Josué 3

El paso del Jordán

1 Por la mañana, muy temprano, Josué y todos los hijos de Israel se levantaron y partieron de Sitín. Al llegar al Jordán, se quedaron allí antes de cruzarlo.

2 Tres días después, los oficiales recorrieron el campamento

3 y le dijeron al pueblo:

«Cuando vean a los sacerdotes levitas llevar el arca del pacto del Señor su Dios, ustedes deberán salir de donde estén y marchar tras ella

4 para que conozcan el camino, pues ustedes nunca han pasado por ahí. Pero no deben acercarse al arca, sino mantenerse a una distancia de novecientos metros.»

5 Y Josué le dijo al pueblo:

«Purifíquense, porque mañana el Señor hará maravillas en medio de ustedes.»

6 Luego, Josué llamó a los sacerdotes y les dijo:

«Tomen el arca del pacto, y crucen el río delante del pueblo.»

Y ellos la tomaron y guiaron al pueblo.

7 Entonces el Señor le dijo a Josué:

«Hoy mismo voy a darte mayor autoridad ante todo el pueblo de Israel, para que sepan que estoy contigo, como antes estuve con Moisés.

8 A los sacerdotes que llevan el arca del pacto diles que, tan pronto como lleguen a la orilla del río Jordán, se detengan allí.»

9 Josué llamó entonces al pueblo de Israel. Cuando ellos se acercaron, les dijo:

«Escuchen las palabras del Señor su Dios.

10 Ustedes sabrán que el Dios de la vida está en medio de ustedes, en que él va a limpiar esta tierra de cananeos, hititas, jivitas, ferezeos, gergeseos, amorreos y jebuseos.

11 Aquí está el arca del pacto del Señor de toda la tierra. A la vista de ustedes ella va a cruzar el Jordán hasta la mitad del río.

12 Escojan a doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu,

13 y cuando los sacerdotes que llevan el arca del Dios y Señor de toda la tierra planten su pie en las aguas del Jordán, éstas se partirán en dos, y las aguas que vienen de río arriba se detendrán y se acumularán hasta formar un muro.»

14 El pueblo salió entonces de sus tiendas de campaña, dispuesto a cruzar el Jordán. Delante de ellos iban los sacerdotes que llevaban el arca del pacto.

15 El río Jordán suele desbordarse durante el tiempo de la siega, así que en cuanto los sacerdotes entraron en el río y sus pies se mojaron en la orilla,

16 las aguas que fluían de río arriba se detuvieron y se acumularon lejos de la ciudad de Adán, a un costado de Saretán, mientras que las aguas que bajaban al mar del Arabá y al Mar Salado se secaron por completo. Así las aguas del Jordán quedaron divididas, y el pueblo pasó y se encaminó hacia Jericó.

17 Mientras tanto, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del Señor se detuvieron en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo terminó de cruzarlo sobre terreno seco.

Josué 4

Las doce piedras del Jordán

1 Cuando toda la gente terminó de cruzar el Jordán, el Señor le dijo a Josué:

2 «Elijan ustedes de entre el pueblo doce hombres, uno por cada tribu,

3 y díganles que tomen doce piedras de en medio del Jordán, de donde están parados los sacerdotes, y que se las lleven y las pongan donde van a pasar la noche.»

4 Josué llamó entonces a los doce hombres que había escogido de entre los hijos de Israel, uno por cada tribu,

5 y les dijo:

«Pasen ahora delante del arca del Señor nuestro Dios, hasta la mitad del Jordán, y tome cada uno de ustedes una piedra y échesela al hombro, una por cada tribu de los hijos de Israel.

6 Cada una de ellas será una señal. Y el día de mañana, cuando los hijos les pregunten a sus padres qué significan estas piedras,

7 ellos les responderán: “Cuando el pueblo cruzó el Jordán, las aguas del río se partieron en dos delante del arca del pacto del Señor. Así que estas piedras son para que los hijos de Israel recuerden siempre lo que aquí pasó.”»

8 Los hijos de Israel hicieron lo que Josué les mandó, tal y como el Señor se lo había dicho a Josué: tomaron doce piedras de en medio del Jordán, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, y las llevaron al lugar donde iban a acampar, y allí las pusieron.

9 Además, Josué tomó otras doce piedras de en medio del Jordán, de donde los sacerdotes que llevaban el arca del pacto plantaron sus pies, y las levantó como monumento. Hasta el día de hoy las piedras están allí.

10 Los sacerdotes que llevaban el arca se pararon en medio del Jordán hasta que el pueblo hizo todo lo que el Señor le había ordenado a Josué, cumpliendo así con todo lo que Moisés le había mandado hacer. El pueblo se apresuró a cruzar el río.

11 En cuanto el pueblo todo terminó de cruzar, cruzaron también el arca del Señor y los sacerdotes, en presencia del pueblo.

12 Delante de Israel pasaron también los hijos de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés, que iban armados en obediencia a lo que Moisés les había dicho.

13 Eran como cuarenta mil hombres armados y listos para la guerra. Pasaron delante del Señor y se dirigieron a la llanura de Jericó.

14 Ese día el Señor le dio plena autoridad a Josué delante de todo Israel. Y ellos lo respetaron durante toda su vida, como antes habían respetado a Moisés.

15 El Señor le dijo a Josué:

16 «Ordena a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio, que salgan del Jordán.»

17 Y Josué les dio a los sacerdotes la orden de salir del Jordán,

18 y cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del Señor salieron de en medio del Jordán, y pisaron tierra seca, las aguas volvieron a su cauce y siguieron corriendo y desbordándose como antes.

19 El pueblo cruzó el Jordán el día diez del mes primero, y acampó en Gilgal, en el extremo oriental de Jericó.

20 Allí en Gilgal, Josué levantó las doce piedras que habían tomado del Jordán,

21 y les habló a los hijos de Israel de esta manera:

«El día de mañana, cuando los hijos pregunten a sus padres qué es lo que significan estas piedras,

22 ustedes les harán saber que Israel cruzó este río sin mojarse los pies,

23 porque el Señor nuestro Dios secó el río mientras nosotros lo cruzábamos, tal y como lo hizo con el Mar Rojo, que también lo secó delante de nosotros, hasta que lo cruzamos.

24 Lo hizo así, para que todos los pueblos de la tierra sepan que la mano del Señor es poderosa, y para que ustedes honren siempre al Señor nuestro Dios.»

Josué 5

La circuncisión y la pascua en Gilgal

1 Los reyes amorreos del otro lado del Jordán se enteraron de que el Señor había secado las aguas del Jordán hasta que todo el pueblo de Israel lo cruzó. También lo supieron los reyes cananeos que habitaban cerca del mar. Ante esta noticia, perdieron el valor y el ánimo por causa de los hijos de Israel.

2 Entonces el Señor le dijo a Josué:

«Prepara cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar a los hijos de Israel.»

3 Josué preparó los cuchillos y circuncidó a los hijos de Israel en la colina de Aralot.

4 La razón de circuncidarlos fue que todos los varones del pueblo y los hombres de guerra que habían salido de Egipto, habían muerto en el desierto o por el camino.

5 Todos aquellos hombres estaban circuncidados, pero no así los que nacieron en el desierto o por el camino.

6 Los hijos de Israel anduvieron cuarenta años por el desierto, hasta que murieron todos los hombres de guerra que salieron de Egipto por no haber obedecido al Señor. Por eso el Señor les dijo que no verían la tierra que les había prometido a sus padres, una tierra abundante en leche y miel.

7 Así que Josué circuncidó a los hijos de aquellos hombres, que ahora ocupaban su lugar, pues no habían sido circuncidados en el camino.

8 Una vez circuncidados, todos los hombres se quedaron en el campamento hasta que sanaron.

9 El Señor le dijo entonces a Josué:

«Hoy les he quitado la vergüenza de los egipcios.»

Y ese lugar se llama Gilgalhasta el día de hoy.

10 Los israelitas acamparon en Gilgal, y el día catorce del mes primero por la tarde celebraron la pascuaen los llanos de Jericó.

11 Un día después de la pascua comieron de lo que la tierra producía, y de panes sin levadura y de trigo tostado.

12 Y al día siguiente de que comieron de los productos de la tierra, el maná dejó de caer.Nunca más los hijos de Israel volvieron a tener maná, porque a partir de ese año comieron de lo que la tierra de Canaán producía.

Josué y el enviado de Dios

13 Un día en que Josué estaba cerca de Jericó, de pronto levantó la vista y vio delante de él a un hombre con una espada desenvainada en la mano. Se acercó a él y le preguntó:

«¿Eres uno de los nuestros, o eres de nuestros enemigos?»

14 El hombre respondió:

«Ni lo uno ni lo otro. Estoy al mando del ejército del Señor, y por eso he venido.»

Entonces Josué se inclinó con el rostro en tierra, y lo adoró, mientras decía:

«¿Qué órdenes tiene mi Señor para este siervo suyo?»

15 El comandante del ejército del Señor le respondió:

«Quítate las sandalias de tus pies, porque estás pisando un lugar sagrado.»

Y Josué obedeció.

Josué 6

La toma de Jericó

1 Por temor a los hijos de Israel, la ciudad de Jericó estaba muy bien cerrada. Nadie podía entrar ni salir.

2 Entonces el Señor le dijo a Josué:

«Date cuenta de que yo te he entregado a Jericó y a su rey, con todos sus guerreros.

3 Pero todos tus guerreros deben rodear la ciudad y caminar alrededor de ella una vez al día, durante seis días.

4 Delante del arca, siete sacerdotes llevarán siete bocinas hechas de cuerno de carnero. El séptimo día tus guerreros darán siete vueltas a la ciudad, y mientras tanto los sacerdotes tocarán las bocinas.

5 Cuando oigan el toque prolongado de las bocinas, todo el pueblo debe lanzar fuertes alaridos. Entonces la muralla de la ciudad se vendrá abajo, y en ese momento el pueblo deberá lanzarse directamente contra la ciudad.»

6 Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les dijo:

«Lleven el arca del pacto, y que siete sacerdotes vayan tocando las bocinas de cuerno de carnero delante del arca del Señor.»

7 Al pueblo le dijo:

«Pasen adelante y rodeen la ciudad, y los que estén armados vayan delante del arca del Señor.»

8 Tan pronto como Josué habló con el pueblo, los siete sacerdotes que llevaban las bocinas pasaron delante del arca del Señor, y tocaban las bocinas mientras el arca los seguía.

9 Los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban continuamente las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca.

10 Josué habló entonces con el pueblo, y le ordenó:

«Que nadie grite ni haga oír su voz. Todos deben guardar absoluto silencio, hasta que yo les ordene gritar. Entonces sí, gritarán muy fuerte.»

11 Josué hizo que el arca del Señor diera una vuelta alrededor de la ciudad, y que volvieran después al campamento para pasar allí la noche.

12 Pero al día siguiente Josué madrugó, y los sacerdotes tomaron el arca del Señor.

13 Los siete sacerdotes iban delante del arca, sin dejar de avanzar ni de tocar las bocinas. Los hombres armados iban delante de ellos, mientras que la retaguardia iba tras el arca del Señor. Las bocinas no dejaban de sonar.

14 Lo mismo hicieron el segundo día: le dieron otra vuelta a la ciudad, y volvieron al campamento. Esto mismo lo hicieron durante seis días.

15 El séptimo día todo el pueblo se levantó al despuntar el alba, y rodeó la ciudad siete veces. Ése fue el único día que la rodearon siete veces.

16 Pero al tocar los sacerdotes las bocinas por séptima vez, Josué ordenó al pueblo:

«Griten con todas sus fuerzas, porque el Señor les ha entregado la ciudad.

17 Y será destruida en honor al Señor, con todo lo que hay en ella. Solamente quedará con vida Rajab la ramera y los que estén en su casa, porque ella escondió a los hombres que enviamos a reconocer el lugar.

18 Y ustedes, tengan cuidado de no caer bajo condenación. No toquen ni tomen nada de lo que está bajo maldición, para que el campamento de Israel no sea destruido y perturbado.

19 Todo lo que sea de plata y oro, y los utensilios de bronce y de hierro, se consagrarán al Señor y entrarán en su tesoro.»

20 El pueblo lanzó fuertes gritos, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y cuando el pueblo oyó el sonido de las bocinas, gritó con más fuerza, y la muralla se vino abajo.Entonces el pueblo marchó directamente contra la ciudad, y la tomó.

21 Destruyeron a filo de espada todo lo que había en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, y bueyes, ovejas y asnos.

22 Entonces Josué les dijo a los dos hombres que habían ido a reconocer la tierra:

«Vayan a la casa de la ramera, y háganla salir de allí con todas sus pertenencias, tal y como se lo prometieron.»

23 Aquéllos entraron y sacaron a Rajab, a su padre y a su madre, y a sus hermanos y a toda su parentela, con todas sus pertenencias, y los pusieron fuera del campamento de Israel.

24 Luego le prendieron fuego a la ciudad, con todo lo que en ella había. Solamente pusieron la plata, el oro y los utensilios de bronce y de hierro en el tesoro de la casa del Señor.

25 Josué le salvó la vida a Rajab la ramera, lo mismo que a la casa de su padre, y puso a salvo todas sus pertenencias, en recompensa por haber escondido a los mensajeros que Josué envió a reconocer Jericó.Además, a Rajab se le permitió vivir entre los israelitas, hasta el día de hoy.

26 Por aquellos días Josué lanzó una maldición. Dijo así:

«Maldito sea delante del Señor cualquiera que se atreva a reconstruir esta ciudad de Jericó. Sobre su hijo primogénito echará los cimientos, y sobre su hijo menor construirá las puertas.»

27 Y el Señor estaba con Josué, y su fama se extendió por toda la tierra.

Josué 7

El pecado de Acán

1 Pero los hijos de Israel cometieron una grave falta porque Acán, que era de la tribu de Judá, tomó de lo que estaba bajo maldición, y el Señor se enojó contra todo el pueblo. Acán era hijo de Carmi, nieto de Zabdi y bisnieto de Zeraj.

2 Poco después, Josué envió a varios hombres de Jericó a Hai, que está junto a Bet Avén, al oriente de Betel. Les dijo:

«Vayan y hagan un reconocimiento de la tierra de Hai.»

Y ellos fueron a reconocer el terreno.

3 Cuando regresaron, le dijeron a Josué:

«No es necesario que todo el pueblo se fatigue. Bastará con que vayan dos mil o tres mil hombres. Ellos podrán derrotar a Hai, porque los de allí son pocos.»

4 Así que los que fueron a atacar a Hai eran como tres mil hombres, pero fueron derrotados y tuvieron que salir huyendo de allí.

5 Los habitantes de Hai mataron a treinta y seis hombres; a los demás los persiguieron hasta las canteras, y los derrotaron en la bajada. Y cuando el pueblo supo esto, su ánimo desfalleció y se escurrió como agua.

6 Entonces Josué se rasgó la ropa, y tanto él como los ancianos de Israel se echaron polvo sobre la cabeza e inclinaron su rostro hasta el suelo delante del arca del Señor, hasta que cayó la tarde.

7 Y Josué exclamó:

«¡Ay, Señor, Señor! ¿Por qué permitiste que el pueblo cruzara el Jordán? ¿Acaso fue sólo para entregarnos en manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Hubiera sido mejor que nos quedáramos al otro lado del Jordán!

8 ¡Ay, Señor! ¿Qué puedo decir, ahora que Israel ha sido derrotado y que salió huyendo de sus enemigos?

9 Cuando lo sepan los cananeos y todos los pueblos que habitan esta tierra, vendrán y nos rodearán, y nos borrarán de la tierra. Y entonces, ¿qué vas a hacer con tu gran fama?»

10 El Señor le respondió a Josué:

«¿Por qué estás con el rostro en el suelo? ¡Levántate!

11 Israel ha pecado. Ha quebrantado el pacto que yo le ordené, y además ha tomado lo que le prohibí tomar. Han robado, han mentido, y han guardado entre sus pertenencias lo robado.

12 Por eso los hijos de Israel no podrán vencer a sus enemigos. Es más, cuando se enfrenten a ellos, huirán. Y es que han quedado bajo maldición. Si no destruyen la maldición que está entre ustedes, no volverán a saber de mí.

13 Así que levántate, consagra al pueblo, y dile: “Purifíquense para mañana, porque el Señor y Dios de Israel dice: ‘Hay maldición entre ustedes, y no podrán vencer a sus enemigos hasta que esa maldición sea destruida.’”

14 Para mañana, todos deben presentarse por tribus, y la tribu que el Señor elija se acercará y presentará a sus familias; entonces la familia que el Señor elija se acercará y presentará a sus casas, y la casa que el Señor elija se acercará y presentará a los varones,

15 y el que tenga en su poder lo que está bajo maldición deberá ser quemado con todas sus posesiones, pues ha quebrantado el pacto del Señor y ha cometido un gran pecado en Israel.»

16 Josué se levantó muy de mañana y ordenó que se acercara Israel por tribus, y fue elegida la tribu de Judá.

17 Cuando se acercó esta tribu, Josué eligió a la familia de los de Zeraj, y entonces hizo que se acercaran los varones, y eligió a Zabdi;

18 luego mandó que todos los varones de su casa se acercaran, y de la tribu de Judá tomó a Acán, que era hijo de Carmi, nieto de Zabdi y bisnieto de Zeraj.

19 Entonces Josué le dijo a Acán:

«Hijo mío, da gloria al Señor, el Dios de Israel; alábalo y dime qué has hecho, y no trates de encubrirlo.»

20 Acán respondió a Josué:

«Reconozco que he pecado contra el Señor, el Dios de Israel. Voy a decirte lo que hice.

21 Entre los despojos vi un manto babilónico muy hermoso, doscientas monedas de plata, y un lingote de oro que pesaba más de medio kilo. Me ganó la codicia, y lo tomé. Pero todo lo tengo escondido bajo tierra, en medio de mi tienda. Y debajo de todo está el dinero.»

22 Josué ordenó que algunos hombres fueran corriendo a la tienda. Y cuando éstos llegaron, vieron que todo estaba escondido allí, y que el dinero estaba debajo;

23 entonces tomaron lo que estaba en la tienda y lo llevaron a Josué y a los hijos de Israel, y todo lo pusieron delante del Señor.

24 Josué y todo Israel mandaron aprehender a Acán hijo de Zeraj, y tomando el dinero, el manto, el lingote de oro, y a sus hijos e hijas, junto con sus bueyes, asnos, ovejas, tienda, y todo lo que tenía, lo llevaron al valle de Acor.

25 Allí Josué le dijo a Acán:

«¿Por qué nos has traído confusión? ¡Que el Señor te confunda en este día!»

Y enseguida todos los israelitas los apedrearon, y luego los quemaron;

26 después de eso, levantaron sobre ellos un gran montón de piedras, el cual permanece hasta el día de hoy. Entonces el enojo del Señor se calmó. Por eso hasta este día aquel lugar se llama el valle de Acor.

Josué 8

Toma y destrucción de Hai

1 El Señor le dijo a Josué:

«Tú no temas ni desmayes. Llévate contigo a toda la gente de guerra, y prepárense para atacar a Hai, porque yo te he entregado a su rey y a su pueblo, su ciudad y su tierra.

2 Tú lo vencerás, y harás con Hai y con su rey lo mismo que hiciste con Jericó y con su rey, sólo que ahora serán para ustedes los despojos, lo mismo que sus bestias. Pero pon detrás de la ciudad a gente emboscada.»

3 Josué y sus guerreros se prepararon y fueron a atacar a Hai. Para esto, Josué escogió a treinta mil hombres aguerridos, y los envió de noche

4 con estas órdenes:

«Presten atención y pongan emboscadas detrás de la ciudad. Manténganse muy atentos y preparados, pero no se alejen mucho.

5 Todo el pueblo y yo nos acercaremos a la ciudad, de modo que nos vean, para que ellos salgan y nos persigan como lo hicieron antes, y nosotros huiremos delante de ellos.

6 Así haremos que se alejen de la ciudad, y que piensen que estamos huyendo como la primera vez. Cuando ustedes nos vean huir,

7 saldrán de sus escondites y tomarán la ciudad, pues el Señor nuestro Dios nos la va a entregar.

8 Una vez que la hayan tomado, le prenderán fuego. Esto lo deben hacer en conformidad con lo que el Señor ha ordenado, y con lo que yo les he transmitido.»

9 La emboscada que Josué les mandó poner estaba entre Betel y la parte occidental de Hai. Aquella noche Josué se quedó con el pueblo,

10 pero al día siguiente se levantó muy temprano, pasó revista al pueblo y, junto con los ancianos de Israel, se puso al frente para marchar contra Hai.

11 Salió con todos sus guerreros y, al acercarse a la ciudad, acamparon al norte, en el valle que estaba entre él y Hai.

12 Tomó consigo cerca de cinco mil hombres, y puso la emboscada entre Betel y Hai, en la parte occidental de la ciudad.

13 El pueblo estaba en el campamento, al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente. Esa noche Josué avanzó hasta la mitad del valle.

14 En cuanto el rey de Hai los vio, se dio prisa para reunir al pueblo muy temprano y, en el momento señalado, salieron de la ciudad para combatir a Israel frente al Arabá, sin saber que a espaldas de la ciudad les habían tendido una emboscada.

15 Josué y el pueblo de Israel se fingieron vencidos y huyeron por el camino del desierto,

16 y todo el pueblo de Hai se reunió para perseguirlos. Corrieron tras Josué, con lo que se alejaron de la ciudad.

17 No hubo en Hai ni en Betel nadie que no saliera a perseguir al pueblo de Israel, y por perseguirlo dejaron abierta la ciudad.

18 Entonces el Señor le dijo a Josué:

«Apunta contra Hai la lanza que tienes en la mano, porque yo te la voy a entregar.»

Y Josué apuntó su lanza contra la ciudad,

19 y los que la habían emboscado se levantaron rápidamente; y en cuanto Josué levantó su mano, ellos corrieron y entraron en la ciudad, y la tomaron y enseguida le prendieron fuego.

20 Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que de la ciudad salía humo, y que éste subía al cielo, y ya no pudieron huir ni a una parte ni a otra, porque el pueblo de Israel que fingía huir al desierto, se volvió contra sus perseguidores.

21 Tan pronto como Josué y el pueblo vieron que los emboscados habían tomado la ciudad, y que le habían prendido fuego, regresaron y atacaron a sus habitantes.

22 Los que ya estaban en la ciudad salieron a su encuentro, así que los de Hai quedaron en medio del pueblo de Israel, los unos por un lado, y los otros por el otro. Fue así como los hirieron, y ninguno de ellos pudo escapar,

23 aunque tomaron vivo al rey de Hai y lo llevaron ante Josué.

24 Cuando los israelitas acabaron de matar a los habitantes de Hai, a los cuales habían perseguido por el campo y el desierto, regresaron a la ciudad y también mataron a filo de espada a los habitantes que aún quedaban con vida.

25 Aquel día cayeron doce mil de los de Hai, entre hombres y mujeres.

26 Josué no dejó de apuntar con su lanza hasta que la ciudad de Hai y sus habitantes fueron destruidos por completo.

27 En conformidad con lo que el Señor le había dicho a Josué, los israelitas se apropiaron de los animales y de los despojos de la ciudad.

28 Y Hai quedó reducida a escombros y asolada para siempre, porque Josué mandó que la quemaran.

29 Al rey de Hai lo colgó de un árbol hasta que cayó la noche, y cuando el sol se puso dio órdenes de que bajaran el cuerpo y lo arrojaran a las puertas de la ciudad. Sobre el cuerpo hacinaron un montón de piedras, el cual permanece hasta el día de hoy.

Lectura de la ley en el monte Ebal

30 Entonces Josué edificó en el monte Ebal un altar al Señor, Dios de Israel.

31 Era un altar de piedras sin labrar, tal y como lo había ordenado Moisés, siervo del Señor, y como está escrito en el libro de la ley de Moisés,y sobre él ofrecieron holocaustos al Señor y sacrificaron ofrendas de paz.

32 Sobre las piedras Josué escribió también una copia de la ley de Moisés, en presencia de los hijos de Israel.

33 Todo el pueblo estaba de pie a ambos lados del arca del pacto del Señor, incluso los extranjeros y los descendientes de Israel, los ancianos, oficiales y jueces, en presencia de los sacerdotes levitas que llevaban el arca. La mitad de ellos estaba del lado sur del monte Guerizín, y la otra mitad del lado del monte Ebal, tal y como lo había ordenado Moisés, siervo del Señor, cuando el pueblo de Israel fue bendecido por primera vez.

34 Después de eso, Josué leyó todas las palabras de la ley, junto con las bendiciones y las maldiciones, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley.

35 No omitió Josué una sola palabra de lo que Moisés le mandó leer ante la comunidad de Israel, junto con las mujeres, los niños y los extranjeros que vivían entre ellos.

Josué 9

Astucia de los gabaonitas

1 Cuando se supo esto, todos los reyes hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, jivitas y jebuseos, que habitaban en las montañas y llanos, y en toda la costa del Mar Grande frente al Líbano, de este lado del Jordán,

2 se pusieron de acuerdo para pelear contra Josué y el pueblo de Israel.

3 Pero cuando los habitantes de Gabaón supieron lo que Josué había hecho en Jericó y en Hai,

4 astutamente planearon fingir que eran embajadores, así que echaron sobre sus asnos unos sacos viejos, y odres de vino viejos, rotos y remendados,

5 y se pusieron además vestidos viejos y sandalias viejas y recosidas, y tomaron para el camino pan que estaba todo seco y mohoso.

6 Entonces fueron al campamento de Josué, que estaba en Gilgal, y le dijeron a él y al pueblo:

«Venimos de un país muy lejano. Queremos que ustedes hagan una alianza con nosotros.»

7 Los israelitas les dijeron a los jivitas:

«Tal vez ustedes viven en medio de nosotros. ¿Por qué habríamos de hacer una alianza con ustedes?»

8 Ellos respondieron:

«Porque nosotros somos tus siervos.»

Pero Josué les preguntó:

«¿Quiénes son ustedes? ¿De dónde vienen?»

9 Ellos le dijeron:

«Venimos de un país muy lejano, por causa del nombre del Señor tu Dios. Hemos oído hablar de su fama, y sabemos lo que hizo en Egipto,

10 así como lo que hizo con los dos reyes de los amorreos al otro lado del Jordán, es decir, con Sijón, el rey de Jesbón, y con Og, el rey de Basán, en Astarot.

11 Fue esto lo que llevó a los ancianos y los habitantes de nuestra tierra a decirnos: “Tomen provisiones para el camino, y procuren encontrarse con ellos y decirles que somos sus siervos y queremos que hagan una alianza con nosotros.”

12 Miren el pan que hemos traído para el camino: el día que partimos para venir a su encuentro, lo tomamos de nuestras casas y estaba caliente; pero mírenlo ahora; ¡está seco y mohoso!

13 Estos odres de vino también estaban nuevos cuando los llenamos, y ahora ya están rotos. Nuestros vestidos y sandalias ya se han gastado, porque el camino ha sido muy largo.»

14 Los hombres de Israel tomaron parte de sus provisiones sin consultarlo con el Señor,

15 y Josué concertó con ellos la paz y celebró la alianza, con lo cual les concedió la vida. Y los jefes de la comunidad estuvieron de acuerdo con él.

16 Tres días después de haber celebrado alianza se dieron cuenta de que en realidad eran sus vecinos, y que vivían en medio de ellos.

17 Así que al tercer día los hijos de Israel salieron y llegaron a Gabaón, Cafira, Berot y Quiriat Yearín, que eran ciudades de los gabaonitas,

18 pero no los mataron porque, en el nombre del Señor, Dios de Israel, los jefes de la comunidad habían jurado perdonarles la vida. Por eso toda la comunidad murmuró contra los jefes,

19 pero ellos respondieron:

«Nosotros hemos hecho un juramento en nombre del Señor, Dios de Israel; por lo tanto, no los podemos tocar.

20 Los dejaremos vivir, para no provocar el enojo del Señor.»

21 Entonces los jefes dijeron:

«Déjenlos vivir, y que sean leñadores y aguadores, para el servicio de toda la comunidad.»

Y fue así como se les concedió la vida, tal y como lo habían prometido los jefes.

22 Sin embargo, Josué los llamó y les preguntó:

«¿Por qué nos engañaron y dijeron que venían de muy lejos, cuando en realidad son nuestros vecinos?

23 Puesto que nos han engañado, ahora voy a ponerlos al servicio de la casa de Dios. No habrá uno solo de ustedes que no corte la leña y saque el agua para la casa de mi Dios.»

24 Ellos le respondieron:

«Somos tus siervos. Según entendimos, el Señor tu Dios le prometió a su siervo Moisés que les daría a ustedes estas tierras, y que destruiría a todos sus habitantes. Lo que hicimos se debió a que, cuando los vimos cerca de nosotros, tuvimos miedo de perder la vida.

25 Pero aquí nos tienes. Haz con nosotros lo que te parezca mejor.»

26 Entonces Josué los libró de morir a manos de los hijos de Israel,

27 y desde ese día los destinó a ser los leñadores y aguadores de la comunidad y del altar del Señor, en el lugar que el Señor eligiera, y eso es lo que son hasta el día de hoy.

Josué 10

Derrota de los amorreos

1 Cuando Adonisedec, el rey de Jerusalén, supo que Josué había tomado la ciudad de Hai, y que la había dejado en ruinas (como lo había hecho con Jericó y con su rey, lo mismo que con Hai), y que los habitantes de Gabaón habían hecho la paz con los israelitas y que vivían entre ellos,

2 se llenó de temor. Y es que Gabaón era una ciudad real, mucho más grande que Hai, y sus hombres eran muy fuertes.

3 Por eso el rey Adonisedec envió mensajes a Hoán, Pirán, Jafía y Debir, que eran los reyes de Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón, en ese orden, en los que les decía:

4 «Vengan en mi ayuda. Vamos a combatir a Gabaón, porque ha hecho una alianza de paz con Josué y con el pueblo de Israel.»

5 Entonces los reyes de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón, que eran los cinco reyes de los amorreos, se aliaron y con todos sus ejércitos fueron y acamparon cerca de Gabaón, para pelear contra ella.

6 Por su parte, los habitantes de Gabaón enviaron mensajeros al campamento de Josué en Gilgal, para decirle:

«No nos niegues tu ayuda, pues somos tus siervos. Ven pronto a defendernos, pues todos los reyes de los amorreos, que habitan en las montañas, se han aliado contra nosotros.»

7 Josué salió entonces de Gilgal con su ejército de guerreros y con sus hombres más aguerridos.

8 Y el Señor le dijo a Josué:

«No les tengas miedo, que yo te los he entregado. Ninguno de ellos podrá vencerte.»

9 Josué avanzó toda esa noche desde Gilgal, y les cayó por sorpresa.

10 Cuando los reyes vieron al pueblo de Israel, el Señor hizo que ellos se llenaran de gran aflicción, y así el Señor los hirió de muerte en Gabaón y los persiguió por el camino que lleva a Bet Jorón, y hasta Azeca y Maceda.

11 Mientras estos reyes huían de los israelitas, el Señor hizo que en la bajada de Bet Jorón, y hasta Azeca, cayeran granizos tan grandes como piedras, y muchos murieron. Fueron más los que murieron por causa del granizo que los muertos a filo de espada por los hijos de Israel.

12 El día en que los amorreos fueron vencidos, Josué le habló al Señor en presencia de los israelitas, y dijo:

«Sol, deténte en Gabaón;

Y tú, luna, en el valle de Ayalón.

13 Y el sol y la luna se detuvieron.

Y el pueblo se vengó de sus enemigos.»

¿Acaso esto no está escrito en el libro de Jaser?El sol se detuvo en medio del cielo, y durante casi un día entero no se apresuró a ocultarse.

14 Nunca antes hubo un día como ése, ni lo habrá después, en que el Señor atendió a la voz de un hombre y peleó a favor de Israel, su pueblo.

15 Después de esto, Josué y el pueblo de Israel volvieron al campamento en Gilgal.

16 Los cinco reyes huyeron y se escondieron en una cueva en Maceda,

17 pero cuando le avisaron a Josué que habían hallado a los cinco reyes escondidos en esa cueva,

18 dijo:

«Tapen la entrada de la cueva con grandes piedras, y pongan guardias frente a ella.

19 Y ustedes, no se detengan; sigan a sus enemigos y atáquenlos por la retaguardia. No los dejen entrar a sus ciudades, porque el Señor nuestro Dios los ha entregado en sus manos.»

20 Josué y el pueblo de Israel hirieron a los amorreos hasta destruirlos, pero algunos de ellos lograron entrar en las ciudades fortificadas.

21 Después, todo el pueblo volvió sano y salvo al campamento en Maceda, donde estaba Josué, y no hubo nadie que hablara mal de los hijos de Israel.

22 Entonces Josué dijo:

«Abran la entrada de la cueva donde están los cinco reyes amorreos, y sáquenlos.»

23 Así lo hicieron, y sacaron a los reyes de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón,

24 y los llevaron ante Josué. Entonces él llamó a todos los hombres de Israel y a los jefes de los guerreros que lo habían acompañado, y les dijo:

«Pongan sus pies sobre el cuello de estos reyes.»

Ellos se acercaron y se pararon sobre su cuello,

25 y entonces Josué les dijo:

«No tengan miedo. No se atemoricen, sino sean fuertes y valientes, porque así hará el Señor con todos sus enemigos, contra quienes ustedes peleen.»

26 Después de eso, Josué los hirió de muerte e hizo que los colgaran en cinco árboles, en donde se quedaron colgados hasta que cayó la noche.

27 Cuando el sol estaba por ocultarse, mandó que los bajaran de los árboles y que los arrojaran dentro de la cueva donde se habían ocultado; luego se tapó la entrada de la cueva con grandes piedras, y éstas permanecen hasta el día de hoy.

28 Ese mismo día Josué tomó Maceda y mató a su rey y a sus habitantes a filo de espada. Los destruyó por completo, y arrasó con todo lo que tenía vida; hizo con el rey de Maceda lo mismo que había hecho con el rey de Jericó.

29 Luego Josué y el pueblo de Israel salieron de Maceda y fueron a pelear contra Libna,

30 y el Señor también la entregó en sus manos, junto con su rey, y mataron a filo de espada todo lo que tenía vida, como antes lo habían hecho con el rey de Jericó.

31 Después salieron de Libna y se dirigieron a Laquis, y acamparon cerca de ella y también la combatieron.

32 Al día siguiente el Señor entregó a Laquis en manos de Israel, y la tomaron matando a filo de espada todo lo que tenía vida, como antes lo habían hecho con el rey de Libna.

33 Horán, el rey de Guézer, fue en ayuda de Laquis, pero él y su pueblo fueron derrotados por Josué, y ni uno solo de ellos quedó con vida.

34 De Laquis, Josué y todo Israel pasaron a Eglón y acamparon cerca de allí, y también la combatieron.

35 Ese mismo día la tomaron, y mataron a filo de espada todo lo que tenía vida, como lo hicieron en Laquis.

36 Después salieron de Eglón para combatir a Hebrón,

37 y ese mismo día la tomaron, matando a filo de espada a su rey y a sus habitantes, y a todo lo que tenía vida, como antes lo habían hecho con Eglón. Nada quedó con vida.

38 Cuando Josué y el pueblo de Israel volvieron, se dirigieron a Debir para atacarla,

39 y la tomaron junto con su rey y sus ciudades, matando a filo de espada todo lo que tenía vida, como antes lo habían hecho con los reyes de Hebrón y Libna.

40 Además, Josué asoló toda la región montañosa del Néguev, los llanos y las laderas, y mató a todos sus reyes. Tal y como el Señor Dios de Israel lo había ordenado, no dejó nada con vida:

41 desde Cadés Barnea hasta Gaza, y por toda la tierra de Gosén hasta Gabaón, mató a los reyes de esos lugares

42 y tomó posesión de sus tierras porque el Señor y Dios de Israel peleaba en su favor.

43 Después, Josué y todo el pueblo de Israel volvieron a su campamento en Gilgal.

Josué 11

Derrota de la alianza de Jabín

1 Cuando Jabín, que era rey de Jazor, se enteró de esto, pidió ayuda a Jobab, rey de Madón, a los reyes de Simerón y Acsaf,

2 y a los reyes de las montañas del norte, a los del Arabá al sur de Cineret, a los de los llanos, y a los de las regiones de Dor al occidente;

3 lo mismo que a los cananeos de oriente y de occidente, y a los amorreos, hititas, ferezeos y jebuseos de las montañas, y a los jivitas al pie del monte Hermón, en la región de Mispá.

4 Todos estos reyes salieron con sus ejércitos. Eran tantos los soldados, y tantos sus caballos y carros de guerra, que se parecían a la arena del mar.

5 Estos reyes se unieron y acamparon junto a los manantiales de Merón, para pelear contra Israel.

6 Pero el Señor le dijo a Josué:

«No tengas miedo, que mañana a esta hora estarán muertos delante de Israel. Tú les cortarás las patas a sus caballos, y les prenderás fuego a sus carros.»

7 Josué y toda su gente de guerra les cayeron por sorpresa junto a los manantiales de Merón,

8 y el Señor los entregó en sus manos. Los hirieron y persiguieron desde Sidón la grande hasta Misrefot Mayin y el llano de Mispá, al oriente. Hirieron a todos, y ninguno de ellos quedó con vida.

9 Además, Josué hizo lo que el Señor les ordenó hacer: les cortó las patas a sus caballos, y a sus carros les prendió fuego.

10 A su regreso, Josué tomó a Jazor y mató a filo de espada a su rey, pues Jazor había encabezado a todos estos reinos.

11 Mataron a filo de espada a todo lo que tenía vida en la ciudad. Todo lo destruyeron por completo. No quedó nada que respirara. Y finalmente, le prendieron fuego a la ciudad de Jazor.

12 De igual manera tomó Josué a todas las ciudades, junto con sus reyes. Los mató a filo de espada y acabó con ellos, tal y como lo había ordenado Moisés, el siervo del Señor.

13 Las ciudades que estaban sobre las colinas no fueron quemadas; únicamente quemaron a Jazor.

14 Los hijos de Israel tomaron todo el botín y las bestias de aquellas ciudades, e hirieron a filo de espada y mataron a todos los hombres, y ninguno quedó con vida.

15 Todo lo hicieron tal y como el Señor se lo ordenó a su siervo Moisés, y éste a Josué, quien cumplió las ordenes al pie de la letra.

Josué toma posesión de toda la tierra

16 Josué tomó posesión de toda aquella región: de las montañas, del Néguev, de la tierra de Gosén, de los llanos, del Arabá, y de las montañas de Israel y de sus valles,

17 desde el monte Jalac, que sube en dirección de Seír, hasta Baal Gad en la llanura del Líbano, a las faldas del monte Hermón. De igual manera venció a todos sus reyes y les dio muerte.

18 Durante mucho tiempo estuvo en guerra con esos reyes,

19 porque salvo los jivitas, que moraban en Gabaón, ninguno quiso hacer la paz con los hijos de Israel, sino que los demás se prepararon para la guerra.

20 Y es que el Señor endureció sus corazones para que lucharan contra Israel; así él los destruyó y, sin misericordia, fueron expulsados de sus tierras, tal y como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

21 Fue también en ese tiempo cuando Josué destruyó a los anaquitas con todas sus ciudades. Éstos vivían en los montes de Hebrón, Debir, Anab, Judá e Israel.

22 Ni un solo anaquita quedó en el territorio del pueblo de Israel, excepto en Gaza, Gat y Asdod.

23 Josué tomó posesión de toda la tierra, en conformidad con lo que el Señor le había dicho a Moisés, es decir, que se la entregaría como herencia a Josué y a los israelitas; y éste la distribuyó según sus tribus, y hubo paz en la tierra.

Josué 12

Reyes derrotados por Moisés

1 Éstos son los reyes que los hijos de Israel derrotaron para tomar posesión de sus tierras ubicadas al otro lado del Jordán, hacia donde sale el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y toda la región oriental del Arabá:

2 Sijón, rey de los amorreos, que reinaba en Jesbón y cuyo dominio se extendía desde Aroer, ciudad que estaba en la ribera del arroyo de Arnón, y desde el centro del valle, hasta el arroyo de Jaboc, que es la mitad de Galaad y frontera de los hijos de Amón.

3 También abarcaba al oriente el lago de Cineret hasta el Mar Salado, al oriente del Arabá, por el camino de Bet Yesimot, y desde el sur al pie de la falda del monte Pisga.

4 También tomaron posesión del territorio de Og, rey de Basán, que había quedado de los refaítas, y que habitaba en Astarot y en Edrey.

5 El dominio de Og se extendía al monte Hermón, en Salca, y a todo Basán, hasta la frontera con Gesur y Macá, y hasta la mitad de Galaad, que era territorio de Sijón, el rey de Jesbón.

6 Estos reyes fueron derrotados por Moisés, el siervo del Señor, y por los hijos de Israel. Estas tierras que Moisés conquistó, se las dio en posesión a los rubenitas y gaditas, y a la media tribu de Manasés.

Reyes derrotados por Josué

7 Éstos son los reyes derrotados por Josué y los hijos de Israel, cuyas tierras estaban en la ribera occidental del Jordán, y desde Baal Gad, en el llano del Líbano, hasta el monte Jalac, en dirección a Seír. Josué repartió esas tierras a las tribus de Israel, como su herencia permanente.

8 Esas tierras estaban en las montañas, en los valles, en el Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Néguev, y habían pertenecido a los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, jivitas y jebuseos.

9 Los reyes derrotados fueron:

El rey de Jericó, el rey de Hai, al lado de Betel;

10 el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón;

11 el rey de Jarmut, el rey de Laquis;

12 el rey de Eglón, el rey de Guézer;

13 el rey de Debir, el rey de Geder;

14 el rey de Jormá, el rey de Arad;

15 el rey de Libna, el rey de Adulán;

16 el rey de Maceda, el rey de Betel;

17 el rey de Tapuaj, el rey de Jéfer;

18 el rey de Afec, el rey de Sarón;

19 el rey de Madón, el rey de Jazor;

20 el rey de Simerón Merón, el rey de Acsaf;

21 el rey de Tanac, el rey de Meguido;

22 el rey de Cedes, el rey de Jocneán, en el monte Carmelo;

23 el rey de Dor, de la provincia de Dor, el rey de Goyín en Gilgal;

24 y el rey de Tirsa. En total, treinta y un reyes.