1 Samuel 29

Los filisteos desconfían de David

1 Los filisteos reunieron a todo su ejército en Afec, mientras que el ejército israelita acampó junto a la fuente que está en Jezrel.

2 Y cuando los jefes de los filisteos pasaron revista a sus compañías de cien y de mil soldados, vieron que David y sus hombres estaban en la retaguardia con Aquis.

3 Entonces los jefes filisteos dijeron:

«Y estos hebreos, ¿qué hacen aquí?»

Y Aquis respondió:

«Éste es David, el siervo del rey Saúl. Me ha servido fielmente desde hace más de un año, y en todo este tiempo no he visto en él nada reprobable.»

4 Pero los jefes de los filisteos se enojaron, y le dijeron:

«Despídelo. Que se regrese al lugar que le señalaste. No queremos que nos acompañe a la batalla, porque podría volverse contra nosotros. Para congraciarse con su señor, ¿qué mejor manera que ofrecerle nuestras cabezas?

5 Precisamente de él decían las mujeres en sus cantos y en sus danzas:

“Saúl mató a miles de guerreros,

pero David mató a más de diez mil.”»

6 Entonces Aquis mandó llamar a David y le dijo:

«Te juro por el Señor que reconozco tu rectitud. Tú has entrado y salido del campamento con toda libertad, y no tengo motivo de queja desde que estás a mi servicio. ¡Pero no les agradas a los jefes!

7 Creo que es mejor que tranquilamente te regreses a tu casa, para que no se disgusten los jefes filisteos.»

8 David le preguntó al rey Aquis:

«¿Pero qué es lo que hice? ¿En qué te he fallado desde que estoy a tu servicio, para que no pueda ir y pelear contra tus enemigos?»

9 Y Aquis le respondió:

«En mi opinión, tú eres un hombre bueno; ¡eres como un ángel de Dios! Pero los jefes de los filisteos me han pedido que no vayas con nosotros a la batalla.

10 Así que levántate mañana temprano, junto con tus hombres fieles, y váyanse del campamento.»

11 Y a la mañana siguiente, David y sus hombres se levantaron para regresar a la tierra de los filisteos, en tanto que los filisteos se fueron a Jezrel.

1 Samuel 30

David derrota a los amalecitas

1 Al tercer día, David y sus hombres fueron a Siclag, y se dieron cuenta de que los amalecitas habían invadido el Néguev, y de que a Siclag la habían asolado y le habían prendido fuego.

2 Habían capturado a las mujeres y a todos los que vivían allí, chicos y grandes, aunque no habían matado a nadie; simplemente se los habían llevado cautivos.

3 Cuando David y sus hombres llegaron a Siclag y vieron que la ciudad había sido incendiada y que las mujeres y sus hijos habían sido capturados,

4 se pusieron tan tristes que lloraron a voz en cuello, hasta que se cansaron.

5 Entre las cautivas estaban las dos mujeres de David, es decir, Ajinoán la jezreelita y Abigaíl, la viuda de Nabal.

6 David se angustió porque todo el pueblo quería apedrearlo, pues les dolía haber perdido a sus hijas y a sus hijos, pero halló fuerzas en el Señor su Dios.

7 Entonces llamó al sacerdote Abiatarhijo de Ajimélec, y le dijo:

«Te ruego que me traigas el efod.»

Abiatar se lo llevó,

8 y David consultó al Señor. Le preguntó:

«¿Debo perseguir a esa banda de malvados? ¿Podré darles alcance?»

Y el Señor le dijo:

«Ve tras ellos, porque les darás alcance y podrás liberar a los cautivos.»

9 David partió entonces con sus seiscientos hombres, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron unos cuantos.

10 Los que siguieron adelante con David fueron cuatrocientos hombres, pues doscientos de ellos estaban tan cansados que no pudieron cruzar el torrente.

11 Y esos que siguieron hallaron en el campo a un egipcio, y lo llevaron ante David; lo alimentaron con pan, y le dieron a beber agua.

12 También le dieron pan de higos secos y dos racimos de uvas pasas, y el egipcio comió y recobró el ánimo, pues hacía tres días con sus noches que no había comido ni bebido nada.

13 Luego, David le preguntó:

«¿Quién eres, y de dónde vienes?»

Y el joven egipcio respondió:

«Sirvo a un amalecita, pero me abandonó hace tres días porque me vio muy mal,

14 pues habíamos hecho una incursión al Néguev de los cretenses y de Judá, y también al Néguev de Caleb, y luego le prendimos fuego a Siclag.»

15 Y David le preguntó:

«¿Me puedes llevar hasta esa tropa?»

Y el egipcio dijo:

«Lo haré, si me juras que no me matarás ni me entregarás a mi amo. Sólo así te llevaré hasta esa gente.»

16 Y como David se lo juró, el egipcio lo llevó adonde estaban ellos. Cuando llegaron, David vio a la tropa esparcida y en completo desorden. Estaban comiendo y bebiendo, y haciendo una gran fiesta con todo el botín que habían tomado de los filisteos y de la tierra de Judá.

17 David, aprovechando su descuido, los hirió de muerte durante todo ese día y hasta la tarde del día siguiente, sin dejar con vida más que a cuatrocientos jóvenes que huyeron montados en sus camellos.

18 Después de que David recuperó todo lo que los amalecitas habían robado, liberó también a sus dos mujeres.

19 David recuperó todo, sin que le faltara absolutamente nada, por pequeña que fuera, y devolvió los hijos y las hijas a sus padres.

20 También se apoderó de las ovejas y del ganado mayor, y como lo iba arriando, todos decían que era el botín de David.

21 Cuando David llegó al torrente de Besor, los doscientos hombres que por cansancio no habían podido acompañarlo salieron a recibirlo, y al verlos David, los saludó en paz.

22 Pero entre los soldados que habían ido con David a la batalla, había algunos que eran egoístas y malvados, que dijeron:

«A éstos no les corresponde nada del botín que capturamos. Que tomen a sus mujeres y a sus hijos, y que se vayan.»

23 Pero David les dijo:

«No se porten así, hermanos míos. El Señor nos ha protegido y nos ha permitido recuperar lo que esa banda de malvados que nos atacó nos había arrebatado.

24 ¿Quién va a darles la razón en este caso? El mismo derecho tiene el que entra en combate como el que se queda al cuidado del bagaje. Todos merecen recibir lo mismo.»

25 Y desde aquel día y hasta la fecha, esto quedó establecido como una ley y ordenanza en Israel.

26 Cuando David llegó a Siclag, tomó parte del botín y lo repartió entre sus amigos, los ancianos de Judá, junto con este mensaje: «Aquí tienen este presente. Se lo quitamos a los enemigos del Señor, y es para ustedes.»

27 El regalo se lo envió a los que vivían en Betel, en Ramot del Néguev, en Jatir,

28 en Aroer, en Sifmot, en Estemoa,

29 en Racal, en las ciudades de Yeramel, en las ciudades de los quenitas,

30 en Jormá, en Corasán, en Atac,

31 en Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con sus hombres.

1 Samuel 31

Muerte de Saúl y de sus hijos

1 Los filisteos pelearon contra los israelitas y los hicieron huir, y muchos israelitas murieron en el monte Gilboa.

2 Los filisteos persiguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, Abinadab y Malquisúa.

3 Al arreciar la batalla contra Saúl, los flecheros lo alcanzaron, y él se llenó de pánico.

4 Entonces le dijo a su escudero:

«Saca tu espada y clávamela, no sea que estos incircuncisos vengan y me maten, y se burlen de mí.»

Pero su escudero no quiso hacerlo, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl sacó su propia espada, y se arrojó sobre ella.

5 Cuando su escudero vio muerto a Saúl, también él se arrojó sobre su espada y murió junto con Saúl.

6 Así murieron ese día Saúl y sus tres hijos, junto con su escudero y todos sus soldados.

7 Cuando los israelitas que estaban en el otro lado del valle, del otro lado del Jordán, vieron que el ejército de Israel huía, y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron, y los filisteos llegaron y las ocuparon.

8 Al día siguiente, cuando los filisteos llegaron para despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte Gilboa.

9 Entonces los despojaron de sus armas y les cortaron la cabeza, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para dar la noticia al pueblo y al templo de sus dioses.

10 Pusieron las armas de Saúl en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en la muralla de Betsán.

11 Y cuando los de Jabés de Galaad supieron lo que los filisteos habían hecho con Saúl,

12 todos los más aguerridos se dispusieron a caminar toda esa noche, y llegaron hasta los muros de Betsán y quitaron de allí los cuerpos de Saúl y de sus hijos, y los llevaron a Jabés y los quemaron allí.

13 Allí también enterraron sus huesos debajo de un árbol, y ayunaron siete días.

Rut 1

Rut y Noemí

1 En los días en que los jueces gobernaban en Israel, hubo mucha hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, junto con su mujer y sus dos hijos.

2 Ese hombre se llamaba Elimelec, y su mujer, Noemí; sus hijos se llamaban Majlón y Quelión, y habían nacido en Efrata, de Belén de Judá. Cuando llegaron a los campos de Moab, se quedaron a vivir allí.

3 Pero murió Elimelec, marido de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos.

4 Más tarde, ellos se casaron con unas moabitas, una de las cuales se llamaba Orfa, y la otra Rut, y se quedaron a vivir en Moab durante unos diez años.

5 Pero también murieron Majlón y Quelión, y Noemí se quedó desamparada, sin marido ni hijos.

6 Cuando Noemí se enteró de que el Señor había bendecido a su pueblo y que el hambre había terminado, decidió abandonar Moab junto con sus nueras.

7 Las tres mujeres salieron de donde habían vivido, y emprendieron el camino de vuelta a la tierra de Judá.

8 Pero Noemí les dijo a sus dos nueras:

«Es mejor que regresen a la casa de su madre. Que el Señor las trate con misericordia, tal y como ustedes nos trataron a mis hijos y a mí.

9 Que el Señor les conceda hallar reposo, cada una en casa de su propio marido.»

Luego las despidió con un beso, pero ellas se pusieron a llorar a voz en cuello

10 y le dijeron:

«Las dos nos queremos ir contigo a tu pueblo.»

11 Pero Noemí respondió:

«Regresen a su pueblo, hijas mías. No tiene caso que vengan conmigo, pues ya no tengo más hijos que puedan ser sus maridos.

12 ¡Váyanse, hijas mías! Yo ya estoy vieja para tener marido. Y aun cuando abrigara esa esperanza, y esta noche estuviera con un hombre y volviera a tener hijos,

13 ¿habrían de quedarse ustedes sin casar, por causa de ellos? ¡No, hijas mías! Mi amargura es mayor que la de ustedes, porque el Señor se ha puesto en mi contra.»

14 Pero ellas seguían llorando a voz en cuello. Y Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella.

15 Entonces Noemí dijo:

«Mira a tu cuñada. Ya regresa a su pueblo, con sus dioses. ¡Regrésate también tú!»

16 Pero Rut le respondió:

«¡No me pidas que te deje y me aparte de ti!

A dondequiera que tú vayas, iré yo;

dondequiera que tú vivas, viviré.

Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

17 Donde tú mueras, moriré yo,

y allí quiero que me sepulten.

Que el Señor me castigue, y más aún,

si acaso llego a dejarte sola.

¡Sólo la muerte nos podrá separar!»

18 Y como Noemí vio que Rut estaba resuelta a ir con ella, no dijo más.

19 Y así, las dos siguieron caminando juntas hasta llegar a Belén. Y en cuanto entraron a la ciudad, hubo gran agitación entre toda la gente por causa de ellas, pues decían:

«¿Qué, no es ésta Noemí?»

20 Pero ella les respondió:

«Ya no me llamen Noemí.Llámenme Mara.Ciertamente, grande es la amargura que me ha hecho vivir el Todopoderoso.

21 Yo salí de aquí con las manos llenas, pero él me ha hecho volver con las manos vacías. ¿Por qué llamarme Noemí, si el Señor se ha puesto en mi contra, y mis aflicciones vienen del Todopoderoso?»

22 Fue así como Noemí volvió de Moab, acompañada de Rut, su nuera moabita. Llegaron a Belén cuando comenzaba la cosecha de la cebada.

Rut 2

Rut recoge espigas en el campo de Booz

1 Noemí tenía, por parte de su marido, un pariente que se llamaba Booz. Era un hombre muy rico, de la familia de Elimelec.

2 Un día, Rut le dijo a Noemí:

«Por favor, déjame ir al campo, a recoger espigas.Iré detrás de quien bondadosamente me deje recogerlas.»

Y Noemí le respondió:

«Ve, hija mía.»

3 Rut fue al campo y recogió espigas siguiendo a los segadores. Y resultó que aquella parte del campo era de Booz, el familiar de Elimelec.

4 De pronto, Booz llegó de Belén y saludó a los segadores. Les dijo:

«Que el Señor esté con ustedes.»

Y ellos le respondieron:

«Que el Señor te bendiga.»

5 Luego, Booz le preguntó al mayordomo de sus segadores:

«¿De quién es esa joven?»

6 Y el mayordomo le respondió:

«Es la moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab.

7 Nos pidió que la dejáramos ir tras los segadores y recoger lo que se va dejando entre las gavillas. Y desde esta mañana que entró en el campo, no ha descansado ni siquiera un momento.»

8 Entonces Booz le dijo a Rut:

«Escucha, hija mía; no te vayas de aquí, ni vayas a espigar a otro campo. Quédate aquí, con mis criadas.

9 Fíjate en qué campo van a segar, y síguelas. Ya he dado órdenes a mis criados de que no te molesten. Cuando tengas sed, ve adonde están las vasijas, y bebe del agua que saquen los criados.»

10 Rut se inclinó hasta el suelo en señal de respeto, y le preguntó:

«¿Cómo es que me tratas con tanta bondad e interés, si yo soy una extranjera?»

11 Y Booz le respondió:

«Ya sé todo lo que has hecho en favor de tu suegra, después de que murió tu marido. Sé también que dejaste a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a un pueblo para ti desconocido.

12 ¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! ¡Que el Señor, bajo cuyas alas has buscado refugio, te premie por esta acción tuya!»

13 Rut le dijo:

«Señor mío, espero ser digna de tu bondad. Tus palabras me infunden consuelo, pues me hablas con el corazón, aun cuando no puedo compararme a una sola de tus criadas.»

14 A la hora de comer, Booz le dijo:

«Acércate. Toma un poco de pan, y mójalo en la salsa de vinagre, y come.»

Rut se sentó junto a los segadores, y Booz compartió con ella lo que estaba comiendo, y ella comió hasta saciarse, y aun le sobró.

15 Luego se levantó para seguir espigando. Mientras tanto, Booz les dijo a sus criados:

«Déjenla recoger espigas también de entre las gavillas, y no la incomoden.

16 Y dejen caer algo de los manojos, para que ella lo recoja, y no le digan nada en contra.»

17 Y así, Rut recogió espigas en el campo hasta el anochecer, y de todo lo que había recogido desgranó como veinte litros de cebada,

18 y lo guardó y regresó a la ciudad. Al llegar, sacó también lo que le había sobrado después de comer, y se lo dio a su suegra. Y al ver Noemí todo lo que había recogido,

19 le preguntó:

«¿Dónde recogiste espigas hoy? ¿Dónde estuviste trabajando? ¡Bendito sea el que te ha tratado con tanta bondad!»

Rut le contó a su suegra que había estado trabajando en el campo de un hombre llamado Booz.

20 Entonces Noemí le dijo:

«¡Que el Señor lo bendiga! El Señor no nos ha retirado la bondad que mostró hacia nuestros muertos.»

Luego añadió:

«Ese hombre es pariente nuestro. Es uno de los que pueden rescatarnos.»

21 Y la moabita Rut contestó:

«Ese hombre también me dijo: “Júntate con mis criadas, hasta que se acabe la cosecha.”»

22 Noemí le dijo a Rut, su nuera:

«Es mejor, hija mía, que espigues con sus criadas, y no que te molesten en otro campo.»

23 Y Rut se quedó espigando con las criadas de Booz, hasta que terminaron de segar el trigo y la cebada. Mientras tanto, siguió viviendo con su suegra.

Rut 3

Rut y Booz en la era

1 Después Noemí, la suegra de Rut, le dijo:

«Hija mía, es mi obligación buscarte un hogar, para que puedas ser feliz.

2 Booz es nuestro pariente, y tú ya has estado trabajando con sus criadas. Precisamente esta noche él va a separar la paja del grano de cebada.

3 Así que báñate y perfúmate, y ponte el mejor de tus vestidos, y ve a la era; pero no te presentes ante ese hombre hasta que haya acabado de comer y de beber.

4 Y cuando se vaya a dormir, fíjate en dónde se acuesta; y ve luego y levanta el manto con que se cubre los pies. Entonces él te dirá lo que tienes que hacer.»

5 Y Rut respondió:

«Haré todo lo que tú me mandes hacer.»

6 Y Rut fue a la era e hizo todo lo que su suegra le mandó hacer.

7 Y cuando Booz terminó de comer y beber, y estaba muy contento, se retiró a dormir junto a un montón de cebada. Entonces Rut llegó sigilosamente, descubrió los pies de Booz y se acostó.

8 A eso de la medianoche, Booz despertó sobresaltado y, al darse la vuelta, se dio cuenta que había una mujer acostada a sus pies.

9 Entonces le preguntó:

«¿Quién eres?»

Y ella respondió:

«Soy Rut, tu sierva. Protege a esta sierva tuya bajo tu manto, porque tú eres mi pariente cercano.»

10 Booz le dijo:

«¡Que Dios te bendiga, hija mía, por esto que has hecho! Al final, tu bondad ha sido mayor que al principio, pues no has ido a buscar a otros más jóvenes que yo, pobres o ricos.

11 No te preocupes, hija mía. Yo haré contigo lo que tú me digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres una mujer ejemplar.

12 Pero toma en cuenta que, aunque es verdad que yo soy uno de tus parientes cercanos, hay otro aún más cercano que yo.

13 Duerme aquí esta noche; y mañana, cuando sea de día, si él te rescata, está bien; que te rescate. Pero si no te quiere rescatar, yo lo haré. Pongo al Señor como testigo. Ahora descansa, y hasta mañana.»

14 Y Rut durmió a los pies de Booz, pero al amanecer se levantó antes de que se pudieran reconocer unos a otros, pues Booz le dijo que nadie debía saber que una mujer había estado en la era.

15 Pero antes le dijo:

«Quítate el manto, y sujétalo.»

Ella lo extendió, y él echó allí seis medidas de cebada, luego se las echó al hombro, y Rut se fue a la ciudad.

16 Cuando llegó con su suegra, ésta le preguntó:

«¿Qué pasó, hija mía?»

Y Rut le contó todo lo que había sucedido con Booz.

17 Y añadió:

«Me dio estas seis medidas de cebada y me dijo: “Éstas son para que no regreses con las manos vacías.”»

18 Entonces Noemí dijo:

«Espera un poco, hija mía, hasta ver cómo se resuelve este asunto, porque Booz no descansará, hasta dejarlo arreglado.»

Rut 4

Booz se casa con Rut

1 Booz se dirigió a la entrada de la ciudad, y allí se sentó. En ese momento vio pasar al pariente del cual le había hablado a Rut, y le dijo:

«Hermano, ven y siéntate aquí conmigo.»

El pariente fue y se sentó.

2 Entonces Booz llamó a diez de los ancianos de la ciudad, y les dijo:

«Siéntense también con nosotros.»

En cuanto ellos se sentaron,

3 Booz le dijo a su pariente:

«Noemí ha vuelto de Moab, y vende una parte de las tierras que fueron de nuestro pariente Elimelec.

4 Creo conveniente que lo sepas, y te sugiero comprar sus tierras, teniendo como testigos a los aquí presentes, ancianos de mi pueblo. Si quieres comprar, compra; si no quieres comprar, dímelo, pues tengo que saberlo. Y es que nadie más puede comprar sino sólo tú, y después de ti, yo.»

Y el pariente respondió:

«Está bien. Compro el terreno.»

5 Entonces añadió Booz:

«Al comprar las tierras de Noemí, debes también tomar por mujer a Rut, la moabita que fue mujer del difunto, para que la posesión siga a nombre de su esposo muerto.»

6 Entonces el pariente respondió:

«Si es así, no puedo comprar las tierras, porque no quiero poner en riesgo mi heredad. Compra tú. Te cedo mis derechos.»

7 Desde hacía mucho tiempo, había una costumbre en Israel, que en una compra por rescate, una de las partes se quitaba su sandalia y se la daba al otro. Con este acto se confirmaba el trato ante todo Israel.

8 Así que el pariente se quitó el zapatoy le dijo a Booz:

«Toma tú posesión de las tierras.»

9 Entonces Booz les dijo a los ancianos y a todo el pueblo:

«Ustedes son testigos de que hoy le compro a Noemí todo lo que fue de su esposo Elimelec, y de sus hijos Quelión y Majlón.

10 Además, tomo por esposa a la moabita Rut, que fue mujer de Majlón, para que la posesión siga a nombre de su esposo muerto, y su memoria no se borre de entre sus hermanos ni de su ciudad. Ustedes son testigos hoy de este acuerdo.»

11 El pueblo y los ancianos que estaban a la entrada de la ciudad dijeron:

«Somos testigos. Que el Señor permita que la mujer que llega a tu casa sea como Raquel y Lea, las cuales levantaron como pueblo a los israelitas.Que seas tú un hombre ilustre y distinguido en Efrata y en Belén.

12 Que el Señor te conceda tener con Rut muchos hijos, como se los concedió a Fares, el hijo de Tamar y Judá.»

13 Así fue como Booz tomó a Rut por esposa, y se allegó a ella, y el Señor le concedió quedar embarazada y dar a luz un hijo.

14 Las mujeres le decían a Noemí:

«¡Alabado sea el Señor, que te concedió tener un nieto que te rescatara! ¡Su nombre será celebrado entre los israelitas!

15 Ese niño te infundirá nuevos ánimos, y te brindará apoyo en tu vejez. Tu nuera, que te ama y dio a luz ese niño, es de más valor para ti que siete hijos.»

16 Noemí tomó al niño y lo puso en su regazo, y se encargó de criarlo.

17 Y las vecinas decían:

«Noemí ha tenido un hijo»

Y lo llamaron Obed. Éste fue el padre de Yesé, que fue padre de David.

18 Éstas son las generaciones de Fares:Fares fue padre de Jesrón;

19 Jesrón fue padre de Ram, y Ram fue padre de Aminadab.

20 Aminadab fue padre de Nasón, y Nasón fue padre de Salmón.

21 Salmón fue padre de Booz, y Booz fue padre de Obed.

22 Obed fue padre de Yesé, y Yesé fue padre de David.

Jueces 1

Judá y Simeón capturan a Adonibésec

1 Después de la muerte de Josué, los israelitas consultaron al Señor, y le preguntaron:

«¿Quién de nosotros irá primero a pelear contra los cananeos?»

2 Y el Señor respondió:

«El primero será Judá, porque yo he puesto la tierra en sus manos.»

3 Judá dijo entonces a su hermano Simeón:

«Acompáñame al lugar que me ha tocado en suerte. Pelea conmigo contra los cananeos, y yo te acompañaré cuando vayas a reclamar tu tierra.»

Y Simeón lo acompañó,

4 y el Señor entregó en sus manos a los cananeos y los ferezeos, y en Bezec hirieron de muerte a diez mil hombres.

5 Y como en Bezec hallaron a Adonibésec, pelearon contra él y derrotaron a los cananeos y ferezeos.

6 Pero Adonibésec huyó, así que lo persiguieron, y cuando lo aprehendieron le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies.

7 Entonces Adonibésec dijo:

«A setenta reyes les corté los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, y así recogían las migajas debajo de mi mesa. Lo mismo que les hice a ellos, ahora Dios lo hace conmigo.»

Y lo llevaron a Jerusalén, donde murió.

Judá conquista Jerusalén y Hebrón

8 Los hijos de Judá atacaron la ciudad de Jerusalén y la tomaron, y mataron a sus habitantes a filo de espada, y luego le prendieron fuego a la ciudad.

9 Después de eso, fueron a pelear contra los cananeos que habitaban en las montañas, en el Néguev, y en los llanos,

10 y también marcharon contra los cananeos que vivían en Hebrón, y que antes se llamaba Quiriat Arbá. Allí hirieron a Sesay, a Ajimán y a Talmay.

Otoniel conquista Debir y recibe a Acsa

11 De Hebrón marcharon contra los habitantes de Debir, ciudad que antes se llamaba Quiriat Séfer.

12 Allí Caleb dijo:

«Mi hija Acsa será la mujer de quien ataque Quiriat Séfer y la conquiste.»

13 Y Otoniel hijo de Cenaz, hermano de Caleb, la conquistó y recibió por mujer a Acsa.

14 Y ya se iba ella con Otoniel, cuando él la persuadió de pedirle a su padre tierras de cultivo. Entonces Acsa se apeó del asno, y Caleb le preguntó:

«¿Qué es lo que quieres?»

15 Y ella le respondió:

«Hazme un regalo. Ya que me diste las tierras del Néguev, dame también manantiales.»

Y Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo.

Extensión de las conquistas de Judá y de Benjamín

16 Los quenitas, que eran descendientes del suegro de Moisés, salieron de la ciudad de las palmeras y se fueron a vivir con los hijos de Judá, en el desierto que está en el Néguev cerca de Arad.

17 Judá acompañó a su hermano Simeón a luchar contra los cananeos que habitaban en Sefat, y los derrotaron, y luego de destruir la ciudad le pusieron por nombre Jormá.

18 Judá también tomó Gaza, Ascalón y Ecrón, con sus territorios.

19 Como el Señor estaba de parte de Judá, éste arrojó a los habitantes de las montañas, aunque no logró hacer lo mismo con los habitantes de los llanos porque ellos tenían carros de hierro.

20 Pero Caleb recibió Hebrón, tal como Moisés lo había dicho, y arrojó de allí a los tres hijos de Anac.

21 Sin embargo, los benjaminitas no pudieron expulsar a los jebuseos que habitaban en Jerusalén, y éstos se quedaron allí, conviviendo con los benjaminitas hasta el día de hoy.

José conquista Betel

22 El Señor también estaba con la tribu de José, que fue y peleó contra Betel, ciudad que antes se llamaba Luz.

23 Se pusieron espías fuera de la ciudad,

24 y cuando los espías vieron a un hombre salir de la ciudad, lo llamaron y le dijeron:

«Dinos cómo entrar a la ciudad, y tendremos compasión de ti.»

25 Y cuando el hombre les mostró la puerta, entraron hiriendo a filo de espada a sus moradores, pero al hombre que los ayudó, lo dejaron ir con toda su familia.

26 Y el hombre se fue a la tierra de los hititas, donde edificó una ciudad que llamó Luz; y así se llama hasta el día de hoy.

Conquistas de Manasés y de Efraín

27 Manasés tampoco pudo vencer a los habitantes de Bet Seán, ni a los de Tanac, ni a los de Dor, ni a los habitantes de Ibleam, ni a los de Meguido y sus aldeas, así que los cananeos siguieron ocupando esas tierras.

28 Cuando los israelitas se hicieron fuertes, lograron imponerles tributo pero no los expulsaron.

29 Tampoco los efrainitas pudieron expulsar a los cananeos de Guézer, y éstos se quedaron allí, entre ellos.

Conquistas de las otras tribus

30 Zabulón tampoco pudo expulsar a los habitantes de Quitrón, ni a los de Nalal, así que los cananeos se quedaron a vivir entre ellos, aunque pagando tributo.

31 Tampoco Aser pudo arrojar a los habitantes de Aco, ni a los de Sidón, en Ajlab, en Aczib, en Jelba, en Afec y en Rejob,

32 sino que tuvo que vivir entre los cananeos de esa tierra.

33 Neftalí no pudo arrojar a los habitantes de Bet Semes, ni a los de Bet Anat, y vivió entre los cananeos, pero les impuso tributo a los de Bet Semes y de Bet Anat.

34 Los amorreos persiguieron a los danitas hasta las montañas, y no les permitieron bajar a las llanuras.

35 Los amorreos siguieron viviendo en el monte de Heres, en Ayalón y en Sagalbín; pero cuando la tribu de José se hizo fuerte, los obligó a pagar tributo.

36 La frontera con los amorreos empezaba en la cuesta de Acrabín, desde Sela hasta la cima.

Jueces 2

El ángel del Señor en Boquín

1 El ángel del Señor fue de Gilgal a Boquín, y les dijo a los israelitas:

«Yo los liberé de Egipto y los llevé a la tierra que prometí dar a sus antepasados, cuando les dije: “Nunca anularé mi pacto con ustedes,

2 mientras no hagan pacto con los que habitan en esta tierra, gente que tiene altares que ustedes deben destruir.”Pero ustedes no me hicieron caso. ¿Por qué no lo han hecho?

3 Por lo tanto, escúchenme bien: No voy a expulsar de estas tierras a sus habitantes, sino que ellos serán para ustedes como azotes en los costados, y sus dioses los confundirán.»

4 Cuando el ángel del Señor dijo esto a los israelitas, ellos se echaron a llorar con fuerte voz.

5 Por eso, a ese lugar lo llamaron Boquín,y allí ofrecieron sacrificios al Señor.

Muerte de Josué

6 Josué despidió al pueblo de Israel, y cada uno fue y tomó posesión de su heredad.

7 Y mientras vivió Josué, y los ancianos que le sobrevivieron y que habían visto las obras del Señor en favor de Israel, todo el pueblo sirvió al Señor.

8 Y Josué hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años.

9 Lo sepultaron en Timnat Seraj,que era su heredad, en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas.

10 Y murió también toda esa generación, y se reunió con sus antepasados. Después de ellos vino otra generación que no conocía al Señor, ni sabía lo que el Señor había hecho por Israel.

Apostasía de Israel y surgimiento de los jueces

11 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor, y adoraron a los baales.

12 Abandonaron al Señor, el Dios que sacó a sus antepasados de la tierra de Egipto, y empezaron a adorar a los dioses de los pueblos que vivían a su alrededor, con lo que provocaron el enojo del Señor.

13 Se apartaron del Señor, para adorar a Baal y a Astarot.

14 Por eso el Señor se enojó contra el pueblo de Israel y lo entregó en manos de ladrones, que lo despojaron de todo; lo dejó a merced de los enemigos que lo rodeaban, a los cuales ya no pudo vencer.

15 A dondequiera que iban, la mano del Señor estaba en contra de ellos para su mal, y tal como se lo había jurado, se vieron en gran aflicción.

16 Entonces el Señor suscitó caudillos para que los libraran de aquellos que los despojaban.

17 Pero ellos tampoco escuchaban a sus caudillos, sino que se fueron tras dioses ajenos, a los cuales adoraron, y pronto se apartaron del camino que habían seguido sus antepasados, pues sus antepasados habían obedecido los mandamientos del Señor, pero ellos no lo hicieron así.

18 Cuando el Señor suscitaba algún caudillo, también lo apoyaba y, mientras ese caudillo vivía, los libraba del poder de sus enemigos, pues el Señor se conmovía al escuchar los gemidos de su pueblo oprimido y afligido.

19 Pero al morir aquel caudillo, el pueblo volvía a corromperse aún más que sus antepasados, y seguía a los dioses ajenos para servirles y adorarlos; y no se arrepentían de sus obras, ni de su obstinada conducta.

20 Por eso la ira del Señor se encendió contra Israel, y dijo:

«Como este pueblo ha roto el pacto que establecí con sus antepasados, y no me obedece,

21 tampoco yo volveré a expulsar delante de ellos a ninguna de las naciones que Josué dejó al morir.»

22 Ésta era una prueba para Israel, para ver si se esforzaban en volver al camino del Señor, como sus antepasados.

23 Por esta razón, el Señor no expulsó a aquellas naciones, ni se las entregó a Josué, sino que las dejó entre ellos.

Jueces 3

Convivencia de Israel con los pueblos cananeos

1 Éstos son los pueblos que el Señor dejó para poner a prueba a todos los israelitas que no habían sabido nada de las guerras de Canaán.

2 El Señor los dejó sólo para que los descendientes de los israelitas aprendieran a pelear y enseñaran a quienes no habían combatido.

3 Eran cinco los jefes de los filisteos, cananeos, sidonios y jivitas que vivían en el monte Líbano, desde el monte de Baal Hermón hasta Jamat.

4 El Señor los usó para poner a prueba a Israel y ver si obedecerían los mandamientos que había entregado a sus antepasados, por medio de Moisés.

5 Y los israelitas vivieron entre los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, jivitas y jebuseos,

6 y se casaron con sus mujeres, y dejaron que sus hijas se casaran con hombres de esos pueblos, y rindieron culto a sus dioses.

Otoniel libera a Israel de Cusán Risatayin

7 Pero los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor, y se olvidaron de él por adorar a las imágenes de Baal y de Asera.

8 Eso provocó que la ira del Señor se encendiera contra Israel, y los dejó caer en manos de Cusán Risatayin, rey de Mesopotamia, a quien sirvieron durante ocho años.

9 Entonces los israelitas clamaron al Señor, y él los oyó y levantó como su libertador a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb.

10 El espíritu del Señor estuvo con él cuando fue caudillo de Israel, y salió a pelear contra Cusán Risatayin, rey de Siria, y el Señor le dio la victoria y lo hizo vencer a Cusán Risatayin.

11 Después de esto, hubo paz en la tierra durante cuarenta años, y murió Otoniel hijo de Cenaz.

Aod libera a Israel de Moab

12 Los israelitas volvieron a hacer lo malo a los ojos del Señor, y por eso el Señor dejó que Eglón, rey de Moab, los venciera.

13 Fue así como Eglón, rey de Moab, reunió a los amonitas y amalecitas, y luchó contra Israel y lo hirió de muerte, y tomó la ciudad de las palmeras.

14 Durante dieciocho años los israelitas sirvieron a Eglón, rey de los moabitas.

15 Pero los israelitas volvieron a pedir ayuda al Señor, y él volvió a levantar a otro libertador. Eligió a un benjaminita zurdo llamado Aod hijo de Gera. Un día, los israelitas enviaron un regalo a Eglón, rey de Moab, por medio de Aod.

16 Éste se había hecho un puñal de doble filo, que medía como cincuenta centímetros de largo, y se lo ajustó del lado derecho, debajo de su ropa.

17 Cuando Aod llegó ante el rey, que era un hombre robusto, le entregó el regalo,

18 después de lo cual Aod y sus acompañantes se despidieron.

19 Pero al llegar adonde estaban los ídolos de Gilgal, Aod regresó y le dijo:

«Su Majestad, tengo algo que decirle en secreto.»

El rey le pidió que esperara, y a todos los que estaban con él les ordenó salir.

20 Como el rey estaba sentado solo en su sala de verano, Aod se acercó y le dijo:

«Tengo para ti un mensaje de parte de Dios.»

Cuando el rey se levantó de su trono,

21 con su mano izquierda Aod sacó el puñal que llevaba en su lado derecho, y se lo hundió en el vientre.

22 Con tal fuerza se lo clavó, que la empuñadura entró junto con la hoja, y su gordura la cubrió, y Aod no pudo retirar el puñal porque al rey se le derramó el excremento.

23 Entonces Aod salió al corredor, cerró las puertas de la sala tras de sí, y las aseguró con el cerrojo.

24 Al salir Aod, los siervos del rey fueron a ver al rey, pero al ver que las puertas de la sala estaban cerradas, dijeron:

«Seguramente el rey se está cubriendo los pies en la sala de verano.»

25 Pero como pasaba el tiempo y el rey no abría, no sabían qué hacer; finalmente, tomaron la llave y abrieron, y se encontraron con que su amo estaba tirado en el suelo, ya muerto.

26 Como ellos se entretuvieron tanto tiempo, Aod logró escapar y, luego de pasar más allá de los ídolos, se puso a salvo en Seirat.

27 Al llegar allá, hizo sonar el cuerno en el monte de Efraín, y los israelitas descendieron con él del monte. Aod iba al frente de ellos,

28 y les dijo:

«Síganme, porque el Señor ha entregado a los moabitas en nuestras manos.»

Y los israelitas bajaron tras él, tomaron los vados del Jordán, y no permitieron que nadie más lo cruzara.

29 Ese día mataron como a diez mil moabitas, y aunque todos eran valientes hombres de guerra, ninguno de ellos escapó con vida.

30 Así fue subyugado Moab bajo el mando de Israel, y la tierra estuvo en paz durante ochenta años.

Samgar libera a Israel de los filisteos

31 Después de Aod, surgió Samgar hijo de Anat, quien mató a seiscientos filisteos con una aguijada de bueyes, y así salvó a Israel.