuanto el cadáver tocó los huesos de Eliseo, cobró vida y se puso de pie.

22 El rey Jazael de Siria afligió a Israel durante todo el reinado de Joacaz.

23 Pero el Señor vio esto y tuvo misericordia; se compadeció de su pueblo por causa de su pacto con Abrahán, Isaac y Jacob, y no quiso destruirlos ni arrojarlos de su presencia, hasta el día de hoy.

24 A la muerte del rey Jazael de Siria, reinó en su lugar su hijo Ben Adad.

25 Entonces Joás hijo de Joacaz retomó las ciudades que Jazael le había ganado en combate a Joacaz, su padre. Tres veces derrotó Joás a Ben Adad hijo de Jazael, y así recuperó las ciudades para Israel.

2 Reyes 14

Reinado de Amasías

1 Joás hijo de Joacaz tenía dos años de reinar en Israel cuando Amasías hijo de Joás comenzó a reinar en Judá.

2 Amasías tenía entonces veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre se llamaba Yoadán, y era de Jerusalén.

3 Amasías hizo lo recto a los ojos del Señor, como lo había hecho Joás, su padre, aunque no como su antepasado David.

4 Sin embargo, los altares en los montes no fueron quitados, pues el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en esos altares.

5 Cuando Amasías se afirmó en el trono, mató a los siervos que habían dado muerte al rey, su padre,

6 pero no mató a los hijos de éstos, con lo que cumplió lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde el Señor claramente dice: «No se matará a los padres por culpa de los hijos, ni a los hijos por culpa de los padres, sino que cada uno morirá por causa de su propio pecado.»

7 Amasías también mató a diez mil edomitas en el valle de la sal, y en una batalla conquistó Sela, y la llamó Yoctel, que hasta el día de hoy es su nombre.

8 En cierta ocasión, Amasías envió mensajeros para desafiar al rey Joás de Israel, que era hijo de Joacaz y nieto de Jehú. El mensaje decía:

«Ven, para que nos veamos las caras.»

9 El rey Joás de Israel respondió al rey Amasías de Judá con esta parábola:

«Una vez, en las montañas del Líbano, un cardo envió a decir al cedro: “Dale tu hija a mi hijo, para que sea su mujer.” Pero pasaron las fieras del Líbano, y pisotearon el cardo.

10 Es verdad que has derrotado a Edom, y que el corazón se te ha hinchado; por mí, puedes seguir vanagloriándote, pero dentro de tu casa. ¿Para qué meterte en problemas? ¿Quieres que tú y Judá salgan derrotados?»

11 Amasías no se dio por aludido. Entonces el rey Joás de Israel se puso en marcha a Bet Semes, que está en Judá, y allí se vieron las caras el rey Amasías de Judá y él.

12 Y los de Judá fueron derrotados por los de Israel, y todos salieron huyendo a su campamento.

13 En Bet Semes, el rey Joás de Israel tomó cautivo al rey Amasías de Judá, que era hijo de Joás y nieto de Ocozías. Luego se dirigió a Jerusalén y derribó ciento ochenta metros de su muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la esquina;

14 se llevó todo el oro y la plata, y todos los utensilios que fueron hallados en el templo del Señor y en los tesoros del palacio real, tomó como rehenes a los hijos del rey, y después de eso volvió a Samaria.

15 Los demás hechos de Joás, y sus hazañas, y su lucha contra el rey Amasías de Judá, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

16 Cuando Joás fue a reunirse con sus antepasados, fue sepultado en Samaria, junto con los reyes de Israel. En su lugar reinó su hijo Jeroboán.

17 Después de la muerte de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años.

18 Los demás hechos de Amasías, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

19 Como en Jerusalén hubo quienes conspiraron contra él, huyó a Laquis; pero fue perseguido hasta Laquis, y allá lo mataron.

20 Luego lo trajeron en caballos, y lo sepultaron en Jerusalén, la ciudad de David, junto con sus antepasados.

21 Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Azarías, que tenía dieciséis años, y lo proclamaron rey en lugar de Amasías, su padre.

22 Después de que el rey se reunió con sus antepasados, Azarías reconstruyó Elat y la restituyó a Judá.

Reinado de Jeroboán II

23 Amasías hijo de Joás tenía quince años de reinar sobre Judá cuando Jeroboán hijo de Joás comenzó a reinar sobre Israel, y reinó cuarenta y un años en Samaria.

24 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor, y no se apartó de todos los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

25 Conforme a la palabra que el Señor, Dios de Israel, pronunció por medio de su siervo Jonáshijo de Amitay, el profeta de Gat Jéfer, Jeroboán restauró los límites de Israel, desde la entrada de Jamat hasta el mar del Arabá.

26 Y es que el Señor vio que Israel sufría una amarga aflicción, y que no había siervo ni libre, ni nadie que ayudara a Israel.

27 Además, el Señor no había determinado borrar de este mundo el nombre de Israel; por eso los salvó por medio de Jeroboán hijo de Joás.

28 Los demás hechos de Jeroboán, y todas sus obras y hazañas, y todas las batallas que libró, y cómo restituyó Damasco y Jamat, que habían pertenecido a Judá, al dominio de Israel, todo eso se halla registrado en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

29 Cuando Jeroboán se reunió con sus antepasados, los reyes de Israel, en su lugar reinó su hijo Zacarías.

2 Reyes 15

Reinado de Azarías

1 Jeroboán tenía veintisiete años de reinar sobre Israel cuando Azarías hijo de Amasías comenzó a reinar sobre Judá.

2 Azarías tenía entonces dieciséis años, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jecolías, y era de Jerusalén.

3 Azarías hizo lo recto a los ojos del Señor, tal y como lo había hecho Amasías, su padre.

4 Sin embargo, no se quitaron los altares en los montes, sino que el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en esos altares.

5 Pero el Señor hirió al rey con lepra, y estuvo leproso hasta el día de su muerte. Vivía en una casa aparte, y su hijo Yotán estaba a cargo del palacio y de gobernar al pueblo.

6 Los demás hechos de Azarías, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

7 Cuando Azarías fue a reunirse con sus antepasados,lo sepultaron en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Yotán.

Reinado de Zacarías

8 Azarías tenía treinta y ocho años de reinar sobre Judá cuando Zacarías hijo de Jeroboán comenzó a reinar sobre Israel, y reinó seis meses.

9 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor, tal y como lo habían hecho sus antepasados, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

10 Salún hijo de Jabés conspiró contra él, y en presencia de su pueblo le quitó la vida y reinó en su lugar.

11 Los demás hechos de Zacarías se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

12 Con su muerte se cumplió lo que el Señor le había anunciado a Jehú, cuando le dijo: «Tus hijos ocuparán el trono de Israel hasta la cuarta generación.»Y así fue.

Reinado de Salún

13 Uzías tenía treinta y nueve años de reinar sobre Judá cuando Salún hijo de Jabés comenzó a reinar en Samaria, pero reinó sólo un mes

14 porque Menajén hijo de Gadi salió de Tirsa para atacar a Samaria. En el ataque, Menajén hirió de muerte a Salún, y entonces reinó en su lugar.

15 Los demás hechos de Salún, y la conspiración que tramó, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

16 Menajén saqueó la ciudad de Tifesaj, y mató a todos los que estaban allí y en los alrededores, comenzando por la ciudad de Tirsa. Como no le habían abierto las puertas, saqueó la ciudad y abrió en canal a todas las mujeres que estaban embarazadas.

Reinado de Menajén

17 Azarías tenía treinta y nueve años de reinar sobre Judá cuando Menajén hijo de Gadi comenzó a reinar sobre Israel, y reinó diez años en Samaria.

18 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor. Durante todo su reinado no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

19 El rey Pul de Asiria llegó y atacó el país, y Menajén le entregó treinta y tres mil kilos de plata para que le ayudara a confirmarse en el trono.

20 Este dinero lo impuso Menajén como tributo sobre Israel. Todos los poderosos y opulentos tuvieron que dar cincuenta monedas de plata cada uno, para entregárselas al rey de Asiria; así el rey de Asiria no puso un pie en el país, sino que se retiró.

21 Los demás hechos de Menajén, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

22 Cuando Menajén fue a reunirse con sus antepasados, en su lugar reinó su hijo Pecajías.

Reinado de Pecajías

23 Azarías tenía cincuenta años de reinar sobre Judá cuando Pecajías hijo de Menajén comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años en Samaria.

24 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

25 Pecaj hijo de Remalías, que era uno de sus capitanes, conspiró contra él y, apoyado por Argob y Arie, más cincuenta galaaditas, le quitó la vida en el palacio real de Samaria, y reinó en su lugar.

26 Los demás hechos de Pecajías, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Reinado de Pecaj

27 Azarías tenía cincuenta y dos años de reinar sobre Judá cuando Pecaj hijo de Remalías comenzó a reinar sobre Israel, y reinó veinte años en Samaria.

28 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

29 En los días del rey Pecaj de Israel, el rey Tiglat Piléser de Asiria llegó y tomó las ciudades de Iyón, Abel Betmacá, Yanoja, Cedes, Jazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí, y a sus habitantes los llevó cautivos a Asiria.

30 Yotán hijo de Uzías tenía veinte años de reinar cuando Oseas hijo de Elá conspiró contra Pecaj hijo de Remalías, y le quitó la vida y reinó en su lugar.

31 Los demás hechos de Pecaj, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Reinado de Yotán

32 Yotán hijo de Uzías comenzó a reinar sobre Judá cuando Pecaj hijo de Remalías tenía dos años de reinar sobre Israel.

33 Cuando Yotán comenzó a reinar, tenía veinticinco años, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jerusa, y era hija de Sadoc.

34 Y Yotán hizo lo recto a los ojos del Señor, pues se condujo tal y como lo había hecho Uzías, su padre,

35 y además construyó la puerta más alta del templo del Señor. Sin embargo, no fueron quitados los altares de los montes, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.

36 Los demás hechos de Yotán, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

37 Por esos días, el Señor comenzó a enviar contra Judá al rey Resín de Siria, y a Pecaj hijo de Remalías.

38 Y cuando Yotán fue a reunirse con sus antepasados, fue sepultado con ellos en la ciudad de su antepasado David, y en su lugar reinó su hijo Ajaz.

2 Reyes 16

Reinado de Ajaz

1 Pecaj hijo de Remalías tenía diecisiete años de reinar sobre Israel cuando Ajaz hijo de Yotán comenzó a reinar sobre Judá.

2 Cuando comenzó a reinar, Ajaz tenía veinte años, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Pero a diferencia de su antepasado David, no hizo lo recto a los ojos del Señor su Dios,

3 sino que siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, llegando incluso a sacrificar en el fuego a su hijo, según las repugnantes prácticas de las naciones que el Señor echó de la presencia de los hijos de Israel.

4 También ofreció sacrificios y quemó incienso en los altares de los montes, y en las colinas, y bajo la sombra de todo árbol frondoso.

5 Entonces el rey Resín de Siria y el rey de Israel, Pecaj hijo de Remalías, le declararon la guerra a Ajaz y sitiaron la ciudad de Jerusalén, pero no pudieron conquistarla.

6 Fue entonces cuando el rey de Edom recobró Elat para Edom, y expulsó de allí a los hombres de Judá. Entonces los edomitas vinieron a Elat, y hasta el día de hoy viven allí.

7 Ajaz envió embajadores al rey Tiglat Piléser de Asiria, con este mensaje:

«Yo soy tu siervo. Soy también tu hijo. Ven a defenderme del rey de Siria y del rey de Israel, que se han levantado en armas contra mí.»

8 Además, Ajaz tomó la plata y el oro que había en el templo del Señor y en los tesoros del palacio real, y se lo envió al rey de Asiria como un presente.

9 El rey de Asiria respondió a su llamado, pues vino y atacó Damasco, y la tomó y se llevó cautivos a los habitantes de Quir. A Resín le quitó la vida.

10 Después el rey Ajaz fue a Damasco para encontrarse con el rey Tiglat Piléser de Asiria. Allí el rey Ajaz se fijó en el altar que estaba en Damasco, y le envió al sacerdote Urías el diseño y la descripción exacta de ese altar.

11 Y mientras el rey Ajaz volvía de Damasco, el sacerdote Urías construyó el altar, tal y como el rey Ajaz lo había descrito desde Damasco.

12 Cuando el rey volvió de Damasco y vio el altar, se acercó a éste y ofreció sacrificios allí.

13 Presentó su holocausto y su ofrenda, y derramó sus libaciones, y esparció sobre el altar la sangre de sus sacrificios de paz;

14 luego, mandó quitar el altar de bronceque estaba en la parte delantera del templo del Señor, entre el altar y el templo, y lo puso al norte del nuevo altar.

15 Entonces el rey Ajaz ordenó al sacerdote Urías:

«En el altar grande quemarás el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, más el holocausto y la ofrenda del rey, lo mismo que el holocausto y la ofrenda y libaciones de todo el pueblo; sobre él esparcirás toda la sangre del holocausto y toda la sangre del sacrificio. Pero el altar de bronce será mío, para que yo consulte a Dios en él.»

16 Y el sacerdote Urías hizo todo tal y como el rey Ajaz se lo mandó.

17 El rey Ajaz desmontó los tableros de las bases, y les quitó las fuentes; quitó también el mar que estaba sobre los bueyes de bronce,y lo puso sobre una base de piedra.

18 Por causa del rey de Asiria quitó también del templo del Señor el pórtico para los días de reposo, que se había construido en el templo, lo mismo que el pasadizo exterior del rey.

19 Los demás hechos y obras de Ajaz, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

20 Cuando el rey Ajaz fue a reunirse con sus antepasados,fue sepultado con ellos en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Ezequías.

2 Reyes 17

Caída de Samaria y cautiverio de Israel

1 Ajaz tenía doce años de reinar sobre Judá cuando Oseas hijo de Elá comenzó a reinar sobre Israel, y reinó nueve años en Samaria.

2 Pero hizo lo malo a los ojos del Señor, aunque no como los reyes de Israel anteriores a él.

3 El rey Salmanasar de Asiria llegó y lo atacó, y Oseas fue hecho su siervo, y se le obligó a pagar tributo.

4 Pero Oseas envió embajadores al rey So de Egipto, y dejó de pagar tributo al rey de Asiria, como lo hacía cada año; y cuando el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba contra él, mandó aprehenderlo y lo mantuvo cautivo en la cárcel.

5 Luego, el rey de Asiria invadió todo el país y durante tres años mantuvo sitiada a Samaria.

6 A los nueve años del reinado de Oseas el rey de Asiria capturó Samaria y a los israelitas se los llevó cautivos a Asiria, y los dejó en Jalaj y en Jabor, junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos.

7 Y es que los hijos de Israel pecaron contra el Señor su Dios, que los libró del poder del rey de Egipto, y rindieron culto a dioses ajenos;

8 imitaron las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado de la presencia de los israelitas, y siguieron las malas prácticas de los reyes de Israel.

9 Los israelitas practicaron en secreto cosas que el Señor su Dios no aprobaba; construyeron altares en los montes de todas sus ciudades, y hasta en las torres de las atalayas y en las ciudades fortificadas;

10 erigieron estatuas e imágenes de Asera en toda alta colina y bajo todo árbol frondoso,

11 y en todos los altares de los montes quemaron incienso, como lo hacían las naciones que el Señor había expulsado de su presencia, y provocaron la ira del Señor con las maldades que cometían.

12 Rindieron culto a los ídolos, de los cuales el Señor les había advertido: «Ustedes no deben hacer tales cosas.»

13 El Señor amonestó a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y de todos los videntes. Les dijo:

«Apártense de sus malos caminos. Obedezcan mis mandamientos y mis ordenanzas, y sigan todas las leyes que yo prescribí a sus antepasados, y que les he dado a conocer por medio de mis siervos los profetas.»

14 Pero ellos, lejos de obedecer, se encapricharon como antes se encapricharon sus antepasados, los cuales no creyeron en el Señor su Dios.

15 Desecharon los estatutos del Señor y el pacto que había hecho con sus antepasados, así como los testimonios que él les había prescrito, y siguieron a los dioses falsos, con lo que ellos mismos perdieron valor, y siguieron a las naciones a su alrededor, a pesar de que el Señor les había mandado que no las imitaran.

16 Abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios, se hicieron imágenes fundidas de dos becerros,y también imágenes de Asera, y adoraron a todo el ejército de los cielos y rindieron culto a Baal.

17 Incluso llegaron a ofrecer como ofrenda quemada a sus hijos y a sus hijas, y se entregaron a practicar la adivinación y los agüeros.Se entregaron a hacer lo malo a los ojos del Señor, y de esa manera provocaron su ira.

18 Por eso el Señor se enojó en gran manera contra Israel, y los alejó de su presencia, y sólo quedó la tribu de Judá.

19 Pero ni siquiera Judá cumplió los mandamientos del Señor su Dios, sino que siguieron los estatutos que Israel mismo se prescribió.

20 Por eso el Señor desechó a toda la descendencia de Israel, y los afligió y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.

21 Cuando el Señor apartó a los israelitas de la dinastía de David, ellos proclamaron como su rey a Jeroboán hijo de Nabat, y Jeroboán apartó a Israel de la obediencia al Señor y los hizo cometer grandes pecados.

22 Los israelitas cometieron todos los pecados que cometió Jeroboán, sin apartarse de ellos,

23 hasta que el Señor apartó de su presencia a Israel, tal y como él lo había anunciado por medio de todos los profetas, sus siervos. Fue así como Israel fue llevado cautivo a Asiria, hasta el día de hoy.

Asiria puebla de nuevo a Samaria

24 Entonces el rey de Asiria trajo a las ciudades de Samaria gente de Babilonia, de Cutá, de Avá, de Jamat y de Sefarvayin, para que las habitaran en lugar de los israelitas. Y así, estos extranjeros tomaron posesión de Samaria y habitaron en sus ciudades.

25 Al principio, cuando comenzaron a habitar esas ciudades, como ellos no servían al Señor, el Señor envió contra ellos leones para que los mataran.

26 Entonces ellos le dijeron al rey de Asiria:

«Las gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no reconocen la ley del Dios de aquella tierra, y como no la reconocen, su Dios ha lanzado leones en medio de ellos, y los leones los matan.»

27 Entonces el rey de Asiria ordenó:

«Lleven de vuelta a alguno de los sacerdotes que trajeron de allá, y déjenlo vivir allí, para que les enseñe la ley del Dios del país.»

28 Y uno de los sacerdotes que había sido llevado cautivo de Samaria, vino y habitó en Betel, y les enseñó cómo debían servir al Señor.

29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los santuarios que los de Samaria habían levantado en los montes, cada nación en la ciudad donde habitaba.

30 Los de Babilonia hicieron imágenes de Sucot Benot, los de Cutá hicieron imágenes de Nergal, y los de Jamat hicieron imágenes de Asima.

31 Los aveos hicieron imágenes de Nibejaz y de Tartac, y los de Sefarvayin adoraban a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvayin, ofreciendo a sus hijos como sacrificios por fuego.

32 Pero esta gente también rendía culto al Señor, así que del bajo pueblo designaron sacerdotes para que ministraran en los altares de los montes, y éstos ofrecían los sacrificios de esa gente en esos santuarios.

33 Rendían culto al Señor, pero también honraban a sus dioses, como acostumbraban hacerlo las naciones de donde habían sido tomados.

34 Hasta el día de hoy, esta gente hace lo que siempre hizo: ni temen al Señor, ni cumplen sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen lo que la ley y los mandamientos del Señor mandan hacer a los hijos de Jacob, cuyo nombre fue cambiado por el de Israel.

35 Con los israelitas el Señor hizo un pacto, y claramente les ordenó:

«Ustedes no temerán a otros dioses, ni los adorarán, ni les servirán, ni les ofrecerán sacrificios.

36 Sólo me temerán a mí, el Señor, que con gran poder y con brazo extendido los saqué de Egipto. Sólo a mí me temerány adorarán, y ofrecerán sacrificios.

37 Siempre tendrán cuidado de poner por obra los estatutos, derechos, leyes y mandamientos que yo les di por escrito. No temerán a dioses ajenos.

38 No olvidarán el pacto que yo hice con ustedes, ni temerán a dioses ajenos;

39 me temerán a mí, el Señor su Dios, y yo los libraré del poder de todos sus enemigos.»

40 Pero ellos no escucharon, sino que siguieron practicando sus costumbres antiguas.

41 Esos pueblos temieron al Señor y, al mismo tiempo, sirvieron a sus ídolos. También sus hijos y sus nietos siguieron las prácticas de sus antepasados, y así lo hacen hasta el día de hoy.

2 Reyes 18

Reinado de Ezequías

1 Oseas hijo de Elá tenía tres años de reinar sobre Israel cuando Ezequías hijo de Ajaz, comenzó a reinar sobre Judá.

2 Tenía entonces veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abí, y era hija de Zacarías.

3 Ezequías hizo lo recto a los ojos del Señor, como antes lo había hecho David su padre.

4 Quitó los altares de los montes y despedazó las imágenes, cortó los símbolos de Asera y destruyó la serpiente de bronce que había hecho Moisés,a la que hasta entonces los israelitas le quemaban incienso, y la llamó Nejustán.

5 Ezequías puso su esperanza en el Señor, Dios de Israel, y ni antes ni después de él hubo otro rey como él entre todos los reyes de Judá,

6 pues siguió al Señor y no se apartó de él; al contrario, obedeció los mandamientos que el Señor le prescribió a Moisés.

7 El Señor estaba con Ezequías. Adondequiera que él iba, tenía éxito. Se rebeló contra el rey de Asiria, y no se puso a su servicio.

8 Además, combatió a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, y desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada.

Caída de Samaria

9 En el séptimo año del reinado de Oseas hijo de Elá sobre Israel, que era el cuarto año del reinado del rey Ezequías de Judá, el rey Salmanasar de Asiria atacó la ciudad de Samaria y la sitió.

10 Tres años después logró conquistarla. En el año sexto del reinado de Ezequías, que era el noveno año del reinado de Oseas sobre Israel, Samaria fue conquistada.

11 El rey de Asiria hizo prisioneros a los israelitas, y los llevó cautivos a Asiria. Los puso en las ciudades de Jalaj y Jabor, junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos.

12 Y es que los israelitas no obedecieron a la voz del Señor, su Dios, sino que faltaron a su pacto. No lo obedecieron, ni pusieron por obra todo lo que Moisés, el siervo del Señor, había mandado.

Senaquerib invade a Judá

13 En el año catorce del reinado de Ezequías, el rey Senaquerib de Asiria atacó todas las ciudades fortificadas de Judá, y las conquistó.

14 Y el rey Ezequías de Judá envió a decirle al rey de Asiria, que estaba en Laquis:

«He pecado. Aléjate de mí, y yo haré todo lo que me impongas.»

El rey de Asiria impuso al rey Ezequías de Judá un tributo de nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa kilos de oro,

15 y Ezequías entregó toda la plata que había en el templo del Señor y en los tesoros del palacio real.

16 Además, removió el oro de las puertas y quiciales del templo del Señor, que el mismo rey Ezequías había recubierto de oro, y se lo entregó al rey de Asiria.

17 Después el rey de Asiria envió desde Laquis un gran ejército contra el rey Ezequías. Venía comandado por el Tartán, el Rabsaris y el Rabsaces, y éstos vinieron y atacaron a Jerusalén. Cuando llegaron, acamparon junto al acueducto del estanque de arriba, en dirección al Campo del Lavador.

18 Allí, llamaron al rey, pero salieron a hablar con ellos el mayordomo Eliaquín hijo de Hilcías, el escriba Sebna, y el canciller Yoaj hijo de Asaf.

19 Y el Rabsaces les dijo:

«Vayan y díganle a Ezequías que así dice el gran rey de Asiria: “¿Qué base tienes para estar tan confiado?

20 Sin base alguna, aseguras contar con planes y fuerzas para declararme la guerra. ¿Pero cuál es tu apoyo para rebelarte contra mí?

21 Tú confías en Egipto, que no es más que un roto bastón de caña. Si te apoyas en ese bastón, acabarás con la mano atravesada. Eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían.

22 Y si ustedes me dicen que confían en el Señor, su Dios, ¿acaso no es el mismo Dios cuyos altares Ezequías quitó, ordenando a Judá y a Jerusalén adorar solamente delante del altar de Jerusalén, que él mando hacer?”

23 »Ezequías, yo te sugiero que le des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, que ha dicho: “Yo te daré dos mil caballos, si tú tienes otros tantos jinetes para que los monten.”

24 Aunque confíes en Egipto, y en sus carros de guerra y en su caballería, no podrás hacerle frente al menor de los capitanes de mi señor.

25 ¿Acaso crees que he venido aquí sin que el Señor me haya ordenado destruirlo? El Señor me ha dicho: “Ataca a ese país y destrúyelo.”»

26 Eliaquín hijo de Hilcías, y Sebna y Yoaj, le dijeron al Rabsaces:

«Por favor, háblanos en arameo, que nosotros lo entendemos. No nos hables en la lengua de Judá, que el pueblo que está sobre la muralla te va a escuchar.»

27 Pero el Rabsaces les contestó:

«¿Y acaso mi señor me ha enviado a decirles esto a ustedes y a su amo, y no a la gente que está sobre la muralla, expuestos como están a comerse, lo mismo que ustedes, su propio excremento y a beberse su propia orina?»

28 Dicho esto, el Rabsaces se levantó y en la lengua de Judá clamó a gran voz:

«¡Escuchen las palabras del gran rey de Asiria!

29 Así ha dicho el rey: “No se dejen engañar por Ezequías, porque él no podrá librarlos de mi mano.

30 No dejen que Ezequías los haga confiar en el Señor, aunque les asegure que el Señor los salvará, y que esta ciudad no será entregada en mis manos.

31 No le hagan caso.”

»Así dice el rey de Asiria: “Hagan las paces conmigo, y salgan a mi encuentro. Coma cada uno de ustedes sus uvas y sus higos; beba cada uno de ustedes el agua de su pozo,

32 hasta que yo venga y los lleve a una tierra como la de ustedes, donde hay trigo y vino, pan y viñas, olivas, aceite y miel. Así no morirán, sino que seguirán con vida. No le hagan caso a Ezequías, que los engaña cuando les dice que el Señor los librará.

33 ¿Acaso alguno de los dioses de las otras naciones ha librado a su tierra de mis manos?

34 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin, Hena, y Guivá? ¿Acaso esos dioses pudieron librar a Samaria de mi mano?

35 ¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado de mi poder a su país, para que el Señor libre de mi mano a Jerusalén?”»

36 Pero el pueblo guardó silencio y no respondió nada, porque el rey había dado órdenes de no responderle.

37 Luego, el mayordomo Eliaquín hijo de Hilcías, el escriba Sebna y el canciller Yoaj hijo de Asaf fueron a ver a Ezequías, y con sus vestiduras rasgadas repitieron lo dicho por el Rabsaces.

2 Reyes 19

Judá es liberado de Senaquerib

1 Cuando el rey Ezequías oyó esto, se rasgó las vestiduras y se vistió de cilicio, y entró en el templo del Señor.

2 Luego ordenó que el mayordomo Eliaquín, el escriba Sebna y los ancianos de los sacerdotes se vistieran también de cilicio, y que fueran a ver al profeta Isaías hijo de Amoz

3 y le dijeran:

«Así ha dicho Ezequías: “Éste es un día de angustia, de reprensión y de blasfemia, pues los hijos están a punto de nacer, y la parturienta ya no tiene fuerzas.

4 Tal vez el Señor tu Dios habrá oído todo lo que ha dicho el Rabsaces, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para blasfemar al Dios viviente y para ofenderlo con sus palabras, las cuales el Señor tu Dios habrá oído. Por lo tanto, eleva una oración por el remanente que aún queda.”»

5 Los siervos del rey Ezequías fueron a hablar con Isaías,

6 y éste les respondió:

«Vayan y digan al rey que así ha dicho el Señor: “No tengas temor por las palabras que has oído, con las que me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.

7 Yo voy a poner un espíritu en él que lo hará oír rumores, y volverá a su tierra, y en su tierra haré que caiga a filo de espada.”»

8 El Rabsaces oyó decir que el rey de Asiria se había ido de Laquis, y cuando volvió adonde éste había estado lo halló combatiendo contra Libna.

9 Como también oyó decir que el rey Tiracá de Etiopía había salido a combatirlo, volvió y envió embajadores a que le dijeran a Ezequías:

10 «No te dejes engañar por el Dios en quien tú confías, y que dice que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria.

11 Tú ya debes saber lo que los reyes de Asiria han hecho con todas las naciones, y cómo las han destruido. ¿Acaso crees que tú podrás escapar?

12 ¿Acaso los dioses de las naciones que mis padres destruyeron pudieron librarlas? Me refiero a Gozán, Jarán, Resef, y a la gente de Edén que estaba en Telasar.

13 ¿Dónde están los reyes de Jamat, Arfad, y de las ciudades de Sefarvayin, Hena y Guivá?»

14 Ezequías tomó las cartas de mano de los embajadores, y después de leerlas subió al templo del Señor y, extendiéndolas delante del Señor,

15 oró en su presencia. Dijo:

«Señor y Dios de Israel, que habitas entre los querubines,sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. ¡Tú hiciste el cielo y la tierra!

16 Inclina, Señor, tu oído, y escucha. Abre, Señor, tus ojos, y mira. Oye las palabras de Senaquerib, que ha mandado blasfemarte a ti, el Dios viviente.

17 Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han destruido naciones y países,

18 y que han lanzado al fuego a sus dioses; pero es que ellos no eran dioses, sino hechura humana de madera y de piedra. ¡Por eso los destruyeron!

19 Pero ahora, Señor y Dios nuestro, ¡sálvanos de su poder! Yo te lo ruego, para que todos los reinos de la tierra sepan que sólo tú, Señor, eres Dios.»

20 Entonces Isaías hijo de Amoz mandó a decir a Ezequías:

«Así ha dicho el Señor, Dios de Israel: “He escuchado lo que me has pedido acerca de Senaquerib, el rey de Asiria.”

21 Y esto es lo que el Señor ha dicho acerca de él: “La virginal hija de Sión te menosprecia y te escarnece. Detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.”

22 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿Contra quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel!

23 Por medio de tus mensajeros has vituperado al Señor, al decir: “Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes y a lo más inaccesible del Líbano, para cortar sus altos cedros y sus mejores cipreses; me he alojado en sus lugares más remotos, en el bosque de sus más fértiles campos.

24 He cavado pozos y bebido aguas ajenas; con las plantas de mis pies he dejado secos todos los ríos de Egipto.”

25 ¿Nunca has oído decir que, hace ya mucho tiempo, yo lo hice, y que desde tiempos pasados lo tengo planeado? Ahora lo he realizado, y tú causarás mucha desolación, y reducirás las ciudades fortificadas a montones de escombros.

26 Sus habitantes, impotentes, se acobardaron y quedaron confundidos. ¡Parecían hierba del campo, verdes hortalizas, paja en los techos, seca antes de tiempo!

27 Yo te conozco muy bien; sé cuándo entras y cuándo sales, y también sé cuánto ruges contra mí.

28 Y porque me has desafiado, y porque me he enterado de tu arrogancia, voy a ponerte un gancho en la trompa y un freno en el hocico, y te haré volver por donde viniste.

29 »A ti, Ezequías, te doy esta señal: Este año, y el siguiente, comerán ustedes lo que crezca por sí mismo, pero el tercer año podrán sembrar y segar, y plantar viñas, y comerán lo que ellas produzcan.

30 Y los sobrevivientes de Judá volverán a echar raíces y tendrán muchos hijos.

31 Porque en Jerusalén y en el monte Sión quedará un remanente que se salvará. Esto lo haré yo, el Señor, por mi gran amor.

32 »Por tanto, así dice el Señor acerca del rey de Asiria: “No entrará en esta ciudad. No lanzará ninguna flecha contra ella, ni se enfrentará a ella con escudos, ni levantará contra ella terraplenes.

33 Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad.

—Palabra del Señor.

34 ”Por mí mismo, y por mi siervo David, yo ampararé a esta ciudad, y la salvaré.”»

35 Y sucedió que esa misma noche el ángel del Señor salió y mató a ciento ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios. Por la mañana, cuando se levantaron, se encontraron con que por todas partes había cadáveres.

36 Entonces el rey Senaquerib de Asiria se fue de regreso a Nínive, y nunca más volvió,

37 pues un día, mientras él adoraba en el templo de Nisroc, su dios, sus hijos Adramelec y Sarezer lo hirieron a filo de espada, y luego huyeron al territorio de Ararat. En su lugar reinó su hijo Esarjadón.