2 Samuel 3

1 La guerra entre las familias de Saúl y de David fue larga, pero mientras que la familia de David se iba fortaleciendo, la de Saúl se iba debilitando.

Los hijos de David nacidos en Hebrón

2 En Hebrón le nacieron hijos a David. Su primogénito fue Amnón, hijo de Ajinoán la jezreelita;

3 el segundo fue Quilab, hijo de Abigaíl, la mujer de Nabal, el de Carmel; el tercero fue Absalón, hijo de Macá, la hija de Talmay, el rey de Gesur;

4 el cuarto fue Adonías, hijo de Jaguit; el quinto fue Sefatías, hijo de Abital;

5 el sexto fue Itreán, hijo de Egla, también mujer de David. Éstos fueron los hijos que le nacieron a David en Hebrón.

Abner pacta con David en Hebrón

6 En la guerra que había entre las familias de Saúl y de David, Abner defendía a la familia de Saúl.

7 Como Saúl había tenido una concubina, la cual se llamaba Rispá y era hija de Ayá, un día Isboset increpó a Abner:

«¿Por qué te has acostado con la concubina de mi padre?»

8 Abner se disgustó por el reclamo de Isboset, y le dijo:

«¿Acaso piensas que soy un simple perro, al servicio de Judá? ¿Yo, que he tratado con misericordia a la familia de Saúl, tu padre, y a sus familiares y amigos? ¿Yo, que no te he puesto en las manos de David? ¡Y ahora vienes a reclamarme por andar con esa mujer!

9 Que el Señor me castigue duramente, y más aún, si no hago con David lo que Dios le prometió

10 y pongo en sus manos el reino de Saúl,y lo confirmo como rey de Israel y de Judá, desde Dan hasta Berseba.»

11 Isboset lo escuchó, y no pudo responderle porque le tenía miedo.

12 Entonces Abner envió mensajeros a David para preguntarle:

«¿De quién es el país? Aquí tienes mi mano. Hagamos un pacto, y me comprometo a hacer que todo Israel te reconozca como rey.»

13 Al oír David esta propuesta, respondió:

«Acepto tu propuesta, con una condición: Cuando vengas a verme, trae contigo a Mical, la hija de Saúl. Si no la traes, mejor no vengas.»

14 Después de esto, David mandó a decir a Isboset, el hijo de Saúl, que le devolviera a Mical, porque era su mujer, pues por ella había entregado cien prepucios de los filisteos.

15 Isboset ordenó entonces que fueran a casa de Paltiel hijo de Lais y le quitaran a Mical.

16 Paltiel se fue llorando tras ella, hasta llegar a Bajurín, pero Abner le ordenó que se regresara a su casa y Paltiel obedeció.

17 Luego, Abner habló con los ancianos de Israel y les dijo:

«Hace tiempo que ustedes procuran que David sea el rey de Israel.

18 Háganlo ahora, porque el Señor ha hablado con él y le ha dicho: “Tú serás el instrumento que yo usaré para librar a mi pueblo del poder de los filisteos y de todos sus enemigos.”»

19 Luego fue y habló con los benjaminitas, y después de eso se dirigió a Hebrón para comunicarle a David que el pueblo de Israel y los benjaminitas estaban de acuerdo.

20 Para visitar a David en Hebrón, Abner se hizo acompañar de veinte hombres, y David les ofreció un banquete a todos ellos.

21 Allí Abner le hizo a David esta promesa:

«Me propongo reunir a todo el pueblo de Israel, para que hagan un pacto contigo y tú reines como lo tienes pensado.»

Entonces David despidió a Abner, y éste partió en paz.

Joab mata a Abner

22 Después de visitar a David, Abner se marchó de Hebrón muy tranquilo. Mientras tanto, Joab y los hombres de David regresaban del campo de batalla con un gran botín,

23 y al llegar a Hebrón le informaron que Abner hijo de Ner había estado con David y que lo había despedido en paz.

24 Entonces Joab se presentó ante David, y le reclamó:

«Supe que Abner vino a visitarte, y que tú lo has dejado ir. ¿Por qué lo hiciste?

25 Tú bien sabes que él sólo ha venido para engañarte y para saber por dónde andas y qué es lo que haces.»

26 En cuanto Joab salió de la presencia de David, sin que David lo supiera mandó un mensaje a Abner, pidiéndole que regresara a Hebrón, aunque Abner ya iba por el pozo de Sira.

27 Cuando Abner volvió, Joab lo llevó aparte, a un lado de la puerta, diciéndole que quería hablar con él en secreto. En realidad, quería vengar la muerte de su hermano Asael, así que le hundió una daga por la quinta costilla, y lo mató.

28 Cuando David lo supo, dijo:

«El Señor es testigo de que mi reino y yo somos inocentes de la muerte de Abner hijo de Ner.

29 ¡Que recaiga un severo castigo sobre Joab y sobre toda la familia de su padre! ¡Que nunca falte en su casa quien padezca flujo de sangre, ni quien sea leproso o inválido, ni quien muera asesinado o sufra de hambre!»

30 Así fue como Joab y su hermano Abisay se vengaron de Abner por haber matado a su hermano Asael durante la batalla de Gabaón.

31 David, por su parte, llamó a Joab y a sus acompañantes, y les dijo:

«Rásguense la ropa y vístanse de cilicio, y guarden luto por la muerte de Abner.»

Y echó a andar, detrás del ataúd.

32 Abner fue sepultado en Hebrón, y el rey y el pueblo lloraron amargamente al lado del sepulcro.

33 Además, el rey honró a Abner al decir:

«¿Por qué, Abner, tuviste que morir como un villano?

34 ¡No tenías las manos atadas, ni los pies encadenados!

¡Caíste traicionado por gente malvada!»

Y el pueblo volvió a llorar junto al sepulcro.

35 Luego, fueron a ver al rey para que comiera algo, pero él dijo:

«Que Dios me castigue, y más aún, si rompo mi promesa de no comer antes de que se ponga el sol.»

36 Cuando el pueblo supo la decisión de David, la celebró, pues todo lo que el rey hacía era del agrado del pueblo.

37 Y ese día el pueblo comprendió que David nada había tenido que ver con la muerte de Abner.

38 Además, David habló con sus hombres y les dijo:

«¿Se dan cuenta de que hoy ha muerto un gran príncipe de Israel?

39 Y yo, aunque me han ungido como rey, reconozco que soy débil y que estos hombres, los hijos de Seruyá, son muy violentos. Que el Señor les dé su merecido a los malvados, como corresponde a su maldad.»

2 Samuel 4

Asesinato de Isboset

1 Cuando Isboset hijo de Saúl supo que habían matado a Abner en Hebrón, se angustió, y todo el pueblo de Israel se llenó de temor.

2 Isboset contaba con dos hombres de su confianza, que estaban al frente de unos grupos de bandoleros; uno de ellos se llamaba Baná, y el otro Recab, y los dos eran hijos de un benjaminita de Berot llamado Rimón. (A Berot se le consideraba parte de la tribu de Benjamín.

3 Los habitantes de Berot habían huido a Guitayin, y hasta la fecha viven allí como forasteros.)

4 Jonatán, el hijo de Saúl, tenía un hijo lisiadoque se llamaba Mefiboset. Cuando llegó a Jezrel la noticia de que Saúl y Jonatán habían muerto, Mefiboset tenía cinco años de edad. Su nodriza, llena de miedo, lo tomó y huyó con él; pero en su huida el niño se le cayó, y por eso quedó lisiado.

5 Un día, los hijos de Rimón el berorita, es decir, Recab y Baná, entraron en la casa de Isboset mientras éste dormía la siesta en su alcoba. Era la hora en que hacía más calor,

6 y la portera de Isboset, que había estado limpiando el trigo, se había quedado dormida. Recab y su hermano Baná aprovecharon esto y se metieron a la casa.

7 Al entrar y ver que Isboset dormía la siesta, lo mataron y le cortaron la cabeza, y llevándosela con ellos caminaron toda esa noche por el camino del Arabá.

8 Luego, al llegar a Hebrón, le entregaron la cabeza al rey David y le dijeron:

«Aquí tienes la cabeza de tu enemigo Isboset, el hijo de Saúl, que te quería matar. En este día el Señor ha permitido a Su Majestad vengarse de Saúl y de su descendencia.»

9 Pero David les respondió:

«Juro por el Señor, que me ha librado de toda angustia,

10 que cuando otro hombre, pensando que me traía buenas noticias, me comunicó que Saúl había muerto, yo lo agarré y, en pago de esa noticia,le di muerte en Siclag.

11 ¡Con más razón haré lo mismo a los malvados que mataron a un inocente mientras dormía en su cama! ¿No creen que debo vengar esa muerte y eliminarlos de este mundo?»

12 Dicho esto, David ordenó a sus siervos que les dieran muerte, y ellos así lo hicieron, y además les cortaron las manos y los pies, y los colgaron junto al estanque de Hebrón; luego tomaron la cabeza de Isboset y la enterraron en el sepulcro de Abner, en Hebrón.

2 Samuel 5

David es proclamado rey de Israel

1 Todas las tribus de Israel se reunieron en torno a David en Hebrón, y dijeron:

«Aquí nos tienes. Por nuestro cuerpo corre la misma sangre que por el tuyo.

2 Ya de tiempo atrás, cuando Saúl aún era nuestro rey, tú salías con nuestros hombres a la guerra y regresabas victorioso. Además, el Señor te ha dicho que tú serás el pastor y príncipe de su pueblo Israel.»

3 Fue así como todos los ancianos de Israel se reunieron en Hebrón con el rey David, y en presencia del Señor éste hizo un pacto con ellos, y ellos lo ungieron como rey.

4 David tenía treinta años cuando comenzó a reinar, y fue rey durante cuarenta años.

5 En Hebrón fue rey de Judá durante siete años y seis meses, y en Jerusalén fue rey de Israel y Judádurante treinta y tres años.

David conquista la fortaleza de Sión

6 El rey salió acompañado de sus soldados, y fue a Jerusalén a pelear contra los jebuseos,que allí vivían. Pero ellos le dijeron a David:

«Tú no entrarás aquí, pues hasta los cojos y los ciegos son capaces de echarte.»

Con eso quisieron decir que David jamás entraría en su ciudad.

7 Sin embargo, David conquistó la fortaleza de Sión, que desde entonces es conocida como «Ciudad de David».

8 Y ese mismo día David dijo:

«Quien quiera matar a los jebuseos, que entre por los canales de agua de la ciudad, y mate también a los cojos y a los ciegos, pues los odio con toda mi alma.»

Desde entonces se dice: «Ni los cojos ni los ciegos pueden entrar en el templo del Señor.»

9 David se quedó a vivir en la fortaleza y le puso por nombre «Ciudad de David», y levantó una muralla alrededor, desde Milo hasta el palacio.

10 Y David fue ganando terreno y haciéndose fuerte, porque contaba con el apoyo del Señor y Dios de los ejércitos.

Jirán envía embajadores a David

11 El rey Jirán de Tiro envió embajadores a David, y junto con ellos mandó madera de cedro y carpinteros y canteros, para que construyeran el palacio de David.

12 Con esto David entendió que el Señor lo confirmaba como rey, y que por causa de su pueblo Israel había engrandecido su reino.

Hijos de David en Jerusalén

13 Después de que David salió de Hebrón, tomó esposas y concubinas y se estableció en Jerusalén. Con ellas tuvo más hijos e hijas.

14 Los hijos que le nacieron en Jerusalén fueron Samúa, Sobab, Natán, Salomón,

15 Ibejar, Elisúa, Nefeg, Jafía,

16 Elisama, Eliada y Elifelet.

David derrota a los filisteos

17 Cuando los filisteos supieron que David había sido coronado rey de Israel, reunieron sus ejércitos y fueron a combatirlo. En cuanto David lo supo, se fue a la fortaleza.

18 Mientras tanto, los filisteos llegaron y se extendieron por el valle de Refayin.

19 Entonces David fue y le preguntó al Señor:

«¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los pondrás en mis manos?»

Y el Señor le respondió:

«Ve y atácalos, porque los voy a poner en tus manos.»

20 Entonces David fue a Baal Perasín, y allí los venció. Por eso dijo: «El Señor se abrió pasoentre las filas enemigas, como si fuera una corriente impetuosa», y llamó a ese lugar «Baal Perasín.»

21 Como al huir los filisteos, abandonaron a sus ídolos, David ordenó que los juntaran y los quemaran.

22 Pero los filisteos volvieron y acamparon en el valle de Refayin.

23 Entonces David consultó al Señor, y el Señor le dijo:

«No ataques de frente. Rodéalos, y atácalos frente a los árboles de bálsamo.

24 Atácalos cuando oigas sobre las copas de los árboles un ruido como de un ejército en marcha, porque el Señor se pondrá en la vanguardia y herirá de muerte al ejército filisteo.»

25 David hizo lo que el Señor le ordenó, e hirió de muerte a los filisteos desde Geba hasta Guézer.

2 Samuel 6

David intenta llevar el arca a Jerusalén

1 David volvió a reunir a todos los mejores soldados de Israel, que sumaban treinta mil.

2 Partió de Baalá de Judá con todo su ejército, para trasladar de allí el arca de Dios, donde se invocaba el nombre del Señor de los ejércitos, que habita entre los querubines.

3 Sacaron el arca de Dios de la casa de Abinadab, que estaba sobre una colina,y la pusieron sobre un carro nuevo al que iban guiando Uzá y Ajió, los hijos de Abinadab.

4 Cuando sacaron de la casa de Abinadab el arca de Dios, Ajió iba delante del carro,

5 mientras que David y todo el pueblo danzaban alegremente delante del Señor, al son de instrumentos musicales de madera de haya, y de arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos.

6 Al llegar a la era de Nacón, los bueyes tropezaron y Uzá estiró la mano para sujetar el arca.

7 Pero el Señor se enojó muchísimo contra Uzá por haberse atrevido a tocar el arca, y allí mismo hirió a Uzá, y éste cayó fulminado.

8 David se puso muy triste de que el Señor hubiera dado muerte a Uzá, y desde entonces aquel lugar se llama «Peres Uzá».

9 David tuvo entonces temor del Señor, y se preguntaba: «¿Cómo puedo pensar en llevarme el arca del Señor?»

10 Entonces ordenó que, en lugar de llevar el arca del Señor a la ciudad de David, la llevaran a la casa de Obed Edom, el de Gat.

11 Y así, el arca del Señor se quedó tres meses en la casa del guitita Obed Edom, y Dios lo bendijo a éste y a toda su familia.

David lleva el arca a Jerusalén

12 Cuando David se enteró de que por causa del arca el Señor había bendecido a Obed Edom y a toda su familia, lleno de alegría llevó el arca a la ciudad de David.

13 Apenas habían dado seis pasos los que llevaban el arca cuando David ofreció en sacrificio un buey y un carnero engordado.

14 Ataviado con un efod de lino, David danzaba con todas sus fuerzas delante del Señor.

15 Lo mismo hacía todo el pueblo de Israel que acompañaba el arca del Señor. Todo era júbilo y sonido de trompetas.

16 Cuando el arca del Señor llegó a la ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, estaba mirando por la ventana, y al ver a David saltar y danzar delante del Señor, sintió por él un profundo desprecio.

17 El arca del Señor fue llevada a una tienda de campaña que David había ordenado levantar, y David ofreció al Señor sacrificios y ofrendas de reconciliación.

18 Luego de ofrecer los sacrificios y las ofrendas de reconciliación, David bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos,

19 y repartió entre el pueblo, hombres y mujeres, un pan, un trozo de carne y una torta de pasas. Después de eso, todo el pueblo se fue, cada uno a su casa.

20 David se dirigió entonces a su casa, para bendecirla,pero Mical salió a recibirlo y le dijo:

«¡Qué bien ha quedado el rey de Israel, al dejar al descubierto sus intimidades frente a las criadas de sus sirvientes! ¡Tal desfachatez sólo es propia de un hombre cualquiera!»

21 Pero David le respondió:

“«Sí, dancé; pero lo hice delante del Señor, porque él me eligió para reinar sobre su pueblo Israel. El Señor me ha preferido a mí, en lugar de tu padre y de toda tu familia.

22 Y aún podría rebajarme más, según tu opinión, pero a los ojos de las criadas que tú mencionas seré objeto de honra.»

23 Y Mical, la hija de Saúl, murió sin llegar a tener hijos de David.

2 Samuel 7

Pacto de Dios con David

1 Tiempo después, cuando ya el rey David habitaba en su palacio y el Señor le había hecho descansar de los enemigos que lo rodeaban,

2 llamó al profeta Natán y le dijo:

«¡Mírame aquí, habitando en un palacio de cedro, mientras el arca de Dios se halla entre simples cortinas!»

3 Y Natán le respondió:

«Pues haz ya todo lo que te has propuesto, que el Señor está contigo.»

4 Pero esa misma noche la palabra del Señor vino a Natán, y le dijo:

5 «Ve y dile de mi parte a mi siervo David: “¿Tú me vas a construir una casa, para que yo la habite?

6 Desde que saqué de Egipto al pueblo de Israel, y hasta la fecha, no he vivido en ninguna casa. Más bien, he estado en tiendas de campaña y en enramadas.

7 En todo el tiempo en que he andado con el pueblo de Israel, hay tribus a las que les he pedido encargarse de apacentar a mi pueblo. ¿Pero acaso le he pedido a alguna de ellas que me construya un palacio de cedro?”

8 »Dile también de mi parte: “Yo, el Señor de los ejércitos, te saqué del redil, y te quité de andar tras las ovejas, para ponerte a gobernar a mi pueblo Israel.

9 Yo he estado contigo por dondequiera que has andado; he destruido a los enemigos que has enfrentado, y te he rodeado de gran fama; ¡te he hecho famoso entre los famosos!

10 Además, ya he preparado para mi pueblo Israel un lugar donde se establezca, para que viva en paz y nadie lo mueva de allí, ni los malvados lo aflijan como antes lo hicieron,

11 cuando puse caudillos al frente de mi pueblo Israel. Yo te prometo que te haré descansar de tus enemigos, y te aseguro que tendrás muchos descendientes.

12 Cuando te llegue el momento de ir a descansar con tus padres, yo elegiré a uno de tus propios hijos y afirmaré su reinado.

13 Será él quien me edifique un templo, y afirmaré su trono para siempre.

14 Yo seré un padre para él, y él me será un hijo.Si se porta mal, lo corregiré como corrige todo padre a sus hijos,

15 pero jamás le negaré mi misericordia, como se la negué a Saúl, a quien quité de tu presencia.

16 Tus descendientes vivirán seguros, y afirmaré tu trono, el cual permanecerá para siempre.”»

17 Y Natán le comunicó a David todas y cada una de estas palabras y de esta visión.

18 Entonces el rey David fue y se presentó ante el Señor, y le dijo:

«Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas encumbrado tanto?

19 Y hasta te parece poco lo que me has dado, Señor y Dios, que me haces mayores promesas para mis descendientes. ¡No hay nadie que actúe como tú, Señor y Dios!

20 ¿Qué más te puedo decir, Señor y Dios, si tú me conoces mejor que nadie?

21 Todas estas maravillas las has realizado conforme a tu palabra, y siguiendo tu corazón, y me las has dado a conocer.

22 ¡Cuán grande eres, Señor y Dios! ¡No hay nadie como tú! Tal y como lo hemos sabido, ¡no hay más Dios que tú!

23 ¿Y qué pueblo puede compararse a Israel, nación tan singular? Tú lo liberaste para hacerlo tu pueblo, le diste un nombre, y en su favor hiciste grandes y terribles proezas, porque lo amas. Tú lo liberaste de Egipto, y de otros pueblos y de sus dioses.

24 Tú hiciste de Israel tu propio pueblo; tú lo hiciste tuyo para siempre. ¡Tú, Señor, eres su Dios!

25 »Ahora, Señor y Dios, confirma para siempre la promesa que me has hecho, a mí y a mi familia, y haz todo lo que has dicho.

26 Que tu gran nombre sea siempre reconocido. Que se diga que tú, Señor de los ejércitos, eres el Dios de Israel, y que los descendientes de tu siervo David siempre estarán en tu presencia.

27 Tú, Señor de los ejércitos y Dios de Israel, le has dado a conocer a este siervo tuyo que afirmarás su descendencia. Por eso este siervo tuyo se atreve a presentarse ante ti y hacerte esta súplica.

28 Tú, Señor y Dios, eres Dios, y tus promesas a este siervo tuyo son verdaderas.

29 Dígnate bendecir a todos mis descendientes, y permite que siempre haya uno de ellos a tu servicio. Tú, Señor, lo has prometido, y con tu bendición será bendecida mi familia para siempre.»

2 Samuel 8

David extiende sus dominios

1 Tiempo después, David peleó contra los filisteos y los derrotó, los hizo sus súbditos y les arrebató Méteg Amá.

2 Peleó también contra los moabitas y, como los derrotó, hizo que se tendieran en el suelo para medirlos con un cordel; a los que quedaban dentro de dos medidas del cordel, los mataba, pero dejaba con vida a los que quedaban dentro de una medida de cordel. Así los moabitas se convirtieron en sus súbditos y tuvieron que pagarle tributo.

3 David también derrotó a Hadad Ezer hijo de Rejob, rey de Soba, cuando éste iba a recuperar su territorio cerca del río Éufrates.

4 David capturó a mil setecientos soldados de caballería y a veinte mil soldados de infantería; a la mayoría de los caballos los desjarretó, pero dejó suficientes para tirar de cien carros.

5 Los sirios llegaron de Damasco en ayuda de Hadad Ezer, pero David también los derrotó y mató a veintidós mil de ellos.

6 Luego, puso guarniciones en Siria de Damasco y sometió a los sirios y les impuso tributo. Y por dondequiera que David iba, el Señor lo ayudaba.

7 A los soldados de Hadad Ezer que capturó, David les quitó sus escudos de oro y los llevó a Jerusalén.

8 Además, el rey David les quitó gran cantidad de bronce a Betaj y a Berotay, que eran ciudades de Hadad Ezer.

9 Cuando Toy, el rey de Jamat, se enteró de que David había derrotado al ejército de Hadad Ezer,

10 envió a su hijo Jorán para que visitara al rey David y le llevara saludos de paz y felicitaciones por haber vencido a Hadad Ezer, que era su enemigo. Como obsequio, Jorán le entregó utensilios de plata, oro y bronce,

11 que David aceptó y juntó con el oro y la plata que les había quitado a las naciones que había sometido, y todo se lo dedicó al Señor.

12 Todo eso era el botín arrebatado a los sirios, los moabitas, los amonitas, los filisteos y los amalecitas, y a Hadad Ezer hijo de Rejob, rey de Soba.

13 Así fue como David ganó fama. Y cuando regresaba de derrotar a los sirios, luchó contra los edomitas en el valle de la sal,y allí acabó con dieciocho mil soldados de ellos.

14 Por todo Edom puso guarnición, y los edomitas se convirtieron en súbditos de David. En todas las batallas el Señor estaba con David, y siempre le daba la victoria.

Oficiales de David

15 David reinó sobre todo Israel, impartiendo justicia y equidad entre su pueblo.

16 Joab hijo de Seruyá era el general de su ejército, y Josafat hijo de Ajilud era su cronista.

17 Sadoc hijo de Ajitob, y Ajimélec hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Seraías era su secretario personal;

18 Benaías hijo de Joyadá estaba al mando de los cretenses y peleteos; y los hijos de David eran sacerdotes.

2 Samuel 9

Bondad de David hacia Mefiboset

1 Un día David preguntó:

«¿Queda todavía alguno de los descendientes de Saúl? En memoria de mi amigo Jonatán, quiero darle muestras de mi bondad.»

2 Entonces llamaron a Sibá, que había sido siervo de la familia de Saúl, para que se presentara ante el rey David. Cuando Sibá se presentó ante David, éste le preguntó:

«¿Así que tú eres Sibá?»

Y éste respondió:

«Así es. Para servirte.»

3 El rey preguntó:

«¿Queda algún descendiente de Saúl, a quien yo pueda darle muestras de bondad en nombre del Señor?»

Sibá le respondió que aún quedaba un hijo de Jonatán, pero que estaba lisiado de ambos pies.

4 El rey le preguntó dónde estaba, y Sibá le respondió que estaba en Lodebar, en casa de Maquir hijo de Amiel.

5 Entonces David ordenó que fueran por él, y lo llevaron de la casa de Maquir a su presencia.

6 Cuando Mefiboset, hijo de Jonatán y nieto de Saúl, llegó ante el rey David, se inclinó con mucha reverencia. Entonces el rey le preguntó:

«¿Así que tú eres Mefiboset?»

Y éste contestó:

«Aquí me tienes, para servirte.»

7 Y David le dijo:

«No tengas miedo, que por el gran aprecio que le tenía a tu padre voy a tratarte con mucha bondad; voy también a devolverte las tierras que fueron de tu abuelo Saúl, y desde hoy te vas a sentar a mi mesa.»

8 Mefiboset volvió a inclinarse ante el rey, y le dijo:

«¿Pero quién soy yo? ¡Este siervo tuyo no es más que un perro muerto!»

9 Entonces el rey llamó a Sibá, el siervo de Saúl, y le dijo:

«Hoy le he devuelto al hijo de tu señor todas las posesiones de Saúl y de su familia.

10 Tú, y tus hijos y tus sirvientes se encargarán de labrar sus tierras y de almacenar los frutos, para que no le falte comida a Mefiboset, el hijo de tu señor, aunque él tiene un lugar en mi mesa y comerá conmigo.»

Sibá, que tenía quince hijos y veinte sirvientes,

11 le respondió al rey:

«Yo cumpliré fielmente todo lo que mi señor el rey me ha dicho.»

Por su parte, el rey David reiteró que Mefiboset comería con él, como si fuera uno de sus hijos.

12 Mefiboset tenía un hijo pequeño que se llamaba Micaía, y toda la familia de Sibá estaba al servicio de Mefiboset.

13 Y como Mefiboset estaba lisiado de ambos pies, vivía en Jerusalén y siempre comía a la mesa del rey.

2 Samuel 10

Derrotas de amonitas y sirios

1 Después de esto, murió el rey de los amonitas, y subió al trono su hijo Janún.

2 Y David pensó: «Voy a tratar al hijo de Najás, con la misma buena voluntad con que su padre me trató a mí.» Envió entonces una comisión para consolar a Janún por la muerte de su padre, pero cuando los enviados de David llegaron al territorio amonita,

3 los jefes del pueblo le dijeron a Janún:

«¿De veras crees que David te envía mensajeros para consolarte y honrar a tu padre? ¡No! Ha enviado a esa gente como espías, para que inspeccionen la ciudad y luego puedan destruirla.»

4 Entonces Janún arrestó a los mensajeros de David, les rasuró la mitad de la barba, les rasgó la ropa hasta abajo de la cintura, y los envió de regreso semidesnudos.

5 Cuando David supo esto, mandó sirvientes a recibirlos, pues ellos estaban muy avergonzados. Por eso el rey les permitió que se quedaran en Jericó hasta que les creciera la barba, después de lo cual podrían volver.

6 Los amonitas se dieron cuenta de que se habían ganado la enemistad de David, así que contrataron a veinte mil soldados sirios de Bet Rejob y de Soba, mil soldados del rey de Macá y doce mil de Istob.

7 Y cuando David lo supo, envió a Joab con sus soldados más valientes a combatirlos.

8 Entonces los amonitas se prepararon para la batalla a las puertas de la ciudad, mientras que los sirios de Soba, de Rejob, de Istob y de Macá se alinearon en el campo.

9 Cuando Joab vio que la batalla se libraría de frente y por la retaguardia, hizo una selección de los mejores guerreros y se preparó en orden de batalla para luchar contra los sirios.

10 Al ejército restante lo puso en manos de su hermano Abisay, y lo alineó para encontrarse con los amonitas.

11 Y le dijo:

«Si ves que los sirios nos van ganando, vendrás en nuestra ayuda; y si los amonitas te van ganando, nosotros iremos en tu ayuda.

12 Vamos a luchar con todas nuestras fuerzas por el pueblo de Israel, por todas las ciudades de nuestro Dios, y que el Señor haga lo que mejor le parezca.»

13 Cuando Joab y sus soldados arremetieron contra los sirios, éstos salieron huyendo de Joab y del ejército israelita.

14 Y cuando los amonitas vieron que el ejército sirio huía, también ellos huyeron de Abisay y sus hombres, y se refugiaron en la ciudad. Así terminó la batalla, y Joab regresó a Jerusalén.

15 Pero los sirios, al verse derrotados por el ejército israelita, volvieron a reagruparse.

16 Entonces Hadad Ezer mandó traer a los sirios que estaban al otro lado del río Éufrates, y llegaron a Jelán comandados por Sobac, general del ejército de Hadad Ezer.

17 David supo de estos movimientos y reunió a todo el ejército de Israel, y juntos cruzaron el Jordán para llegar a Jelán. Cuando los sirios los vieron, se formaron en orden de batalla y pelearon contra David y su ejército.

18 Pero el ejército sirio fue vencido y huyó de los israelitas, y ese día David mató a los soldados sirios que conducían setecientos carros, y a cuarenta mil hombres de caballería. Allí murió también Sobac, general del ejército sirio.

19 Y cuando los reyes que ayudaban a Hadad Ezer vieron cómo habían sido derrotados sus ejércitos, firmaron la paz con Israel y se hicieron sus súbditos, y desde entonces los sirios se abstuvieron de ayudar a los amonitas.

2 Samuel 11

David y Betsabé

1 Al año siguiente, en el tiempo en que los reyes salen a la guerra, David envió a Joab y a sus siervos, y a todo el ejército de Israel, a combatir a los amonitas, a los que vencieron luego de ponerle sitio a la ciudad de Rabá. David se quedó en Jerusalén,

2 y un día por la tarde, mientras se paseaba por la azotea de su palacio después de la siesta, vio desde allí a una mujer muy hermosa, que se estaba bañando.

3 Al preguntar quién era ella, le dijeron que se llamaba Betsabé, y que era hija de Elián y esposa de Urías el hitita.

4 Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia, y ella se presentó ante él, y él la tomó y se acostó con ella. Después de tener relaciones, ella se purificó y regresó a su casa.

5 Pero Betsabé quedó embarazada y, cuando se dio cuenta, se lo hizo saber a David.

6 Entonces David envió un mensaje a Joab, ordenándole que hiciera volver a Urías el hitita. Joab cumplió sus órdenes,

7 y cuando Urías se presentó ante David, éste le preguntó cómo estaban Joab y los soldados, y cómo se iba desarrollando la guerra.

8 Después de eso, David le dijo a Urías:

«Vete a tu casa, y ponte cómodo.»

En cuanto Urías salió del palacio, David le envió un regalo especial de su mesa.

9 Pero Urías no se fue a su casa, sino que pasó la noche a las puertas del palacio real, en compañía de los siervos del rey.

10 Cuando le dijeron a David que Urías no había dormido en su casa, el rey lo llamó y le preguntó:

«¡Tú has tenido un viaje largo! ¿Por qué no fuiste a dormir a tu casa?»

11 Y Urías le respondió:

«¿Podría yo entrar en mi casa, y comer y beber, y dormir con mi mujer, mientras el arca del Señor está en una tienda de campaña, y mientras mi señor Joab y los ejércitos de Israel y de Judá, y los siervos del rey, duermen en el campo? ¡Juro por la vida de Su Majestad que jamás haré algo así!»

12 Entonces David le dijo a Urías:

«Quédate todavía hoy, y mañana te enviaré de nuevo al campo de batalla.»

Y Urías se quedó en Jerusalén ese día y el siguiente,

13 y David lo invitó a comer y a beber, hasta que lo embriagó, pero más tarde Urías no regresó a su casa, sino que se fue a dormir junto con los siervos del rey.

14 Por la mañana, David escribió una carta para Joab, y la envió por medio de Urías.

15 Esa carta decía:

«Pon a Urías al frente y en lo más recio de la batalla, y déjalo solo, para que el enemigo lo hiera de muerte.»

16 Así que, cuando Joab sitió la ciudad, mandó a Urías al frente, donde peleaban los hombres más valientes,

17 y cuando los amonitas salieron de la ciudad, cayeron algunos soldados del ejército de David, y entre ellos murió Urías el hitita.

18 Entonces Joab envió a David un informe de lo sucedido en la batalla,

19 y al mensajero le instruyó:

«Una vez que hayas informado al rey de lo sucedido en el campo de batalla,

20 si el rey comienza a enojarse y te pregunta: “¿Por qué se acercaron tanto a la ciudad? ¿No saben que hay peligro de que alguien arroje algo desde la muralla?

21 ¡Recuerden cómo murió Abimelec, el hijo de Yerubaal! Murió en Tebés porque una mujer le arrojó desde la muralla un pedazo de rueda de molino.¿Por qué se acercaron tanto a la muralla?”, tú le dirás: “También murió Urías el hitita.”»

22 El mensajero corrió a llevar las noticias a David, tal y como Joab le había dicho.

23 Al llegar, le dijo a David:

«Los que salieron de la ciudad al campo, para pelear contra nosotros, nos estaban dominando; pero los hicimos retroceder hasta las puertas de la ciudad;

24 sin embargo, sus flecheros nos atacaron desde la muralla y alcanzaron a herir a varios de tus soldados. Entre ellos murió también Urías el hitita.»

25 Entonces David le dijo al mensajero:

«Dile a Joab que no se preocupe por lo que pasó, pues la espada mata a unos y a otros, pero que refuerce su ataque contra la ciudad hasta conquistarla. Tú, por tu parte, infúndele ánimos.»

26 Cuando la mujer de Urías supo que su esposo había muerto, se vistió de luto;

27 pero después de que ella guardó el luto David mandó por ella y la hizo su esposa, y ella le dio un hijo. Pero esta acción de David no le agradó al Señor.

2 Samuel 12

Natán amonesta a David

1 Un día, el Señor envió a Natán a hablar con David,y Natán le dijo:

«En cierta ciudad vivían dos hombres. Uno de ellos era rico, y el otro era pobre.

2 El rico tenía muchas ovejas y vacas,

3 pero el pobre sólo tenía una corderita que había comprado y criado, y que era como su propia hija, pues comía de su mesa, bebía de su vaso y dormía en su regazo; era como de la familia, pues había crecido con él y con sus hijos.

4 Un día, el hombre rico recibió a un visitante y, como no quiso matar a ninguna de sus ovejas o vacas para ofrecerle de comer al visitante, fue y tomó la oveja del hombre pobre, y la preparó para su visitante.»

5 David se puso muy furioso contra aquel hombre, y le dijo a Natán:

«Juro por el Señor que ese hombre merece la muerte.

6 Y por haber actuado así, sin mostrar nada de misericordia, tiene que pagar cuatro veces el valor de la oveja.»

7 Entonces Natán le dijo:

«¡Tú eres ese hombre! Así ha dicho el Señor, Dios de Israel: “Yo te consagré como rey de Israel; yo te libré del poder de Saúl,

8 yo te di el palacio que fue de tu señor, y puse en tus brazos sus mujeres. Además, yo te entregué las tribus de Israel y de Judá y, por si esto fuera poco, yo estaba dispuesto a darte mucho más.”

9 ¿Por qué menospreciaste la palabra del Señor, y actuaste mal delante de sus ojos? Al hitita Urías lo mataste por medio de la espada de los amonitas, para quedarte con su mujer.

10 “Ahora, en castigo, la violencia jamás se apartará de tu propia familia, pues menospreciaste al Señor y tomaste como mujer a la esposa de Urías el hitita.”

11 Pero así dice el Señor: “Yo haré que el mal sobrevenga sobre tu propia casa. Ante tus propios ojos entregaré tus mujeres a tu prójimo, y a pleno sol se acostará con ellas.

12 Lo que tú hiciste en secreto, yo lo haré a plena luz del díay en presencia de todos los israelitas.”»

13 David le respondió a Natán:

«Reconozco que he pecado contra el Señor.»

Y Natán le dijo:

«El Señor ha perdonado tu pecado, y no vas a morir.

14 Pero como los enemigos del Señor hablan mal de él por causa de este pecado tuyo, tu hijo recién nacido tiene que morir.»

15 Después de esto, Natán regresó a su casa. Y el niño que la mujer de Urías le dio a David, se enfermó de gravedad porque el Señor así lo quiso.

16 David le rogó al Señor por la salud de su hijo, y ayunaba y se pasaba la noche acostado en el suelo.

17 Los ancianos que vivían en su palacio iban a verlo y trataban de levantarlo del suelo, pero David se negaba a levantarse, y tampoco quería comer.

18 Siete días después, el niño murió, y sus sirvientes temían decírselo, pues decían: «Si cuando el niño vivía, el rey no quería escucharnos, con más razón se afligirá si le decimos que el niño ya murió.»

19 Pero cuando David los vio hablar entre sí, se dio cuenta de que el niño ya había muerto, así que les preguntó:

«¿Ya ha muerto el niño?»

Aquellos le respondieron:

«Sí, señor; ya ha muerto.»

20 Entonces David se levantó del suelo, y se bañó y se perfumó, y se puso ropa limpia; luego fue a la casa del Señor, y lo adoró. Después regresó a su casa y pidió de comer, y comió.

21 Los sirvientes le preguntaron:

«¿Qué es lo que haces? Cuando el niño aún vivía, estuviste ayunando y orando, pero ahora que ha muerto, ¡te levantas y pides de comer!»

22 Y David les dijo:

«Cuando el niño aún vivía, yo ayunaba y lloraba, y decía: “Tal vez el Señor se compadezca de mí, y deje vivir al niño.”

23 Pero ahora que el niño ha muerto, ¿de qué me sirve ayunar? ¿Acaso podría yo devolverle la vida? Yo puedo ir a donde él está, pero él ya no volverá conmigo.»

24 Y David fue y consoló a Betsabé, su mujer, y se allegó a ella, y ella le dio un hijo, al que llamó Salomón. Y el Señor amó a este niño,

25 y por eso envió un mensaje al profeta Natán, para decirle que lo llamara Jedidías.

David conquista Rabá

26 Joab se encontraba en Rabá combatiendo a los amonitas, y capturó la ciudad del rey.

27 Entonces envió un mensaje a David para decirle:

«Después de sitiar la ciudad de Rabá, he capturado también las reservas de agua.

28 Por favor, reúne al resto del ejército y ven con ellos, y acampa frente a la ciudad y tómala. Si yo la tomo, llevará mi nombre.»

29 David reunió entonces al resto de su ejército, y fue y luchó contra Rabá y la capturó.

30 Le quitó al rey la corona de oro que llevaba puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos y tenía incrustadas piedras preciosas; los hombres de David la tomaron y con ella coronaron a David, y David obtuvo un gran botín de la ciudad.

31 A la gente que quedaba en la ciudad la puso a trabajar con sierras y trillos y hachas de hierro, y también los puso a trabajar en los hornos de ladrillos. Esto mismo lo hizo en todas las ciudades de los amonitas. Después de esto, David regresó a Jerusalén con todo su ejército.