Santiago 3

La lengua

1 Hermanos míos, no se convierta la mayoría de ustedes en maestros. Bien saben que el juicio que recibiremos será mayor.

2 Todos cometemos muchos errores. Quien no comete errores en lo que dice, es una persona perfecta, y además capaz de dominar todo su cuerpo.

3 A los caballos les ponemos un freno en la boca, para que nos obedezcan, y así podemos controlar todo su cuerpo.

4 Y fíjense en los barcos: Aunque son muy grandes e impulsados por fuertes vientos, son dirigidos por un timón muy pequeño, y el piloto los lleva por donde quiere.

5 Así es la lengua. Aunque es un miembro muy pequeño, se jacta de grandes cosas. ¡Vean qué bosque tan grande puede incendiarse con un fuego tan pequeño!

6 Y la lengua es fuego; es un mundo de maldad. La lengua ocupa un lugar entre nuestros miembros, pero es capaz de contaminar todo el cuerpo; si el infierno la prende, puede inflamar nuestra existencia entera.

7 La gente puede domesticar y, en efecto, ha domesticado, toda clase de bestias, aves, serpientes y animales marinos,

8 pero nadie puede domesticar a la lengua. Ésta es un mal indómito, que rebosa de veneno mortal.

9 Con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido creados a imagen de Dios.

10 De la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, ¡esto no puede seguir así!

11 ¿Acaso de una misma fuente puede brotar agua dulce y agua amarga?

12 No es posible, hermanos míos, que la higuera dé aceitunas, o que la vid dé higos. Ni tampoco puede ninguna fuente dar agua salada y agua dulce.

La sabiduría de lo alto

13 ¿Quién de ustedes es sabio y entendido? Demuéstrelo con su buena conducta, y por medio de actos realizados con la humildad propia de la sabiduría.

14 Pero si ustedes abrigan en su corazón amargura, envidia y rivalidad, no tienen de qué presumir y están falseando la verdad.

15 Esta clase de sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrenal, estrictamente humana, y diabólica.

16 Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal.

17 Pero la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina.

18 Y el fruto de la justicia se siembra en paz para los que trabajan por la paz.

Santiago 4

La amistad con el mundo

1 ¿De dónde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no vienen de sus pasiones, las cuales luchan dentro de ustedes mismos?

2 Si ustedes desean algo, y no lo obtienen, entonces matan. Si arden de envidia y no consiguen lo que desean, entonces discuten y luchan. Pero no obtienen lo que desean, porque no piden;

3 y cuando piden algo, no lo reciben porque lo piden con malas intenciones, para gastarlo en sus propios placeres.

4 ¡Ay, gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Todo aquel que quiera ser amigo del mundo, se declara enemigo de Dios.

5 No crean que la Escritura dice en vano: «Ardientemente nos desea el Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros.»

6 Pero la gracia que él nos da es mayor. Por eso dice: «Dios se opone a los soberbios, y da gracia a los humildes.»

7 Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes.

8 Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Límpiense las manos, pecadores! Y ustedes, los pusilánimes, ¡purifiquen su corazón!

9 ¡Lloren, aflíjanse, hagan lamentos! ¡Conviertan su risa en llanto, y su alegría en tristeza!

10 ¡Humíllense ante el Señor, y él los exaltará!

No juzguen a los hermanos

11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal del hermano y lo juzga, habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, te eriges en juez de la ley, y no en alguien que debe cumplirla.

12 La ley la ha dado Uno solo, el cual tiene poder para salvar y destruir. Pero tú, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?

Nada sabemos del mañana

13 Ahora escuchen con cuidado, ustedes los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y estaremos allá un año, y haremos negocios, y ganaremos dinero.»

14 ¡Si ni siquiera saben cómo será el día de mañana!¿Y qué es la vida de ustedes? Es como la neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora.

15 Lo que deben decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.»

16 Pero ustedes se jactan con arrogancia, y toda jactancia de este tipo es mala.

17 El que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, comete pecado.

Santiago 5

Contra los ricos opresores

1 Ahora, ustedes los ricos, escuchen con cuidado. ¡Lloren a voz en cuello por las calamidades que les sobrevendrán!

2 Sus riquezas están podridas, y sus ropas están carcomidas por la polilla.

3 Su oro y su plata están llenos de moho, y ese mismo moho los acusará, y los consumirá como el fuego. Ustedes acumulan riquezas, ¡hasta en los últimos tiempos!

4 Pero claman contra ustedes los sueldos que, con engaños, no han pagado a los que trabajaron levantando sus cosechas. ¡Y el clamor de esos trabajadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos!

5 Aquí en la tierra, ustedes han vivido rodeados de placeres, y lo único que han logrado es engordar para el día de la matanza.

6 A la gente honrada la han condenado a morir, sin que ésta pudiera defenderse.

Oración y paciencia

7 Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Fíjense en el labrador, cómo espera el preciado fruto de la tierra, y cómo aguarda con paciencia a que lleguen las lluvias tempranas y tardías.

8 También ustedes, tengan paciencia y manténganse firmes, que ya está cerca la venida del Señor.

9 Hermanos, no se quejen unos de otros, para que no sean condenados. ¡Vean que el juez ya está a la puerta!

10 Hermanos míos, tomen como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor.

11 Recuerden que nosotros consideramos dichosos a los que pacientemente sufren. Ustedes ya han sabido de la paciencia de Job,y saben también cómo lo trató el Señor al final, porque él es todo compasión y misericordia.

12 Pero sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa. Cuando digan «sí», que sea «sí»; y cuando digan «no», que sea «no». De lo contrario, caerán en condenación.

13 ¿Hay alguien entre ustedes, que esté afligido? Que ore a Dios. ¿Alguno de ustedes está de buen humor? Que cante alabanzas.

14 ¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceiteen el nombre del Señor.

15 La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha pecado, sus pecados le serán perdonados.

16 Confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es muy poderosa y efectiva.

17 Elías era un hombre con limitaciones semejantes a las nuestras. Pero oró con fervor para que no lloviera, y durante tres años y seis meses no llovió sobre la tierra.

18 Después volvió a orar, y el cielo dejó caer su lluvia, y la tierra dio sus frutos.

19 Hermanos, si alguno de ustedes se ha apartado de la verdad, y otro lo hace volver a ella,

20 sepan que el que haga volver al pecador de su mal camino, lo salvará de la muerte y cubrirá una gran cantidad de pecados.

Hebreos 1

Dios ha hablado por su Hijo

1 Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas,

2 en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo.

3 Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la derecha de la Majestad, en las alturas,

4 y ha llegado a ser superior a los ángeles, pues ha recibido un nombre más sublime que el de ellos.

El Hijo es superior a los ángeles

5 Porque jamás dijo Dios a ninguno de sus ángeles:

«Tú eres mi Hijo.

Yo te he engendrado hoy.»

Ni tampoco:

«Yo seré su Padre,

y él será mi hijo.»

6 Además, cuando Dios introduce al Primogénito en el mundo, dice:

«Que lo adoren todos los ángeles de Dios.»

7 Acerca de los ángeles, dice:

«Él hace que sus ángeles sean como vientos,

y sus ministros como llamas de fuego.»

8 Pero del Hijo dice:

«Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;

el cetro de tu reino es un cetro de justicia.

9 Amas la justicia, y odias la maldad.

Por eso te ungió Dios, tu Dios,

con óleo de alegría más que a tus compañeros.»

10 Y también dice:

«Señor, tú fundaste la tierra en el principio,

y los cielos son obra de tus manos.

11 Ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre.

Todos ellos se desgastarán como un vestido;

12 los enrollarás como un manto, y quedarán cambiados;

pero tú eres el mismo,

y tus años no tendrán fin.»

13 Dios jamás le dijo a ninguno de los ángeles:

«Siéntate a mi derecha

hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies.»

14 ¿Y acaso no son todos ellos espíritus ministradores, enviados para servir a quienes serán los herederos de la salvación?

Hebreos 2

Una salvación tan grande

1 Por tanto, es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que nos extraviemos.

2 Porque si el mensaje anunciado por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo,

3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron.

4 Además, Dios la ha confirmado con señales y prodigios, y con diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo, según su voluntad.

El autor de la salvación

5 Dios no puso el mundo venidero, del cual estamos hablando, bajo la autoridad de los ángeles.

6 Como alguien testificó en cierto lugar:

«¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,

o el hijo del hombre, para que lo tengas en cuenta?

7 Lo hiciste un poco menor que los ángeles;

lo coronaste de gloria y de honra,

y lo pusiste sobre las obras de tus manos;

8 todo lo sujetaste debajo de sus pies.»

Así que, si Dios puso todas las cosas debajo de sus pies, entonces no dejó nada que no esté sujeto a él. Sin embargo, todavía no vemos que todas las cosas le estén sujetas.

9 Lo que sí vemos es que Jesús, que fue hecho un poco menor que los ángeles, está coronado de gloria y de honra, a causa de la muerte que sufrió. Dios, en su bondad, quiso que Jesús experimentara la muerte para el bien de todos.

10 Porque convenía que Dios, por quien todas las cosas existen y subsisten, perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos, a fin de llevar muchos hijos a la gloria.

11 Porque el mismo origen tienen el que santifica y los que son santificados. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos

12 cuando dice:

«Anunciaré tu nombre a mis hermanos,

y en medio de la congregación te alabaré.»

13 Y en otra parte:

«Yo confiaré en él.»

Y una vez más:

«Aquí estoy, con los hijos que Dios me dio.»

14 Así como los hijos eran de carne y hueso, también él era de carne y hueso, para que por medio de la muerte destruyera al que tenía el dominio sobre la muerte, es decir, al diablo,

15 y de esa manera librara a todos los que, por temor a la muerte, toda su vida habían estado sometidos a esclavitud.

16 Ciertamente él no vino para ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abrahán.

17 Por eso le era necesario ser semejante a sus hermanos en todo: para que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiara los pecados del pueblo.

18 Puesto que él mismo sufrió la tentación, es poderoso para ayudar a los que son tentados.

Hebreos 3

Jesús, superior a Moisés

1 Por lo tanto, hermanos santos, que tienen parte del llamamiento celestial, consideren a Cristo Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos.

2 Él es fiel al que lo constituyó, como lo fue también Moisés en toda la casa de Dios.

3 Pero a Jesús se le ha concedido más honor que a Moisés, así como al que hace una casa se le rinde más honor que a la casa misma.

4 Porque toda casa es hecha por alguien, pero el que hizo todas las cosas es Dios.

5 Como siervo, Moisés fue fiel en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que se iba a decir.

6 Cristo, en cambio, como hijo es fiel sobre su casa, que somos nosotros, si mantenemos la confianza firme hasta el fin y nos gloriamos en la esperanza.

El reposo del pueblo de Dios

7 Por eso, como dice el Espíritu Santo:

«Si ustedes oyen hoy su voz,

8 no endurezcan su corazón,

como lo hicieron en el desierto,

en el día de la tentación,

cuando me provocaron.

9 Allí los antepasados de ustedes

me tentaron, me pusieron a prueba,

aun cuando durante cuarenta años

habían visto mis obras.

10 Por eso me disgusté contra ellos,

y dije: “Su corazón siempre divaga;

no han reconocido mis caminos.”

11 Por eso, en mi furor juré:

“No entrarán en mi reposo.”»

12 Hermanos, cuiden de que no haya entre ustedes ningún corazón pecaminoso e incrédulo, que los lleve a apartarse del Dios vivo.

13 Más bien, anímense unos a otros día tras día, mientras se diga «Hoy», para que el engaño del pecado no endurezca a nadie.

14 Nosotros hemos llegado a participar de Cristo, siempre y cuando retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio.

15 Como ya se ha dicho:

«Si ustedes oyen hoy su voz,

no endurezcan su corazón,

como cuando me provocaron.»

16 ¿Y quiénes fueron los que lo provocaron, aun después de haberlo oído? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto por mediación de Moisés?

17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tendidos en el desierto?

18 ¿Y a quiénes les juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?

19 Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.

Hebreos 4

1 Por eso, temamos a Dios mientras tengamos todavía la promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de ustedes parezca haberse quedado atrás.

2 Porque la buena nueva se nos ha anunciado a nosotros lo mismo que a ellos; pero de nada les sirvió a ellos el oír esta palabra porque, cuando la oyeron, no la acompañaron con fe.

3 Pero los que creímos hemos entrado en el reposo, conforme a lo que él dijo:

«Por eso, en mi furor juré:

“No entrarán en mi reposo”»,

aun cuando sus obras estaban acabadas desde la creación del mundo.

4 En cierto lugar se dice así del séptimo día: «Dios reposó de todas sus obras en el séptimo día.»

5 Y una vez más dice: «No entrarán en mi reposo».

6 Por lo tanto, y puesto que aún falta que algunos entren en el reposo, y como aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de su desobediencia,

7 vuelve a determinarse un día, «Hoy», al decir después de tanto tiempo, por medio de David:

«Si ustedes oyen hoy su voz,

no endurezcan su corazón».

8 Si Josué les hubiera dado el reposo,no habría hablado después de otro día.

9 De modo que aún queda un reposo para el pueblo de Dios.

10 Porque el que entra en su reposo, reposa también de sus obras, como Dios reposó de las suyas.

11 Procuremos, pues, entrar en ese reposo, para que nadie siga el ejemplo de los que desobedecieron.

12 La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

13 Nada de lo que Dios creó puede esconderse de él, sino que todas las cosas quedan al desnudo y descubiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.

Jesús el gran sumo sacerdote

14 Por lo tanto, y ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, retengamos nuestra profesión de fe.

15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.

16 Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando necesitemos ayuda.

Hebreos 5

1 Todo sumo sacerdote es elegido entre los hombres, y constituido a favor de los hombres ante la presencia de Dios, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados

2 y para mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, ya que él mismo adolece de la debilidad humana.

3 Por eso mismo debe presentar una ofrenda por sus propios pecados, así como por los del pueblo.

4 Pero nadie puede tomar este honor por cuenta propia, sino sólo el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.

5 Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que ese honor se lo dio el que le dijo:

«Tú eres mi Hijo,

yo te he engendrado hoy»,

6 y que en otro lugar también dice:

«Tú eres sacerdote para siempre,

según el orden de Melquisedec».

7 Cuando Cristo vivía en este mundo, con gran clamor y lágrimas ofreció ruegos y súplicas al que lo podía librar de la muerte,y fue escuchado por su temor reverente.

8 Aunque era Hijo, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento;

9 y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen,

10 y Dios lo declaró sumo sacerdote, según el orden de Melquisedec.

Advertencia contra la apostasía

11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, aunque no es fácil explicarlo porque ustedes son lentos para entender.

12 Aunque después de tanto tiempo ya deberían ser maestros, todavía es necesario que se les vuelva a enseñar lo más elemental de las palabras de Dios. Esto es tan así que lo que necesitan es leche, y no alimento sólido.

13 Pero todos los que se alimentan de leche son inexpertos en la palabra de justicia, porque son como niños.

14 El alimento sólido es para los que ya han alcanzado la madurez, para los que pueden discernir entre el bien y el mal, y han ejercitado su capacidad de tomar decisiones.

Hebreos 6

1 Por lo tanto, dejemos a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, y avancemos hacia la perfección. No volvamos a cuestiones básicas, tales como el arrepentirnos de las acciones que nos llevan a la muerte, o la fe en Dios,

2 o las enseñanzas acerca del bautismo, o la imposición de manos, o la resurrección de los muertos y el juicio eterno.

3 Todo esto lo haremos, si Dios nos lo permite.

4 No es posible que los que alguna vez fueron iluminados y saborearon el don celestial, y tuvieron parte en el Espíritu Santo,

5 y saborearon además la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero,

6 pero volvieron a caer, vuelvan también a ser renovados para arrepentimiento. ¡Eso sería volver a crucificar al Hijo de Dios para ellos mismos, y exponerlo a la vergüenza pública!

7 Cuando la tierra absorbe la lluvia que le cae con frecuencia, y produce plantas útiles para quienes la cultivan, recibe la bendición de Dios;

8 pero cuando produce espinos y abrojos, no vale nada; poco le falta para ser maldecida,y acaba por ser quemada.

9 Queridos hermanos, aunque hablamos así, con respecto a ustedes estamos convencidos de cosas mejores, que tienen que ver con la salvación.

10 Porque Dios es justo, y no olvidará el trabajo de ustedes y el amor que han mostrado hacia él mediante el servicio a los santos, como hasta ahora lo hacen.

11 Pero deseamos que cada uno de ustedes muestre el mismo entusiasmo hasta el fin, para la plena realización de su esperanza

12 y para que no se hagan perezosos, sino que sigan el ejemplo de quienes por medio de la fe y la paciencia heredan las promesas.

13 Cuando Dios hizo la promesa a Abrahán, juró por sí mismo, porque no había nadie superior a él por quien jurar,

14 y dijo: «Ciertamente te bendeciré con abundancia y multiplicaré tu descendencia».

15 Y Abrahán esperó con paciencia, y recibió lo que Dios le había prometido.

16 Cuando alguien jura, lo hace por alguien superior a sí mismo. De esa manera confirma lo que ha dicho y pone fin a toda discusión.

17 Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que sus propósitos no cambian, les hizo un juramento,

18 para que por estas dos cosas que no cambian, y en las que Dios no puede mentir, tengamos un sólido consuelo los que buscamos refugio y nos aferramos a la esperanza que se nos ha propuesto.

19 Esta esperanza mantiene nuestra alma firme y segura, como un ancla, y penetra hasta detrás del velo,

20 donde Jesús, nuestro precursor, entró por nosotros y llegó a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

Hebreos 7

El sacerdocio de Melquisedec

1 Este Melquisedec, que era rey de Salén y sacerdote del Dios altísimo, salió al encuentro de Abrahán cuando éste volvía de derrotar a los reyes, y lo bendijo.

2 Entonces Abrahán le dio los diezmos de todo.Melquisedec significa, en primer lugar, «Rey de justicia», y también «Rey de Salén», que significa «Rey de paz».

3 Nada se sabe de su padre ni de su madre, ni de sus antepasados, ni si tuvo principio ni fin; pero, a semejanza del Hijo de Dios, permanece como sacerdote eterno.

4 Ustedes pueden ver, entonces, su grandeza, pues el mismo patriarca Abrahán le dio los diezmos del botín.

5 Ahora bien, según la ley,los descendientes de Leví, que reciben el sacerdocio, tienen el derecho de tomar los diezmos del pueblo, es decir, de sus propios hermanos, aun cuando éstos sean también descendientes de Abrahán.

6 Pero Melquisedec, aunque no era descendiente de Leví, tomó de Abrahán los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas;

7 ¡y nadie puede negar que el que bendice es superior al que recibe la bendición!

8 En este caso, los que reciben los diezmos son simples hombres; pero en aquél, los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que vive.

9 Y hasta podría decirse que Leví, que ahora recibe los diezmos, en aquel tiempo los pagó por medio de Abrahán,

10 pues Leví ya estaba presente en su antepasado Abrahán cuando Melquisedec le salió al encuentro.

11 Si la perfección se alcanzara mediante el sacerdocio levítico (ya que bajo éste el pueblo recibió la ley), ¿qué necesidad habría de que aún se levantara otro sacerdote, según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón?

12 Porque al cambiar el sacerdocio, también se tiene que cambiar la ley.

13 Pero nuestro Señor, de quien la Escritura dice esto, era de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.

14 Es bien sabido que nuestro Señor procedía de la tribu de Judá, acerca de la cual Moisés no dijo nada en relación con el sacerdocio.

15 Esto resulta más evidente si el nuevo sacerdote que se levanta es alguien semejante a Melquisedec,

16 quien no llegó a ser sacerdote por ceñirse a una ley meramente humana, sino por el poder de una vida indestructible.

17 Pues de él se hace constar:

«Tú eres sacerdote para siempre,

según el orden de Melquisedec».

18 De modo que el mandamiento anterior queda anulado por resultar endeble e inútil,

19 ya que la ley no perfeccionó nada, y en su lugar tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.

20 Además, esto no se hizo sin un juramento.

21 Los otros sacerdotes fueron nombrados sin juramento, pero éste fue nombrado por el juramento de aquel que le dijo:

«El Señor lo ha jurado, y no se arrepentirá:

“Tú eres sacerdote para siempre,

según el orden de Melquisedec”».

22 Por lo tanto, es Jesús quien garantiza un pacto mejor.

23 Ahora bien, los otros sacerdotes fueron muchos porque la muerte les impedía continuar;

24 pero Jesús tiene un sacerdocio inmutable porque permanece para siempre.

25 Por eso, también puede salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.

26 Jesús es el sumo sacerdote que necesitábamos tener: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y exaltado por encima de los cielos.

27 No es como los otros sumos sacerdotes, que diariamente tienen que ofrecer sacrificios, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo.Jesús hizo esto una sola vez y para siempre, cuando se ofreció a sí mismo.

28 La ley nombra sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento, que es posterior a la ley, nombra sumo sacerdote al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.